Compartimos con nuestros lectores el artículo escrito por el profesor Manuel Espinoza, titulado: «No solo se derribó a Hasenfus, sino también al gobierno yanqui«. A continuación se detalla el escrito original:
El 5 de octubre de 1986, en la zona del Tule unos 30 kilómetros de la Ciudad de San Carlos en el Departamento Rio San Juan, colindante con Costa Rica, se derribó un avión tipo C-123K, procedente de la base de Ilopango en El Salvador y que transportaba pertrechos militares para abastecer a las tropas contrarrevolucionarias de ARDE, que operaban al sur de Nicaragua bajo el mando de Edén Pastora.
La tripulación se componía de cuatro tripulantes. Tres de ellos norteamericanos y un nicaragüense. Como resultado del derribo dos norteamericanos y el nicaragüense murieron.
Los norteamericanos eran mercenarios contratados por la CIA y ya le habían servido en operaciones similares en el sudeste asiático sobre todo en el periodo de la guerra en Vietnam. Williams Copeer (piloto), Wallalace Blane Sawyer (copiloto), Eugene Hasenfus (estibador) y el nicaragüense Fredy Vílchez, (radio-operador de la contra). Hasenfus saltó antes del impacto y logró sobrevivir. Posteriormente fue encontrado y capturado en una choza abandonada al día siguiente por tropas del Ejército Popular Sandinista, destacándose el recluta Raúl Antonio Acevedo del Servicio Militar Patriótico, que al verlo le grito:
– Rendíte gringo o te volamos verga!!!
En vano trataban de evitar a los radares sandinistas a unos 700 o más metros de altura. Los cohetes anti-aéreos tierra-aire C2M de fabricación soviética o “flechas” como en la tropa se le denominaba estaban facilitados para colimar y abatir blancos aéreos a mayor altura. Además, la precisión del flechero José Fernando Canales y Byron Montiel, quienes reciben la orden de disparar sus «flechas» logra dar en la nave de fabricación norteamericana.
Se logró establecer que el avión transportaba 13 mil libras de armas, 100 mil cartuchos para fusiles AK-47, 60 AK-47 plegables, 60 RPG-7 y 150 pares de botas marca «jungla».
Esta es la parte que más se conoce en de este capítulo de la guerra de la administración Reagan contra la Revolución Sandinista en la década de los 80. En todo caso las imágenes de un yanqui mercenario, capturado, conducido atado y con los tres cachorros del SMP, que se destacaron en esta acción heroica es la que por décadas ha recorrido el mundo como muestra de la heroicidad del pueblo nicaragüense ante la intervención yanqui y como Sandino la demostración viva de que son y serán siempre vencidos por nuestro pueblo en nuestro territorio nacional.
Muy poco se desconoce sobre muchos antecedentes importantes y muchos otros después del derribo, que hacen que ese flechazo estremezca al gobierno norteamericano a su más alto nivel y derrote a los directores intelectuales principales de la guerra sangrienta contra nuestro país. La emboscada anti-aérea colocada con exactitud tuvo resultados más complejos que la interrupción del abastecimiento a las fuerzas contrarrevolucionarias, la captura del gringo y la cantidad de armas y las imágenes de victoria sandinista a nivel internacional.
Antes de ese histórico y certero flechazo en junio de ese año, Nicaragua había salido victoriosa sobre el gobierno de los EE. UU con el fallo de la Corte Internacional de justicia en la Haya, declarándolos culpable por la guerra directa de desgaste económico impuesta a nuestro nación y sentenciándolos a pagar 17 mil millones de dólares por acciones de terrorismo de Estado como la producción del manual de operaciones psicológicas elaborado por expertos de la CIA (léase operaciones de terror contra el pueblo de Nicaragua) así como por las voladuras de los tanques de petróleo y el minado en varios puertos de Nicaragua.
Pero los norteamericanos, que nunca pensaron en perder en la Haya, desacataron la sentencia desde antes de esta dictarse. Su embajador se levantó de la sala de la corte antes que se dictaminara el fallo al saber cuál sería el dictamen ese día. Se entendió desde ese entonces cual sería la actitud sinvergüenza de los EE.UU ante ese mandato jurídico internacional. Hoy se entiende y es más evidente más que nunca.
Frenar la guerra sangrienta contra nuestro pueblo y seguir evidenciando el nivel de involucramiento del gobierno de Reagan seguían siendo una necesidad urgente, pues las puertas en la Haya seguían abiertas a más casos en su contra. Esa es la razón principal, que mueve la declaración del gobierno sandinista en denunciar que el avión “de Hasenfus” era una muestra de las continuas acciones clandestinas del gobierno norteamericano contra el nuestro. Sobre todo, porque dentro del avión se encontraron muchos documentos que evidenciaban su involucramiento de diversas formas.
Hay que darle lugar a una serie de acciones conspirativas de los órganos de inteligencia fueron echadas a andar para llegar a este resultado y echar a andar una nueva etapa en la develación internacional de la agresión norteamericana. Muy poco se ha abordado a lo interno sobre este tema, pero los norteamericanos aseguran, que el derribo del avión se logró por la penetración de los órganos sandinistas en las filas contrarrevolucionarias, tanto en el FDN en el norte como en ARDE en el sur.
