Ucrania hoy, fase superior de un “Golpe Suave”

Escrito por Germán Van de Velde || 27/07/2023

El gobierno de Estados Unidos utiliza la guerra cognitiva (de cuarta y quinta generación) para desestabilizar gobiernos elegidos democráticamente por los Pueblos. Los golpes no tradicionales, golpes suaves, o golpes encubiertos son un conjunto de técnicas conspirativas “no violentas” que buscan desestabilizar a un gobierno y causar su caída, sin que parezca haber sido consecuencia de la acción de otro poder.

En América Latina, esta acción se implementó para derrocar, incluso militarmente, el gobierno de Manuel Zelaya en Honduras (2009), Fernando Lugo en Paraguay (2012), Dilma Rousseff en Brasil (2016)[1], Evo Morales en Bolivia (2019) y Pedro Castillo en Perú (2022). También, se ejecutó en Venezuela (2014)[2], Nicaragua (2018)[3], y Cuba (2021)[4] sin lograr su objetivo final.

En otros continentes esta acción también se desarrolló bajo el nombre de “revolución de colores” y se aplicó en Yugoslavia (2000), Georgia (revolución de las rosas – 2003), Ucrania (revolución naranja – 2004), Kirguistán (revolución de los tulipanes – 2005), Líbano (revolución del cedro – 2005), Túnez (revolución de los jazmines – 2010), Egipto (revolución del nilo – 2011), Yemen (revolución de las rosas – 2012), Armenia (revolución de terciopelo – 2018).

De todos los países aquí mencionados y por su coyuntura actual, el caso más polémico es el de Ucrania que sufrió la “revolución euromaidan” a finales del año 2013 e inicios del 2014. Este es el nombre que se le otorgó a una serie de protestas que estallaron en una plaza céntrica de Kiev a raíz de que el gobierno se negó a firmar un acuerdo de asociación económica con la Unión Europea.

Además de generar protestas violentas en las calles, se promovieron secuestros, torturas y asesinatos, tanto de la población civil como de las fuerzas de seguridad, se quemó infraestructura pública y privada y la economía sufrió un duro revés.

El 20 de febrero de 2014 fue el día más mortífero, con un saldo de 100 personas asesinadas, entre fuerzas de seguridad y “manifestantes”[5]. El 2 de mayo de 2014, sicarios neonazis ucranianos prooccidentales atacaron el campamento de manifestantes antimaidán, en Odesa. Cuando los miembros del antimaidan intentaron refugiarse en la Casa de los Sindicatos, los criminales prendieron fuego el edificio quemando vivas a 42 personas[6].

A raíz del golpe, la oposición alejó del poder al presidente legítimo de Ucrania, convocó a elecciones anticipadas, disolvió el Tribunal Constitucional y revocó la ley que otorgaba a Crimea y otras regiones usar el ruso como idioma oficial. A partir de elecciones, supuestamente “libres y democráticas”, Washington instaló a Volodimir Zelensky en el gobierno, un comediante y actor sin experiencia política. En cada uno de los países donde se efectuó un golpe de estado por esta vía, surgió como presidente/a una figura no conocida que emergió por la propaganda mediática occidental como el “líder de la oposición”, lo cual afectó severamente la libertad de decisión del Pueblo y la democracia.

Desde que se produjo el golpe de estado en 2014, el gobierno de EE.UU., la OTAN y la Unión Europea crearon componentes necesarias para mantener una guerra prolongada en Ucrania, que hasta el día de hoy se ejecuta en contra del Pueblo de Rusia. Dentro de sus estrategias se mencionan la promoción de la ideología neonazi en todo el territorio[7], la creación e instalación de laboratorios con armas químicas, biológicas y nucleares cerca de la frontera con Rusia, la promoción de un negocio bélico y el involucramiento de mercenarios que hoy en día realizan ataques terroristas contra el Pueblo.

