Escrito por Carlos Fonseca Terán || 14/10/23
Palestina es una nación milenaria, que ha sufrido sucesivas ocupaciones extranjeras a través de los siglos. En ese territorio también se asentó la antigua y desaparecida nación de Israel, que llegó a su fin hace dos mil años, con la dispersión de sus habitantes, conocidos como los judíos, por el Imperio Romano, tras una rebelión contra la ocupación imperial. Con el surgimiento, siglos después, de la cultura árabe y la religión islámica, en lo que se conoce como la Edad Media, la identidad nacional y cultural palestina se afianzó definitivamente. Con posterioridad el territorio de Palestina fue ocupado por el Imperio Otomano, hasta que éste se desintegró al encontrarse en el bando de los perdedores de la Primera Guerra Mundial, a inicios del siglo XX, pasando el control de la región al Imperio Británico.
Mientras todo esto ocurría, los judíos dispersos por el mundo habitaban sobre todo en diferentes países europeos luego de su desaparición como nación, aunque no como pueblo identificado por una cultura y una religión, surgida cuando en un pasado remoto habían dejado la vida nómada para asentarse en la zona de Palestina, donde convivieron y guerrearon con otros pueblos, entre ellos los antepasados de los palestinos actuales, que ya vivían en ese territorio desde antes de la llegada de los fundadores de la nación hebrea, originaria del judaísmo como identidad sociocultural y religiosa de aquel pueblo que sería más conocido por el nombre de la que fuera una de sus doce tribus: la de Judá; o sea, los judíos.
Dicho sea de paso, y tomando en cuenta que palestinos y judíos son pueblos con identidades socioculturales y religiosas distintas, según las propias tradiciones religiosas de ambos, tanto los unos como los otros descienden por igual del mítico patriarca Abraham, quien en las dos tradiciones se comunicaba directamente con Dios, que bendijo a su descendencia, a la que pertenecen los palestinos y árabes en general, tanto como los judíos. Los primeros se supone que descienden de Ismael, primogénito de Abraham, y los segundos de Jacob, nieto del gran patriarca e hijo de Isaac. Lo que quiere decir esto, aunque las fuentes religiosas no puedan ser tomadas como estrictamente históricas, es que a pesar de sus diferencias, ambos pueblos tienen en su espiritualidad cultural y religiosa ciertas cosas en común.
Desde antes de su desaparición como nación, el pueblo judío a través de la historia había sufrido la opresión de diferentes imperios: babilónico, persa, romano, y según sus tradiciones, aún antes de ser una nación como tal, sus ancestros habían sido sometidos por los egipcios, de los que se liberaron para ir hacia la tierra prometida por Dios, donde ya antes que ellos llegaran, estaban entre otros pueblos, los antiguos palestinos. Después de su dispersión por los romanos, a través de los siglos los judíos sufrieron discriminación y todo tipo de atropellos e injusticias en los diferentes países europeos en los que habitaban, por prejuicios raciales y sobre todo, religiosos, ya que el cristianismo se había convertido en la religión oficial y fundacional de todos los reinos de Europa, y la tolerancia no era precisamente una de sus características, peor aún si se toma en cuenta que los judíos no aceptaron nunca a Jesús de Nazareth como el Mesías y por el contrario, según La Biblia, el libro sagrado del cristianismo, los judíos encabezados por sus líderes religiosos habían pedido al entonces gobernador romano, Poncio Pilatos, que crucificara al hijo de Dios.
Decíamos al inicio que después de la Primera Guerra Mundial el Imperio Británico se hizo con el control del territorio palestino, antes bajo el dominio otomano. Mientras tanto, los judíos seguían sin territorio, perseguidos y reprimidos, aunque siempre se las ingeniaron para progresar y se destacaban, al igual que los árabes, como grandes comerciantes y particularmente en el caso de los judíos, muchos habían incursionado con gran éxito en el mundo de las finanzas, lo que en una época de crisis económica, como la primera postguerra mundial, los hacía objeto de resentimientos y los convertía en chivos expiatorios de las desgracias materiales de la mayoría, sobre todo si eran sus deudores, a lo que muy convenientemente se sumaban los ya mencionados prejuicios históricos, todo ello aprovechado además políticamente por los nazis, el tristemente célebre partido político de ultraderecha que logró capitalizar la crisis de los años treinta.
