Escrito por: Eleanor Marx – Aveling
Mis amigos austriacos me piden que les envíe algunos recuerdos de mi padre. No podían haberme pedido nada más difícil […] Muchas historias se han contado sobre Karl Marx […] Pero después de todo, para los que conocieron a Karl Marx ninguna leyenda es más divertida que esa muy difundida que lo pinta como un hombre moroso, amargado, inflexible, inabordable, una especie de Júpiter Tonante, lanzando siempre truenos, incapaz de una sonrisa, aposentado, indiferente y solitario en el Olimpo. Este retrato del ser más alegre y jubiloso que haya existido, cuya cálida risa era contagiosa e irresistible, del más bondadoso, gentil, generoso de los compañeros es algo que no deja de sorprender – y divertir – a quienes lo conocieron.
En su vida hogareña, los mismos que en las relaciones con sus amigos e inclusive con los simples conocidos, ceo que podía afirmarse que las principales características de Karl Marx fueron su perdurable humor y su generosidad sin límites. Su bondad y su paciencia eran verdaderamente sublimes […]
Pero era en su relación con los niños donde Marx era quizás más encantador. No había compañero de juegos más agradable para los niños […]
El amargado Júpiter Tonante no pasa de ser una ficción de la imaginación burguesa. Y, si en los años de lucha hubo muchas desilusiones, si tropezaron con una extraña ingratitud, tuvieron lo que pocos poseen: verdaderos amigos. Donde se conoce el nombre de Marx, que era tan gran luchador, fuera al mismo tiempo el más bondadoso y gentil de los hombres. Entenderán que solo podía odiar tan ferozmente porque era capaz de amar con esa profundidad; que si su afilada pluma podía encerrar a un alma en el infierno como el propio Dante era porque se trataba de un hombre leal y tierno; que si su humor sarcástico podía atacar como un ácido corrosivo, ese mismo humor podía ser un bálsamo para los preocupados y afligidos.
Fuente: Armando Hart (2006). «Marx & Engels. La condición humana. Una visión desde Latinoamérica». Segunda edición. Ocean Sur. pp. xi – xii.