Compartimos un artículo de Manuel Espinoza, titulado «El Estado Profundo en el gobierno de Biden». A continuación se presenta el texto:
Donald Trump dio un importante discurso que nos permite develar la falta de democracia y la profunda corrupción sistémica en los Estados Unidos. Lo primero no nos interesa, pero lo segundo tiene que ver con el negocio de la guerra, la destrucción y esclavitud de los pueblos.
El primer discurso fue durante su toma de posesión el 20 de enero del 2017. Ese día desenmascaró al famoso “Establishment” (Élite de poder) que hoy conocemos como el “Estado Profundo” (Deep State) como una cruda realidad del poder en la sociedad norteamericana.
“….Durante demasiado tiempo, un pequeño grupo en la capital de nuestra nación ha cosechado las recompensas del gobierno, mientras que la gente ha asumido el costo. Washington floreció, pero la gente no compartió de su riqueza. Los políticos prosperaron, pero los trabajos se fueron y las fábricas se cerraron”.
“El Establishment se protegió a sí mismo, pero no a los ciudadanos de nuestro país. Sus victorias no han sido tus victorias; sus triunfos no han sido tus triunfos; y aunque celebraron en la capital de nuestra nación, hubo poco que celebrar para las familias en apuros en toda nuestra tierra”. “Todo eso cambia, comenzando hoy aquí….esta carnicería estadounidense se detiene aquí y se detiene ahora mismo”.
Trump se refería al ejercito de burócratas, tecnócratas y políticos en el congreso y gubernaturas que desde sus posiciones a todos los niveles del gobierno USA le hacen el negocio lucrativo al verdadero capital mono y oligopólico; lo que convierte al final al gobierno en una marioneta que baila al son de enormes sumas de dólares.
Trump vs el Estado Profundo
Por eso al día siguiente, Trump visitó la Central de Inteligencia (CIA) y presentó a Mike Pompeo, su nominado al puesto de Director, un republicano de Kansas, miembro del Tea Party dentro del Partido Republicano y miembro de la Cámara de Representantes de 2011 a 2017. Pompeo había criticado a Hilary Clinton durante las audiencias sobre lo ocurrido en Bengasi, una de las mayores acciones de ataque mediático de los republicanos contra la candidatura presidencial de Clinton.
La visita tenía la urgencia de darle a entender a toda la comunidad de inteligencia (entre estas el FBI y la NSA) quién era el jefe principal ahora y que de igual manera que estaba sustituyendo al Director en la CIA, John Brennan, lo haría con los directores del resto de agencias secretas, sobre todo de aquellas que estaban iniciando el ruido de la “injerencia rusa a favor de su victoria electoral”, que ya empezaba a tener eco en los medios de comunicación norteamericana.
Trump, que viene del Establishment, conocía a ciencia cierta los métodos de presión y chantaje que instituciones como el FBI, la CIA, NSA, suelen implementar contra los mismos presidentes de EEUU en función de autorizar los contratos de compra por parte del Estado federal del armamento y tecnología para las guerras abiertas de intervención y toda una gama de acciones ilícitas internacionales para complacer los bolsillos de sus verdaderos jefes empresarios en el establishment.
Estos métodos de coerción que implementan los servicios secretos a través de los escándalos políticos prolongados, son parte de su arsenal permanente y su modus operandi. Como ejemplos recientes, están los escándalos de Hilary Clinton siendo Secretaria de Estado sobre la muerte del embajador USA Christopher Stevens, varios soldados y funcionarios en Bengasi y el famoso descubrimiento del mal manejo de sus correos oficiales electrónicos, que la mantuvieron bajo el escrutinio público durante toda la campaña electoral creándole toda una situación adversa de opinión pública.
Una filtración decisiva
A partir del 28 de octubre del 2016, a tan solo 11 días de las elecciones, el escándalo fue mucho mayor. Los medios corporativos difundieron una filtración del republicano Jason Chaffetz, presidente del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, sobre que el FBI había encontrado más correos electrónicos de Hillary en la computadora de Anthony Weiner (esposo de una asistente de Hillary Clinton), que permitían reabrir el caso. Como resultado, la ventaja de Clinton sobre Trump en las encuestas descendió del 5.9% al 2.9%. En los estados indecisos, su ventaja se redujo del 4.5% al 1.7%.
Trump entendió que la “involuntaria y necesaria” comunicación del FBI al congreso para informarle lo encontrado, había contribuido a darle el golpe final a las aspiraciones presidenciales de Hillary Clinton y a dos términos de administración demócrata. Desde luego, Trump –que conoce esos métodos– no los creía tan “involuntarios” porque desde la oficina del FBI en Nueva York le habían filtrado sobre eso dos días antes al ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, republicano y amigo personal de Trump, quien prontamente apareció en el canal Fox News y dijo que Trump tenía “una sorpresa o dos de las que escucharían en los próximos dos días”.
