Un hombre de ideas e ideales, Salvador Allende, un trabajador, consecuente revolucionario que hizo de la realidad chilena de los años 60 un objeto de estudio, en busca de la unidad de las fuerzas antiimperialistas que combatieran la gigantesca brecha desigual entre sus connacionales y el monopolio imperialista que controlaba todos los sectores de la economía, principalmente los recursos naturales; ahora haremos un repaso por los planteamientos políticos y económicos del presidente de los humildes y explotados, ideas peligrosas para el capitalismo salvaje y que lo llevarían a su muerte física durante el golpe de estado el 11 de Septiembre de 1973.
Chile, un feudo del imperialismo económico
«La explotación imperialista de las economías atrasadas se efectúa de muchas maneras: a través de las inversiones en la minería (cobre, hierro, etc.), y en la actividad industrial bancaria y comercial…» [1]
El panorama económico y social que encontró la unidad popular liderada por Salvador Allende era de un estado neocolonial, donde las garras del imperialismo estaban en poder de los principales sectores de la economía chilena, así las empresas norteamericanas tenían control de recursos naturales e industria, sector financiero y servicios, con un estado sumiso a las políticas internacionales impuestas por Estados Unidos.
El desperdicio de un modelo que buscaba satisfacer a una minima cantidad de chilenos, olvidando las necesidades de la gran mayoría, obreros en las ciudades y comunidades originarias en las sierras, mineros muchos, otros sin acceso a sus tierras, sin la posibilidad de producir, creando una brecha de desigualdad que no podía ser erradicada sin un modelo que socializara los sectores que sostenían la estructura económica del país.
Sumado a los problemas en la economía, los problemas sociales, reflejaba Allende en el programa de gobierno propuesto que: «50% de los chilenos menores de 15 años de edad están desnutridos», por lo cual se planteaba terminar con los imperialistas, la oligarquía terrateniente, los monopolios e iniciar la construcción de un Gobierno del Pueblo que iniciara la transición hacia el socialismo.
Un modelo aplicado al contexto chileno
Salvador Allende era un revolucionario muy consecuente, sin dogmas, basado en las necesidades reales del estado chileno, por lo cual abogó siempre por la unidad de las fuerzas de izquierda, logrando formar un frente con los partidos Comunista, Partido Radical y Social Demócrata, Partido Socialista, Movimiento de Acción Popular Unitaria y Acción Popular Independiente.
Un modelo pluripartidista y democrático que buscaba organizar los barrios y comunidades, unificar las fuerzas de la nación, producir las tierras ociosas, repartir tierras a los campesinos explotados por terratenientes y reducir la cantidad máxima de acumulación de la tierra, un programa bastante detallado sobre los puntos a seguir, entre ellos, la nacionalización del cobre y el hierro, hasta el momento explotado por potencias extranjeras.
También cargado de reivindicaciones sociales, educación, salud y restitución de derechos a las poblaciones campesinas y originarias olvidadas; un modelo defensor de la soberania y antiimperialista.
«Las aspiraciones sociales del pueblo chileno son legítimas y posibles de satisfacer. Quiere, por ejemplo viviendas dignas sin reajuste que esquilmen sus ingresos; escuelas y universidades para sus hijos; salarios suficientes que terminen de una vez las alzas de precios; trabajo estable; atención médica oportuna; alumbrado público, alcantarillado, agua potable, calles y aceras pavimentadas…» [2]
El gobierno popular se encargó de restituir al pueblo mapuche sus derechos y territorios, a las mujeres dignificando su lugar en el matrimonio; trabajó en el desarrollo del arte y espacios de recreación, en la organización e inclusión participativa del sector estudiantil en su educación y proponer una reforma universitaria.
Dignidad y Soberanía, víctimas del terrorismo
Soberanía y libertad económica, modelos que el imperialismo en forma de la «diplomacia del dólar» no soporta ver triunfar, teniendo que combatir la guerra mediática internacional que desde la victoria de Allende hizo llamados a la violencia y acciones terroristas, la manipulación llegó a crear la tensión necesaria para satanizar el modelo popular; a pesar de las reformas realizadas en las fuerzas armadas, el gobierno chileno de unidad popular no pudo reestructurar el ejército desde sus bases.
Allende conocía al enemigo, haciendo parte de su programa denunciar a la OEA como organismo gestor de Estados Unidos:
«La posición de defensa activa de la independencia de Chile implica denunciar la actual OEA, como un instrumento y agencia del imperialismo norteamericano». [3]
Como ahora la agencia de inteligencia norteamericana estuvo detrás de un plan de golpe de estado, utilizando sus tradicionales agencias fachada, OEA y USIA (actual USAID), quienes bombardearon de propaganda falsa la región; como Arbenz en los 50, la CIA tendría en generales del ejército aliados y el pueblo no tendría los medios suficientes para defenderse, siendo el golpe de estado ejecutado desde el inicio de mandato.
11 de Septiembre, terrorismo yanqui en América Latina
Temprano por la mañana, antes del amanecer, liderados por el Vicealmirante de Armada José Toribio Merino y el comandante de la fuerza aérea Gustavo Leigh y aprovechando que este día el ejército estaría apostado en Santiago, avanzando el día, el Presidente Allende se dirigiría al Palacio de la Moneda a las 7.30 de la mañana, acompañado de sus guardaespaldas, un casco militar, un arma AKMS que le había regalado Fidel Castro.
A medio día se sabría del apoyo del General Pinochet y la fuerza aérea iniciaría el bombardeo contra el Palacio La Moneda, el plan de Estados Unidos se consumaba, un golpe militar que luego se transformaría en una dictadura de las más crueles de la historia de Latinoamérica; dentro del Palacio Salvador Allende hacia llamados a defender el estado constitucional y a aunque muchos lo intentaron, fueron rápidamente neutralizados por las fuerzas militares desplegadas en la ciudad.
Las últimas palabras del Presidente Allende serían recordadas hasta nuestros días, son las predicciones de un revolucionario que ante la dura realidad envío mensajes de esperanza a un pueblo, que a día de hoy continua luchando por sus derechos y restituciones; el deseo de ver las Alamedas llenas se vieron posibles, pero su lucha sigue en búsqueda retomar su rumbo.
«Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor». [4]
En nombre del Presidente Salvador Allende, un trabajador, un luchador, un hombre de ideas e ideales, conmemoramos 49 años de su paso a la inmortalidad, donde las ideas, la lucha y la esperanza nunca pueden morir, por eso le decimos ¡Presente, Presente, Presente!
«Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica» – Salvador Allende
Escrito por Alonso
Referencias:
[1] S, Allende. Programa Básico de Gobierno de la UNIDAD POPULAR. pp 5.
[2] S, Allende. Programa Básico de Gobierno de la UNIDAD POPULAR. pp 25.
[3] S, Allende. Programa Básico de Gobierno de la UNIDAD POPULAR. pp 33.
[4] https://misiones.cubaminrex.cu/es/articulo/ultimas-palabras-de-salvador-allende