…Vamos a hacer, en alguna medida, un recuento de lo ha sido históricamente la mística Sandinista, o sea, partiremos de una experiencia concreta nuestra para poder realmente evaluar lo que es la mística, su importancia y la necesidad de mantenerla. Existe una preocupación global del Frente Sandinista sobre la mística. Realmente hay manifestaciones diríamos serias, que indican de que ha bajado un poco la mística histórica, Sandinista, y que se manifiesta en fallas en la responsabilidad, incumplimiento de tareas, falta de sacrificio, falta de iniciativa y desorden organizativo.
Debe tener sus explicaciones. Nosotros buscaremos algunas, o daremos algunas, pero es tarea de todos realmente, encontrar la razón real de por qué en este período ha bajado la mística del FSLN, más bien de los Sandinistas, de los que así se consideran.
Desde que el Frente nació, quizás por su forma de pensamiento, por su método de trabajo y por la calidad de sus fundadores, fue forjando constantemente en la práctica una mística que consolidó la vida orgánica, que impulsó las tareas en períodos bien difíciles y que mantuvo básicamente tres elementos que fueron la tónica rectora de esta mística.
Uno de ellos es la confianza en la organización, o sea, había realmente una credibilidad, una conciencia de que existía el FSLN; que sus objetivos, sus propósitos, su política, era correcta, es correcta, y que había que hacer todos los esfuerzos posibles por consolidar esa organización y por impulsar sus objetivos. Segundo, es el FSLN poseía además una gran confianza en el pueblo nicaragüense, o sea, una confianza en las masas, que son, en definitiva, el motor impulsor de todo cambio y toda transformación de la Revolución. Y tercero, había una gran confianza en el futuro, o sea en el triunfo, en conquistar el triunfo.
Esto hoy es bastante fácil decirlo, e incluso, probarlo, porque la práctica histórica ha demostrado que teníamos la razón con eso. Sin embargo, en períodos iniciales eso no era fácil ni decirlo, mucho menos probarlo; además convencer primero a sectores reducidos de elementos afines al FSLN o de potenciales militantes, era un trabajo, aparte de difícil, bastante marcado de fracasos; o sea, no siempre se conquistaban los elementos o no siempre se conseguían los sectores de influencia que se planificaban.
Si queremos ver gráficamente, la historia del FSLN, diríamos que un constante caer y levantar; que hay una voluntad de recibir y asimilar los golpes y los fracasos, pero en el fondo hay una voluntad eterna de triunfar, de conseguir los objetivos. Esa es la esencia de la mística. Estar convencidos, conscientes que tenemos la razón, que históricamente vivimos, que somos, no la esperanza, sino digamos la concreción de los objetivos de un pueblo. Que poseemos la responsabilidad, primero, de organizar a ese pueblo, de persuadirlo que es capaz y después, que también somos responsables de dirigirlo y de asumir históricamente los triunfos y los fracasos que esta dirección implica. O sea, se pone en juego todo un conjunto de individuos, un conjunto de intereses personales y colectivos, lo cual significa una enorme responsabilidad que se debe afrontar con todas sus consecuencias. Y si no hay conciencia de eso, si no hay convencimiento de eso, no hay ninguna mística revolucionaria.
Nosotros hacíamos, o presentábamos, algunos elementos componente de esta mística, decíamos que el central era la confianza en la organización vanguardia, en el pueblo y en el futuro. Pero, además existe la perseverancia. El que no persevera no triunfa jamás. Existe la iniciativa, el que no posee creatividad, el que no es audaz, el que no afronta respuestas que la situación requiere, y que si se dejan pasar después no existen nunca, tampoco avanza ni triunfa.
También existe, decíamos, la capacidad de trabajo y también la capacidad de hacer trabajar. Muchas veces, uno se encuentra elementos que poseen una gran mística revolucionaria, profunda, que son capaces de trabajar, de sacrificarse, de dar ejemplo, pero que son, muchas veces, incapaces de transmitir ese vigor, esa necesidad a otros elementos.
Entonces, aunque ese elemento es positivo, sin embargo es incapaz de generar cuadros; esto tiene que ver en este caso con el desarrollo organizativo y con la capacidad de influencia de la organización a otros sectores populares, y el Frente Sandinista mantuvo, desarrolló y consolidó esta mística en sus militantes.
