Desde fines del siglo XIX, el barrio de San Isidro, en La Habana Vieja, se convirtió en «zona de tolerancia». Barrio de gente humilde, vejado por la presencia de marines yanquis que desembarcaban en busca de diversión y sexo barato. Su vida cambió al triunfar la Revolución en 1959. La otrora escarnecida barriada habanera cuenta hoy con catorce consultorios médicos, una clínica de medicina tradicional, una clínica veterinaria, tres círculos infantiles, un jardín infantil y cuatro escuelas[1].
¿Quién está detrás del show anticubano en San Isidro?
La cotidianidad en esta barriada se ha visto alterada por un grupo de personas -14 en total, 4 de ellas pertenecientes al llamado Movimiento San Isidro-, quienes se han convertido en centro de un nuevo show contrarrevolucionario, auspiciado y apoyado por el gobierno estadounidense.
El espectáculo es muy similar al que, en otras oportunidades, han escenificado otros grupos mercenarios o títeres al servicio del gobierno de Estados Unidos. No olvidemos la connotada, por ridícula y falsa, «huelga del aguacate», en la que su promotora fue sorprendida degustando apetitosos menús.
No todos desempeñan el mismo papel en el performance: unos dicen estar en huelga de privación de comida y de agua, otros de comida y varios guaracheando, según se puede apreciar en las transmisiones en vivo, especie de reality show que acostumbra a realizar el «movimiento» por las redes sociales, en actos de autopromoción o de reportes a quienes los financian.
El grupo, por el momento, exige dos cuestiones: la primera, la liberación de Denis Solís González, presentado como un joven artista censurado, quien según alegaban estaba desaparecido después de ser detenido por la Policía.
Denis Solís actualmente se encuentra sancionado a ocho meses de privación de libertad por el delito de desacato a las autoridades. Este ciudadano no presentó recurso de apelación contra la pena.
La Agencia Cubana de Rap, institución cultural de reconocimiento internacional, desmontó el burdo argumento que esgrimen los manipuladores sobre su relación con el arte: «La voz de un principiante sin obra consolidada no puede invocarse como representativa de nuestro hip hop, mucho menos cuando se conoce que los intereses que defiende hacen parte del plan subversivo orquestado contra la Revolución Cubana».
La naturaleza de esta trama no demoró mucho en ser esclarecida hasta por el propio Solís González, quien, en un video difundido en las redes sociales, reconoció tener vínculos con personas que han financiado actos violentos contra Cuba, como es el caso de José Luis Fernández Figueras, acusado por la justicia cubana por pertenecer a un grupo terrorista radicado en Miami, quien le prometiera el envío de 200 dólares si cumplía con sus instrucciones.
¿Qué es el supuesto Movimiento San Isidro?
El fabricado Movimiento San Isidro, centro de un boom mediático orquestado por la articulada red de medios al servicio de los intereses de los EE. UU., no representa para nada al barrio humilde, laborioso y revolucionario del que han tomado el nombre y que repudia la presencia de personas que viven del escándalo, cometen acciones degradantes e incluso manipulan a menores de edad para sus performances groseros y provocadores.
Luis Manuel Otero Alcántara, a quien identifican como cabecilla del grupúsculo, tiene un abultado expediente de provocaciones, aupadas y arropadas por Mara Tekach, cuando fungía como encargada de negocios de la embajada estadounidense en La Habana. Entre los políticos a los que profesa admiración destacan congresistas que han impulsado el arreciamiento del genocida bloqueo en contra del pueblo de Cuba.
En los reality shows que acostumbran a hacer se puede apreciar la degradación existencial y cultural de su grupo y el vínculo con terroristas de Miami, que han ejecutado acciones violentas contra nuestro país.
En una de las transmisiones en vivo que hicieron, uno de los miembros del pretendido Movimiento saludó al terrorista William González Cabrera, responsable de financiar acciones contra instalaciones y establecimientos en Cuba, como fueron los intentos de incendio de una cafetería, de una barbería y de una bodega, y otro integrante del grupo preguntó por acciones que se realizarían con cocteles Molotov.
Mientras se tejía el guion del montaje de la solidaridad con Denis Solís, a sus «hermanos» de causa se les pudo ver fiestando en un video que circularon por las redes, actitud que contrasta con el martirologio que, con horas de diferencia, montaron.
