Ulises Tapia: Tu nombre, tu figura, son banderas de lucha, de coraje y honor; Eres fulgor de gloria, eres claro diamante que en lontanaza brillas; Con luz propia y divina del gentil guerrillero… Que regó con sangre el estrecho sendero: Que nos llevó al penacho Del triunfo, y de la gloria; Y que fue tu amor inmenso por este pueblo heroico: El que te dio el coraje de vencer o morir.
Ulises nació en Managua, el 17 de febrero de 1956, hijo del matrimonio de don José Constantino Tapia Espinoza y doña Rosa E. Roa. El matrimonio Tapia Roa se trasladó en 1957, junto a con sus hijos, hacia Masaya. Sus padres eran opositores a la dictadura militar.
Vivió su infancia y adolescencia en los Barrios La Estación y Países Bajos, respectivamente. Cursó la primaria en una escuela mixta de la ciudad, que actualmente lleva su nombre en su honor. En el año 1974 se graduó de secundaria en el Instituto Nocturno de Masaya. Ese mismo año empezó a simpatizar con el Frente Sandinista de Liberación Nacional a la edad de 17 años y se integró de lleno a la lucha a los 18 años. Su hermano mayor Constantino Tapia Roa es el que incorpora al Cmdt. Ulises Tapia al Frente Sandinista de Liberación Nacional.
“Quiero aclararles que hoy como ayer mi decisión de lucha es indeclinable y que me siento más comprometido por los acontecimientos sucedidos a seguir adelante…” (Cmdt. Ulises Tapia)
A partir de febrero de 1976, se involucró más en el movimiento revolucionario, estableciendo contacto y trabajando con Juan Carlos Herrera, ambos, bajo la responsabilidad del la Comandante Leticia Herrera y el Comandante Camilo Ortega. Sus tareas dentro de la organización estuvieron entre Granada y Masaya, donde realizaba trabajo político, dando entrenamiento militar, para fortalecer las bases del Frente Sandinista, entre militantes y colaboradores en esa zona del país.
En 1976 pasó a la clandestinidad. Junto a su esposa Esther Membreño, con tan solo 19 años, compartió una casa de seguridad con el Comandante Camilo Ortega, Leticia Herrera y Carlos M. Jarquín. Para su familia y la gente conocida, Ulises era un topógrafo que trabajaba en el norte.
Para el año 1977, estuvo en el Frente Norte “Carlos Fonseca” en las montañas del norte del país, entre los días 13 y 25 de octubre, participó en los ataques a la guardia somocista en San Fabían y San Fermando, Nueva Segovia, respectivamente.
También, en octubre de 1977, sus hermanos Constantino Tapia Roa y Adela Tapia Roa, son partícipes del intento de toma del cuartel de la Guardia Nacional en Masaya. Constantino Tapia Roa (hermano mayor de Ulises) es apresado y enjuiciado, mientras que Adela Tapia (hermana mayor de Ulises) pidió asilo en México.
Por los actos del 17 de octubre llegan a catear la casa de su padre José Constantino Tapia Espinoza (por ser progenitor de varios insurgentes), en la casa se encontraban sus hermanas menores Martha, Ivonne, Maribel, Esther y su hijo, junto a Amada Bolaños esposa de su papá y su sobrina Rosadela Escobar Tapia, hija de Adela. Todas ellas fueron llevadas al comando de la guardia para ser encarceladas hasta que sus respectivos esposos llegaran. El objetivo principal era apresar a Ulises y a Constantino. Sólo se presentó su padre y los niños fueron liberados. Esther quedó presa esperando ser enjuiciada.
El 2 de febrero de 1978, el Comandante Ulises Tapia estuvo en las nuevas acciones que realizó el FSLN en contra del Somocismo. Las columnas del Frente Sur tomaron la ciudad de Rivas, las del Frente Interno, Granada.
A mediados de marzo de 1978, Ulises es capturado por el ejército de Honduras en la Hacienda Peñas Blancas en la región de la Lodoza junto con Germán Pomares (el Danto) y el mandador de la hacienda Rafael Quiñónez. La captura fue violenta, a Ulises le pegaron un culatazo en la cabeza que lo dejó inconsciente.
“He tratado de no defraudarlos y creo que he cumplido un poco hasta donde me da mi poca capacidad, mi decisión de lucha es inclaudicable, tené la seguridad de que si caigo es combatiendo”. (Cmdt. Ulises Tapia)
El presidente de Panamá, Omar Torrijos, les dio asilo político, para que no fueron deportados a Nicaragua, ni entregados a la Guardia Nacional. Llegando a Panamá el 31 de marzo de 1978. Posteriormente, se trasladó a Costa Rica, donde vivía una de sus hermanas menores, Ruth Tapia Roa, con su esposo.
Estando en el exilio, Ulises realizó trabajo político. Se preocupaba por la formación ideológica y siempre trató de tener adeptos al Frente Sandinista, empezando por la familia. En Costa Rica convenció al esposo de su hermana Ruth, Sergio Ducasse, francés, quien trabajaba en la OIT de la ONU, que prestaran su casa como casa de seguridad de la Dirección Nacional. De igual forma, entrenaba a los jóvenes que prepararon en la clandestinidad.
Es por eso que cuando surgen los problemas ideológicos de las tendencias, él decide alinearse con los terceristas y él mismo explica: “Los GPP pequeños burgueses, no es una lucha real, son social demócratas, nosotros estamos conectados con el Pueblo. Los GPP no se coordinaban en los momentos de batalla”.
En Junio de 1978, el Comandante Ulises se integró, de nuevo, a la clandestinidad.
Durante la insurrección de Septiembre de 1978, el Estado Mayor de Masaya estaba integrado por los compañeros Hilario Sánchez, Ulises Tapia, Asunción Armengol Ortiz y Mario Alemán. Este, aproximadamente a las 6:30 pm del 9 de septiembre de 1978 lanzó un ataque contra el “Comandito de Monimbó” de la Guardia Nacional. Hacia medianoche, los combatientes sandinistas entraron al lcal donde habían guardias sobrevivientes escondidos, unos se rindieron y otros huyeron.
Al día siguiente, continuaron los combates, el Comandante Ulses estaba al mando de una agrupación de milicianos, ubicados en la casa de Roberto Bolaños, con el objetivo de hostigar el cuartel central de la GN.
El Comandante Ulises cayó en combate el 10 de septiembre de 1978. Su participación en la organización de la insurrección de septiembre de 1978 de Masaya fue fundamental para posteriormente lograr la victoria final el 19 de julio de 1979. Los pseudónimos con los que se conoció al Comandante Ulises Tapia fueron Heberto, Fernando, Róger, Alberto y Ramiro.
El sacrificio que hizo esa generación y esa juventud es sentirse comprometida con dar ese salto, es pensar que ahora, para nosotros, es un poco más sencillo pensar en transformar y hacer un hombre nuevo en este país. Nuestros héroes y mártires derramaron su sangre, dieron su sacrificio, esa generación se abstrajo a la realdad, a tal punto, que dieron su vida por hacer un cambio en el país.
“El estampido del cañón, llenó de dolor la calle, más tu grito de libertad, despertó a toda Nicaragua”.
Recopilado por: Germán Van de Velde
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