Los hechos demuestran que no solo Zelensky, sino el régimen que representa, tiene un linaje neonazi, arraigada en la historia de la extrema derecha nacionalista ucraniana, aliada a los nazis durante la ocupación de la URSS por el hitlerismo. Fueron los grupos inspirados en ese legado los que hicieron posible, con sus sangrientas acciones contra civiles y policías, el golpe de estado en el año 2014, mediante el cual se instauró el actual régimen que sirve a los intereses de Estados Unidos[8].

Poco después del inicio de la operación especial militar en Ucrania, el ejército ruso incautó documentos que pusieron al descubierto el proyecto secreto de EE.UU. y la OTAN, en el cual investigaban la transmisión de enfermedades de animales a humanos. En abril 2022, el Kremlin reveló que los laboratorios biológicos trabajan entre otras cosas, en “proyectos para crear nuevos tipos de armas biológicas dirigidas a determinados grupos étnicos”[9].

En Ucrania existe una red de al menos 30 laboratorios que son operados a través del programa militar de la Agencia de Reducción de Defensa de EE.UU. (DTRA, por sus siglas en inglés) y patrocinados por el Pentágono con financiamiento de 2100 millones de dólares[10].

En el año 2022, el gobierno de EE.UU. destinó más de 2500 millones de dólares en asistencia militar a Ucrania y planea aumentar la cifra. Este apoyo se traduce en enormes beneficios para la industria armamentista[11].

“Todo lo que se envía hoy a Ucrania proviene de reservas, ya sea del Departamento de Defensa o de nuestros aliados de la OTAN”. (Gregory Hayes[12])

En medio del conflicto bélico, Washington sigue reclutando mercenarios que están interesados en luchar al lado de las fuerzas ucranianas. La Agencia Central de Inteligencia mantiene conversaciones con unidades de autodefensa kurdas y jeques de varios países árabes. Los mercenarios involucrados en el conflicto pueden llegar a cobrar hasta 2 mil dólares por día y son procedentes de países como EE.UU., Francia, Afganistán, Siria, Irak, Noruega, Finlandia, e incluso de países latinoamericanos como Brasil, Perú y Colombia[13].

Actualmente, existen los acuerdos de Minsk (2014 y 2015) firmados por representantes de Rusia, Ucrania, la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk para poner fin a la guerra del Donbás. Estos acuerdos nunca fueron cumplidos por el presidente Zelensky[14]. Los representantes de Francia y Alemania confesaron que esta maniobra solo fue realizada para que el presidente Zelensky gane tiempo.

En el año 2022 se firmó un nuevo acuerdo, en el que altos mandos de la brigada neonazi Azov fueron canjeados con la mediación del presidente Erdogan, de Turquía. El propio mandatario ucraniano aseguró que los líderes de Azov permanecerían en Turquía hasta el final de las hostilidades, bajo garantías personales del presidente Erdogan[15]. Sin embargo, en septiembre de 2022, la cúpula de la brigada neonazi de Azov regresó a Ucrania. De esta forma, una vez más, el presidente Zelenski incumplió los acuerdos firmados con el presidente Putin.

El golpe de estado en 2014, promovido por el gobierno de EE.UU., solamente fue el primer paso que dio Washington para establecer lo que es hoy una base ucraniana constituida de laboratorios químicos, biológicos y nucleares que atentan no solo contra la seguridad del Pueblo Ruso, sino contra la seguridad de la humanidad.

A Washington no le interesa la democracia, no le interesa cuántos muertos hay, ni las grandes pérdidas económicas que tiene un país, le interesa el negocio bélico y detener el avance de Rusia y China como potencias económicas que pone en riesgo su hegemonía mundial. La experiencia de Ucrania y lo que es hoy sirve como referencia al resto de los países del mundo para demostrar que un golpe blando solamente es el inicio de lo que puede ocurrir con un país que sufrió un golpe de estado y cómo puede ser utilizado por las fuerzas oscuras de la humanidad para su beneficio propio.