«Al igual que Sandino en su momento, cada uno en su dimensión y en su circunstancia, Rigoberto además de un héroe es una síntesis, una lección de historia» – Mario Benedetti. [1]
De pie ante el poeta justiciero
Que se pongan en pie las niñas y niños de la patria libre, para honrar a un héroe, un poeta, obrero y patriota, Rigoberto López Pérez, que con sangre abonó la historia y la hizo avanzar, dando inicio al fin de la tirania, de los pasos redoblados de la Nicaragua traicionada, que por método debía recordar la lucha, de Patria Libre o Morir.
Del héroe Rigoberto dirán mentiras, sobre sus ideales e intenciones, mentiras bañadas de odio por la magistral obra del valiente; y no es trabajo nuestro demostrar que Rigoberto fuera un Marxista o un teórico revolucionario, no importa, pues sus ideales campeaban en un magno conocimiento de las realidades humanas, de amor por los humildes, de antiimperialismo y revolución.
«…yo estoy sufriendo el dolor de toda mi patria..» escribió el héroe en un poema, siendo más que un poeta, un obrero de la patria, y su acto no fue un suicidio, ni un evento impulsado por la histeria, sino la síntesis histórica originada por la traición de la dinastía Somoza contra el pueblo de Nicaragua, que dejaría como resultado la esperanza de la libertad.
De pie juventud, para celebrar la vida y la paz, porque esta ha costado sangre, torturas e ignominia, de pie en defensa de la revolución, porque esta ha costado vidas de revolucionarios, hoy conmemoramos 66 años del valiente acto de ajusticiamiento de Anastasio Somoza García, traidor a la patria, dictador, asesino de Augusto C. Sandino.
Por la patria, por los pueblos del mundo
Era Rigoberto un hombre consecuente, preparado y analítico, nunca tuvo en su mente fantasías sobre el devenir de su acción, la cual junto a Edwin Castro (padre), Cornelio Silva y Ausberto Narváez se planificó a inicios de 1956, la preparación tuvo lugar en El Salvador y como mencionamos, no se trataba de un acto suicida, sino un plan que incluía la huida por parte del héroe.
Ante las diversas posibilidades estaba la de fallar o tener que cambiar lo planificado, lo cual terminaría ocurriendo, mientras Edwin, Ausberto y Cornelio preparaban la forma de escapar para Rigoberto, este dentro de la fiesta en que se encontraba el dictador, tendría que tomar la rápida decisión de improvisar, ante el anuncio de Somoza, por retirarse antes de lo previsto.
Pero antes, veamos un poco de los ideales de Rigoberto, quién tendría sentimientos amplios y revolucionarios, sabiendose a punto de cumplir un deber no solo con su país, sino con los pueblos sojuzgados, en busca de ejemplos de esperanza, dejando pedazos de oro escrito, demostrando un gran sentimiento de amor por la humanidad, ideales de internacionalismo que solo un hombre nuevo del que luego hablaría el Che podría tener, como su estrofa al pueblo de Chipre, a miles de kilómetros de distancia, y cito:
"Estudiante Chipriota, Hermano el más lejano de mi mano ... y el más cercano de mi corazón". [2]
Poeta y político, que sin tan laureadas bases teóricas, hizo de la práctica la mejor forma de dar pasos hacia una revolución; si bien los 4 valientes estaban claros que un tiranicidio no era el final, el mismo análisis les hizo comprender que solo de esta forma, el pueblo hasta entonces desorganizado de Nicaragua, podría recibir un empujón para continuar el camino de la lucha.
Entendiendo su contexto en 1956, con la falta de una vanguardia que unificara las fuerzas de los explotados, y sin una dirigencia realmente revolucionaria que organizara a la población, hasta el momento utilizada por la burguesía para sus intereses.
Reivindicando el derecho popular
Muerte al Somocismo, la consigna que retumba hasta nuestros días, pauta del derecho popular a la defensa, y método impuesto por los mismos tiranos como única alternativa para alcanzar la libertad, consigna que iniciara con Rigoberto y que reivindicó en 1956 el derecho del pueblo de Nicaragua para hacer justicia por Sandino, y por los miles de asesinados por la dictadura.
Mientras el Somocismo hacia eco de su poder e indestructibilidad, Rigoberto les enseñó a sangrar, aún en una acción casi individual, se vio reflejado el sentir popular, como si las masas de campesinos sin tierra, niños sin escuelas y obreros maltratados apretaran al unísono el gatillo.
Fue entonces Rigoberto revolución, parte creadora, guiadora e inspiradora para las siguientes generaciones, de lo que un verdadero patriota puede hacer, cuando a los pobres y explotados les cortan las alas y las ansias de volar, y volamos ahora Rigoberto, organizados bajo una vanguardia, en paz y progreso, como tanto lo soñaste.
