Por Thierry Meyssan
Era el aspecto más importante de la Operación Diluvio de Al-Aqsa, pero no lo notamos. El ataque contra Israel no fue una exclusividad de los yihadistas del Hamas. Fue una acción conjunta de cuatro grupos armados. Es la primera vez, desde hace 50 años, que los palestinos de Gaza se unen en una acción conjunta.
Nos guste o no, llegan a su fin los largos años de indiferencia occidental ante los sufrimientos de los palestinos. Ahora habrá que comenzar a aplicar el Derecho Internacional
En el artículo que escribí la semana pasada, basándome en los despachos de agencias de prensa occidentales y árabes, ya pasados por el filtro de la censura militar israelí, el ataque del 7 de octubre de 2023 contra Israel, la Operación Diluvio de Al-Aqsa, se describe como una acción del Hamas. Pero no fue el Hamas el único participante. La decisión de realizar la operación fue tomada por un centro de mando unitario de la resistencia palestina. El Hamas, que fue ampliamente el principal componente, aportó la mayor cantidad de hombres pero también participaron otros tres grupos de la resistencia palestina:
la Yihad Islámica (grupo khomeinista, de confesión sunnita),
el Frente Popular de Liberación de Palestina (marxista)
y el Frente Popular de Liberación de Palestina-Comando General (FPLP-CG).
La prensa occidental resaltó los crímenes cometidos por algunos de los atacantes, pero “omitió” la actitud respetuosa de los demás. Al tratar de verificar las informaciones iniciales resultó que las acusaciones sobre supuestas violaciones y alegaciones sobre decapitaciones de bebés no eran más que propaganda. No es nuevo, ni sorprendente, el comportamiento parcializado de ese periodismo “tuerto” y mendaz.
Esta nueva precisión modifica la interpretación de lo sucedido. Ya no se trata de una operación yihadista organizada por la rama palestina de la Hermandad Musulmana sino de un ataque conjunto de los palestinos de Gaza. Sólo el movimiento Al-Fatha, que se mantiene alejado de los grupos antes mencionados, no participó en la acción.
El objetivo de la operación no era «matar judíos», aunque así lo hicieron algunos yihadistas del Hamas [1] –los israelíes contabilizan 2 700 muertos en total–, sino tomar prisioneros, civiles y militares, para canjearlos por los árabes presos en las cárceles israelíes de alta seguridad. Los israelíes capturados no son necesariamente combatientes, también hay civiles. Todos fueron sacados de los lugares donde se hallaban sin darles la posibilidad de vestirse, para recordar cómo trató el ejército de Israel a los prisioneros egipcios al final de la Guerra de los Seis Días.
En todo caso, es importante recordar que el conflicto israelo-palestino no es una guerra clásica entre dos Estados –Israel no ha definido sus fronteras y Palestina no es un Estado reconocido– sino un enfrentamiento entre dos poblaciones. Se trata de una situación muy particular en la que los palestinos no están representados por un Estado y los israelíes tienen responsabilidades adicionales como potencia ocupante.
Además, todo sucede después de que el Consejo de Cooperación del Golfo, el Grupo de los 77, la Liga Árabe, la Organización de la Cooperación Islámica y China solicitaron, el pasado 15 de mayo, a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la suspensión de la membresía de Israel hasta que el Estado hebreo se decida a respetar sus compromisos [2].
1- ¿La Operación Diluvio de Al-Aqsa sorprendió a Israel?
Aunque el gobierno de coalición de Benyamin Netanyahu afirma que la operación palestina sorprendió a Israel, eso no es cierto. El ataque estaba planificado desde de los enfrentamientos registrados en mayo de 2021.
Según CNN, el Hamas entrenó a sus hombres, específicamente para esta operación, a lo largo de año y medio y prácticamente a la vista de los militares israelíes [3]. El Hamas construyó en Gaza 6 campos de entrenamiento, donde incluso rodó videos de propaganda, que fueron publicados varias semanas antes del ataque [4].
En marzo pasado, el Hamas envió a Rusia una importante delegación, cuyos miembros hicieron saber al ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, que la paciencia del movimiento había llegado a su límite y que su cólera estaba «en marcha».