Quizás hubieron condiciones favorables para ese desarrollo. Por un lado, el Frente partió de un conjunto de elementos jóvenes, en este caso, permeables, moldeables; había capacidad para poder trabajar sobre ellos en un período histórico en que había una euforia popular por las revoluciones, con el ejemplo de Cuba. Estos son elementos positivos que contribuyen al nacimiento del FSLN y, a darle además una característica, que es su mística.
Pero, sin embargo, a pesar de esto, hay otros elementos negativos que tuvo el Frente que afrontar y que tienen que ver, digamos, con la historia de Nicaragua; por un lado, el retraso cultural general y más que todo político-ideológico que poseemos a nivel histórico en nuestro país y que aún pesa en nuestra Revolución, que todavía posee, digamos, su peso específico en esta Revolución, y que retrasa muchos trabajos, que hace incomprender muchas líneas, que plantea muchos conflictos y que a veces impide organizar.
Ese peso histórico fue mayor en esa época del 60, 61, en que el Frente empezó a trabajar como FSLN, a crear una vía alternativa de la historia que era el pacto, la entrega, la lucha electorera, etc., y a romper un esquema tradicional de vida política en el país, donde se hacía política para beneficio personal de un grupo o de un sector y se olvidaba siempre al pueblo nicaragüense.
Podía haber sacrificio en aras de un beneficio personal, pero eso no tiene nada que ver con la mística Sandinista. Nuestra mística siempre significó un sacrificio individual, hasta las últimas consecuencias, en aras del beneficio colectivo. Decíamos que estaba este elemento negativo, que el Frente tuvo que afrontar, pero además, en nuestra historia estuvieron otros elementos que influenciaron negativa o positivamente, según el sector y según el trabajo, el desarrollo del FSLN y el desarrollo de su mística.
El Frente comenzó trabajando, proyectándose política y militarmente con determinadas acciones; acciones que concluyeron, desde el punto de vista inmediato, en fracaso; o sea, que significaron fracasos, que en momentos determinados presentaban al FSLN como un organismo con pocas perspectivas de vida, incluso
como una alternativa perdida.
Esto se acentuó mucho más, después de Pancasán, cuando se considera que la vía armada latinoamericana, que tuvo su auge durante la década del 60, había llegado a su final con la caída del “Che”, en Bolivia.
Sin embargo, haber conseguido en esos seis o siete años, alguna calidad moral de nuestros cuadros y haberlas proyectado hacia el pueblo de Nicaragua, hicieron del FSLN realmente la esperanza y la alternativa de este pueblo, aunque el Frente fuera visto, en esa época, como un organismo un poco fantasmal, que aparecía de vez en cuando, que hacía lo que el resto del pueblo no sabía, o no podía hacer, y que además persistía en su trabajo.
Tal vez para ejemplificar un poco más lo que esta mística, o lo que este ejemplo práctico de nuestra gente, de nuestros fundadores, de sus continuadores, tuvo que ver con el proceso de desarrollo del FSLN y de su sello particular, diríamos que a nivel histórico, a niveles individuales, hemos tenido grandes ejemplos de entrega revolucionaria, grandes ejemplos de conciencia, grandes ejemplos de mística que únicamente se entienden cuando hay un gran sentido de honestidad, un gran sentido de responsabilidad y no únicamente una conciencia adquirida.
Nosotros decíamos en una ocasión que en Septiembre de 78, en la Ofensiva Final del año pasado, era quizás mucho más fácil arriesgarse a combatir, arriesgarse a ser Sandinista, porque había una perspectiva más o menos inmediata de triunfo; porque había a la vez una masificación de las fuerzas revolucionarias que permitían dar euforia a un conjuntos de personas, de compañeros, a participar en la actividad anti-somocista, en la actividad armada.
El peligro en el fondo era el mismo, se podía perder la vida, o se perdió la vida; sin embargo, la posibilidad de conquistar el triunfo era más cercana, era más inminente y además la dictadura no dejó alternativa, o te morías con ella o te morías contra ella. Fue algo así, en ese período, en este último período, como el lógico instinto de defensa del hombre ante un cambio social inminente, un cambio violento, pero que explica en alguna medida, la participación de una gran cantidad de sectores; más bien la decisión política de un conjunto de sectores de lanzarse en apoyo al Sandinismo y al pueblo insurreccionado.
Sin embargo, en el 61, en 64, en 67, donde el triunfo no se miraba, donde se tenía una pistola 22 y veinte tiros o tres rifles para hacer la guerra, donde se contaba con una cantidad de recursos limitados y donde ser Sandinista era ser algo así como un condenado a muerte, entrar en el FSLN y persistir en él y trabajar por él, requería algo más que voluntad y garantía, requería algo más íntimo, una mayor conciencia, mayor sentido de responsabilidad y una gran honestidad.
