Fue el 21 de septiembre de 1956. Rigoberto López Pérez le hunde cuatro balazos en el pecho al dictador Anastasio Somoza García. El sastre, taquígrafo y mecanógrafo, pero antes que nada poeta, vengaba así a Augusto Sandino y a su pueblo nicaragüense.
Salió de su casa vestido con camisa blanca y pantalón azul. Soledad, su madre, dijo años después: “Quería morir con los colores de la bandera nacional en su cuerpo”.
No terminó de descargar todas las balas de su revolver cuando una lluvia de disparos acabaron con su vida. El poeta sabía que iba a morir, pero también sabía que su sacrificio no iba a ser en vano, era el deber de un verdadero patriota y revolucionario. A Somoza se lo llevaron apresuradamente a uno de los hospitales de las bases militares estadounidenses de Panamá. A la semana murió.
Antes de su heroica acción, Rigoberto le escribió una carta a su madre. El texto dice:
“Aunque usted nunca lo ha sabido, yo siempre he andado tomando parte en todo lo que se refiere a atacar al régimen funesto de nuestra patria y en vista de que todos los esfuerzos han sido inútiles para tratar de lograr que Nicaragua vuelva a ser (o sea por primera vez) una patria libre, sin afrenta y sin mancha, he decidido aunque mis compañeros no querían aceptarlo, el tratar de ser yo el que inicie el principio del fin de esa tiranía…”.
“Espero que tomará estas cosas con calma y que debe pensar que lo que yo he hecho es un deber que cualquier nicaragüense que de veras quiera a su patria debía haber llevado a cabo hace mucho tiempo. Lo mío no ha sido un sacrificio sino un deber que espero haber cumplido”.
“Si usted toma las cosas como yo deseo, le digo que me sentiré feliz. Así que nada de tristeza que el deber que se cumple con la patria es la mayor satisfacción que debe llevarse un hombre de bien como yo he tratado de serlo…”.
“Si toma las cosas con seriedad y con la idea absoluta de que he cumplido con mi más alto deber de nicaragüense, le estaré muy agradecido”.
“Su hijo que siempre la quiso mucho, Rigoberto”.
El gobierno sandinista presidido por el comandante Daniel Ortega, haciendo justicia, el 21 de septiembre de 1981, otorgó el título de Héroe Nacional al patriota Rigoberto López Pérez.
Escrito por Fernando Bossi Rojas
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