“Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza.” – Antonio Gramsci
La «ideología» ha sido un aspecto del «sensismo», es decir, del materialismo francés del siglo XVIII. Su significado originario era el de «ciencia de las ideas», y dado que el análisis era el único método reconocido y aplicado a la ciencia, significaba «análisis de las ideas», es decir, «investigación sobre el origen de las ideas». Las ideas debían ser descompuestas en sus «elementos» originarios, y éstos no podían ser sino las «sensaciones»: las ideas derivan de las sensaciones. Pero el sensismo podía asociarse sin mucha dificultad a la fe religiosa, a las creencias más extremas en la «potencia del Espíritu» y en sus «destinos inmortales»; y así ocurrió con Manzoni, que incluso después de su conversión o retorno al catolicismo, cuando escribía sus Himnos Sacros, mantuvo su máxima adhesión al sensismo y ello hasta tanto no conoció la filosofía de Rosmini.
Es preciso examinar históricamente cómo el concepto de Ideología, de «ciencia de las ideas», de «análisis del origen de las ideas», ha pasado a significar un determinado «sistema de ideas», puesto que, como es lógico, el proceso es fácil de aprehender y de comprender.
Se puede afirmar que Freud es el último de los ideólogos y que De Man es un «ideólogo’; por lo tanto resultaría más extraño el entusiasmo de Croce y los crocianos por De Man, si no hubiese una justificación «práctica» de tal entusiasmo. Hay que examinar hasta qué punto el autor del Ensayo popular está asido a la Ideología, aun cuando la filosofía de la praxis representa, una neta superación e históricamente se contrapone en forma decidida a la Ideología. El mismo significado que el término «ideología» ha asumido en la filosofía de la praxis contiene implícitamente un juicio de desvalor y excluye que para sus fundadores hubiese que buscar el origen de las ideas en las sensaciones y, consecuentemente en último análisis, en la fisiología: esta misma «ideología» debe ser examinada históricamente como una superestructura, según la filosofía de la praxis.
Un elemento de error en la consideración del valor de las ideologías, me parece, se debe al hecho (hecho que, por otra parte, no es casual) de que se da el nombre de ideología tanto a la superestructura necesaria a determinada estructura, como a las lucubraciones arbitrarias de determinados individuos. El sentido peyorativo de la palabra se ha hecho extensivo y ello ha modificado y desnaturalizado el análisis teórico del concepto de ideología. El proceso de este error puede ser fácilmente reconstruido: 1) se identifica a la ideología como distinta de la estructura y se afirma que no son las ideologías las que modifican la estructura, sino viceversa; 2) se afirma que cierta solución política es «ideológica’, es decir, insuficiente como para modificar la estructura, aun cuando cree poder hacerlo; se afirma que es inútil, estúpida, etc.; 3) se pasa a afirmar que toda ideología es «pura» apariencia, inútil, estúpida, etc.
Es preciso, entonces, distinguir entre ideologías históricamente orgánicas, es decir, que son necesarias a determinada estructura, e ideologías arbitrarias, racionalistas, «queridas». En cuanto históricamente necesarias, éstas tienen una validez que es validez «psicológica»; «organizan» las masas humanas, forman el terreno en medio del cual se mueven los hombres, adquieren conciencia de su posición, luchan, etc. En cuanto «arbitrarias», no crean más que «movimientos»‘ individuales, polémicas, etc. (tampoco son completamente inútiles, porque son como el error que se contrapone a la verdad y la afirma).
Recordar la frecuente afirmación de Marx sobre la «solidez de las creencias populares» como elemento necesario de una determinada situación. Dice, poco más o menos: «cuando este modo de concebir tenga la fuerza de las creencias populares», etc. Otra afirmación de Marx es que una persuasión popular tiene a menudo la misma energía que una fuerza material, o algo similar; afirmación muy significativa. El análisis de estas afirmaciones, creo, lleva a reforzar la concepción de «bloque histórico», en cuanto las fuerzas materiales son el contenido y las ideologías la forma, siendo esta distinción de contenido y de forma puramente didáctica, puesto que las fuerzas materiales no serían concebibles históricamente sin forma y las ideologías serían caprichos individuales sin la fuerza material.
Por: Antonio Gramsci
Fuente: Insurgencia Magisterial