De hecho, hubo principios -que podríamos decir que son características del hombre- sus principios de honestidad, de verticalidad, de libertad y de oposición a todo lo que sea injusto.
Entonces, cuando uno se encuentra a un Jorge Navarro, quien con grandes dificultades podía hacer un tiempo de comida, andando el producto de una recuperación en la bolsa, sin tocarla, te da la calidad de hombre que forjó el F.S.L.N. Cuando te encontrás a un Rigoberto Cruz, que deja toda su vida ciudadana y se mete por cuatros años a la montaña, a organizar campesinos después de un fracaso armado, y se mantiene muchas veces solo, en ese trabajo, sin vida orgánica, sin orientación, y persiste en el trabajo, y hace estructuras, y crea sindicatos, y crea cooperativas, y se hace curandero, y emplea toda su iniciativa para sentar la base popular para el futuro, para la futura acción armada, sin contar con armas todavía, da la calidad de hombre que el Frente Sandinista forjó.
Decíamos que es un tema complejo, porque no es fácil, como decíamos, explicarlo. No vamos aquí a conceptualizar la mística en forma general, debemos hacerla concretamente. Y hablamos de una mística Sandinista, que implica todo lo que estos hombres nos han dado, incluso implica una dignidad frente a la represión, ante el enemigo; sin buscar ninguna justificación de salidas tácticas, sino ser fiel a lo que se cree, enfrentando todas las consecuencias que se cree, enfrentando todas consecuencias que eso trae; y ejemplos de esos hay múltiples, quizás Ricardo es el más sobresaliente en eso, tanto por su trabajo como por su comportamiento en la cárcel y en la Oficina de Seguridad Nacional (OSN) y ese deber el tipo de hombre que todo Sandinista debe tender a ser.
Decíamos de que estábamos preocupados por la falta de mística en alunas partes; decíamos que la mística implica combatividad, responsabilidad, conciencia del deber, tener capacidad de trabajo, hacer trabajar, confiar en la organizar, en el pueblo, en el futuro; todos estos elementos deben encontrarse aglutinados y perfectamente empapados en un Sandinista.
Tener aquella preocupación por cumplir con el deber de uno y de la organización; preocuparse por que todas las cosas marchen lo mejor posible, aún cuando no sea nuestra responsabilidad específica, ayudar en todo lo que sea posible, aún cuando no nos cometa ese tipo de trabajo; tener la conciencia de que esto es un trabajo global, que es una maquinaria organizativa, que si falla una pieza, aunque no sea nuestra, la responsabilidad es nuestra también en esa falla. Y ese es el sacrificio, es el sentido del deber, ese es el carácter de la mística Sandinista. Decíamos, en una ocasión, que en la década del 60, ser un Sandinista era ser un sabelotodo y un hacerlo todo, porque debías hacer un poco de todas las cosas, y tenías que aprender a valorar una acción armada, una recuperación bancaria y una pinta o una distribución de una mosca, de una volante. Tenías toda esa gama de trabajo y podías cumplir esa gama de responsabilidad porque aún no había capacidad orgánica para especializarse en X o Y tareas específicas, pero había que hacer marchar el conjunto, el cuerpo orgánico y, si éramos cinco, habríamos de hacer los cinco todo eso, y hacerlo con la conciencia que eso generaba más personas, más cuadros, más organización y más proyección popular hacia el pueblo, que al fin y al cabo era la conquista del futuro.
Entonces, también ahora quizás cabe un poco pensar en ser un hacelo todo, en ser un sabelotodo, procurando dedicar, por supuesto, el máximo esfuerzo a la tarea que tiene asignado cada uno de nosotros, pero preocuparse siempre por conocer y por ayudar en el trabajo del otro y por que marche bien la tarea del otro, la tarea de los otros, que es la tarea de la Revolución.
Y aquí, hoy, hemos conquistado el poder y hemos olvidado un poco nuestras experiencias del pasado, y hemos querido ampararnos en el poder para que alguien haga las cosas por nosotros, o para tener un poco de justificación para no volver al sacrificio del pasado.
Pero si bien es cierto que faltan cuadros, faltan recursos materiales, falta experiencia, falta técnica, hay una organización audaz, con toda una historia de perseverancia de audacia, de creatividad, que se está adormeciendo, a través, básicamente, de sus cuadros intermedios y de sus cuadros de base.
