A continuación reproducimos el texto integro del discurso pronunciado por el Comandante de la Revolución, Tomas Borge Martínez, en León, Nicaragua, el 29 de septiembre de 1982 con motivo de la ceremonia del V Aniversario de la Asociación de Mujeres Nicaragüenses Luisa Amanda Espinoza, titulado «La Mujer y la Revolución Social».
¿Cómo se sienten? ¿Tienen calor? Exclamaciones de: «¡No!»
¿No están preocupadas por el encierro y por el calor, no? [Exclamaciones de: ¡No! y «Dirección Nacional ¡Ordene!]
Quien debe estar preocupado es el imperialismo, con todo el calor y entusiasmo revolucionario de las mujeres nicaragüenses; [Aplausos y consignas] porque en el corazón de las mujeres nicaragüenses no simplemente hay calor: ¡hay fuego! [Aplausos y consignas] Creo que lo primero que tenemos que hacer es saludar a nuestras compañeras invitadas;
A la compañera representante de Venezuela, ministro para los asuntos de la mujer, Mercedes Pulido.
A la compañera representante de Cuba, la secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas, Dora Carcaño, y a un grupo de mujeres que representan a Chile, a Guatemala a República Dominicana y al compañero embajador de nuestra hermana república de Bulgaria. [Aplausos y consignas].
Queridas compañeras:
En el mundo de hoy se están produciendo cambios profundos, nuevos partos históricos se dan en medio de dolores, angustias y resplandores heroicos. La Revolución Social está a la orden del día en África, Asia y América Latina. Centroamérica está convulsionada por terremotos sociales y los pobres de todas las latitudes exigen, con cada vez más vigor, transformaciones profundas dentro de viejas y podridas estructuras de la explotación de clases y del dominio imperial. Ya en Nicaragua, tierra de volcanes y de cachorros sueltos, estamos conquistando con la Revolución Sandinista la liberación nacional. Es por lo tanto normal, absolutamente lógico que ahora se hable de una nueva revolución, de la revolución de la mujer, es decir, [Aplausos] de una revolución que va a completar el proceso de liberación nacional. Muchas de esas mujeres que participan en esta Revolución se quedaron allá afuera, miles de compañeras no pudieron entrar aquí y no queremos hacerle ninguna crítica a nadie, pero nos parece que hubo una subestimación de la capacidad de lucha y del entusiasmo revolucionario de las masas. Las masas revolucionarias tienen fresco su entusiasmo y no podemos programar aquí que vengan dos mil mujeres, porque eso no se puede decretar; vinieron miles de mujeres que desafortunadamente no pudieron entrar a este local. ¡Que nos sirva de experiencia para tener más confianza en las masas! [Aplausos]. Y sobre todo para comprender que nuestras mujeres están llenas de espíritu revolucionario y entusiasmo patriótico [Aplausos].
Queríamos agregar aquí un saludo especial a la compañera representante del pueblo hermano de El Salvador: la compañera Ana María. [Exclamaciones de: «¡Revolución o muerte, El Salvador vencerá!»]
A la cabeza de esta nueva Revolución creo que sería justo que dijéramos que están las madres de nuestros mártires, esas viejecitas queridas que tenemos ahí frente a nuestros ojos [Aplausos]. Y dentro de esta Revolución tenemos que entender cuál debe ser la posición de la mujer dentro del organismo social que forjó con su sangre el pueblo nicaragüense; se trata ahora de encontrar los mecanismos que desaten la energía y capacidad de la mujer para que se convierta en un miembro pleno, con todos los derechos dentro de la nueva sociedad.
La cuestión de la mujer no es más que un aspecto del fenómeno social en su conjunto. La respuesta definitiva a la liberación de la mujer sólo puede ser entendida con la solución total de las contradicciones de clase, de las enfermedades sociales que se originan en una sociedad, como la nuestra, liberada políticamente, pero que aún tiene atada al cuello la soga de la dependencia económica.