Así las cosas y ya con los nazis en el poder en Alemania, liderados por Adolf Hitler, una de las mayores atrocidades cometidas por éstos fue el exterminio de millones de judíos en campos de concentración. Los judíos y los comunistas habían sido declarados como enemigos públicos principales por el nazifascismo, que durante aquellos años se convertiría en la fuerza dominante de Europa, hasta su derrota en la Segunda Guerra Mundial por la Unión Soviética con algún apoyo tardío de Estados Unidos y el Reino Unido, preocupados de que los soviéticos liberaran solos toda Europa, aunque la principal “hazaña” de Estados Unidos en esa guerra fue la matanza de unas 200,000 personas inocentes como producto del lanzamiento de dos bombas atómicas contra Japón, el último aliado de Alemania que seguía combatiendo, pero que ya tenía la guerra perdida, lo cual hacía de aquel horrendo crimen de lesa humanidad algo aún más injustificable de lo que ya era de por sí.
Pero volviendo a la tragedia judía bajo el nazismo, ésta fue aprovechada por las potencias imperialistas de Occidente para diseñar una estrategia que consistió en crear artificialmente un nuevo Estado en el Medio Oriente, donde se encuentra Palestina, que les permitiera el control de esa siempre conflictiva y estratégica zona geográfica, ubicada en el extremo oriental del mar Mediterráneo y zona limítrofe entre Europa y Asia; esto en vista de que por razones sociopolíticas e históricas ya no era viable la imposición por las potencias occidentales, de su típica política colonialista en esa región del mundo. El plan fue entonces la imposición del moderno Estado de Israel patrocinado por Estados Unidos y Reino Unido en territorio palestino, o sea la ocupación de Palestina y en consecuencia, la negación al pueblo palestino de su derecho a la soberanía y la autodeterminación. El pretexto parecía perfecto: reivindicar a los judíos asegurándoles la posesión de un territorio del que habían sido expulsados dos mil años antes, pero donde desde hacía mucho tiempo atrás vivía el pueblo que lo había habitado incluso ya antes de instaurarse ahí en el mundo antiguo la primera nación de Israel.
Un imperio pues, había expulsado a los judíos de Palestina y otro imperio los hacía regresar. Los palestinos, naturalmente, se oponían a que se creara el Estado judío en su territorio por voluntad de las potencias de Occidente, pero la Organización de las Naciones Unidas decidió distribuir el territorio de Palestina entre dos Estados: uno árabe palestino y el otro, judío. Los palestinos no aceptaron, pues ellos planteaban que palestinos y judíos podían convivir bajo un Estado único que no tenía por qué ser judío ni islámico, o sea las religiones de cada uno de ambos pueblos. Los israelíes por su parte, se dispusieron a ocupar una cantidad de territorio cada vez mayor, más allá del que les había sido asignado, hasta convertir a los palestinos en extranjeros dentro de su propia nación, lo que originó una creciente emigración palestina y aumentó exponencialmente la inmigración judía, pasando los judíos de ser el 3% de la población en Palestina a comienzos del siglo XX, a ser más del 50% en la actualidad, y de ocupar aproximadamente el 50% del territorio según la distribución hecha por la ONU en 1947, a ocupar alrededor del 90% y mantener el resto bajo su dominio militar y económico. Producto de ello han estallado varias guerras en un ambiente de conflicto permanente entre árabes y judíos en el tiempo transcurrido desde 1948, año en que se instauró arbitrariamente el Estado de Israel por voluntad extranjera y sin consultarse siquiera al pueblo palestino, en el territorio que éste había habitado durante miles de años, y en solitario durante los últimos dos mil años.
Desde la instauración del actual Estado de Israel en 1948 el pueblo palestino ha sido reprimido y masacrado de manera recurrente, sostenida y sistemática por ese Estado artificialmente impuesto que con el apoyo económico y militar de las potencias imperialistas que lo crearon, se ha convertido en una poderosa potencia militar con posesión de armas nucleares, que ha mantenido la inestabilidad y el conflicto permanente en el Medio Oriente, en consonancia con los intereses geopolíticos de Estados Unidos y Europa Occidental.
