El movimiento obrero ha defendido siempre el derecho de las naciones a la existencia independiente y ha luchado contra todas las formas de opresión nacional.
El marxismo – leninismo se basa en que el respeto de los derechos de las demás naciones, el respeto de su soberanía, es la premisa para que existan relaciones normales entre los pueblos. Engels escribía en 1888:
«Para asegurar la paz internacional hace falta, en primer lugar, eliminar cuantas fricciones nacionales sea posible; cada pueblo debe gozar de independencia y ser el amo de su casa.»
Lenin propugnó también en todo momento la defensa consecuente y decidida del principio de la independencia y la igualdad de derechos de las naciones. Para la ciencia marxista – leninista, la expresión más plena de este principio es el derecho de los pueblos a la autodeterminación. Lenin decía:
«El socialismo triunfante debe implantar necesariamente la democracia completa y, por consiguiente, no sólo hacer efectiva la plena igualdad de derechos de las naciones, sino también convertir en realidad el derecho de autodeterminación de las naciones oprimidas, es decir, el derecho de libre separación política.»
El patriotismo de la clase obrera – que representa el polo opuesto tanto del chovinismo como de la ideología cosmopolita de la libertad de las naciones, de su independencia y de la idiosincrasia cosmopolita burguesa – se manifiesta en la defensa que hace el proletariado de la libertad de las naciones, de su independencia y de la idiosincrasia nacional.
Este patriotismo tiene su origen; ante todo, en el sentimiento de orgullo por la aportación que han hecho el pueblo y la nación correspondiente en la lucha de las masas oprimidas y explotadas para emanciparse de la explotación y la opresión. De ahí que el patriotismo de la clase obrera sea profundamente progresista y revolucionaria.
Referencia:
Manual «Fundamentos de Marxismo – Leninismo». Ediciones en Lenguas extranjeras. Moscú 1963. pp. 529 – 530
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