Quizás un elemento que juega en esto, es la masificación del Sandinismo. Aquí el Frente llegó al poder con una hegemonía total de su política, incluso al comienzo, mucha gente quiso llamarse Sandinista, porque vio ahí un vehículo, de protección por un lado, de oportunismo por otro lado o, de supervivencia, en esta Revolución.
Nosotros estamos de acuerdo en que aquí hay muchos Sandinistas, y estamos convencidos de que el Frente no puede ser un organismo selectivo, de unas pocas personas. Hay una base real, objetiva, para que muchos compañeros, muchos elementos que tal vez nunca antes estuvieron organizados o tuvieron poca vida orgánica, tengan derecho a llamarse Sandinistas; dieron una demostración práctica en la guerra y conquistaron ese derecho en la guerra y aunque no sean políticos, aunque no conozcan lo que es una vida orgánica, se han ganado el derecho de ser Sandinistas.
Nos corresponde a nosotros, a los más experimentados, a los que poseen más capacidad, más cultura política, darles esa real oportunidad de ser Sandinistas de verdad, que es educarlos, ayudarles, auxiliarlos y desarrollarlos, crearlos como Sandinistas.
Tenemos una base de confianza, tenemos ya una prueba, que ellos han pasado, y el trabajo es nuestro; y ahí es donde no ve el sentido del deber, que nos corresponde a todos, para poder consolidad esta base social primaria, pura, que está ahí, en el pueblo de Nicaragua.
Nosotros permitimos muchas veces con nuestras actitudes, con nuestras indolencias, con nuestra falta de iniciativa, que se manosee en gran medida, desde el punto de vista práctico, el Sandinismo, ese sacrificio, esa enseñanza permanente que nuestros héroes, que nuestros mártires nos han legado.
Con mucha frecuencia hablamos de los héroes, de los mártires, de su sangre y de su ejemplo, pero habría que preguntarse o preguntarnos todos nosotros hasta que punto ahora, en estas circunstancias, somos consecuentes, no con el muerto, no con su sangre, no con la caída heroica, sino con el ejemplo práctico de estos héroes y de estos mártires con los objetivos por los cuales ellos sacrificaron su vida.
¿Hasta que punto el tiempo que ha pasado nos ha permitido consolidar realmente al pueblo nicaragüense, para que tenga la oportunidad de dar un salto de calidad en su desarrollo político-cultural, que le permita afrontar con sentido de mayor responsabilidad, con mayores posibilidades, para avanzar la Revolución que ha nacido aquí?
Creemos que se ha hecho aún muy poco. Creemos incluso que hay una serie de desviaciones en todos los sectores, quizás manifestadas o puestas más en evidencia en el Estado, en el asunto de la responsabilidad y de la conciencia revolucionaria.
Estamos convencidos que el asunto no es estrictamente de conciencia, o sea, de formación de conciencia política e ideológica. El asunto es de honestidad y responsabilidad, porque cuando hay la despreocupación por revisar los planes que le corresponden a cada institución del Estado y hacer que funcionen y se pongan en marcha, independientemente de que falten cuadros, en esas entidades del Estado, un conjunto de compañeros que, multiplicándose en su esfuerzo diario, podrían aportar más y hacer más por que esos planes marchen, y no lo hacen. Eso cuestiona la calidad Sandinista de los compañeros.
Cuando nos encontramos nosotros con un cierto sentido de competencia en las entidades del Estado, o en las fuerzas armadas, o en las fuerzas partidarias por
sobresalir como el mejor, sin tomar en cuenta el cumplimiento de tareas globales, eso ya es una falla en la responsabilidad, en la mística, en el trabajo colectivo.
Cuando alguien asume una responsabilidad y la ve como una proyección personal, antes que como un sentido del deber; cuando alguien se alegra de ser el jefe de tal cosa y no se siente abrumados por nuevas responsabilidades que hay que cumplir, también ahí fallando la mística revolucionaria.
Habría que pensar, cuántos somos así, cuántos obtuvimos un cargo por el sentido personal, antes que por cumplir con la tarea, o más bien, por cumplir bien la tarea y dar ejemplo de cumplimiento de tareas.
Todavía falta mucho ejemplo práctico. Creemos que la expresión verbal no está fallando; hay muchos compromisos verbales que contradicen con frecuencia la práctica de cada uno de nosotros. Ese sentido de competencia, esa falta de iniciativa, esa falta de creatividad está adormeciendo esta Revolución; le está quitando un sentido propio que fue el que le dio la dinámica y la audacia a esta Revolución.
