Escrito por Edwin Sánchez
Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.
I Timoteo 2:19
I
La industria del falso testimonio no estaba autorizada para aplaudir el terror, la violencia brutal y el fascismo contra Estados Unidos 2021 y Brasil 2023.
No se trataba de Nicaragua.
Sus maquinadores evitaron difundir esos lamentables atentados como inmaculadas “protestas antigubernamentales”.
De entrada titularon “¡Golpe de Estado!”.
Al parecer, hay Golpes que condenan y otros que glorifican con su dilatado eco de patrañas a gran escala.
Aparte de armar su tinglado sobre arbitrarios “informes”, tramados por los que han degradado los “derechos humanos” en abominable mercancía política.
Reflejo de intereses. Publicaciones tóxicas que urden desestabilizaciones endosadas. Páginas alquiladas a los fabricantes de conflictos. Despachos para darle “seguimiento” a la “crisis” que coeditaron las mismas Salas de Manipulación, no de Redacción.
Corporaciones de la posverdad.
Claro, si hay ética, periodismo, objetividad, compromiso con la Democracia, y sobre todo la moral en su puesto, un intento de Golpe de Estado, ejecutado en Washington o Managua, es inaceptable.
Cuando los extremistas de derecha irrumpieron en el Capitolio, el 6 de enero de 2021, los congresistas, el mismo presidente Joe Biden, y todos los sensatos estadounidenses, catalogaron la intentona de “insurrección”, “conspiración”, “golpe de Estado, etc.
The New York Time no salió con el cuento de que sus violentos participantes realizaban una “manifestación cívica, reprimida por la Policía”.
No, porque fue “un ataque que estremeció a la democracia estadounidense”, coincidieron todos, menos el expresidente Donald Trump y Cía.
El 26 de julio del año pasado, el presidente Biden fue tajante:
“Los valientes agentes del orden fueron víctimas de un infierno medieval (…), chorreando sangre, rodeados de matanza, cara a cara con la multitud enloquecida que creía las mentiras del presidente derrotado”.
Todavía el 30 de noviembre de 2022, las corresponsalías informaron que “El fundador del grupo Oath Keepers, Stewart Rhodes, fue declarado culpable ayer de conspiración sediciosa en relación con el intento de golpe de Estado”.
Junto con Kelly Meggs, “son los primeros en casi 30 años en ser declarados culpables en un juicio del inusual cargo que se remonta a la Guerra Civil.”
El secretario de Justicia, Merrick Garland, señaló dos años después que han procesado a casi mil personas.
Y se buscan a 350 más que invadieron el recinto.
Ni CNN, ni FOX, ni Amnistía Internacional ensalzaron como “héroes” y “secuestrados por el régimen” a Rhodes, Meggs, el chamán de los cuernos y el resto.
Ningún organismo de ese patrón ideológico ha etiquetado al Gobierno y las instituciones norteamericanas de “Estado policíaco” por “el delito” de defender la Constitución.
Las Naciones Unidas, con su raro manejo de los derechos humanos, no se atrevió a convocar una asamblea extraordinaria para tratar “la crisis que vive Estados Unidos” desde enero de 2021.
Ni la Unión Europea, ONU, Human Rights Watch, la emprendieron contra las autoridades, saliendo con el embeleco de que “han intensificado su represión contra la sociedad civil” y que hay cientos de “prisioneros políticos” o “perseguidos”.
Nadie las difamó de “fuerzas represivas”, “malvados paramilitares”, ni demandaron sanciones contra su cadena de mando.
Porque la Policía de Estados Unidos actuó como lo haría un verdadero cuerpo de seguridad estatal en cualquier parte del mundo, incluyendo Nicaragua.
El mismo presidente Biden reconoció a sus efectivos:
“El 6 de enero, dependimos de las fuerzas policiales para salvar nuestra democracia”.
II
En Brasil, excluida la reacción más primitiva, nadie llamó “manifestación cívica” el intento de Golpe de Estado al presidente Lula.
De “vándalos” a “golpistas”, los periodistas verdaderamente independientes no bajaron ni los adjetivos ni la guardia.
El mandatario destituyó las desaforadas juntas directivas de los medios de comunicación del Estado, en manos de bolsonaristas, que alentaban a las “hordas” de presidente saliente (así las bautizaron los informativos).
No se acusó al Gobierno de “atacar la libertad de prensa”.
Los “demócratas” hasta preparaban una bomba para colocarla en un camión cisterna de combustible en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional capitalino.
Ese acto terrorista recuerda lo que sus pares en Nicaragua, en 2018, también quisieron hacer con tres cisternas de combustibles para volar “cívica y pacíficamente” cinco barrios a la redonda en Jinotepe, porque a dos cuadras de la gasolinera estaba ubicada la estación de Policía.
En Estados Unidos y Brasil, los que atentaron contra la Democracia son llevados a la justicia. Nadie los denomina “candidatos” o “líderes encarcelados”, tal como incriminan a Nicaragua.
De esos países, la prensa reporta que “los golpistas son acusados por la justicia”.
De Nicaragua, la prensa venal fustiga: “los demócratas son acosados por el régimen”.
El 9 de enero, el presidente Lula no convocó “al diálogo”, ni tampoco le echó más leña al conato del que había con fuego extraño.
No acudió a la Iglesia Católica para que mediara en nada.
“¡Fascistas!”, los identificó.
“Genocida”, fichó al autor (Bolsonaro).
Y advirtió: los “terroristas” que perpetraron los ataques “pagarán con toda la fuerza de la ley”.
