Compartimos un artículo de Pedro Etcheverry Vázquez y Luis Rodríguez Hernández, titulado «Educación, uno de los sectores más afectados por la política del Gobierno de EEUU contra Cuba». A continuación se presenta el texto:
La educación también fue, desde el triunfo mismo de la Revolución, y lo será siempre, uno de los objetivos fundamentales de nuestra épica lucha por una sociedad verdaderamente justa, libre, y humana.
Fidel Castro Ruz.
Discurso en el acto de graduación de las Escuelas Emergentes de Maestros de la Enseñanza Primaria, 2 de septiembre de 2002
En la larga historia de agresiones contra Cuba, la Educación ha sido uno de los sectores más afectados por la política de sucesivos gobiernos en Estados Unidos. A lo largo de los hechos ocurridos en los últimos sesenta años muchos cubanos vinculados a este sector han perdido la vida y otros han resultado heridos. Estos dolorosos acontecimientos han servido de acicate a nuestro pueblo y especialmente a la juventud, que ha continuado la obra de los caídos incorporándose a las filas del magisterio, enfrentando los peligros y las amenazas del terrorismo y las limitaciones impuestas por el bloqueo.
El 28 de febrero de 1961, en la Escuela de Secretariado Comercial Nobel Academy, de La Víbora, un artefacto explosivo colocado en el servicio sanitario de varones por individuos vinculados a una organización terrorista, hizo explosión cuando un grupo de alumnas se encontraba en horario de receso. Una maestra y siete jóvenes resultaron heridas. De estas una perdió el ojo izquierdo. Además se reportaron cuantiosos daños materiales.
El 22 de abril, dos personas escribían sendas cartas desde lugares muy distantes entre sí y con diferentes objetivos. Una era la señora Edelmira Gerardo, madre del miliciano Félix Edén Aguada Gerardo, caído en el enfrentamiento a los mercenarios de la Brigada de Asalto 2506. La otra persona era John F. Kennedy, presidente de Estados Unidos, autoproclamado responsable de la aplastante derrota sufrida por sus fuerzas en las arenas de Playa Girón.
Mientras en su mensaje la madre del miliciano, conmovida en lo más profundo de su ser, pedía a nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro que le pusiera el nombre de su hijo a una escuela, el Presidente de la nación más poderosa de la tierra convocaba al general Maxwell Taylor, a prestar especial atención a las lecciones que pudieran ser aprendidas de los recientes acontecimientos ocurridos en Cuba. Del estudio realizado por ese general surgiría un nuevo proyecto de agresiones contra nuestra patria que también mordería el polvo de la derrota.
El 26 de julio de 1961, en la finca La Permuta, del barrio Táyaba, en Trinidad, donde vivía con su familia el campesino Celestino Rivero Darias, quien había servido de guía al Ejército Rebelde durante la lucha contra la tiranía batistiana y en ese momento apoyaba todos los planes de la Revolución en la zona se produjo un horrible hecho que conmocionó a todos los habitantes de la región.
Una banda de alzados encabezada por los ex militares batistianos Ramón del Sol Sorí y Vicente Hernández Onoso (El Buitre) asaltó la humilde vivienda de esta familia rural en el momento en que se encontraban presentes el campesino, su esposa, su hija Romelia y el brigadista alfabetizador Ramón Donato García Guerra, de 15 años de edad y vecino de la ciudad de Santa Clara.
Después de ofender a los presentes y saquear la vivienda, los asaltantes secuestraron al campesino y al brigadista, arrastrándolos hacia un lugar no muy lejano dentro de la misma finca. A Celestino lo golpearon salvajemente hasta que acabaron con su vida ahorcándolo de la rama de un árbol, pero cuando fueron a ejecutar a Ramón, la soga se trabó en el monograma del brigadista y el muchacho pudo quitársela de encima, logrando escapar bajo una andanada de disparos.