Sin embargo, debemos tener paciencia para tratar el problema de la mujer de una forma independiente y concreta. Tenemos que hablar de cómo era la posición de la mujer antes y después de la victoria revolucionaria y cuál será la posición de la mujer en el hermoso futuro que vamos a construir. Incluso, aunque sea brevemente, tenemos que hablar de la mujer en el contexto del desarrollo histórico de la humanidad.
Si leemos los libros antiguos, podemos conocer cuán grande ha sido la dolorosa discriminación de la mujer. En la sociedad esclavista, igual que en la sociedad feudal y capitalista, las clases trabajadoras han sido explotadas y oprimidas. Las mujeres, en general todas las mujeres, han sido oprimidas: pero las mujeres trabajadoras han sido oprimidas y explotadas como trabajadoras y como mujeres. Los trabajadores han adquirido plena conciencia de que son víctima de la explotación; las mujeres, inclusive, han adquirido conciencia de su explotación en tanto que trabajadoras, pero ha sido mucho más lenta y compleja la toma de conciencia de su grado de opresión como mujeres.
La mujer fue el primer ser humano esclavizado sobre la tierra; incluso la mujer fue esclava antes de que existiera el estado de la esclavitud. Como se sabe, la dependencia y opresión social radica en la dependencia económica del oprimido con respecto del opresor y la mujer fue dependiente económicamente del hombre aún antes de que surgiera la explotación del hombre, aún antes que surgiera la explotación de una clase con respecto a otra clase. Esta realidad ha hecho que algunos farsantes ideológicos que sostienen la filistea filosofía sexual de que la mujer es un ser dependiente por naturaleza se parezcan como dos gotas de agua a quienes sostiene la tesis de que la diferencia entre ricos y pobres siempre ha existido y siempre existirá porque responde al orden natural de las cosas. La experiencia, sin embargo, ha demostrado que las relaciones entre los sexos se transforman igual que las relaciones entre las clases en la medida que se transforma el modo de distribución y de lo producido.
Naturalmente – y esto viene a confirmar la relación entre sexo y economía dentro de un contexto de desarrollo social que no viene al caso profundizar ahora – hubo épocas en que la mujer desempeñó un papel primario en la familia dentro de lo que se llamó el matriarcado, pero lo importante es lo que queremos puntualizar, es que a lo largo de la historia, lo que ha predominado es el dominio y la opresión del hombre sobre la mujer.
En la antigüedad, la mujer carecía por completo de derechos, y en el presente en muchos lugares carece totalmente de derechos y en Nicaragua todavía la mujer no ha conquistado, ni remotamente, todos sus derechos. Era comprada para el patrimonio igual que se compra cualquier objeto. A la mujer se le imponía, entre otras cosas, la castidad más rigurosa e incluso la bárbara prohibición del disfrute sexual, mientras que el hombre se tomaba el derecho a convivir incluso en la misma casa con varias mujeres. Si en la noche de bodas el hombre creía o simplemente sospechaba que la mujer había perdido previamente la virginidad, tenía el derecho no sólo de repudiarla, sino también de matarla. Antes, eso era antes. Incluso, parece mentira, todavía hay quienes se toman el derecho de repudiar a una mujer por esas razones. Todavía en la época actual.
Según el quinto libro de Moisés, en la Biblia, el hombre tenía el derecho de repudiar a la mujer recién casada tan sólo porque le produjera un simple disgusto. En algunas sociedades la mujer era destinada a las tareas más pesadas, tratada virtualmente como un animal de carga, a veces con menos consideración que un animal doméstico. En el seno de la familia el nacimiento de una niña era considerado como motivo de duelo y el nacimiento de un varón daba origen al regocijo y a la fiesta. Ya en la Edad Media hubo cierto auge del romanticismo y la caballerosidad hacia la mujer, lo que escondía discriminaciones tan brutales como el uso del cinturón de castidad. Los caballeros andantes dejaban a su mujer y le ponían un cinturón de castidad y metían a sus mujeres a los conventos por razones familiares o de honor y muchas veces por razones económicas.