Escriben en los libros los norteamericanos y en inglés, que todo esto coincidió con que hacía ya muchos meses atrás la CIA ya había alertado sobre las dudas que recaían sobre la amante del contra en Honduras conocido como Policía López o L-26. A quien le recomendaron alejarse de ella por ser informante sandinista. Por eso se le trasladó a la Base de Ilopango en El Salvador para desde ahí coordinar los vuelos de abastecimiento a las fuerzas contrarrevolucionarias que operaban a lo interno de Nicaragua. El L-26, desconociendo la advertencia logró llevársela posteriormente a la base aérea. Ese preciso día la mujer al ver que eran norteamericanos los que ese día volarían hacia Nicaragua activo su canal de comunicación secreto y aviso a Managua.
También se supone que desde las filas del mando de ARDE se dio a conocer el día, el vuelo y la ruta para propiciar el derribo. De ahí una de las tantas razones para la aseveración de que ARDE en el amplio sentido de la palabra era un proyecto sandinista. Pero no siempre los pilotos norteamericanos hacían esos vuelos de abastecimientos de tal manera que en Managua la señal sobre la presencia de pilotos gringos a bordo de la nave es captada y se pone en función de su derribamiento después de varias veces que las emboscadas anti-aéreas con los C2M que desde hacía meses se habían instalado y donde inclusive varias veces otros vuelos fueron colimados a tal punto de poderlos bajar, pero sin recibirse la orden de disparo. Desde luego que lo anterior descrito es apenas un resumen de varias docenas de juegos operativos (operaciones) de la inteligencia y contrainteligencia sandinista en función de los vuelos de abastecimiento a la Contra.
Inmediatamente en todos los medios de comunicación USA, la respuesta de la Administración Reagan en la voz del entonces sub-secretario de Estado para los asuntos interamericanos, el triste y celebre Elliot Abrams (actual inquisidor en los asuntos de Venezuela) fue que el gobierno norteamericano no tenía relación alguna con esos vuelos. Tal falsedad le costaría a Abrams cinco años de investigación por parte del congreso, diversas comisiones y jueces de corte en busca de su propio involucramiento en este tipo de actividad ilícita y en contradicción con las cinco enmiendas Boland emitidas por el congreso mismo.
No pasó mucho tiempo cuando se revelaron que parte de los documentos encontrados en el avión sacaban a la luz una triangulación de venta de armas para inyectar fondos a la “Contra” entre los EE.UU, Israel e Irán a espaldas del congreso norteamericano y violando las ya mencionadas enmiendas, que establecía la prohibición de utilización de cualquier tipo de gastos para derrocar al gobierno en Nicaragua (1982) y las acciones de cualquier agencia en actividades de inteligencia para derrocar al gobierno nicaragüense (1984). Ya el 10 de octubre, tan solo cinco días después del derribo del avión de Hasenfus, Elliot Abrams era llamado a testificar sobre lo ocurrido.
Lo encontrado en el avión dio origen a que en noviembre del 86 uno de los escándalos más agudos de crisis política en la historia de los Estados Unidos conocidos como el Irán – Contra. Tal fue el nivel de cataclismo que hasta el mismo Ronald Reagan podía ser destituido de su cargo. Al final Reagan logro escaparse, pero muchos funcionarios del ejecutivo no.
El 26 de febrero de 1987, la comisión Tower entregó su informe donde se detalla había interrogado a 80 testigos, incluyendo al propio presidente Ronald Reagan, y a dos de los intermediarios del comercio de armas: Manucher Ghorbanifar y Adnan Khashoggi. En el se ponían en tela de juicio las acciones de John Poindexter (Consejero de Seguridad Nacional 1985-1986), Coronel Oliver North (del Consejo de Seguridad Nacional y Enlace con la Contra) Gaspar Weinberger (Secretario de defensa 1981-1987) y otros. La comisión determinó que Ronald Reagan no tenía conocimiento detallado del programa y en especial sobre la financiación con esos fondos a los Contras nicaragüenses.
Desde el derribo del avión de Hasenfus y todavía cinco años después la investigación a lo interno del gobierno norteamericano prosiguió logrando inculpar a finales de 1991 a otro tanto de funcionarios.
Así el 16 de marzo de 1988 Oliver North y John Poindexter del NSC fueron acusados de múltiples cargos. En 1990, Poindexter fue condenado de varios cargos de conspiración, por mentirle al Congreso de los EE.UU,obstrucción a la justicia, y alterar o destruir documentos relativos a la investigación. Caspar Weinberger fue condenado por mentirle al consejero independiente de Estados Unidos, Lawrence E. Walsh,
Muchos de los otros funcionarios condenados son personajes renombrados. Elliott Abrams (Sub Secretario de Estado para Asuntos Interamericanos) se le encontró culpable de dos acusaciones de uso de información privilegiada. Otto Reich (jefe de la Oficina de Diplomacia Pública para América Latina y el Caribe). John Negroponte (Embajador en Honduras). Clair George (Jefe de Operaciones de la CIA) Duane R. Clarridge (Jefe de la División para L.A de la CIA). Alan Fiers (Jefe de la Fuerza de Tarea Centro América dentro de la División para L.A de la CIA). Robert McFarlane ( Consejero de Seguridad Nacional 1981- 1983)
Para mayor de su amargura Ronald Reagan se negó a darles el indulto, no fue hasta 1992, que el nuevo presidente George H. W. Bush perdonó a los seis oficiales de la administración Reagan, Elliott Abrams, , Alan Fiers, Clair George, Robert McFarlane, y Caspar Weinberger.
Sin duda alguna el estremecedor impacto que derribó ese avión de Hasenfus sigue en su sonido ensordecedor a la espera de más filibusteros que se atrevan a ensangrentar a nuestro país y con la capacidad de explotar en el corazón de los autores intelectuales de atentar contra nuestra libertad y soberanía.
Tomado de: https://www.redvolucion.net/
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