Al día siguiente, el hijo de once años salió en busca de su padre, y se enfrentó a un momento desgarrador al encontrarlo muerto en el mismo lugar donde lo habían dejado sus asesinos. Casi al mismo tiempo el joven alfabetizador se había dirigido a las oficinas del G-2 en Trinidad para denunciar el asesinato. Al conocer su testimonio los oficiales del G-2 Luis Felipe Denis Díaz, Luis Rodríguez Hernández, Fernando Bermúdez y José Amado Vasallo, acudieron al lugar del hecho donde pudieron comprobar lo sucedido.
El cabecilla que dirigió este crimen fue responsable de unos siete asesinatos, hasta que resultó capturado el 16 de febrero de 1964 durante una operación de las Milicias. Al comparecer ante el Tribunal Revolucionario de Las Villas mediante la Causa 491/64 reconoció sus crímenes, fue sancionado a la pena de muerte y ejecutado el 15 de octubre de ese mismo año. Por su parte el otro cabecilla Vicente Hernández Onoso (El Buitre) había resultado muerto en un cerco de las Milicias el 14 de mayo de 1964.
Un destino similar tuvieron los responsables del asesinato del maestro voluntario Conrado Benítez García y de los alfabetizadores Pedro Morejón Quintana, Pedrito Blanco Gómez, Delfín Sen Cedré, y Manuel Ascunce Domenech, entre otros. Los actos terroristas contra la Campaña de Alfabetización no pudieron evitar que el 22 de diciembre de 1961 fuera declarada Cuba Territorio Libre de Analfabetismo y que posteriormente esta fecha fuera considerada Día del Educador.
En febrero de 1962 el presidente Kennedy firmó el documento que desencadenó el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba. Desde entonces uno de los sectores que más ha sufrido a causa de las limitaciones materiales impuestas por este engendro de ley es la educación, al limitar al máximo la adquisición de los recursos necesarios para el sistema de enseñanza.
Hasta este momento fueron reportados 25 muertos y 37 personas vinculadas directa o indirectamente a la enseñanza. En total 62 víctimas a manos de bandas de alzados, organizaciones contrarrevolucionarias e individuos que actuaban pagados por agencias de subversión y espionaje al servicio del Gobierno de Estados Unidos.
Además de los daños humanos que son los más importantes, fueron saboteadas más de 150 escuelas (de ellas 85 totalmente destruidas a causa del fuego), 13 objetivos incluyendo dos almacenes y tres oficinas relacionados con la enseñanza y la cultura, y 15 salas cinematográficas y teatros.
El daño en el orden espiritual y psicológico que estos hechos causaron en los niños, en los adolescentes, en sus padres, en los maestros y sus auxiliares, es incalculable. Los perjuicios ocasionados al proceso de enseñanza-aprendizaje en las escuelas afectadas, por tratarse en la mayoría de los casos de las únicas instalaciones existentes en las comunidades donde funcionaban, fue inconmensurable.
Las pérdidas materiales registradas se calcularon en cerca de dos millones de dólares (1’ 836, 278 037) a causa de sabotajes realizados por bandas de alzados y grupos terroristas, también de elementos aislados que decidieron ejecutar este tipo de hechos estimulados por las campañas de propaganda desatadas contra la Revolución cubana.
Entre 1960 tratando de desestabilizar la situación interna en Cuba, varias emisoras de radio subversivas desde la Florida divulgaron la falsa noticia de que el Gobierno Revolucionario quitaría a los padres la patria potestad sobre sus hijos. Para hacer más creíble esta campaña, llegaron a imprimir una falsa ley y difundieron el rumor de que los niños iban a ser enviados para Rusia donde les lavarían el cerebro, y otras infamias imposibles de repetir en estas líneas. Los elementos contrarrevolucionarios que operaban la imprenta fueron detenidos en Luyanó y tuvieron que responder ante la ley por el delito cometido.
Inmediatamente se desencadenó un singular proceso migratorio nunca antes visto. A finales de 1960 arribaron por vía aérea a Miami los primeros menores que fueron separados de su hogar en Cuba, como resultado de la “Operación Pedro Pan”, criptónimo utilizado por la CIA para referirse a esta maniobra encubierta aprovechando el nombre del primer niño enviado por esta vía que se llamaba Pedro.