La sociedad capitalista viene, bajo los lemas de «igualdad y fraternidad», a reafirmar la discriminación de la mujer, fundamentalmente en el terreno económico. Se abre la posibilidad, en esta etapa del desarrollo, a la participación de la mujer en las tareas productivas. A la burguesía le interesa y le conviene ampliar el mercado de oferta de trabajo para tener un mayor ejército de desocupados y una menor presión salarial. Esto explica la presencia de la mujer en los centros fabriles, donde empieza a ser explotada como trabajadora y como mano de obra más barata en relación con el hombre. Mas, en la sociedad capitalista moderna, aún cuando la mujer participa o puede participar en la producción, subsisten fuertes remanentes de la discriminación brutal de que fueron objeto las mujeres en las sociedades anteriores.
¿No constituye por ventura, una venta de la mujer cuando ésta se casa con un hombre adinerado, sin que jueguen ningún papel los sentimientos? ¿Qué cosa es el acto del terrateniente o del burgués capitalista cuando posee una trabajadora que está bajo su dominio sin que no exista más que el impulso egoísta y brutal de la posesión y el devenir inmediato del repudio y de la repugnancia? ¿No es igualmente fruto de esta herencia la pretensión masculina que todavía subsiste dentro de nuestros subdesarrollados países – que han heredado las tareas de la sociedad feudal española – de la exigencia de la virginidad femenina a la hora del matrimonio?
La existencia misma de la prostitución es un hecho que cubre de vergüenza a las grandes ciudades del mundo capitalista y es un resultado directo de la discriminación económica hacia la mujer que se ve obligada a sobrevivir y a alimentar a sus hijos vendiendo su cuerpo como si fuera una mercancía.
Actualmente en el mundo hipócrita de la burguesía, donde conviven el lujo cruel e insultante de los ricos con la miseria, el hambre y la desnudez de los desposeídos, la mujer no sólo ocupa, como ya dije, un lugar totalmente secundario, sino que es objeto de la más hiriente y humillantes exhibiciones. Las colocan en escaparates para que el cliente pueda escoger la que más le agrade, como si fuera un vestido, una botella de whisky o un pedazo de jamón.
Dentro de la sociedad capitalista, por lo tanto, el hombre burgués le da gracias a los dioses, igual que el filósofo griego Platón, por no haber nacido mujer, aunque seguramente también le da gracias a Dios por su capacidad para ultrajar, vender, explotar o comprar a la mujer.
Nuestro pueblo sufrió la esclavitud colonial y semicolonial, esclavitud que fue el origen de heroicas jornadas de combates en las que la mujer no sólo compartió los sufrimientos generales del pueblo y sus luchas, sino que tuvo que asumir las duras tareas de la reproducción familiar y la constante angustia de saber amenazada la vida de sus hijos bajo el terror de la tiranía.
Antes del triunfo revolucionario, la incorporación de la mujer a las tareas productivas fue mínima, estando la gran mayoría de ellas condenada a la esclavitud del hogar. Cuando lograba vender su fuerza de trabajo, tenía no sólo que cumplir con sus obligaciones laborales sino también con sus obligaciones hogareñas, garantizando la crianza de los niños. Todo esto dentro de un régimen de opresión política y de miseria impuesto por una sociedad capitalista dependiente y sujeta por otra parte, a la explotación del hombre, del hombre como varón, quien descargaba sobre sus espaldas el peso fundamental de las tareas domésticas, prolongando de esta forma ilimitadamente su jornada de trabajo. ¿Termina esto con el triunfo de la Revolución Sandinista? Nos preguntamos. El triunfo de la Revolución Popular Sandinista liquida el terror y abre paso al proceso de liberación nacional, iniciando a la vez transformaciones económicas y sociales que representan un avance cualitativo en la conquista de la libertad y el desarrollo. No puede, por lo tanto, decirse que no haya cambiado nada en la situación de la mujer de Nicaragua. La sociedad entera se apoderó de su futuro y la mujer se ha ganado el derecho, teniendo el cuenta inclusive su multiplicada y hasta espectacular participación en la lucha revolucionaria, a participar de una manera activa en el proceso de transformación nacional. No obstante, tenemos todos honradamente que admitirlo, no hemos enfrentado con el mismo coraje y la misma decisión la lucha por la liberación de la mujer.
