El Frente Sandinista fue, desde su fundación, un proceso complejo, heroico y, desde el punto de vista anecdótico, poco conocido. A veces, por intereses políticos mezquinos manipulados, es exhibido como «historia» en el diario ultraderechista, donde toda mentira es aceptada con beneplácito.
La primera reunión, donde se decidió su creación, fue en julio de 1961 y en una casa cerca del Hospital General de Tegucigalpa. Estuvieron presentes en esa discusión inicial Carlos Fonseca, Silvio Mayorga, Noel Guerrero y el suscrito. Habitaban ese lugar el coronel Santos López y Faustino Ruiz, lo mismo que Pedro Pablo Ríos conocido como «El Indio». En Managua estaban en el mismo contexto político e ideológico, José Benito Escobar, Jorge Navarro, Francisco Buitrago e Inocente Escobar. En Cuba permanecía Rodolfo Romero, quien le enseñó a manejar el fusil garand al Che Guevara, en Guatemala.
Durante varias años el FSLN estuvo integrado por un puñado de mujeres y hombres, algunos de los cuales se distinguieron por su heroísmo singular como Germán Pomares, Julio Buitrago, Leonel Rugama, Ricardo Morales, Pablo Úbeda Oscar Turcios, Roberto Huembes, Selím Shible, Francisco Moreno, Camilo Ortega, Luisa Amanda Espinoza, Claudia Chamorro y una interminable constelación de bravíos militantes muertos en los enfrentamiento armados con la guardia nacional de Somoza.
Otros se destacaron por su valentía y terquedad como Doris Tijerino, Daniel Ortega, Bayardo Arce, Lenin Cerna, Rodolfo Castillo, entre otros. Las omisiones son tan abundantes como las estrellas que observamos en una noche transparente.
Al río Patuca incursionamos Carlos Fonseca, el coronel Santos López, Faustino Ruíz y yo. Se fundó el primer campamento, cerca del río Patuca a orillas del río Guayambre, y se bautizó como «M.P.», en homenaje a Manuel Pastrana, un combatiente caído en la guerrilla conocida como «Frente Sandino», ya entonces desaparecida, de la cual formaron parte, entre otros, Edén Pastora, Bayardo Altamirano y Tomás Palacios (muerto también en combate).
Uno de los primeros en llegar al M.P. fue el excelente y valeroso compañero Bayardo Altamirano y, después, el médico Luis Andara junto con Víctor Tirado y el doctor Kuan. La comida cotidiana era la carne de mono que a los novatos les parecía espantosa y a los veteranos un manjar del Olimpo.
En la reunión de Tegucigalpa, Noel Guerrero fue del criterio que el organismo se llamara Frente de Liberación Nacional pero la insistencia de Carlos Fonseca selló para siempre a la organización revolucionaria como Frente Sandinista de Liberación Nacional.
El FSLN organizó, bajo la dirección de Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y Oscar Turcios, la guerrilla de Pancasán y la montaña Fila Grande. Participaron en esa odisea Daniel Ortega, Pablo Úbeda y quien escribe. Esa agrupación armada —basada en otras experiencias— acumuló alimentos y pertrechos, ocultados bajo la tierra a los cuales llamábamos buzones. En ese menester la guerrilla se dispersó por diferentes lugares seleccionados como base de la agrupación. Silvio Mayorga, al frente de uno de los grupos, se dirigió a la montaña del Quirragua y perdió contacto con la comandancia. Carlos Fonseca me envió acompañado por el mejor baqueano, Víctor Guillén (Eulalio), a la finca del activo colaborador Antonio Rodríguez, cerca de Matagalpa, para buscar a Silvio y, a través de finqueros de la región, incorporarme a su columna con el fin de conducirla donde estaba la jefatura. Nuestro líder le ordenó a Daniel Ortega que se trasladara a Managua para atender el frente interno. Daniel obedeció a regañadientes.
Estando en la finca de Rodríguez, la misma noche de mi llegada, oyendo las comunicaciones por radio de la guardia me enteré que se había registrado un combate en las inmediaciones de Pancasán donde —según el informe somocista— estaba herido Silvio Mayorga y habían resultado ilesos Danilo Rosales y Otto Casco. Los demás —entre ellos Pablo Úbeda— habían muerto en el enfrentamiento. La noticia oficial del día siguiente dio por muerto a Otto, a Silvio y a Danilo.
La consternación fue feroz. Nos reunimos los sobrevivientes en Managua y poco antes de iniciar la llamada «acumulación de fuerzas en silencio» fue ajusticiado el esbirro, torturador y odiado sargento Gonzalo Lacayo. La represión fue inmediata y un grupo de militantes —entre los que se encontraba Casimiro Sotelo— fue capturado. Todos ellos fueron sometidos a torturas atroces y asesinados.
El resto de la historia es conocida. Hubo hechos extraordinarios como la inconcebible osadía de Julio Buitrago, la muerte entre himnos y gritos de combate de Leonel Rugama, el heroísmo anunciado de Aníbal Castrillo, Alesio Blandón y Marco Antonio Rivera. Una muchedumbre de hermanos nuestros cayeron presos y estuvieron largos años en la cárcel hasta que fueron liberados por un comando revolucionario.
Después arribó la guerra con incontables hechos de coraje, temeridad y sangre. El 19 de julio, bajo arcos triunfales triunfó el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Para siempre.
Escrito por Tomás Borge, 19 de julio, 2011