También este mismo año, Irán organizó una serie de discusiones entre las diversas fuerzas que se oponen a Israel en la región: el Hezbollah libanés, la Yihad Islámica y el Hamas. Esas discusiones tuvieron lugar en Beirut, la capital libanesa, bajo la presidencia del general Ismail Qaani, comandante de la fuerza al-Qods de los Guardianes de la Revolución iraníes. Los encuentros se organizaron para reconciliar a los grupos participantes, que antes se habían enfrentado en el campo de batalla, tanto en Gaza como en Siria. Aquellas reuniones se hicieron públicas, en mayo pasado, y la prensa libanesa mencionó incluso la preparación de la operación conjunta del 7 de octubre. En conclusión, Irán hizo posible la reconciliación entre las facciones palestinas.
El 30 de septiembre, el director de la inteligencia de Egipto, Kamel Abbas, telefoneó personalmente al primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, para prevenirlo sobre la inminencia de una gran operación del Hamas contra Israel [5]. Las autoridades de Egipto, país que lucha contra la Hermandad Musulmana, sentían inquietud al ver que el Hamas, rama palestina de la cofradía, se preparaba a la vista de Israel.
El 5 de octubre, la CIA también advirtió al Mosad sobre la inminencia de la operación de la resistencia palestina, operación cuya envergadura consideraba tan grande que inquietaba a los especialistas de la agencia estadounidense. Sin embargo, según afirma el New York Times, los informes de la CIA al Mosad no mencionaban las nuevas técnicas de combate que la resistencia palestina finalmente utilizó. Sólo entonces los servicios de inteligencia israelíes se reunieron para evaluar la amenaza. El Shin Beit (contraespionaje) y el AMAN (la inteligencia militar) participaron en esa reunión.
Todo lo anterior indica que el primer ministro Benyamin Netanyahu y su oficina mintieron a sus conciudadanos cuando afirmaron que el Hamas los “sorprendió”.
2- ¿Por qué el gobierno de Israel permitió la muerte de sus conciudadanos?
Hay más de una hipótesis. Veamos 4 de ellas:
Los colonos instalados ilegalmente en Cisjordania están sobrerrepresentados en el actual gobierno israelí de coalición… y permanecieron sordos y ciegos ante los preparativos que se desarrollaban en Gaza.
El jefe del gobierno de coalición gubernamental, Benyamin Netanyahu, fiel a la ideología de su padre Benzion Netanyahu y del mentor de este último, el ucraniano Zeev Jabotinski, está empeñado en acabar con la presencia palestina, tanto en Gaza como en Cisjordania, en aplicación de la fórmula «Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra».
El propio Netanyahu espera realizar su viejo proyecto de guerra contra Irán, y la operación sería el pretexto idóneo para iniciar ese conflicto, con la esperanza de extender la influencia de Israel en el Medio Oriente.
Los discípulos estadounidenses del fascista alemán Leo Strauss esperan dar continuación a lo que ya comenzaron en Ucrania y utilizarían la operación palestina como pretexto para justificar una ampliación de la guerra contra Rusia.
Esas 4 hipótesis no se excluyen entre sí. Tampoco son exhaustivas.
3- La comparación con el 11 de septiembre de 2001
Los dirigentes israelíes están comparando el ataque del Hamas con los atentados realizados el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington. Con esa comparación buscan resaltar el comportamiento bárbaro del adversario y hacer ver que el bando del Bien fue atacado por sorpresa, con lo cual ellos mismos justificarían las subsiguientes guerras.
Esa comparación se basa en el hecho que el Hamas se presenta a sí mismo como la rama palestina de la Hermandad Musulmana y que el presunto promotor del 11 de septiembre, Osama ben Laden, fue formado por Mohammad Qutb, el hermano de sangre del pensador de la cofradía, Sayyid Qutb.
Pero esa comparación no se sostiene. Es imposible que al-Qaeda perpetrara los atentados del 11 de septiembre. Las autoridades estadounidenses nunca pudieron responder a las objeciones que expuse públicamente [6] sobre su versión oficial. Y desde entonces han aparecido nuevos elementos que contradicen la versión oficial de la administración del presidente George W. Bush. Hoy en día, el 54% de los estadounidense no cree la versión de la Comisión Investigadora presidencial.