Trump entendió con claridad que la filtración del FBI en Nueva York era el mensaje del nivel superior del “Estado Profundo” que apoyó a Hillary al inicio pero que ya la había descartado como futuro presidente de EEUU y que su apuesta estaba ahora en su futura administración presidencial. Por eso, como en toda película de mafiosos, solo era cuestión de ponerse de acuerdo en el futuro y no romper las reglas de un juego corrupto ya institucionalizado y con serios jugadores en el gobierno norteamericano. Solo que había un detalle y es que Trump era un magnate que no se iba a subordinar a funcionarios burócratas.
Trump entendió lo que se traían entre manos los servicios secretos tras varios encuentros con el director del FBI, James Comey, (quien fue el que comunicó “involuntaria” pero necesariamente al congreso sobre el redescubrimiento de más correos electrónicos de Hillary) y que inmediatamente, tras haber ganado las elecciones en noviembre del 2016, le compartió a Trump sobre la investigación inicial acerca de “la injerencia rusa” en la campaña del magnate, donde participaban también la CIA y la NSA, entre otras agencias del club de inteligencia.
Y es sobre este nivel burocrático gubernamental del “Estado Profundo” al que se refiere Jason Chaffetz en su libro de 2018, publicado bajo el nombre “El Estado profundo: cómo un ejército de burócratas protegió a Barack Obama y está trabajando para destruir la agenda de Trump”. En su obra, explica cómo el gobierno federal se había convertido en una rama del Partido Demócrata en la última década y cómo le ayudó a sobrevivir a la administración Obama de los escándalos prolongados y por qué luchan dentro del sistema para su propio beneficio.
Trump se desprende de sus mentores
De ahí, que Trump hizo hasta lo imposible para despedir desde su llegada a la Casa Banca a tantos funcionarios especialistas heredados del gobierno federal de la era de Obama, que se conocen como el “BLOB” (la elite de política exterior). Con esto aseguraba cierto nivel de lealtad personal y política con los nuevos contratados, no sin dejar de caer en la mediocridad de las decisiones y acciones de política exterior que con bastante lógica le acusan hoy dentro y fuera del país e inclusive hasta sus aliados y por la que ahora paga un precio muy serio en su revés electoral.
Basta con repasar la problemática crítica de funcionabilidad del ejecutivo en sus primeros seis meses al no poder ubicar a verdaderos especialistas en su gabinete como fue el caso de su secretario de Estado o el consejero de Seguridad nacional. Sobre mucho de su irracionalidad personal y política y de su actuación mediocre en todas las esferas de su administración, basta con leer el libro de John Bolton de junio de este año: “La oficina donde sucedió: una memoria de la Casa Blanca”.
Pero su lucha contra apenas ese nivel burocrático del Deep State parece, que no ha tenido un final feliz. La deserción permanente hasta hoy día tras su evidente derrota electoral, la fuga de información, el resentimiento interno y asolapado de los funcionarios a todos los niveles por su soberbia y egocentrismo debilitaron mucho a la administración Trump.
La estrategia de ser el único interlocutor entre capital financiero y la industria militar, tecnológica y energética y no a través de cuadros intermedios parece tener ya un final con la llegada de Biden. Parece resistirse aun a reconocer que el “Estado Profundo” utiliza tanto a los partidos en el poder como en la oposición para sus beneficios corporativos de lucro. Al final el BLOB y el mismo son productos del mismo sistema.
El retorno de la mafia de la política exterior
Hoy, ese enorme complejo de burócratas, tecnócratas y plutócratas que algún día Trump creyó expulsar del gobierno, han hecho un enorme capital desde las empresas privadas y centros (o fábricas) de pensamiento (“Think Tanks”), que los contrataron al terminar el periodo de Obama. Mientras Trump lucha por impedir “jurídicamente” la llegada de Joe Biden a la casa Blanca, los de la mafia de la política exterior (BLOB, por sus siglas en inglés) están instalándose rápidamente en el gabinete de Biden y en todos los niveles del gobierno. Desde ya amenazan no solo los vestigios de política exterior que herede la administración Trump, sino que también al mundo entero.
Al revisar a los ya anunciados funcionarios a integrar la administración Biden en los puestos claves entorno a la seguridad nacional, uno puede comprobar la conexión entre los tres niveles principales del “Estado Profundo”. El primero de forma ascendente, compuesto por los funcionarios del gobierno norteamericano que junto a los del segundo nivel que integra a los estudiosos en los centros de pensamiento, inventarán las supuestas amenazas de seguridad nacional y recomendaran e implementaran las acciones necesarias para la seguridad de EEUU.