A veces uno se cuestiona por qué en el pasado, por ejemplo, nosotros éramos capaces con pocos recursos de hacer una propaganda gigantesca, de organizar a las masas, de emplear métodos artesanales de trabajo para llegar al pueblo nicaragüense; y hoy, estamos esperando la imprenta, la televisión, la radio, y hemos olvidado la relación personal, la comunicación personal, el trabajo diario, la plática, la prédica, la visita a las personas.
Nos estamos amarrando con demasiada frecuencia y eso es bastante peligroso para el desarrollo de unos, del FSLN y, más que todo, para poder realmente hacer al pueblo de Nicaragua, un pueblo distinto, para darle armas políticas con las que sea capaz de defenderse; para darle armas orgánicas para que no sea pasto de la reacción o de la confusión; para consolidar esa base humana, material, que a su vez consolida la Revolución y que hace las tareas más fáciles y más rápidas de lograr.
Entonces habría que volver un poco al pasado y recordar las experiencias particulares que, en cuanto a iniciativa y creatividad hemos tenido, al enfrentar problemas que eran tan complejos como los de hoy…. Para poder consolidar de forma permanente su trabajo político y organizativo. Nunca antes ha habido tanta confianza dentro de tantas dificultades como la posee hoy el FSLN.
Siempre fuimos previsores y siempre tuvimos una capacidad increíble para improvisar. Hoy somos poco previsores, hoy improvisamos poco, hoy creamos poco; talvez por que estamos en el poder; tal vez porque el poder nos ha deslumbrado un poco; o tal vez, que sería más grave, porque creemos que ya no puede pasar nada aquí, que ya pasó el período de emergencia, que todo va sobre rieles, que ahora hay un Estado revolucionario y que todo se puede solucionar.
Decimos que sería eso más grave, porque significaría realmente una desubicación estratégica pensar eso; aquí hay todavía el peligro de que sea retrasada esta Revolución, de que sea más sacrificada esta Revolución.
Si no hay conciencia de eso, realmente no se ponen en juego todas las fuerzas del conjunto de sandinistas, para poder hacer más corte este período de emergencia, que a quien más afecta es al pueblo de Nicaragua, a los trabajadores.
A los que siempre han sido la bandera de lucha del FSLN, y que hoy han visto cumplida su esperanza, han visto cumplido su futuro, con el triunfo revolucionario, y que aún se sigue sacrificando y que no confían en su vanguardia y que hoy más que nunca creen en su futuro, y que aún dan su fuerza por ese futuro.
Nosotros, no podemos, ni debemos, pasar a la indolencia, a la pasividad, al mínimo de esfuerzos, para cumplir un deber, para cumplir un horario de trabajo, sino que más bien debemos hacer un esfuerzo mayor que el del horario.
Decía “Modesto” (Henry Ruiz) por ejemplo, en una de sus cartas desde la montaña, que siempre había que afrontar el trabajo de hoy como si fuera para cumplirlo ayer. Significa que siempre debemos estar contra el tiempo, pensar que siempre tenemos tareas retrasadas, siempre estamos con trabajo retrasado.
Entonces, el tiempo no sobra, el esfuerzo no sobra, la voluntad no sobra, la iniciativa hace falta, para poder cumplir las tareas que ayer debimos haber cumplido. Que se cumplan esas tareas lo reclama nuestro pueblo; y ahora, no únicamente nuestro pueblo, sino todos aquellos puelblos que están expectantes por
ver como Nicaragua sale adelante; porque han visto abierta una puerta nueva, una solución nueva, una posibilidad nueva, que no puede morir ahora, que no puede decepcionar ahora. Es una responsabilidad que tiene que ver mucho con el futuro de América Latina, y es nuestra responsabilidad. Tomar conciencia de eso, realmente, genera un sentido del deber, despierta la honestidad que todos cargamos, y te obliga a cumplir el máximo de tareas, en el mínimo de tiempo, y de la forma más correcta posible.
Entonces, con estos elementos dejamos abierto el tema de la mística revolucionaria, que ustedes podrían ahondar más con sus preguntas.
Fin…
Referencias:
«La mística Revolucionaria». Secretaría Nacional de Propaganda y Educación Política del FSLN, “Centro de Publicaciones “Silvio Mayorga” (1980).
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