En las últimas semanas, Irán ha sido escenario de actos de vandalismo y disturbios desatados en el marco de un guion fabricado en torno al caso de la joven Mahsa Amini, quien perdió la vida el 16 de septiembre en el hospital donde fue llevada al desvanecerse mientras esperaba en una estación policial recibir instrucciones sobre las reglas adecuadas para usar la vestimenta islámica.
Desde entonces, se registraron manifestaciones para reclamar explicaciones sobre el fallecimiento de Amini, pero estas se convirtieron en disturbios violentos con la infiltración de alborotadores y elementos delincuenciales que han causado daños personales y materiales, incluso varios asesinatos de civiles y fuerzas de la seguridad y policías.
Al no ver resultados con los disturbios, fomentados mediante falsas informaciones y tergiversando los hechos en los medios de comunicación occidentales, los enemigos del país recurrieron a la estrategia de asesinatos a manos de terroristas, con el objetivo de enojar a la gente contra el sistema gobernante, socavar la seguridad del país y mantener encendida la llama de la sedición. El proyecto extremista se concretó el 26 de octubre con el atentado mortal en el santuario de Shah Cheraq en Shiraz (suroeste), que fue perpetrado por Daesh, conforme esta misma banda lo reivindicó. Luego siguieron los ataques terroristas en las ciudades de Isfahán (centro), Mashhad (este) e Izeh (oeste).
Considerando que las fuerzas iraníes incautaron armas en algunas fronteras del país y que un exasesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca declaró abiertamente que están equipando a la oposición del país persa con armas y han emprendido una guerra híbrida de gran escala, solo queda una pregunta que responder: ¿Hay alguna duda de que los enemigos de Irán, desde EE.UU. y países europeos hasta algunos países de la región, en particular Arabia Saudí, tienen como objetivo dividir al país y derrocar la República Islámica?
En este contexto, se debe tener en cuenta que la razón principal por la que el pueblo iraní no se ha sumado a los agitadores y se ha distanciado de los pocos “dirigentes” de los disturbios, ha sido nada menos que la revelación del proyecto para fragmentar Irán y derrocar su gobierno. Sin embargo, actualmente, los enemigos, desesperados al no alcanzar sus sueños, se vengan de Irán mediante atentados terroristas, una acción que deja claro que sus planes han fracasado como antes.
En realidad, desde la victoria de la Revolución Islámica de Irán (1979), todas las arremetidas de los detractores del país no han tenido éxito, como la guerra de ocho años que impuso el régimen iraquí de Sadam Husein a Irán y la imposición de las más severas sanciones económicas por Occidente.
En declaraciones recientes, el Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, ha subrayado que Estados Unidos siempre ha estado al frente de la batalla a gran escala librada por los adversarios contra Irán, y que los europeos siguen a Washington en dicha contienda. Sin embargo, ha asegurado que los intentos de Occidente de golpear a Irán no llevarán a ninguna parte, igual que el pasado.