Argentina se convirtió recientemente en el sexagésimo séptimo país del mundo donde la mujer puede interrumpir el embarazo sin restricciones. La noticia fue recibida como una gran victoria del movimiento feminista argentino y mundial, y llama a revisar cómo se mueve el tema a escala global.
La legislación abortiva es bien diversa y cada país es una individualidad en ese sentido. Sin embargo, pueden agruparse en cinco grandes grupos, tal como fueron enunciados por la Organización No Gubernamental (ONG) Centro de Derechos Reproductivos.
Estos cinco grupos son: prohibido, permitido para salvar la vida de una mujer, permitidos para preservar la salud, permitido bajo amplios fundamentos sociales o económicos y a solicitud de la mujer (con libertad).
Hasta mediados del siglo XIX, no existían legislaciones en materia de aborto, este se practicaba de manera libre. La regulación de tal práctica tuvo lugar a raíz de la necesidad de proteger a la mujer del envenenamiento que habitualmente causaban las drogas destinadas a provocar el aborto, las que, dicho sea de paso, se vendían libremente en las farmacias.
Posteriormente, el tema adquirió un matiz religioso y con implicaciones ético – jurídicas, relacionadas estas con la adquisición de derechos por parte del feto no nato. Algunos ordenamientos jurídicos consideran que le asisten todos los derechos de una persona; y otros, que los derechos se adquieren al momento del nacimiento.
Hay un tercer grupo que pondera el derecho de la mujer (y de ambos padres, por extensión), a decidir sobre el desarrollo del embarazo. Esto último, durante un período inicial de tiempo, posterior al cual, se prohíbe el aborto, por ser perjudicial a la salud de la mujer.
El primer país en legalizar el embarazo fue la desaparecida Unión Soviética, que en 1920 promulgó un decreto habilitando a la mujer para decidir libremente sobre la terminación del embarazo. Fue una decisión adelantada a su tiempo, según historiadores contemporáneos.
Otros países del entonces bloque socialista, como Hungría, Polonia, Bulgaria y Checoslovaquia, adoptaron similar postura en la década de los 50 del siglo XX. A ellos se sumó Inglaterra en 1967.
Pero antes, en 1936, Cuba despenalizó el aborto, legalizándolo de facto. No obstante, la Mayor de las Antillas dio un paso más en ese sentido en 1965 (con la Revolución en el poder), al reconocer el aborto como un derecho de la mujer y un procedimiento médico más, dentro del sistema de Salud Pública recién inaugurado en aqullos momentos.
Estados Unidos declaró la legalidad del aborto en 1975, lo que impulsó que esa práctica se extendiera por Europa, con Francia Francia, Austria y Suecia en ese propio año, Alemania Occidental y Dinamarca al año siguiente, Luxemburgo en 1978, Holanda en 1981, Portugal en 1984, España en 1985, Grecia en 1986 y Bélgica en 1990. Otros países de todos los continentes se fueron sumando, hasta totalizar 67 (incluyendo Argentina) los que permiten el aborto sin restricciones.
En América Latina y el Caribe, además de Cuba y Argentina, Uruguay, Guyana, Guyana Francesa y Puerto Rico, permiten la interrupción voluntaria del embarazo.
Otras naciones permiten el aborto pero con restricciones, tal es el caso de los latinoamericanos Chile, Bolivia, Paraguay, Brasil, Perú, Ecuador y Colombia, entre otros, además de territorios de todas las latitudes.
Asimismo, hay países que lo tienen totalmente prohibido. En ese grupo, por el área latinoamericana, están El Salvador, Honduras, Nicaragua, República Dominicana y Haití.
Fuente: https://telesurtv.net/
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