Al cabo del tiempo, ya entre finales de los años ochenta y los noventa, los palestinos aceptaron oficialmente la distribución territorial hecha por la ONU, reconocieron al Estado de Israel y declararon su independencia, que en cambio no fue reconocida por los israelíes, pero el Estado Palestino terminó siendo reconocido por el mundo entero, con la casi única excepción de Estados Unidos y Europa occidental. Desde los años setenta la ONU reconoció a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como legítima representante del pueblo palestino, y el Estado Palestino es miembro observador en la ONU y miembro de pleno derecho en la UNESCO, que es su institución cultural. Bajo presión internacional y luego de tensas negociaciones, Israel ha tenido que aceptar, a regañadientes, la autonomía de Palestina, cuyo gobierno comenzó siendo denominado como la Autoridad Nacional Palestina y actualmente se hace referencia a él en la ONU como el Estado Palestino. Sin embargo, la ocupación continúa, porque las autoridades palestinas no poseen recursos propios ni tienen siquiera control de sus servicios básicos, que le son suspendidos a los palestinos por Israel, al igual que su presupuesto anual, para ejercer presión sobre ellos cada vez que lo considera oportuno el gobierno israelí.
El autogobierno de Palestina, limitado en el ejercicio de la soberanía y sin el reconocimiento del derecho a la autodeterminación, ejerce relativo control sobre dos territorios desconectados geográficamente entre sí, que son parte del asignado inicialmente por la ONU: Cisjordania y Gaza. Pero también están desconectados entre sí políticamente, puesto que en Cisjordania gobierna la OLP y en Gaza gobierna Hamás, que son las dos fuerzas políticas palestinas, con un historial de enfrentamiento mutuo, incluso con las armas. La OLP, integrada por varias organizaciones: Fatah, Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), entre otras, fue fundada en los años sesenta y su líder histórico desde aquellos primeros años hasta su fallecimiento en 2004, fue Yasser Arafat, principal dirigente de Fatah, primer Presidente de lo que antes se denominaba la Autoridad Nacional Palestina y todo un símbolo de la lucha del pueblo palestino por su liberación. Las organizaciones integrantes de la OLP libraron una prolongada lucha armada por la liberación de Palestina durante aproximadamente tres décadas. Hamás, por su parte, fue fundada a finales de los años ochenta e impulsa el islamismo, o sea que el motivo de su lucha comenzó siendo religioso, aunque con los años en esta organización fue ganando terreno el nacionalismo frente al islamismo.
Mientras la OLP, el instrumento histórico organizado de la lucha del pueblo palestino por su liberación, es una organización laica, motivada por sentimientos patrióticos y políticamente de izquierda, Hamás es una organización religiosa confesional, aunque también impulsada por las ansias de libertad del pueblo palestino. Otra diferencia importante es que Hamás se apega a la antigua posición de no aceptar la existencia del Estado de Israel, mientras la OLP terminó aceptando la existencia de dicho Estado como un hecho consumado, a cambio de obtener la independencia de Palestina como nación. Finalmente, la OLP dejó de practicar la lucha armada desde los años noventa, priorizando los procesos de negociación, mientras Hamás prioriza la lucha armada y aplica métodos que, por su propia naturaleza, propician víctimas entre la población civil, como sucede también y en mucha mayor medida, con los métodos aplicados por Israel en la represión contra el pueblo palestino, con la diferencia fundamental de que unos luchan por su liberación contra la opresión y la injusticia de la que son víctimas, y los otros actúan en defensa de esa opresión y para perpetuar esa injusticia.
Debido a la división a lo interno del movimiento de liberación palestino, la reciente ofensiva de Hamás contra Israel desde el territorio de Gaza fue una acción exclusivamente llevada a cabo por esta organización, o sea que no contó con la participación o la previa aprobación del Estado Palestino como tal, que funciona oficialmente en Cisjordania, no en Gaza, donde gobierna Hamás. Pero independientemente de esto y también de que se pueda o no estar de acuerdo con los métodos de lucha utilizados por Hamás, el hecho objetivo fundamental es que se trata de la lucha de resistencia de un pueblo oprimido, que es el pueblo palestino, contra una potencia militar opresora que ocupa de manera arbitraria e ilegal su territorio, y esa potencia opresora es el actual Estado de Israel, con cuya creación hasta se hipotecó la dignidad del pueblo judío, que pasó de ser oprimido y marginado a formar parte de un Estado opresor, aliado del imperialismo y basado en la ideología sionista, según la cual los judíos tienen derecho a poseer ese territorio que en realidad, históricamente no les pertenece. Una cosa es que los judíos puedan vivir en Palestina e incluso, que tengan su propio Estado, y otra muy distinta es que ejerzan el poder sobre los palestinos, despojando de sus derechos y en su propia patria, a los habitantes originales de esa región.