Independientemente de que la mujer siga siendo, en esta etapa, el eje fundamental de la reproducción familiar y de la crianza de los niños, aún pesan sobre ella implacablemente las tareas del hogar y la discriminación. Desde el punto de vista del esfuerzo cotidiano, la mujer sigue en lo fundamental, en las mismas condiciones del pasado.
Desde luego, detrás de esa realidad objetiva hay un fundamento económico. Las condiciones de vida de los trabajadores siguen siendo difíciles e incompatibles con la voluntad política de la Revolución, que por razones muy conocidas y porque apenas han pasado tres años, no ha podido resolver las legítimas expectativas para mejorar las condiciones generales de vida de los trabajadores. Esto explica por qué muchas veces la mujer aún se ve obligada a realizar un trabajo que no reconoce salarios, que no está contabilizado en ninguna parte y que no tiene costo de seguridad social.
Independientemente de que muchas veces la mujer podía recibir auxilio del hombre, la verdad es que las costumbres y el grado de desarrollo de nuestra sociedad imponen este sobre-esfuerzo de la mujer y es en este sentido que la mujer es no sólo explotada sino sobre explotada. Explotada en el centro de trabajo, si trabaja. Explotada con salarios más bajos y explotada en el hogar. Es decir, es triplemente explotada.
¿Qué hacer para liquidar esta dramática situación de la mujer? No existe otra alternativa que reestructurar las bases económicas de la sociedad. No existe otra alternativa que desarrollar una economía que garantice la satisfacción de las necesidades fundamentales de nuestro pueblo. No existe otra alternativa que crear un aparato productivo cuya racionalidad no sea la ganancia individual, sino la satisfacción de las demandas de toda la sociedad, de las demandas de los trabajadores, que reafirmen y puntualicen la posibilidad de que el hombre y la mujer se realicen socialmente como seres humanos.
Este proceso de cambio, sin embargo, compañeras, es complejo, difícil y prolongado. Pero ¿vamos a esperar a que llegue a su culminación el desarrollo económico y las transformaciones sociales para empezar a plantearse el problema de la mujer? Esto sería evidentemente una inconsecuencia. ¿Pero, cómo concebimos desde ya, con todas las limitaciones existentes, la lucha por la liberación de la mujer? Hemos dado, como dijimos, el paso fundamental, que es el de la liberación nacional. Ahora tenemos que dar pasos concretos para garantizar jurídicamente y en la práctica cotidiana una plena igualdad entre los sexos [Aplausos]. Elo hombre y la mujer tuvieron el derecho y el deber de combatir, de participar en la lucha revolucionaria. La mujer tuvo un papel destacado en el combate guerrillero, en la lucha clandestina, en el área de la abnegación, del sacrificio y de la entrega.
No fue casualidad que en esta ciudad de León los jefes de los destacamentos militares fueses mujeres: [Aplausos] dentro de esta constelación de dirigentes femeninos se distinguieron Dora María Téllez (hoy en la derecha – MRS), Vicky Herrera, María Lourdes Jirón y Ana Isabel Morales, entre otras. [1] En otros lugares del país hubieron mujeres que brillaron, incluso por encima de muchos hombres, como Mónica Baltodano (hoy en la derecha – MRS), Doris Tijerino, Gladys Báez, Olga Avilés y Eleonora Rocha [Aplausos]. [2] Mujeres que por cierto se siguen distinguiendo en la actividad revolucionaria. Aquí, en esta misma tierra leonesa, derramó su sangre Luisa Amanda Espinoza y dejó escuchar su última canción la guerrillera Arlen Siú [Aplausos]. [3] Aquí también culminó con el sacrificio el internacionalismo de la compañera mexicana Aracelly Pérez, al lado de la nicaragüense Idania Fernández [Aplausos]. En algún lugar de la montaña se paralizó el corazón de Claudia Chamorro, quien anheló hasta el último momento tener un hijo y que ahora la Revolución, en el Centro de Desarrollo Infantil «Claudia Chamorro», ha hecho realidad sus sueños; ahí ahora Claudia Chamorro tiene 150 hijos, mucho más allá del hijo que no pudo tener [Aplausos].
