Todo este último año fue, es y sigue sido duro y lleno de luchas para Latinoamérica, la resistencia contra el imperio y la situación pandémica. A Bolivia le tocó aún más duro, el resistir una dictadura golpista [1] y la terrible gestión ante la pandemia por parte de todos los cómplices del golpismo.
Todos veíamos con indignación y lágrimas de rabia, cómo el ministerio de colonias (OEA) hacía de las suyas, mientras las viudas de las dictaduras triunfantes de América Latina (pues jamás lograron lo que hizo Nicaragua o Cuba, ni la unión cívico militar de Venezuela.), con gula y sodoma festejaban entre todas ellas el derrumbe de una democracia.
Observamos cómo los esbirros del imperio hicieron lo imposible para que el exilio, hasta por Pinochet a veces cumplido, se convertía en una odisea y boleo en los cielos de la Patria Grande.
Vimos como paso a paso terminaron instaurando una autentica dictadura al estilo del siglo pasado, igualmente diseñada a pies y cabeza, como si hubiese sido diseñada por algún dinosaurio de la CIA.
Sin embargo, a como dijo Sandino sobre Nicaragua, que aún quedaban hijos que la amaban, en la Patria Grande quedan aún líderes que defienden la democracia y la liberación de los pueblos, haciéndose posible que esos tiempos difíciles, se volviera nuestro aire, nuestro alimento.
Gracias a esa resistencia pacífica y paciencia estratégica, a gobernar desde abajo, a que la persecución, al sacrificio y la marginación fueran una lección aprendida a cabalidad, contraria a la sed de sangre que inspira al golpismo, podemos decir adiós a la dictadura efímera y enaltecer un claro triunfo para la Wiphala [2] y a quienes entienden como revolución, a una verdadera democracia.
El 18 de octubre de 2020 fue un domingo de gloria. Por 5ta vez consecutiva
[3] el MAS (instrumento para la liberación de los pueblos) derrotó a la oligarquía criolla en Bolivia. Se demostró que la izquierda rompe una vez más mediante la fuerza del voto con el mito de la dictadura de papel por la cual el golpismo justifico la renuncia forzada del jefe indio del sur.
Ha esto, el triunfo de Bolivia es también un triunfo de la Patria Grande por la perseverancia revolucionaria que demostró la militancia del MAS, que se debe emular en todos los sentidos. Siento propia esta victoria, pues paciencia fue algo que carecí (brevemente), al no entender el contexto de la nación y en general, de la situación política (que cualquiera podría atravesar).
Más que un grito de guerra, es una tarea revolucionaria luchar, como vencer es un ideal, por tanto, tras el deber cumplido, es eso lo que debe de quedar como satisfacción sin esperar más que buenos resultados, pero yo quiero agradecer al MAS, a Evo, a Álvaro, a David, a Lucho, a la Militancia del MAS. Gracias por darnos ese triunfo, por hacernos entender que los repliegues tácticos se dan en todos los sentidos de la lucha revolucionaria y que conlleva a la victoria, siempre.
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