Compartimos con nuestros/as lectores/as un artículo publicado en HispanTv titulado «EEUU e Israel libran guerra biológica a gran escala contra Irán». A continuación se presenta el texto original:
Un grupo estadounidense a favor de Israel se ha empeñado en impedir que farmacéuticas comercien con Irán, uno de los más afectados por el nuevo coronavirus.
El grupo estadounidense “Unidos contra un Irán Nuclear” (UANI, por sus siglas en inglés), apoyado por el régimen de Israel, está presionando a las grandes compañías farmacéuticas para que pongan fin a sus negocios con Irán, justo en momentos en que esta nación es la tercera más afectada del mundo por el nuevo coronavirus, denominado Covid-19, por detrás de China e Italia, así comienza Kevin Barrett un artículo publicado al respecto el sábado por la cadena PressTV.
Para llevar a un buen puerto la empresa, escribe, este grupo proisraelí ha sobornado con un cuarto de millón de dólares al que fungiera hasta septiembre pasado como asesor de Seguridad de la Casa Blanca, John Bolton, para comprar voluntades entre los funcionarios más influyentes del Departamento de Tesoro de EE.UU. con el objetivo de que se prestasen a elaborar informes para sus superiores, dirigidos a obstaculizar cualquier acuerdo entre las empresas farmacéuticas globales y el Gobierno iraní.
Esta práctica israelí ya venía siendo denunciada desde hace dos décadas por la comunidad de la Ciencia Cristiana (CHC, por sus siglas en inglés) de EE.UU., al advertir de que la clase política estadounidenses ha permitido que Israel les colonice y dicte las políticas que más le conviene a nivel internacional, añade el texto.
Y este “Unidos contra un Irán Nuclear” es solo uno de los muchos grupos de presión de Israel que controlan la política exterior de Estados Unidos, dice Barrett, condenando este modus operandi de los lobbies sionistas, que califica de ultraje.
Además, el periodista apunta a que, ahora, el grupo está tratando de propagar el coronavirus en Irán, cepa que se sospecha es una creación estadounidense-israelí, porque, de lo contrario, ¿cómo podría una compañía farmacéutica israelí afirmar que tendría una vacuna contra el coronavirus en menos de dos semanas?, cuando todos los científicos decían que, para hallar una vacuna, se necesitaría al menos un año de intenso trabajo.
Barrett cita un reciente artículo de Philip Giraldi, exfuncionario de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos que sugiere que probablemente los científicos norteamericanos e israelíes han estado trabajando codo a codo en el cultivo de la cepa del coronavirus en algún laboratorio militar para utilizarlo posteriormente como “un agente de guerra biológica”.
Para el autor, se trata de las mismas personas que usaron el virus informático Stuxnet contra las instalaciones nucleares de enriquecimiento de uranio en el sitio nuclear de Natanz en Irán allá en 2010, poniendo en peligro no solo el correcto funcionamiento de las centrales persas, sino de muchas otras en el mundo, al provocar una serie de incidentes nucleares en estas centrarles en aquel entonces.
El hecho de que los iraníes al igual que los chinos se interponen en el camino de los israelíes y estadounidenses a la hora de implantar sus planes geoestratégicos en Asia, y concretamente, en la región de Asia Occidental hace pensar a uno que Washington y Tel Aviv, para contener y desviar la atención de Teherán y Pekín de sus conspiraciones regionales, hayan recurrido a la propagación del patógeno en la ciudad china de Wuhan, origen del letal brote.
En la misma tesitura, se ha pronunciado el comandante en jefe del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el general de división Hosein Salami, quien en declaraciones ofrecidas el jueves en un mitin en la provincia sureña de Kerman, no ha descartado que el COVID-19 sea un ataque biológico ideado por Estados Unidos.
El texto también subraya que en un nuevo estudio divulgado por la Universidad Tongji de Shanghái se refleja que el ácido ribonucleico (RNA, por sus siglas en inglés), al ser el único material genético de ciertos virus que pueden infectar a la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) de una célula individual receptora de en los seres humanos, podría haber sido manipulado genéticamente a partir de otra cepa del coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV) para mutarla en una nueva, capaz de atacar a las células de los asiáticos orientales, y presumiblemente una versión más letal del mismo patógeno haya sido lanzada y desarrollada por los israelíes para atacar a los iraníes.
Así que estamos siendo testigos de una guerra biológica a gran escala, dice Barrett, para luego enfatizar que Estados Unidos a lo largo de su historia, ha recurrido al uso de estas prácticas de destrucción masiva para lograr sus objetivos. De hecho, agrega sustentando sus siguientes afirmaciones en base al libro “Este debe ser el lugar”, (This Must Be the Place, en inglés), que los estadounidenses han estado librando una guerra biológica desde que exterminaron a los nativos americanos, al ofrecer a estas comunidades como regalo mantas infectadas de viruela, o durante la Guerra de Corea, cuando los bombarderos estadounidenses arrojaron literalmente cientos de miles de bombas con plaga, y otras enfermedades en China y Corea del Norte y lo encubrieron.
En otra parte del texto, se señala que EE.UU. libró una guerra biológica contra sus propios legisladores del Congreso en 2001, cuando usó la sustancia de ántrax durante la “operación de falsa bandera de los atentados del 11 de septiembre”, enviando dos paquetes infectados a los entonces representantes demócratas Tom Daschle y Patrick Leahy, líderes de un movimiento que defendía el bloqueo de la Ley Patriota, impulsado por el entonces presidente George W.Bush para que desistieran y permitieran la aprobación de la mencionada normativa que pretendía ser una rama contra el terrorismo y el crimen internacional organizado.
Ante estos hechos descritos, el periodista afirma que Estados Unidos está dirigido por lunáticos, psicópatas que son completamente capaces de provocar la Tercera Guerra Mundial a través de un ataque de guerra biológica contra China e Irán, y solo porque los estadounidenses se ven impotentes de contrarrestar a los chinos, al igual que los israelíes se ven incapaces de enfrentarse a los iraníes.
En ese contexto, conforme el artículo, el movimiento de estos grupos de presión de Israel que presumiblemente están detrás de este ataque de guerra biológica, y este lanzamiento de lo que podría convertirse en la Tercera Guerra Mundial, están presionando a Estados Unidos para que en marco de sus medidas restrictivas contra Irán, las cuales se reimpusieron en mayo de 2018 por su retirada ilegal del acuerdo nuclear sellado en 2015 entre Irán y el Grupo 5+1, que entonces integraban EE.UU., el Reino Unido, Francia, Rusia y China, más Alemania, pudiera facilitar la propagación del COVID-19 entre la población persa, ya que entre estas sanciones estadounidenses se contempla la posibilidad de evitar al Ejecutivo iraní, precedido por Hasan Rohani, de obtener cualquiera de los medicamentos y equipos médicos que los galenos persas necesitarían para combatir el nuevo virus.
La Administración de Donald Trump está siguiendo este tipo de política nociva contra Teherán por no aliviar sus sanciones, permitiendo que los equipos y suministros médicos puedan llegar a las manos de quienes más urgentemente lo necesitan por mucho que el propio líder republicano diga que sus embargos no afectan al sector sanitario del país persa, insiste el texto.
Barrett considera absolutamente asquerosa esta política estadounidense, al señalar que los norteamericanos vuelven a ser testigos de cómo sus autoridades psicópatas están recurriendo a un nuevo método de exterminio a la vieja usanza en cuanto a la estrategia de lanzar mantas de viruela contra otras poblaciones a fin de saciar sus ansias de imponer tanto sus políticas hegemónicas e imperiales como los de sus aliados colonizadores en el continente asiático.
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