Esto solo se puede conseguir si se asegura la compra del armamento necesario con la tecnología adecuada y para eso están los productores, fabricantes y empresas vendedoras de dichos productos de muerte con sus ejércitos de contratistas y cabilderos que tienen por comprador número uno al Estado federal. Estos son los repartidores de la “gratitud” sin límites del nivel superior del “Estado Profundo”.
Un pequeño ejercicio analítico al revisar las fichas técnicas de por lo menos cuatro de los funcionarios propuestos que ocuparán cuatro puestos clave que involucran permanentemente a EEUU con sus guerras rapaces, nos pueden esclarecer qué grado de continuidad o cambio tendrá la política exterior que conducirá la administración Biden. Sobre todo, si entendemos que estos ya estuvieron en puestos similares hacia Libia, Siria y Yemen durante los dos términos de la sangrienta administración Obama.
Los criminales escogidos por Biden
Jacob Jeremiah Sullivan. Propuesto para Asesor de Seguridad Nacional. Fue Vice Jefe de gabinete del Hillary Clinton como Secretaria de Estado. Desde el 4 de febrero de 2011 hasta el 4 de febrero de 2013 fue Director de Planificación de Políticas. Eso lo involucra con la generación de las guerras contra Libia y Siria. Entre 2013 y 2014 fue Consejero de Seguridad Nacional del Vicepresidente de los Estados Unidos Joe Biden. Aconsejó al Gobierno estadounidense en la elaboración del acuerdo nuclear con Irán. Tras la derrota electoral de Hillary Clinton se unió a la empresa Macro Advisory Partners, que se especializa en asesoría de riesgos. Asesoró a las empresas Lyft y Uber.
A partir de 2020, es un “distinguido” miembro no residente de Carnegie Endowment for International Peace. Es el centro de pensamiento “Think tank” número uno de carácter global con sedes en Beirut, Bruselas, Beijín, Kazajstán, Moscú y la India desde donde ejecutan sus programas regionales y continentales. El presidente de la organización es el ex subsecretario de Estado de EEUU William J. Burns.
Avril Danica Haines anunciada como Directora de Inteligencia Nacional, que supedita a la comunidad de inteligencia USA (16 agencias). Con una larga carrera de servicio en asuntos legales primeramente en el Departamento de Estado, luego para la parte demócrata del comité del Senado sobre Relaciones Exteriores, cuando el presidente del comité era Joe Biden.
Regresó de nuevo al Departamento de Estado. En 2010, Haines fue nombrada como Asistente Adjunto del Presidente y Consejero del Presidente para Asuntos de Seguridad Nacional en la Casa Blanca. En 2013 fue seleccionada como vice directora de la CIA. En 2015 fue nombrada Asesora Adjunta de Seguridad Nacional. Tuvo mucha relación en la determinación de la política de la administración Obama sobre “asesinatos selectivos” por drones, ejecutado a través de 563 ataques a en Paquistán, Somalia y Yemen, con el resultado de unas 3,797 asesinadas.
La relación de Haines con el Estado Profundo se rastrea en Palantir Technologies, ubicada entre las más valiosas empresas privadas de tecnología de Silicon Valley. Es una empresa de software que se especializa en análisis de tecnologías de big data, conocida por proyectos como Palantir Gotham, que es utilizado por analistas antiterroristas y cibernéticos en guerra de información en oficinas del club de inteligencia y del Departamento de Defensa. Con Obama, a partir de 2013, los clientes de Palantir incluían a la CIA, DHS, NSA, FBI, CDC, el Cuerpo de Marines, la Fuerza Aérea y el Comando de Operaciones Especiales. Palantir es una de las cuatro grandes empresas de tecnología que han comenzado a trabajar con el Servicio Nacional de Salud para en relación al Covid-19 y varios países han utilizado su métodos para “rastrear y contener el contagio”.
Haines fue empleada de WestExec Advisors, una empresa de asesoría en estrategia política. Extrañamente, desde junio de este año ella eliminó las referencias en internet de sus vínculos con Palantir y otras corporaciones para evitar develar su relación. ¿Por qué?
Anthony John Blinken esta propuesto para Secretario de Estado. Durante la administración de Bill Clinton sirvió en el Departamento de Estado y en puestos de alto nivel en el personal del Consejo de Seguridad Nacional. Entre los cargos ocupados en su dilatada trayectoria, están: (2001-2002) miembro relevante del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales; (2002-2008) Director de personal demócrata del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos; (2009-2013) asistente adjunto del presidente y asesor de seguridad nacional del vicepresidente Joe Biden.