El segundo pretexto que inventaron, para ganar popularidad con su provocación, es la eliminación de las tiendas en MLC, medida necesaria para enfrentar el recrudecimiento de las medidas de cerco económico implantadas por la administración de Donald Trump, agravadas por la crisis generada por la COVID-19.
Llama la atención que a los mismos individuos que hacen esta exigencia les compran alimentos desde el extranjero en estas tiendas a través de una plataforma online, en medio de la huelga de hambre y sed que dicen sostener.
¿Quién mueve los hilos?
El nuevo show, instrumentado desde Washington y Miami, forma parte de los planes de subversión contra Cuba, y tiene antecedentes en otras acciones similares organizadas, ejecutadas y financiadas por ese gobierno en el afán de destruir la Revolución.
Si analizamos el modus operandi del llamado Movimiento San Isidro, encontraremos muchas regularidades presentes en la estrategia de Golpe Suave del manual del politólogo norteamericano Gene Sharp, al advertir varias similitudes entre los planes ejecutados en el Maidán ucraniano, las guarimbas venezolanas y las acciones de grupos de delincuentes durante el Golpe de estado contra Evo Morales en Bolivia…
Se observa como tendencia que recurren a bandidos y a personas de baja catadura moral que se prestan para servir como agentes de un gobierno extranjero, con el fin de promover el caos y alimentar la narrativa de la violencia y la represión, propalada por una financiada y articulada red de medios digitales y tradicionales.
Funcionarios del gobierno de Estados Unidos no han escondido su complicidad con lo acaecido en La Habana, hecho que contrasta con la actitud de nuestro gobierno de no interferir en los asuntos internos de otros países.
Michael Kozak, subsecretario interino de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de los Estados Unidos, ferviente promotor del bloqueo y del corte de remesas, ha realizado varias declaraciones de apoyo al “Movimiento San Isidro”, al igual que el senador republicano por la Florida, Marco Rubio, cuyo prontuario anticubano es bien sabido por nuestro pueblo.
No podía faltar, si de injerencia se trata, Luis Almagro, secretario general de la desprestigiada OEA, quien no tardó en mostrar su apoyo a esta nueva acción anticubana.
A los funcionarios yanquis, congresistas anticubanos y al secretario general de la OEA no les interesa la afectación a la salud que una actitud irresponsable pudiera tener para algunos de los involucrados. Lo que buscan a toda costa es desacreditar la trayectoria limpia y ejemplar de la Revolución, reconocida recientemente con la elección de Cuba como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, y apoyar las justificaciones del gobierno de EE.UU para el mantenimiento del bloqueo genocida que afecta a todo nuestro pueblo.
Esta acción provocadora, cuyos hilos se mueven desde Washington y Miami, pretende desconocer la rica historia de la Revolución, que no admite ceder a las presiones del imperio, ni de un puñado de marionetas. El pueblo cubano conoció en enero de 1959 el valor de la independencia, la soberanía y el culto a la dignidad plena del hombre: a esas conquistas que tanta sangre gloriosa han costado no está dispuesto a renunciar.
¿Qué pretende el Movimiento San Isidro?
Cada performance mostrado por los supuestos artistas del denominado Movimiento San Isidro contradice los preceptos en los cuales se desarrolla la formación artística cultural en Cuba, sobre las bases de la enseñanza a todos los niveles del conocimiento identificada con los fundamentos históricos que condujeron las luchas por la independencia desde 1868 hasta el triunfo de la Revolución en 1959.
En este sentido la educación artística especializada es un exponente para el mundo, reconocido por sus valores académicos, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y ejemplo de la formación de artistas que han contribuido al patrimonio cultural de la nación y la continuidad de nuevas generaciones capaces de mostrar una obra de alto valor artístico a nivel internacional, como el Ballet Nacional de Cuba, el Conjunto Folklórico Nacional, el Instituto de Arte e Industria Cinematográficos y de la Música, que constituyen baluartes de la proyección de la Cultura en Cuba[2].
En medio de los cotidianos ataques mediáticos contra Cuba y el recrudecimiento de las agresiones subversivas –pagadas y apoyadas por el gobierno de Estados Unidos- vuelven a ser visibles aquellos seudoartistas con largo historial de delitos, que pretenden establecer una brecha para un estallido social. El guion seguido, desde el imperio, resulta predecible: entre las medidas de la administración Trump, se aplicaron algunas de marcada intencionalidad como los ataques directos a reconocidas figuras de la música y el arte en general en nuestro país.
