Compartimos un artículo de Gustavo Robreño Dolz, publicado en el diario Granma, titulado «José Martí, el primer pensador nuestroamericano». A continuación se presenta el texto:
El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de Nuestra América …
José Martí
No es para nada casual que la ALBA-TCP lleve el nombre de Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, siendo Simón Bolívar y José Martí sus inspiradores y guías, tal como lo confirmaron Hugo Chávez Frías y Fidel Castro Ruz y así lo decidieron en memorable jornada, al concretar esa nueva forma sin precedente, –bolivariana y martiana–, de solidaridad, integración, ayuda mutua y respeto recíproco, muy lejos del hipócrita panamericanismo en que se apoyó la Doctrina Monroe y aun hoy sostiene la agónica y desprestigiada Organización de los Estados Americanos (OEA).
«De América soy hijo, a ella me debo», había dicho ya Martí a Fausto Teodoro de Aldrey el 27 de julio de 1881, al salir de Venezuela, que califica como «Cuna de América», al afirmar en la propia misiva: «Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, ésta es la cuna; ni hay para labios dulces copa amarga, ni el áspid muerde en pechos varoniles…».
Sin duda, es José Martí el primer pensador nuestroamericano, el primero en avizorar, analizar y comprender de conjunto la realidad continental, extraer las conclusiones más acertadas, trazar las perspectivas de sus luchas y de su porvenir y alertar sobre los riesgos que la acechan desde entonces.
Esa visión exacta se expresa, por ejemplo, en el Economista Americano de julio de 1888: «En lo que se escribe ahora por Nuestra América imperan dos modas, igualmente dañinas, una de las cuales es presentar como la casa de las maravillas y la flor del mundo a estos Estados Unidos, que no lo son para quien sabe ver; y otra propalar la justicia y conveniencia de la preponderancia del espíritu español en los países hispanoamericanos, que en esto mismo están probando precisamente que no han dejado aun de ser colonias…».
Martí abrió los ojos de Nuestra América ante lo que llamó como «peligro mayor» por parte del «vecino formidable» y así sentencia en su testamento político, que es la ya conocida carta inconclusa a su amigo mexicano Manuel Mercado, –malintencionadamente oculta por algunos de sus biógrafos–, en la cual, de manera rotunda y explícita, reconoce como deber «impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América…». En este sentido, es terminante al afirmar: «Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso…».
En el aniversario 130 de su publicación, el ensayo martiano Nuestra América mantiene vigencia plena; su interpretación y estudio se convierten en guía para la acción de los pueblos latinoamericanos y caribeños. En el propio ensayo, el Apóstol nos dice: «La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia».
Al cabo de más de un siglo, a la espada de Bolívar y al pensamiento de Martí les queda todavía un trecho por avanzar, en medio de las duras luchas por la soberanía y la justicia social de «las repúblicas dolorosas de América», frente a los intentos insaciables del imperio yanqui.
Nuestra América es el más valioso aporte martiano a esas luchas, en el campo de las ideas.
Fuente: http://www.granma.cu/
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