La mujer, a punto de coraje y conciencia, reclamó y sigue reclamando su papel en la historia nicaragüense. La participación de la mujer en el FSLN es de un 22%. Del total de cargos de dirección política en el FSLN, en las regiones y departamentos, las mujeres representan el 37% y en cargos de dirección intermedia y aparatos auxiliares, ocupan las mujeres el 24,6%. En el Ministerio del Interior hay un casi 21% de mujeres trabajando con nosotros [Aplausos].
A nivel de la dirección del estado, hay diversas compañeras que tienen altas responsabilidades, como la Comandante Mónica Baltodano y [Lea Guido; hay cuatro compañeras que son vice-ministros; también la mujer está representada en la Corte Suprema y el Consejo de Estado. Sin embargo, de 51 representantes en el Consejo de Estado, sólo siete son mujeres y las mujeres tienen más derechos a ser representadas en el Consejo de Estado que esas siete que tienen ahí [Aplausos], lo cual, quizás, es reflejo de una insuficiente participación en las organizaciones de masas presentes en este organismo, que están representadas en el Consejo de Estado. A nivel de dirección política es indudable la participación creadora de compañeras como Dora María Téllez, Vicky Herrera y Glenda Monterrey, entre muchas otras. El día de hoy, ustedes han conocido por los periódicos el nombramiento de la compañera Lea Guido como presidente del Comité Ejecutivo de la Organización Panamericana de la Salud; la compañera Lea es la primera mujer que se nombra presidente de esta institución en sus 80 años de existencia. Nosotros creemos que este nombramiento, que fue por aclamación, es un reconocimiento a la importante participación de la mujer en nuestro proceso revolucionario. A pesar de todo esto, a pesar de los casos mencionados, la mujer como conjunto aún no está incorporada masivamente a las tareas estatales y políticas de la Revolución.
Analicemos algunos datos sobre la situación de la mujer en Nicaragua. El 40.5% de la fuerza de trabajo ocupada en el país son mujeres. Esto equivale a 183 mil 448 mujeres que trabajan fuera del hogar. A primera vista es una proporción bastante alta, que nos podría llevar a pensar que la participación de la mujer en la producción es muy significativa; sin embargo, si analizamos el tipo de trabajo que realiza la mujer, vemos que un alto porcentaje de ellas es en realidad sub-empleado, y que otro porcentaje está dedicado al servicio doméstico, tarea que por cierto no es productiva y que tendrá que ser regulada y limitada en el futuro.
Lo que refleja la difícil situación de la mujer es que el 83% de las que trabajan son mujeres que tienen sobre sus hombres el peso de mantener económicamente el hogar, criar a los niños y realizar tareas domésticas. El 83% ¡Es una barbaridad! [Aplausos].
En cierto sentido esto nos indica el alto grado de inestabilidad familiar y alegre irresponsabilidad con que muchos hombres asumen no sólo la relación con la pareja, sino también con los hijos. Todos estamos obligados – hombre y mujeres – a ser responsables en nuestras relaciones amorosas y a ser responsables en nuestras obligaciones familiares.