Héroe popular, tipógrafo de profesión, justiciero de honorable valor, dejó el recuerdo vivo en las calles de León, de aquel valiente que pegara los primeros tiros de tan necesaria revolución.
"... Oh, mi pobre América llora su dolor profundo ante el mundo... Pero el día vendrá en que un pueblo entero, como centauros, centauros fieros, con cascos de frío acero destrozarán a los tiranos..." [3]
En la puntería, estaba la paciencia
Preparado para el porvenir, en puntería y movimientos, sintiéndose capaz de conseguirlo regresaría a Nicaragua para cumplir el deber, estudiaron al tirano, el terreno donde realizarían la acción, los posibles errores, los detalles fueron parte de la necesaria preparación; serenidad en su mente, seguro de hacer lo correcto, incluso tuvo tiempo para asistir a varios juegos de hand ball en su barrio, en León, horas antes de la gesta.
El lugar era la Casa del Obrero en León, punto de reunión de somocistas donde el dictador habia anunciado su visita, la acción estaría dividía en tres partes: ajusticiamiento, sabotaje para sacar a Rigoberto del lugar y recoger al héroe en un automóvil, cada miembro del comando llegando por diferentes medios y puntos de la ciudad.
Vistiendo un traje corriente, de pantalón azul y camisa blanca, arribó Rigoberto a la hora acordada, su revólver calibre 38 especial de cañón corto y serenidad pasmosa lo acompañaban; bailó, sonrió y saludó como uno más de los invitados.
El tirano feliz, sonriente por su reciente auto nominación para presidente haría algo impensado, anunciando su temprano retiro de la fiesta, asegurando solo esperaría terminar una pieza musical, sentado en su mesa; ante esto, los planes cambiaban, los tiempos no eran los adecuados y el sabotaje no estaría preparado, Rigoberto, sabiendo que esto lo llevaría a su martirizacion, no dudó.
Pasos al frente y firmes, saca de sus ropas el revólver calibre 38, y estando a unos dos metros de distancia lo apoya en su otra mano, realizando los primeros disparos en posición de pie y avanzando, impacta el brazo y pecho de la bestia, cambia rápidamente y ahora en la posición de tendido continua disparando, perforando la ingle del tirano[4], y la sangre de la traición, era por fin regada en los suelos que añoraban libertad.
Muerte al Somocismo
Rigoberto encontró la gloriosa muerte de un patriota, cumplió su deber histórico, marcando lo que seria el principio del fin, sus compañeros por su parte, pagaron un precio enorme, pues la represión en Nicaragua se hizo sentir como nunca, las persecuciones, asesinatos y capturas se hicieron la moda del momento; Edwin Castro, Ausberto Narváez y Cornelio Silva serían capturados y durante cuatro años sufrirían las peores torturas y vejaciones, hasta ser asesinados en la cárcel, sin jamas negar su participación, contrario a ello, orgullosos del porvenir.
La historia la ha escrito nuestro pueblo, la sigue escribiendo, a 66 años somos muchos más, organizados y unidos, en fuerza de combate y rebeldía; ejemplo de resistencia, amantes de la paz y la vida, porque la muerte fue parte constructora del presente, para que nuestro futuro sea el soñado por Rigoberto, sin azares de fuego ni explotación, sino de trabajo y revolución, paz y bienestar.
Aunque los enemigos siguen ahí, pendientes, al ataque, este pueblo conoce en su pasado, el valor de su presente, y no dejaremos jamas que se apague la llama de la victoria y la esperanza, y será el futuro majestuoso con las bases que estamos construyendo; mientras el enemigo odia y busca el pasado, los jóvenes conscientes del hoy glorioso, les recordamos que ha 66 años, la consigna sigue siendo ¡Muerte al Somocismo!
¡Rigoberto López Pérez, Presente, Presente, Presente!
Escrito por Alonso.
Referencias:
[1] J, Escobar. Rigoberto López Pérez: El Principio del Fin. 1976. Secretaria nacional de propaganda y educación política. pp 8.
[2] J, Escobar. Rigoberto López Pérez: El Principio del Fin. 1976. Secretaria nacional de propaganda y educación política. pp 15.
[3] J, Escobar. Rigoberto López Pérez: El Principio del Fin. 1976. Secretaria nacional de propaganda y educación política. pp 15.
[4] J, Escobar. Rigoberto López Pérez: El Principio del Fin. 1976. Secretaria nacional de propaganda y educación política. pp 49.
Foto de portada @ElMachoAguero