Blinkien fue uno de los principales colaboradores en el diseño de la política Obama hacia Afganistán, Pakistán y el programa nuclear de Irán. Apoyó la intervención militar de 2011 en Libia y la guerra proxy con los rebeldes sirios. De 2014 a 2016 sustituyó a William Joseph Burns como subsecretario de Estado. Está involucrado en la asistencia económica a Israel para reponer su arsenal de misiles “Iron Dome” usados contra los palestinos. Es el arquitecto del proyecto de desestabilización de Ucrania y de todo el apoyo a Arabia Saudita en su guerra contra Yemen. En su concepción, prevalece el criterio de lidiar posiciones con el uso de la fuerza y no con la negociación.
En el sector privado, Blinken cofundó WestExec Advisors, y es socio de una empresa de capital privado “Pine Island Capital Partners” de la cual renunció este año para integrar la administración de Biden; también es miembro del Consejo de Relaciones Exteriores y analista de asuntos globales para CNN.
Las fábricas de pensamiento como el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales y el Consejo de Relaciones Exteriores, se especializan en dibujar futuros escenarios en las relaciones internacionales, su dinámica de conflicto y los cambios necesarios en la balanza de poder a favor del poderío y de la supremacía norteamericana. Desde ahí se han procurado las dos guerras mundiales, la Guerra Fría y las artificiales “revoluciones de color” y “primavera”. El Consejo de Relaciones Exteriores es lo que se llama un bróker (agente) de desestabilización.
Michèle Flournoy también estuvo en la lista de los principales prospectos a ser nombrada Secretaria de Defensa pero su papel en la fundación de la empresa WestExec Advisor y su extensa relación profesional adquirida como funcionario del gobierno de Obama, ha puesto en evidencia el circulo vicioso de interés y corrupción de empresas privadas, centros de pensamiento y funcionarios ubicados en puestos claves con el verdadero núcleo del capital del Estado Profundo del Complejo Militar Industrial, Silicón Valley y Wall Street o sea la industria de la defensa, las empresas de capital privado y los fondos de cobertura.
En su manera de actuar, WestExec Advisor es igual a la empresa Kissinger Associates y muy asociada al capital judío para el apoyo a Israel. Entre la lista de clientes de WestExec Service están Jigsaw de Google, la empresa israelí de inteligencia artificial Windward y Fortune 100 types. Todo parece que Flournoy tendrá que esperar a que los resultados electorales sean definitivos a favor de Biden y que en Georgia se logre crear un desbalance a favor de los demócratas en el congreso, ya que de lo contrario los republicanos ya están listos a no aceptar muchas de las nominaciones a los cargos claves en el gobierno de Biden.
Lloyd James Austin III es el nuevo candidato a ser Secretario de defensa. Un general de cuatro estrellas retirado. Encabezó la invasión de Irak en marzo de 2003. Desde ese año hasta 2005, fue comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Combinada 180, durante la Guerra de Afganistán y como comandante general de la 10ª División de Infantería Ligera. Ascendido a teniente general, entre 2006 y 2008 asumió el mando del XVIII Cuerpo Aerotransportado. De 2008 a 2010 fue el segundo jefe de la fuerza Multinacional en Iraq dirigiendo las operaciones de aproximadamente 152 mil soldados. Entre 2010 y 2011 asume como Comandante General de las tropas intervencionistas Iraq. De 2011 a 2013 fue vicejefe de personal del ejército. De 2013 a 2016, Jefe del Comando central CENTCOM. Tuvo mucho que ver con el involucramiento del ejército USA en Siria.
Una vez retirado, en el sector privado destaca como miembro de dirección Raytheon Technologies, una empresa contratista militar. Miembro de la junta directiva de Nucor y director independiente de Tenet Healthcare una empresa de consultoría.
Los análisis retocados hablan de la procedencia afroamericana o latina de muchos de los posibles altos funcionarios del posible gobierno de Biden. Pero eso deja de ser relevante porque en primer lugar el problema racial y de discriminación a las minorías no se soluciona así. El problema para el mundo entero es su nivel de psicología imperial y el grado de corrupción a la que están ligados. Este tipo de burócratas jamás estarán preocupados por nuestros problemas. Lo único que persiguen es la supremacía norteamericana a toda costa.
El mar de sangre de Iraq con más de 150 mil muertes, Afganistán más de 100 mil muertes, Libia 25 mil, Siria con más de 570 mil muertes, Yemen con 233 mil muertes, Ucrania con más de 15 mil muertes y el hambre en Irán y Venezuela llevan su firma.
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