El 27 de agosto de 1959 en La Habana, Cuba finalizó el Programa Nacional de Educación Rural propuesto por el Comandante Fidel Castro, la creación de 10 mil aulas de rurales. A continuación compartimos fragmentos del discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz ante el Primer Congreso Nacional de Educación Rural, el jueves 27 de agosto.
Quiero expresarles, primero que nada, que este es uno de los actos en el que no me invitaron (risas), sino que yo mismo me invité [¼ ] no es este un acto al que acudo en virtud de un compromiso determinado, de una invitación, sino que solicité expresamente la oportunidad de hablar a los maestros, y en pocos actos he estado tan interesado como en este acto, en el cual, realmente, he venido pensando desde hace muchos días¼
Yo vengo aquí a este Congreso a discutir con ustedes ciertas cuestiones muy importantes¼ Ninguna medida del Gobierno Revolucionario irá jamás contra los principios de la enseñanza y ninguna medida tomará jamás el gobierno que pueda ser en perjuicio de la enseñanza o del maestro.
Se trata sencillamente de la necesidad en que estamos de brindarles la enseñanza a todos los niños de Cuba¼ Como todos ustedes recordarán, los primeros pasos que dimos aun antes de formar parte del Consejo de Ministros, fueron con relación a la enseñan
za. Al llegar nosotros al poder nos encontramos estas realidades: primero, un número extraordinario de maestros con títulos, que sin embargo no tenían trabajo, 600 000 niños aproximadamente o medio millón de niños, que no estaban recibiendo enseñanza, y un gobierno que no tenía recursos frente al cual había un país lleno de necesidades.
El Gobierno Revolucionario no tenía recursos suficientes para afrontar todas las necesidades del país. Contemplaba por un lado el hecho cierto de que teníamos maestros, ya que afortunadamente, al revés de otros países, al revés por ejemplo, de lo que ocurrió en Venezuela donde fueron suprimidas las escuelas para maestros, en Cuba traíamos el arrastre desde hace muchos años, de un gran número de maestros que no tienen aula, que no tienen trabajo, es decir que no pueden ni ganarse la vida con su profesión, ni desarrollar su vocación [¼ ]
Nosotros teníamos, al triunfar la Revolución, por un lado, la escasez de recursos, por otro lado millares de maestros preparados para la enseñanza. No teníamos dinero; pero, en cambio, había entusiasmo y tuve entonces una idea, la idea de convertir en recurso de la nación la capacidad con que contábamos y el entusiasmo con que contábamos. Fue así como hice un intento para lograr movilizar el mayor número de maestros en un esfuerzo por llevar con toda urgencia la educación a los campesinos, y recuerdo bien aquella reunión de los campesinos que tuvimos en la Sierra Maestra, fue tal el entusiasmo con que respondieron los maestros que allí se reunieron aquella tarde, casi tantos maestros como campesinos, es decir, que el magisterio respondió al llamamiento [¼ ]
Cuando tuvimos la idea de utilizar a todos los maestros que estaban sin aula, en un esfuerzo por alfabetizar a todos los niños campesinos, estábamos partiendo de la idea de la escasez de los recursos del gobierno; y me acuerdo de que la base fundamental de aquel proyecto no era aspirar a que los maestros estuvieran dando clases gratuitamente, sino que partiendo del hecho de que había un número enorme de maestros sin aula, y que muchos de ellos iban a estar varios años sin poder enseñar, sin poder prestar ese beneficio al país, sin poder resolver su situación económica, además [¼ ] pensábamos que era realmente criminal que ese enorme número de maestros capacitados para enseñar continuasen con los brazos cruzados, sin ganarse la vida, sin prestar ningún servicio al país, que tanto necesita en estos momentos, que son unos momentos de hechos y no de palabras, mientras cientos de miles de niños iban a permanecer durante años en la ignorancia, mientras cientos de miles de inteligencias iban a permanecer en la oscuridad y en el olvido, porque la república, que tenía maestros, la república, que tenía entusiasmo, la república, que vivía un momento estelar y decisivo de su historia, no tenía unos míseros pesos para pagarles a esos maestros a fin de que fuesen a enseñar a los niños del campo.
Son estas razones demasiado ciertas, demasiado irrebatibles para que pudiésemos sentirnos satisfechos ante la realidad de que no estábamos haciendo el mayor esfuerzo, ante la realidad de que estábamos cometiendo el error de no utilizar los recursos de la nación, porque en realidad no daban para el país otras soluciones de utilizar todo lo que tenemos para marchar adelante. Es mentira que los pueblos avanzan y es mentira que los pueblos resuelvan sus necesidades, y es mentira que los pueblos se engrandezcan y sean felices si no hacen realmente el esfuerzo.