Es importante señalar que, a través de la historia, el sandinismo ha llevado hasta las últimas consecuencias su solidaridad revolucionaria con la causa palestina, y el movimiento revolucionario palestino ha sido siempre solidario con la lucha sandinista. Así, entre finales de los años sesenta e inicios de los setenta, el FSLN recibió entrenamiento militar por el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), una de las organizaciones de la OLP, y varios destacados cuadros y dirigentes sandinistas combatieron junto al pueblo palestino, cayendo en esa lucha el héroe y mártir Patricio Argüello Ryan. Entre los militantes del FSLN caídos en la lucha contra la dictadura somocista y que se entrenaron y combatieron en Palestina, se encuentran: Oscar Turcios, Pedro Aráuz Palacios, Juan José Quezada y René Tejada. También se entrenó y combatió en Palestina, Enrique Schmidt, caído en combate durante la guerra de agresión de Estados Unidos contra Nicaragua en los años ochenta.
Entre finales de los ochenta e inicios del presente siglo hubo dos rebeliones populares del pueblo palestino contra el Estado de Israel, en lo que se conoció como las dos Intifadas (insurrecciones) y en las que la famosa onda de David fue empuñada esta vez por los palestinos contra el Goliat israelí. Por su parte, Israel ha promovido por décadas el asentamiento de colonos judíos en los territorios originalmente asignados por la ONU a los palestinos. Esta política de colonización judía ha expandido territorialmente a través de los años, el impedimento a los palestinos de vivir en su propio país, en una clarísima violación de acuerdos y decisiones internacionales en el marco del sistema político-jurídico de las Naciones Unidas. No sólo se asientan en territorio palestino, sino que antes de hacerlo llevan sus bolldózeres y arrasan masivamente con las casas de los palestinos, a veces con sus habitantes adentro.
El poder militar y económico de Israel es incomparablemente superior al de Palestina, por lo cual este no es un conflicto entre dos naciones con sus propios ejércitos equiparables entre sí, sino la lucha desesperada del pueblo palestino, un pueblo oprimido y en resistencia, sin recursos, con sus tierras ocupadas y sus derechos negados, para obtener su liberación enfrentando a su opresor, el Estado de Israel, que ocupa su territorio y niega sus derechos. Por tanto, si algo hay de condenable ahí es esa opresión que se ha manifestado en incontables ataques, agresiones y masacres a lo largo de los últimos setenta y cinco años contra el pueblo palestino, y el eventual desacuerdo que alguien pueda tener con determinados métodos de lucha no es razón válida para hacer lo que han hecho en la coyuntura actual algunos gobiernos considerados de izquierda, que condenan al oprimido en su lucha contra el opresor. Si algo ha de condenarse pues, son las acciones agresivas del opresor en contra del oprimido, haciendo un uso irracional, desproporcionado y criminal de su fuerza militar contra la población civil.
La causa de la situación actual en Palestina es su ocupación arbitraria e ilegal por el Estado sionista de Israel y la negación de los más elementales derechos del pueblo palestino, incluyendo su derecho a la vida. La solución a esta situación es por tanto, la desocupación del territorio palestino por el Estado israelí y el reconocimiento del Estado Palestino, o sea del derecho de la nación palestina a su soberanía y autodeterminación, que tarde o temprano conquistará, de una forma o de otra. Qué tantas vidas más y cuánto de mayor sufrimiento termine costando eso, dependerá de cuándo los israelíes terminen por aceptarlo a cambio de estabilidad, pero sobre todo de que los palestinos logren seguir avanzando en su tenaz y heroica resistencia, propinando al sionismo los golpes necesarios para que la dirigencia israelí llegue de una buena vez a la inevitable conclusión de que es imposible derrotar esa resistencia popular y patriótica, y de que por tanto el único camino posible es el también inevitable e invencible camino de la paz, que ya los palestinos comenzaron a recorrer desde hace bastante tiempo. La paz de los valientes, para decirlo con las contundentes palabras de ese gran amigo de Nicaragua y la Revolución Sandinista que fue Yasser Arafat.
Magnífico estudio de Carlos Fonseca de ese problema q el Estado Sionista ha causado contra el pueblo Palestino y el Estado Palestino. Vergüenza de España q no denuncia la actitud genocida y de limpieza étnica y «solo» pide q no se mate a inocentes,niños ,escuelas ,,hospitales . Negar a Gaza los insumos básicos es un CRIMEN punible ante el Tribunal de La Haya. Larga vida a Palestina y a nuestra RPS
Ya lo he hecho antes . Gracias