En diciembre de 1965 el denominado “Programa para Niños Refugiados Cubanos” continuó con los llamados “Vuelos de la Libertad”. Al llegar a la Florida los menores fueron internados en centros de reclusión donde algunos resultaron objeto de maltratos físicos y abusos sexuales, hasta que finalmente fueron adoptados por familias norteamericanas que les impusieron otro idioma y otra cultura.
Más tarde las autoridades norteamericanas suprimieron los vuelos y las visas entre Cuba y Estados Unidos, provocando que muchos de esos niños jamás volvieran a encontrarse con sus padres. De acuerdo con la investigación realizada por los expertos José Buajasán Marrawi y Ramón Torreira Crespo un total de 14,048 mil niños cubanos fueron víctimas de esta operación subversiva dirigida por la CIA en coordinación con la Alta Jerarquía de la Iglesia católica.
En documentales como “Del otro lado del cristal” y “La Tierra del Nunca Jamás. Operación Peter Pan”, ambos de la socióloga cubana Marina Ochoa Tanda, y “Operación Peter Pan” de la periodista norteamericana Estela Bravo, se puede apreciar los traumas y el enorme sufrimiento causado a muchos de aquellos niños, alejados de sus padres por obra y gracia de una política que no tiene ninguna justificación, y las secuelas que padecieron durante el tiempo transcurrido desde entonces.
El 6 de octubre de 1976 de las 73 personas que murieron en el avión civil cubano saboteado al sobrevolar las costas de Barbados, 16 eran atletas del equipo juvenil de esgrima (9 estudiaban en distintas carreras universitarias y 5 en instituciones de la enseñanza media superior). Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila responsables de este abominable hecho, nunca pagaron por este ni por ninguno de los crímenes cometidos.
En 1981 grupos terroristas de la Contra asesinarona Pedro Pablo Rivera Cué, Bárbaro Rodríguez Hernández y Águedo Morales Reina,tres profesores internacionalistas que luchaban contra el analfabetismo en Nicaragua. Francisco Concepción Castillo fue herido grave y falleció posteriormente en nuestro país.
Ese mismo año, un total de 101 niños cubanos fallecieron víctimas del dengue hemorrágico, de ellos 71 estaban en edad escolar. Al cabo de cierto tiempo, durante el juicio al contrarrevolucionario cubano Eduardo Arocena Pérez, cabecilla de la organización terrorista Omega-7 y culpable del asesinato del diplomático cubano acreditado en la ONU Félix García Rodríguez, este acusado declaró que la misión de su grupo también consistía en “obtener ciertos gérmenes e introducirlos en Cuba”, poniendo en evidencia la participación de elementos anticubanos en la guerra biológica contra nuestro país.
Al amanecer del 25 de marzo de 1984 fuerzas de la organización terrorista Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) atacaron la localidad de Sumbe, donde no había ningún objetivo militar. Durante su enfrentamiento, en condiciones desventajosas, cayeron heroicamente los profesores internacionalistas Héctor Alfredo Pineda Zaldívar, Alfredo Guillot Pozo y Lázaro A. Molina López, quienes cumplían con el deber de enseñar a leer y escribir a los angolanos. Los profesores Roberto Domínguez George, Roberto Lorenzo Hernández, Edilberto de Moya Cordero, Jesús Rodríguez, José Morales Granda, Jonás Márquez Silveira y Wilfredo Cabello Guevara, resultaron heridos en un desigual combate, que concluyó cuando acudieron fuerzas internacionalistas cubanas que causaron numerosas bajas al enemigo y lo obligó a retirarse en desbandada.
El 19 de abril de ese mismo año, alguno de los terroristas que actuaban en territorio angolano hizo explotar un coche bomba con una carga de gran potencia, frente a un moderno edificio de apartamentos de once plantas, ubicado en la ciudad de Huambo, donde se albergaban colaboradores civiles cubanos de los sectores de la construcción, la educación y la salud.