El 10 de junio de 2022, el presidente Biden fue elocuente al describir el Golpe:
“La insurrección del 6 de enero es uno de los capítulos más oscuros en la historia de nuestra nación. Un asalto brutal a nuestra democracia, un ataque brutal a las fuerzas del orden, con algunos perdiendo la vida”.
Y fueron apenas TRES HORAS de “infierno medieval chorreando sangre” en EE.UU., describió el titular de la Casa Blanca, y solo CUATRO HORAS de “barbarie y actos vandálicos” en Brasil, denunció Lula.
Nicaragua padeció TRES LARGOS MESES de un financiado Golpe de Estado, con muertes, terror, pirómanos, incendios, destrucción de la economía, de bienes nacionales y privados; bloqueo de carreteras, secuestro de ciudades con tranques donde vejaban, violaban, desmembraban y asesinaban a las víctimas por ser sandinistas, policías o empleados municipales.
Esos nefandos niveles de ensañamiento no ocurrieron ni en el Distrito de Columbia ni en Brasilia.
Pero la ley es la ley en América, del Norte y del Sur. Y por supuesto, en el Centro del Continente.
¿Acaso Nicaragua, para quedar bien con el mal, debe condecorar con el poder a los ínfimos activadores de la violencia en 2018?
France 24 resume las falacias contra la nación con la muletilla que comparte con El País, Efe cadenas televisivas y otras agencias del mismo piñal de infamias: “Nicaragua está sumida en una crisis política y social desde las protestas antigubernamentales de 2018”.
“Protestas” que eran con armas de guerra, francotiradores incluidos, exigiendo la renuncia del Presidente Constitucional, Daniel Ortega.
Un Golpe de ultraderecha avalado por la OEA y partidos eurofascistas.
III
Nicaragua, por definición constitucional, es una República Democrática.
Prevalece el respeto a la propiedad privada, y fomenta las inversiones, el comercio, los negocios, la libre empresa, la industria, y apoya los esfuerzos de todos los productores.
Los jóvenes beisbolistas pueden firmar, sin impedimentos, con equipos de Grandes Ligas.
Hay libertad.
Y, por esto, en medio de las limitaciones por injustos castigos económicos, la sociedad prefiere…
Los estudios. El trabajo. La superación.
Una República donde se expresan las mayorías en las elecciones, y no cuatro intrigantes falsarios que, desde una prefabricada “sociedad civil”, se arroguen autoritariamente la representatividad de más de 6 millones de honestos nicaragüenses para dar un cruento Golpe de Estado, como ambicionaron en 2018.
La Democracia y no un país rehén de oscuros operadores de la confrontación y la cizaña, enmascarados de oenegés, y otras siglas deshabitadas, amén de ciertos santulones de egos mundanos desorbitados.
El orden, y no el desorden.
Oportunidades, no oportunismo.
La luz, al borde del 100% de cobertura eléctrica que ilumina Nicaragua, y no la oscuridad del atraso con que la alcurnia hundió al país.
La vida, y no el luto de los que brindan con bebidas funerarias que tomarán otros, diría el poeta Miguel Hernández, tal como celebraron su infierno medieval hace cinco años: chorreando sangre.
La insistencia en la Paz –con mayúscula abundancia en el bien común– se puede apreciar en que se construyen:
Más centros de salud, hospitales bien equipados y Centros de Hemodiálisis gratuitos hasta en Jinotepe, con 78 máquinas para 450 pacientes…
Y no cuarteles.
Más colegios, universidades y centros de enseñanza técnicas…
Y ninguna carrera armamentista.
Más estadios de béisbol y fútbol y canchas multiusos, puentes y carreteras en los departamentos y municipios más alejados…
Y no polígonos de tiro.
Más parques para las familias, complejos deportivos, escuelas de artes…
Y no bases militares.
Más Casas de Cultura y para el Pueblo…
Y no instalaciones castrenses.
Más Escuelas y Universidades del Campo…
Y ni un Campo de Batalla, salvo la lucha contra la pobreza, porque “ya no ruge la voz del cañón”.
“Populismo”, injurian los opulentos. “Clientelismo” denigran sus aduladores subalternos. “Compra de lealtades, ladran al unísono todos los que se enriquecieron a costa del patrimonio nacional. “Son por nuestros impuestos”, “esclarecen” los que con semejante “aporte” ya se ganaron una beca en Harvard.
Estado Democrático y Social de Derecho, proclama la Constitución Política que al fin rima con los hechos, al dejar de ser una cínica ficción jurídica de la oligarquía.
Nicaragua se encuentra entre las sociedades con mayor seguridad ciudadana en América. Y sin un Ejército ni Policía que “devoren”, como en otras naciones, el erario.
Aun así, enfrentan con éxito a los cárteles para que no conviertan al Estado en bodega del narcotráfico, como ya sumaron algunos países a sus inventarios de corrupción.
Y promueve unas relaciones horizontales de cooperación y de respeto mutuo con todas las naciones. Es lo que se quiere con Estados Unidos.
Eso sí: todo el Presupuesto General de la República para la Paz y el Desarrollo.
Porque hay que construir hasta el porvenir desmantelado por la voracidad sin límites de las otrora elites dominantes: el subdesarrollo en estado puro…
Tanto, que desovaron la segunda economía más pobre del hemisferio.
Y aplaudieron el resumen ejecutivo de su calamidad bicentenaria, expediente #2018, “La Economía No Importa”, para desbancar a Haití de un Golpe.
Fuente: 19 Digital