Además, si bien todavía no se sabe con certeza quién organizó los atentados del 11 de septiembre, sí se ha logrado identificar un grupo implicado: el Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC por sus siglas en inglés). Y uno de los principales miembros del PNAC, el tristemente célebre Elliott Abrams, es precisamente el organizador del cambio de régimen que Benyamin Netanyahu ha logrado implementar en Israel y que la oposición israelí califica hoy de «golpe de Estado» [7].
Dado el siniestro historial de Elliott Abrams –implicado en el genocidio organizado en Guatemala contra la población maya por el terrorista israelí Yitzhak Shamir y el general guatemalteco Efraín Ríos Montt [8], condenado en Estados Unidos por haber mentido al Congreso [9] y por su papel en el escandalo Irán-Contras)– es muy razonable que nos interroguemos sobre el papel que ese personaje ha podido desempeñar en la evidente pasividad del actual gobierno israelí ante la preparación del ataque del Hamas.
En julio pasado, el presidente “demócrata” Joe Biden incluyó al controvertido Elliott Abrams (republicano) en la comisión consultativa bipartidista de Estados Unidos sobre la “diplomacia pública”, que en realidad se encarga de supervisar la propaganda estadounidense a través del mundo.
4- ¿Quién armó al Hamas?
Una operación tan sofisticada el Diluvio de Al-Aqsa exige medios y datos de inteligencia que sólo un Estado tiene a su alcance. Los atacantes utilizaron armas fabricadas en Estados Unidos, en la desaparecida Unión Soviética y en Corea del Norte, armas que circulan en Líbano y en Palestina.
Hasta ahora se han formulado 3 hipótesis:
• La hipótesis de una responsabilidad iraní no se sostiene debido al acuerdo histórico entre el fundador de la Hermandad Musulmana, Hassan al-Banna, y el imam Khomeini, el fundador de la República Islámica de Irán. De hecho, ese país ha desmentido con vehemencia, en la ONU, toda implicación iraní en el ataque contra Israel. Sin embargo, esa es la teoría que defiende el ya mencionado Elliott Abrams [10]. Irán no es responsable del Diluvio de Al-Aqsa sino de la reconciliación entre las facciones palestinas.
• La hipótesis sobre una supuesta responsabilidad rusa no se apoya en ninguna prueba. Lo máximo que puede decirse en ese sentido es que el conflicto en Palestina puede absorber recursos que las potencias occidentales podrían dedicar a Ucrania, lo cual redundaría en beneficio de la operación militar especial rusa. También provocaría un alza de los precios de los hidrocarburos, lo cual favorecería a Moscú.
Pero la realidad es que Rusia no dispone de medios para implicarse en un nuevo frente mientras lucha en el frente ucraniano. Además, Moscú ha luchado constantemente, desde la creación misma de la Federación Rusa, contra los grupos armados vinculados a la Hermandad Musulmana. Sin embargo, esa es la teoría que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, expuso ante los ministros de Defensa de los 31 países miembros de la OTAN, reunidos en Bruselas el 11 de octubre [11]. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, intervino por videoconferencia en el mismo sentido [12].
• La hipótesis que sí se sostiene es la de la responsabilidad turca. Además de que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan organizó en Turquía el último congreso del Hamas, los principales dirigentes del Hamas residen actualmente en Turquía, como algunos dirigentes de la Hermandad Musulmana, también distribuidos entre el Reino Unido y Qatar.
Sabiendo que la CIA estadounidense seguía los preparativos de la operación del Hamas, el secretario de Estado Antony Blinken se comunicó telefónicamente con el ministro de Exteriores de Turquía –y ex jefe de los servicios secretos turcos–, Hakan Fidan, en la noche del 6 al 7 de octubre [13], o sea precisamente mientras que el Hamas iniciaba su ataque y antes de que el ejército israelí “se despertara”.
Blinken telefoneó después a los ministros de Exteriores de Israel y de Palestina e inmediatamente volvió a llamar, por segunda vez, al ministro turco [14], a quien llamaría todavía una vez más, la tercera [15].