Mucho hemos hablado, mucho hemos hecho todos y nuestra profesión de fe revolucionaria, mucho hemos aclamado nuestro respaldo a la idea justiciera que la Revolución encierra; mucho hemos repetido nuestra decisión de hacer avanzar la Revolución. Muchas veces hemos oído decir que se quieren fusiles para defenderla; muchas veces hemos podido decir que se está dispuesto a dar la vida por ella; pero a poco que analicemos, con absoluta honradez, a poco que analicemos con absoluta sinceridad, a poco que analicemos con alguna profundidad, tenemos forzosamente que reconocer que en muchos órdenes de la vida real, en muchos órdenes de la vida del país, todavía no estamos poniendo en práctica el verdadero esfuerzo que la Revolución reclama. En muchos órdenes de la vida actual de nuestro país, todavía estamos viviendo de ilusiones, todavía estamos viviendo de sofismas, todavía tenemos nuestra mente plagada de falsas ideas y de vicios pasados; todavía estamos pensando dentro del estrecho marco en que estuvimos pensando siempre; todavía no hemos adaptado nuestra mente y nuestros sentimientos a la entera realidad revolucionaria que vive Cuba […]
[…] ¿Acaso no debe el triunfo de la Revolución traer consigo la solución al problema de la enseñanza y la solución al problema de los maestros? ¿Acaso no debe ser el triunfo de la Revolución el fin de la incertidumbre y de la angustia de todos los maestros? ¿Sería correcto resolver el problema de una parte de los maestros y decirles a los demás maestros que esperaran dos, tres, cinco o diez años para dar clases? ¿Sería justo buscar soluciones para una parte solamente, mientras dejábamos en la misma incertidumbre del pasado a los demás? ¿Sería justo resolver el problema a una parte de nuestros niños y dejar sin resolver el problema del resto de los niños, que tienen tanto derecho como cualquier otro a la educación, que no puede ser en una era revolucionaria cuestión de mejor suerte, que debe ser una cuestión de deber moral insoslayable de la nación, que debe ser un deber de todos los maestros? ¿Sería correcto de la Revolución que viniera con la solución raquítica de dar empleo a una parte de los maestros, a dar enseñanza a una parte de los niños mientras el resto de los maestros espera, mientras el resto de los niños espera?
El Gobierno Revolucionario, haciendo un gran esfuerzo, haciendo el esfuerzo máximo que permite la paupérrima economía que nos legaron, ha logrado presupuestar los recursos necesarios para crear 5 000 aulas. Sin embargo, eso sería menos de la mitad de las aulas que se necesitan; el resto de los niños tendría que esperar años, el resto de los maestros tendría que esperar años, porque difícilmente pueda nuestra economía en los próximos años inmediatos allegar los recursos suficientes para volver a crear otras 5 000 aulas.
¿Qué es lo que quiero proponer? Quiero proponer una fórmula generosa para ustedes, de sacrificios sí, pero de honra, de sacrificio, pero de sacrificio a la patria, de sacrificio, pero de extraordinario favor a cientos de niños y como considero que es honesto plantearlo, sin importarme siquiera que puedan algunos —si es que hay alguno en esta obra capaz de no comprender estas verdades—, lo que quiero proponerles a los maestros es que con los mismos recursos que tenemos para crear 5 000 aulas, creemos las 10 000 aulas, que con los mismos recursos que tenemos para dar empleo a los 5 000 maestros demos empleo a 10 000 maestros.
Que en esta oportunidad única de nuestra patria, no se quede un solo maestro esperando, ni se quede un solo niño esperando.
[¼ ] es preciso pensar en el triunfo que significaría para el magisterio de Cuba, para el pueblo de Cuba y para Cuba el ser posiblemente el único país de América que haya llegado a esta posibilidad de atender todas las necesidades de la enseñanza rural, con maestros titulados. Es preciso pensar en que no significaría siquiera un sacrificio grande. No. Porque como la riqueza de nuestro país tiene necesariamente que ir al desarrollo, porque es propósito fundamental del Gobierno Revolucionario realizar ese desarrollo de nuestra economía, cueste lo que cueste, y pase lo que pase [¼ ] nuestra aspiración será poder darle más al maestro cada vez. Solo pedimos una cosa, solo pedimos en nombre de la patria una cosa, solo pedimos en nombre de la Revolución una cosa, y es que no nos pongamos a esperar sin razón a que sea dentro de tres, cuatro, cinco, seis o siete años que cientos de miles de niños reciban el pan de la enseñanza. Que podamos decir al pueblo y al mundo que como un esfuerzo más de nuestra Revolución, que como un esfuerzo más de nuestro pueblo, no quedará un solo niño sin escuela. Y esto significa el desarrollo de la inteligencia de todos nuestros niños; eso significa que no quedará un solo talento que no se abra a la luz; eso significa que no quedará una sola inteligencia sin su oportunidad, ni quedará un solo maestro sin su vocación. Significa la conjugación de los intereses de la nación, del maestro y del niño con un poco de sacrificio hoy, con una compensación futura en lo económico, pero sobre todo algo que no se logra con todo el oro del mundo: la satisfacción de haber servido a su patria en esta hora. La satisfacción de que cientos de miles de niños le agradecerán la cultura que posean, de que el país le agradecerá las inteligencias de que pueda disponer y de que con un poco de esfuerzo hoy, no solo brindaremos la alegría, no a una parte, sino a todos los maestros. No solo aseguraremos su vocación y su porvenir a una parte, sino a todos los maestros. Que no solo resolveremos el problema terrible de la educación a una parte de los niños campesinos sino a todos los campesinos y los maestros estarán dando un ejemplo digno de imitarse: que este ejemplo de sacrificio por los maestros, que esta lección de que tenemos que sacrificarnos hoy si queremos tener felicidad mañana, empiece por los maestros y que los maestros se pongan a la cabeza del civismo del país con un poco de esfuerzo.
Fuente: Granma
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