Nicaragua ha sido víctima durante más de un siglo y medio de agresiones norteamericanas. Siempre el gobierno de Estados Unidos ha intentado e intenta apoderarse de Nicaragua para controlar la vía interoceánica y utilizar suelo nicaragüense como base para agredir a otros pueblos de América Latina.
La política exterior de agresión imperialista que implementa el Gobierno de los Estados Unidos dio paso a la rebelión encabezada por el General Augusto C. Sandino entre 1926 y 1933.
Desde entonces, fue perfilándose en las filas de los revolucionarios nicaragüenses la política de saber identificar con precisión al enemigo del momento, permitiendo unir, a las filas revolucionarias, a los sectores más avanzados del pueblo, neutralizando a indecisos y vacilantes.
Sandino, en aquel momento histórico, supo identificar al imperialismo norteamericano y sus serviles nacionales, como el enemigo principal, uniendo a su alrededor a los mejores hijos de nuestro pueblo y extendiendo la lucha a todo el territorio nacional.
Entre 1926 – 1933, el General Sandino libró una batalla que desembocó en la expulsión de los marines yanquis de Nicaragua, primera derrota del imperialismo en el mundo. El líder guerrillero, organizó a hombres y mujeres de vanguardia que lucharon con las armas en la mano contra la intervención yanqui y la oligarquía vende patria.
El General Sandino es el primer líder revolucionario nicaragüense que pone en práctica alianzas que permiten integración a nivel nacional e internacional de los pueblos por el bien común.
En la década del sesenta del siglo pasado, la lucha contra el imperialismo fue retomada por el Comandante Carlos Fonseca Amador, fundador del FSLN, que hoy encabeza el Comandante Daniel Ortega.
Estos líderes guerrilleros han tenido la visión de crear una organización revolucionaria que es capaz de conducir y aglutinar a los más diversos sectores de la población, en torno a la transformación social que persigue el Pueblo nicaragüense.
Carlos Fonseca Amador, padre de la Revolución Sandinista, retomó las ideas del General Augusto C. Sandino para fortalecer la lucha del Pueblo de Nicaragua en contra de la dictadura de la familia Somoza. De esta forma, nació una Revolución que elevó su voz y reafirmó el juramento de patria libre o morir.
Desde sus inicios, el Comandante Carlos señaló la capacidad permanente en el liderazgo sandinista, capacidad necesaria para identificar con precisión al enemigo, para unir al pueblo en contra de él:
“A los vacilantes debemos atraeros a fin de impedir que se decidan por apoyar al enemigo. Debemos reunir los esfuerzos necesarios, con audacia y paciencia, para aislar el centro de nuestros ataques”[1].
Bajo el liderazgo del Comandante Daniel Ortega, en la primera y segunda etapa de la Revolución Sandinista se llevaron a cabo alianzas con partidos políticos y movimientos sociales que buscaban el mismo u objetivos similares a los de la revolución, defender a los más explotados/as en contra de las injusticias de los opresores. Hacer valer sus derechos como ciudadanos nicaragüenses.
Siguiendo los ideales históricos del sandinismo, en la primera etapa de la revolución, previo a la toma del poder, se realizaron alianzas con diferentes tipos de personas y grupos que se oponía a Somoza.
“distinguir entre las diversas fuerzas políticas del país los elementos que coinciden con nuestras aspiraciones, aunque esa coincidencia sea mínima. Es muy importante comprender que en las filas del Partido Conservador hay representativos del pueblo que si son convencidos mediante una paciente explicación pueden acompañarnos en la lucha” [2].
En los años 80, la agresión militar apoyada por los medios de comunicación hegemónicos del imperio organizó bandas mercenarias armadas en contra del Pueblo de Nicaragua.
Se creó y financió la Contra. Al final de esta década, el ejército Sandinista venció a la Contra y en este momento entró en vigencia el tratado de Paz.
Esta guerra fue devastadora para el Pueblo de Nicaragua y el FSLN perdió las elecciones en 1990. A partir de este año, el FSLN, con el Comandante Daniel Ortega al frente, comenzó una campaña para, en el marco de la legislación democrática creada durante la primera fase de la revolución sandinista, retomar el poder.
Fueron 16 años de diálogo, persuasión y convencimiento con el pueblo y los movimientos sociales afines al sandinismo, y de otros a los que les interesaba la propuesta sandinista de crear mejores condiciones de vida para el pueblo.
Durante estos años, un arduo “trabajo de hormiga”, se generó conciencia en el pueblo nicaragüense sobre que la victoria era posible, y se ganaron las elecciones. En el año 2006, ya en el gobierno, se dieron las condiciones para que el sueño revolucionario comenzara a florecer en su segunda etapa.
El trabajo de persuasión y convencimiento entre el pueblo, una política flexible de alianzas en coincidencias programáticas de corto, medio y largo plazo; el fortalecimiento de la organización de base comunitaria, social, sindical, gremial; y el ejemplo de acciones de progreso, de restitución de derechos en la educación, salud, propiedad de la tierra, del derecho a una vivienda digna, de las mujeres, de los pueblos originarios, de la diversidad sexual, permitió que pequeños partidos de base popular y movimientos sociales, que antes eran manipulados por el imperialismo, o que permanecían aislados en oposición al sandinismo, se unieran al proyecto sandinista, ampliando la base de la revolución y fortaleciendo el vínculo histórico del FSLN con el pueblo.
Siguiendo el proyecto de vida revolucionaria para el pueblo de Nicaragua, obreros/as, campesinos/as, artesanos/as, pequeños/as y medianos/as comerciantes, productores/as se han unido al Proyecto Sandinista para seguir llevando a cabo la transformación de Nicaragua en una sociedad más justa y equitativa para todos/as.
“Un lugar de vanguardia ganado está expuesto a perderse, de no dársele solución a los nuevos problemas que salen a luz en el camino histórico”[3].
[1] http://desarrollo.cuadernosandinista.com/2019/06/24/revolucion-escritos-de-carlos-fonseca/
[2] Fonseca, Carlos (2006). “Obra Fundamental / Carlos Fonseca”. 1ª ed.—Managua: Aldilá Editor. pp.186 – 187.
[3] Fonseca, Carlos (2006). “Obra Fundamental / Carlos Fonseca”. 1ª ed.—Managua: Aldilá Editor. pp.197 – 198.
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