Finalmente, durante la reunión de los ministros de Defensa de la OTAN, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, reveló que Estados Unidos ha solicitado a Turquía que intervenga para obtener la liberación de los rehenes estadounidenses, pero no precisó si esa solicitud se hizo antes o después del envío del grupo naval estadounidense encabezado por el portaviones USS Gerald Ford.
5- ¿Qué dice el derecho internacional sobre el diferendo israelo-palestino?
Según Naciones Unidas, los palestinos tienen derecho a crear un Estado soberano dentro de las fronteras de 1967, Estado cuya capital sería Jerusalén-este. Esa fórmula implica que:
• El Estado palestino tiene derecho a disponer de un ejército propio, lo que Israel rechaza de plano;
• habría que restituir al Estado palestino los terrenos de las colonias judías instauradas después de 1967 y el este de Jerusalén;
• todos los palestinos tendrían derecho a regresar a Israel y a establecerse en los lugares de donde ellos o sus familias fueron expulsados;
• Israel tendría que indemnizar a los palestinos cuyos bienes fueron recuperados por el Estado hebreo o destruidos.
Según Naciones Unidas, los israelíes tienen derecho a un Estado soberano dentro de las fronteras de 1967, Estado cuya capital sería el Jerusalén-oeste. Eso implica que:
• Israel tiene derecho a disponer de su propio ejército (ya lo tiene);
• los terrenos de las colonias judías instauradas después de 1967 y Jerusalén-este tendrían que ser restituidos al Estado palestino (no sería imposible que israelíes siguiesen viviendo allí pero sería como extranjeros).
• Israel tendría que conceder el derecho de residencia a todos los palestinos expulsados en 1948 o a los descendientes de los expulsados que soliciten ese derecho (derecho al retorno). Israel tendría además que restituirles sus bienes o indemnizarlos.
Inicialmente, los dos Estados (Palestina e Israel) formarían parte de un Estado supranacional binacional, donde cada ciudadano dispondría de un voto en condiciones de igualdad. Por ahora, eso es evidentemente imposible. Podría plantearse la posibilidad de desplegar de una fuerza internacional de paz e interposición entre los dos Estados (Israel y Palestina). Eso también parece difícil, en primer lugar, porque nadie querrá ser parte de esa fuerza y, además, porque no es lo que las Naciones Unidas habían previsto originalmente. La ONU tenía previsto el despliegue de observadores del mantenimiento de la paz, no de una fuerza militar de interposición. Finalmente, también sería posible plantear la desmilitarización de los dos Estados, aportándoles garantías de que nunca serían agredidos por sus vecinos.
Como todos pueden ver, la aplicación del Derecho Internacional implicaría considerables pérdidas de territorios y de bienes para Israel mientras que Palestina no estaría renunciando a cosas materiales sino a sus reclamos. Pero ese es el precio de la justicia y de la paz.
6- ¿Cuál es la reacción de Israel?
La coalición gubernamental de Benyamin Netanyahu, que incluye supremacistas judíos perfectamente comparables a los supremacistas musulmanes del Hamas, modificó en agosto las leyes fundamentales de Israel, que es un Estado sin Constitución. Los observadores, principalmente la prensa estadounidense, opinan que al suprimir la independencia del sistema de justicia, el gobierno de Netanyahu procedió a un «golpe de Estado». Desde entonces, gigantescas manifestaciones de protesta han sacudido Israel, durante meses.
Ante el ataque proveniente de Gaza, Israel sólo puede sobrevivir unificando su clase dirigente. Al solicitarle Netanyahu que se uniera a un gobierno de unión nacional, el ex primer ministro Yair Lapid puso como condición la dimisión de los ministros supremacistas judíos. Hay que recordar que, desde que son miembros del gobierno, el ministro de Seguridad Interior, Itamar Ben-Gvir, y el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, han respaldado 3 pogromos contra los árabes, incluyendo el de Huwarrah [16]. Pero, el general Benny Ganz, ex ministro de Defensa, no planteó esa condición. En definitiva, Netanyahu decidió incluir a Lapid y a Ganz en su gobierno pero sin revocar a los supremacistas judíos, sólo creó un “consejo de guerra” que no incluye a los supremacistas.
Es entonces cuando entra en juego la censura militar israelí, y lo hace con tanta fuerza que la ministro de Información, Distel Atbaryan, dimite en plena guerra.
