La prostitución es una práctica que data desde hace más de dos mil años, no obstante en la actualidad en medio de sociedades conservadoras y fundamentalmente religiosas, este oficio continua siendo estigmatizado y criminalizadas las mujeres que lo ejercen, convirtiéndose en víctimas de agresiones y violencia, no solo por parte de miembros de la sociedad, sino principalmente de las propias fuerzas de seguridad de Estado.
En esta pieza periodística trataremos de profundizar en la vida y cotidianidad de miles de mujeres hondureñas que ejercen uno de los oficios más peligrosos en países marcados por la pobreza, el machismo y la violencia.
Según datos publicados por el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en Honduras, (CONADEH), las denuncias de las trabajadoras sexuales se dan casi a diario. Abusos, extorsión e incluso amenazas de grupos criminales hacen parte de su diario vivir, por lo que diversas organizaciones defensoras de derechos humanos han juntado esfuerzos para impulsar iniciativas orientadas a generar espacios de denuncia y protección de sus derechos.
Entre 2019 y 2020 al menos 18 trabajadoras sexuales fueron asesinadas en Honduras, cifra que enciende las alarmas de las organizaciones de derechos humanos en el país, que denuncian la poca atención que le han dado los cuerpos policiales, muchos de ellos acusados de abusos y agresiones contra este sector social, según denuncias documentadas por el CONADEH.
Ante esta realidad las trabajadoras sexuales decidieron constituir una plataforma de acción y organización que ponga fin a la violencia y la persecución de la que son víctimas y pueda garantizar la defensa de sus derechos.
Maritza Moreno (seudónimo), quien se dedica a este oficio desde hace más de ocho años, nos relata que hace tres años uno de sus «clientes» la golpeó de manera reiterada ante su rechazo a ingerir drogas, dejándola abandonada luego en una calle de la capital. Maritza no se atrevió a interponer una denuncia ante la policía nacional, pues en muchas ocasiones sufrió insultos y burlas por parte de los mismos agentes de seguridad quienes la vejaron y criminalizaron, a pesar de ser ella la víctima.
Otro caso similar es el de Alma Figueroa, (Seudónimo), una joven que reside en una populosa colonia de Tegucigalpa, tiene tres hermanos menores de edad, su padre es alcohólico por lo que se ha visto obligada a ejercer el oficio de la prostitución desde una corta edad, Alma relata que ha que detrás del maquillaje, los tacones y las faldas cortas existe mucho sufrimiento por los abusos de las que casi a diario son víctimas, Alma, quien en varias ocasiones ha intentado abandonar esa labor y realizar otro tipo trabajo, que le ha sido muy difícil y sigue en esa búsqueda sin tener éxito.
Esta es la realidad de muchas mujeres en Honduras que en medio de la violencia de la pobreza y la desigualdad se han visto en la necesidad de ofrecer sus servicios sexuales, a pesar de la violación permanente de derechos humanos de la que son víctimas.
Datos presentados por el Foro Social para la Deuda Externa en Honduras (FOSDEH), reflejan que las mujeres continúan encabezando la lista de grupos vulnerables en el país.
Durante 2019 y 2020 miles de mujeres perdieron su trabajo producto del cierre de empresas, situación provocada por la gestión de la crisis acentuada por la pandemia del Covid 19. Datos presentados por ONU Mujeres reflejan que un 32% de las mujeres perdieron su empleo a nivel mundial, generándose mayor impacto en países subdesarrollados como Honduras, aunado a esa realidad los desastres naturales como ETA e IOTA cambiaron drásticamente la vida de miles de familias que dependían económicamente de mujeres.
La crisis económica acentuada por la pandemia además de los fenómenos climatológicos tienen en una difícil situación a las trabajadoras sexuales, al bajar considerablemente su clientela, llevándolas a profundizar su situación de pobreza.
Frente a esta situación de profundización de pobreza y violencia contra las mujeres, organizaciones feministas en el país plantean una serie de propuestas entre las que destacan: garantizar la seguridad alimentaria, brindar asistencia que se adapte a las condiciones de este grupo vulnerable, así como también el acceso a la justicia.
Las mujeres trabajadoras sexuales organizadas en red, exigen a las autoridades mayor atención a sus demandas y ser parte de la agenda política del país, en medio de la pobreza, el machismo y la violencia que impera en la nación centroamericana.
“Por un mundo donde seamos socialmente iguales,
humanamente diferentes y totalmente libres”.
Rosa Luxemburgo
Escrito por: Eva Ferrufino
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