Durante la historia de Nicaragua se han desarrollado batallas entre opresores y oprimidos; el Pueblo siempre buscando liberarse del yugo imperialista.
Entre 1927 – 1933, Nicaragua estaba intervenida militarmente por los marines yankees. Los partidos políticos más fuertes de aquel entonces, el liberal y el conservador, defendían los intereses del gobierno de Estados Unidos.
Presidentes como Adolfo Díaz, Emiliano Chamorro y el traidor José María Moncada vendieron la dignidad del Pueblo y se la entregaron en bandeja de Plata al gobierno de Estados Unidos. Tal como lo pretende hacer la derecha actual en Nicaragua, si llegaran al poder.
Desde ese momento, el gobierno de Estados Unidos dominó Nicaragua. Los marines yankees violentaron al pueblo de una forma atroz y sanguinaria. Solo el padre de la Dignidad Nacional, el General Augusto C. Sandino, fue capaz de hacerle frente al gobierno de Estados Unidos. Precisamente, es el General Sandino quien describe las atrocidades del invasor en suelo Patrio:
Todo lo que encontraron (los yankees) a su paso ha sido reducido a cenizas; el trabajo y sacrificios de humildes campesinos fue destruido por la horda de conquistadores. Centenares de doncellas y respetables matronas han sido violadas; asesinadas por los que están haciendo creer al mundo el desinterés que tienen para pacificar a nuestro país.
En aquel momento, fue el General Sandino con el EDSNN quienes hicieron frente a ese proceso colonizador. El repudio de los patriotas nicaragüenses a los yankees fue muy grande, así también lo expresa el General Sandino:
Por tan tremendos delitos de esas fieras humanas hay para ellas odio, mucho odio, santo de los patriotas nicaragüenses. El salvajismo yankee no encontrará una palabra de misericordia mientras vida tenga Sandino, y su Ejército combatirá carbonariamente hasta arrojar a estos aventureros fuera de nuestro territorio[1].
Por medio de esta lucha, los yankees recibieron la primera derrota militar de su historia. Ese momento crucial fue el 1 de enero de 1933, cuando los marines yankees fueron expulsados de Nicaragua.
Sin embargo, el país quedó a cargo de gobiernos corruptos. Los partidos conservador y liberal pactaron con el gobierno de Estados Unidos el asesinato del General Sandino.
Con esto, se instaló una de las dictaduras más feroces de América Latina. La familia Somoza (el último marín yankee) estuvo más de cuarenta años en el Poder. Durante este período, Somoza y la Guardia Nacional sometieron al Pueblo en otro momento histórico lleno de miseria, masacre y hambre.
El Frente Sandinista de Liberación Nacional, con el Comandante Carlos Fonseca a la Vanguardia, fue la alternativa popular que surgió al observar que, ni los liberales, ni los conservadores debían seguir gobernando Nicaragua.
El 19 de julio de 1979, triunfó la Revolución Sandinista. Desde ese momento, el FSLN con el Comandante Daniel Ortega a la vanguardia, es el instrumento político del Pueblo para gobernar.
Durante más de 40 años de existencia, el FSLN ha defendido los intereses de las masas populares. Con sacrificio y valor, lucha para generar un proceso transformador de la sociedad, incrementando su nivel de vida, su cultura y su arte.
El pueblo es consciente de la historia de nuestro país. El pueblo es consciente de que el FSLN es como un “árbol de raíces profundas” que no podrá ser derribado jamás.
Hoy más que nunca, el Pueblo conoce el papel histórico que juega frente a esta nueva coyuntura. No hay tiempo para vacilaciones. El Pueblo no puede dejarse confundir e influenciar por las mentiras del imperialismo y sus lacayos nacionales.
¡Esta es nuestra esperanza! Para que este país jamás retroceda y que esta Revolución jamás retroceda y que toda la Dignidad y la Gloria que hemos adquirido, no pueda destruirla nadie.
¡Ese es nuestro compromiso! Por nuestros mártires gloriosos, por nuestros muertos heroicos, con orgullo lo proclamamos hoy y con orgullo repetimos, socialismo o muerte. ¡Patria Libre o Morir!
[1] Referencias: Ramírez, S. (1984). «El pensamiento Vivo / Augusto C. Sandino». Tomo I. Editorial Nueva Nicaragua, colección de pensamiento vivo 4. p.p. 218 – 219