El atentado terrorista contra un objetivo civil provocó catorce constructores cubanos y diez angolanos muertos, incluyendo mujeres y niños, y más de cien heridos de ambas nacionalidades. En esta ocasión no hubo que lamentar bajas mortales en el sector educacional cubano, pero se reportaron entre los veinticinco cubanos heridos, varios constructores y tres profesoras jóvenes con lesiones de diferente gravedad. Las maestras cubanas Vilma Cristina Estrada Valle, María Catalina Camejo Rodríguez y Mayra de la Caridad Yánez Anega resultaron heridas. Los responsables de estos hechos eran dirigidos y recibían el apoyo material y financiero de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA).
En enero del año 2000 durante el proceso conocido como la “Demanda del pueblo cubano contra el Gobierno de Estados Unidos por los Daños Económicos ocasionados a Cuba”, al valorarse la afectación a las instalaciones y actividades académicas y científico-técnicas en las universidades cubanas, los daños y perjuicios se calcularon en algo más de 144 millones de dólares.
El 3 de marzo del 2003 en la prisión de Florence, ubicada en el estado norteamericano de Colorado, se cometía una nueva injusticia, en esta ocasión contra un maestro cubano aislado y alejado de su familia y de su pueblo.
Antonio Guerrero Rodríguez, uno de los Cinco Héroes cubanos prisioneros injustamente en cárceles norteamericanas por luchar contra el terrorismo, se encontraba impartiendo clases a un grupo de reclusos de varias nacionalidades. De repente, fue interrumpido por uno de los guardianes y llamado fuera del aula donde ejercía como maestro, para comunicarle que se reportara a la oficina del teniente, pero al llegar al lugar fue esposado y enviado a la denominada “Unidad Especial de Alojamiento”.
A las dos semanas se le informó por escrito que iba a permanecer en estas condiciones hasta el 24 de febrero del 2004, y al cabo de ese tiempo las mismas condiciones de castigo podían ser extendidas por doce meses más.
Sus alumnos quedaron sin la atención docente requerida y un maestro en plenitud de facultades, dispuesto a ayudar desinteresadamente a sus semejantes, había sido arrancado de su aula sin una explicación convincente. Por supuesto, durante todo ese tiempo no se le permitió impartir docencia. Quizás este haya sido el último hecho que se conoce contra un maestro cubano fuera de nuestras fronteras.
El 7 de febrero de 2013 durante una entrevista Antonio Guerrero expresó: “En la prisión es obligatorio tener un trabajo y el mío ha sido, generalmente, impartir clases a otros reclusos en diferentes cursos, que suelen llamarse programas. Una de las experiencias más hermosas que me llevaré conmigo cuando termine este injusto encierro será la de haber graduado de estos cursos a muchas personas, quienes han agradecido mi labor de muchas maneras. Enseñar es crecer, dijo el Apóstol, así que a ellos les debo en buena medida mi crecimiento como ser humano y la posibilidad de sentirme, en estas condiciones, un hombre útil”.
Entre principios de 2014 y 2015 en el sector educativo el bloqueo había causado pérdidas por casi dos millones de dólares, según dio a conocer en conferencia de prensa el vocero del Ministerio de Educación Paul Torres, quien señaló que las sanciones impuestas por el Gobierno de Estados Unidos a los países que negociaban con Cuba, habían provocado que muchas compañías extranjeras se abstuvieran de exportar artículos hacia la Isla.
El funcionario añadió que esta situación obligó a las autoridades cubanas a adquirir los medios de enseñanza en la República Popular China, un mercado muy lejano que elevaba los gastos por concepto de fletes. Para ilustrar esta compleja situación explicó que el pago a los profesores que cumplían misión en otras naciones también se veía afectado, por la prohibición de emplear el dólar estadounidense en transacciones bancarias que frecuentemente implican impuestos.
A pesar de los esfuerzos realizados por nuestros enemigos en materia de subversión y terrorismo, las acciones contra la educación no lograron afectar su desarrollo ni dañar la unidad de nuestro pueblo.
Hoy día, a pesar de las campañas de propaganda subversiva, del terrorismo, de la guerra económica y del financiamiento a los nuevos anexionistas, la obra de la Revolución cubana continúa adelante, y en esa obra todos los trabajadores de la educación continúan marchando a la vanguardia.
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