Por ahora se desconoce la composición exacta de ese “consejo de guerra”, cuyas deliberaciones están siendo particularmente acaloradas. Sólo se sabe que hay grandes desacuerdos entre el ministro de Defensa, el general Yoav Gallant, y su predecesor, el general Benny Ganz. Sus posiciones son tan opuestas que el primer ministro Netanyahu metió en el “consejo de guerra” al general Gadi Eizenkot, partidario de los bombardeos masivos contra la población civil, para que participe en las deliberaciones como “observador”.
También se recurre a la censura militar para evitar a toda costa que los israelíes –y el resto del mundo– conozcan las reacciones de los diferentes actores ante la pasividad de Netanyahu frente a los avisos exteriores sobre la preparación de la Operación Diluvio de Al-Aqsa. Nadie sabe tampoco qué decisiones puede haber tomado el “consejo de guerra”. Ni el mismísimo presidente de Israel, Isaac Herzog conoce actualmente el contenido o los resultados de las deliberaciones del “consejo de guerra” creado por Netanyahu.
En esos debates se ha hablado al parecer de expulsar hacia Egipto o de masacrar a los 2 millones de habitantes de Gaza. Es por eso que el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, viajó urgentemente a Tel Aviv, posiblemente como portador de un llamado a la calma.
7- ¿Cómo podrían evolucionar las cosas?
El Derecho Internacional reconoce el derecho del Estado israelí a defenderse ante el ataque. Eso es lo que hizo durante 5 días al perseguir y eliminar a los combatientes que habían penetrado en Israel. Posteriormente, Israel inició el asedio de Gaza, mientras que sus fuerzas armadas bombardeaban la ciudad de Gaza, pero no el sur de la franja de Gaza. Esa operación israelí viola nuevamente el derecho internacional. Es comprensible que Israel tenga derecho a perseguir y eliminar los combatientes palestinos, pero imponer un asedio de corte medieval a la franja de Gaza y bombardear indiscriminadamente las casas e instalaciones civiles de ese territorio son actos criminales. Durante una conferencia de prensa pudo verse que el presidente de Israel, Isaac Herzog, no sabe en este momento qué tipo de acción están preparando sus fuerzas armadas.
Utilizando como referencia la posición de Liga Árabe desde la Guerra de los Seis Días, Egipto ha cerrado su frontera con la franja de Gaza. La intención de la Liga Árabe es de apoyo a los reclamos palestinos y por esa razón se niega a todo desplazamiento de población y a la naturalización de los posibles desplazados. Y el gobierno de Egipto se niega a asumir la responsabilidad de recibir en suelo egipcio 2 millones de migrantes… sobre todo si entre ellos hay miembros del Hamas, rama palestina de la Hermandad Musulmana, que esta prohibida en Egipto.
La concentración de fuerzas militares alrededor de la franja de Gaza hace pensar que el ejército israelí se prepara para ocupar nuevamente ese territorio palestino, lo cual sería una violación del Derecho Internacional. Y una guerra israelí de naturaleza contrainsurgente sería, per se, un crimen de guerra.
Por su parte, Estados Unidos ya está enviando a Israel armas y municiones. Washington llama el gobierno israelí a dar muestras de contención. Pero el Pentágono ordenó el despliegue, frente a la costa de la franja de Gaza, de un primer grupo naval –el portaviones USS Gerald Ford, el crucero lanzamisiles USS Normandy y 4 destructores lanzamisiles, el USS Thomas Hudner, el USS Ramage, el USS Carney y el USS Roosevelt– y luego anunció la llegada de un segundo grupo naval estadounidense –el portaviones USS Eisenhower, el crucero lanzamisiles USS Philippine Sea y otros 3 destructores lanzamisiles, el USS Laboon, el USS Mason y e USS Gravely.
Parece imposible que Israel logre concretar el proyecto de Zeev Jabotinski, consistente en vaciar por la fuerza la franja de Gaza de sus 2 millones de habitantes, sin que se produzca algún tipo de intervención internacional, comenzando por la del Hezbollah libanés. Lo más probable, es que el ejército israelí acabe viéndose obligado a retirarse.