Para que se tenga una idea de lo anterior basta observar las declaraciones de uno de los miembros del llamado Movimiento de San Isidro cuando un agente de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) intenta sostener una comunicación y aquel no solo agrede, sino que advierte reconocer a su “presidente Trump”. Por supuesto, esta proyección desafiante de un ciudadano que intenta reconocer en su país de origen el mandato de un presidente extranjero, es parte de lo conocido en este tipo de comportamiento de los mercenarios pagados desde Estados Unidos.
Según refleja un cable confidencial redactado por la entonces Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, se confirmaba que, en noviembre 2006, la misión estadounidense organizó una reunión con «jóvenes opositores» de toda Cuba para mostrarles un documental sobre el derrocamiento de Slodoban Milosevic en Yugoslavia (ahora Serbia) con la intención de facilitar un movimiento similar contra el gobierno cubano. El filme trata de cómo un grupo de jóvenes financiados y entrenados por las agencias de inteligencia de Estados Unidos, y otros organismos internacionales, como el Instituto Sociedad Abierta del billonario húngaro George Soros, lograron derrotar al entonces jefe de estado de Yugoslavia a través de una estrategia de «golpe suave». Los jóvenes fueron agrupados en una organización llamada «OTPOR» (Resistencia) que, siguiendo los lineamientos e instrucciones de varias agencias e institutos estadounidenses, como el Instituto Albert Einstein de Gene Sharp, el Centro Internacional para el Conflicto No Violento (ICNC) de Peter Ackerman y Jack Duvall, Freedom House, la USAID, la NED y el Instituto Republicano Internacional, ejecutaron una serie de acciones y movilizaciones de calle para promover un estado de desestabilización permanente y provocar la «represión» del estado.
En la estrategia del “golpe suave”, que también se ha llamado «una revolución de colores», los jóvenes, bajo la bandera de la «no violencia» y empleando logotipos y tácticas de marketing que atraen a la juventud, fomentan pequeños disturbios en la calle para crear un ámbito permanente de inestabilidad y caos. Luego, atrayendo a la atención de los medios internacionales de prensa y guiados por las agencias federales norteamericanas, provocan la represión del Estado (a través de actos violentos o ilegales), que luego es proyectada a través de los medios de prensa como una violación de los derechos humanos y utilizada para justificar cualquier acción contra el gobierno en el cual realizan estas acciones subversivas.
La estrategia del golpe suave tuvo éxito en Yugoslavia (Serbia) contra Milosevic en 2000, y luego fue utilizado en Georgia (Revolución de las Rosas 2003), Ucrania (Revolución Naranja 2004) y Kyrgyzstan (Revolución de los Tulipanes 2005) para debilitar al poder de los gobiernos socialistas o aliados de Rusia en esos países. Aunque la estrategia del golpe suave fue exitosa en su momento en todos estos casos, con la excepción de Serbia, se ha revertido durante los últimos años. En Ucrania, por ejemplo, el mismo presidente que fue derrocado con este programa de subversión en 2004, Viktor Yanukovych, ganó la presidencia de nuevo en 2010 luego de que la «Revolución Naranja» fue desenmascarada como una táctica de Washington para instalar un gobierno títere en ese país.
La abierta manifestación de esta tendencia subversiva nos obliga a mantener como brújula el principio de que la Revolución, en sí misma, tiene el derecho a defenderse como expresara Fidel y específicamente en aquella referencia visionaria –durante las Palabras a los Intelectuales- en la cual subrayó:
“Pero si a un hombre de la generación venidera le dicen que un escritor, que un intelectual —es decir, un hombre dentro de 100 años— de esta época vivió en la Revolución indiferente a ella y no expresó la Revolución, y no fue parte de la Revolución, será difícil que lo comprenda nadie (…)”. Así somos y en la continuidad de la forja de nuestra nación, avanzamos”.
[1] http://razonesdecuba.cu/quien-esta-detras-del-show-anticubano-en-san-isidro-videos/
[2] http://www.tribuna.cu/capitalinas/2020-11-29/lo-que-pretende-el-mal-llamado-movimiento-de-san-isidro-ii-y-final
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