Creo que la ley a que hizo referencia Glenda, la Ley de Alimentos, consiste en que aquellos hombres que tengan hijos, tengan que pagarle el alimento a sus hijos. ¡En eso consiste la Ley de Alimentos! [Aplausos] Como dijimos alguna vez a las mujeres, pero refiriéndonos a los hombres: el que quiera celeste ¡que le cueste! [Gritos, risas y aplausos] y el que no cumpla con la Ley de Alimentos, que el Frente Sandinista y la Dirección Nacional respalda a plenitud, ahí está el Ministerio del Interior para ejercer las medidas necesarias [Aplausos]. Veo que los hombres no aplauden con mucho entusiasmo [Risas] y algunos ni siquiera aplauden [más Risas] y por allá veo algunos que tienen la cara de preocupados. [Exclamaciones de: «Dirección Nacional ¡Ordene!»] y en eso no vamos a respetar color, pelo, ni tamaño, sea quien sea [Ovación].
¿Cómo no considerar seriamente la igualdad de la mujer para ser elementalmente justos con su lucha, con su sacrificio y con su heroísmo? ¿Cómo no garantizarle su participación en la vida social, en el trabajo y en la dirección política de este país? ¿Cómo no garantizar que la mujer pueda ser madre y ser trabajadora, pueda ser madre y ser estudiante, pueda ser madre y ser artista, pueda ser madre y ser dirigente político, pueda desempeñar todas las tareas que la Revolución le exija y a la vez cumplir con la hermosa tarea de ser una madre abnegada, eficiente y amorosa?
La respuesta concreta a estas interrogantes sólo será posible en la medida que las tareas individuales de la mujer sean socializadas. Es la sociedad la que debe proporcionar centros de desarrollo infantil, lavanderías, comedores populares y otros servicios que efectivamente liberen a la mujer de las tareas domésticas. Esto no es fácil.
Hasta el momento, la Revolución sólo ha podido construir 20 CDI, número evidentemente insuficiente. El problema es que los costos de producción, equipamiento y mantenimiento son muy altos; con todas las dificultades económicas que arrastra nuestro país, es imposible que avancemos en la creación masiva de esos centros. Y sin embargo, tenemos que hacerlo, no sólo para que la mujer se dedique a las tareas productivas, sociales, culturales, sino también para que la educación integral del niño sea lo más completa posible. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo superar esa contradicción entre la necesidad y la posibilidad?
Creo que tenemos que buscar respuestas audaces, respuestas que se basen más que en posibilidades puramente presupuestales, en la iniciativa, organización y esfuerzo de las masas. En este punto, AMNLAE debe ser un factor impulsor y catalizador de estas iniciativas, en coordinación con los CDS, fundamentalmente [Aplausos y consignas].
Esto es posible dentro de una sociedad revolucionaria. No hay tarea que no sea posible para las masas revolucionarias y no hay tarea que no sea posible para las mujeres nicaragüenses [Aplausos]. Por muy difícil que sea una tarea, si fueron capaces de participar en las trincheras con el fusil en la mano, los retos que se les plantean ahora, son apenas un remedo de dificultad frente a las que han vencido en el pasado las mujeres de Nicaragua.
Es preciso que la Revolución garantice, por otra parte, igualdad de salarios entre el hombre y la mujer y que, al mismo tiempo, abra las puertas de la producción para que la mujer participe en las nuevas obras de desarrollo, tanto en la industria como en la agricultura. Ya dimos los primeros pasos para garantizar esta igualitaria participación. Para asegurar la efectividad del principio «salario igual por trabajo igual», se promulgaron los decretos 573 y 583 para el sector campesino donde se establece la normativa que debe regir las labores agrícolas del café y algodón y por primera vez se establece que toda persona, hombre o mujer, que haya cumplido los 14 años debe estar en planilla. Porque antes de la victoria, sólo el jefe de familia recibía el salario del grupo familiar y los menores y mujeres no figuraban como sujetos laborales.
Pero lo importante es que estas leyes se apliquen, lo importante es que se vigile el cumplimiento de todas las leyes que la Revolución ha creado para garantizar la igualdad entre el hombre y la mujer.
Por eso vamos a apoyar entusiasmadamente la creación por AMNLAE de un bufete de asesoramiento legal. Incluso estábamos conversando con Doris hace un momento de la posibilidad de darles un abogado, que es un cuadro muy importante dentro del Ministerio del Interior, si lo aceptan las compañeras de AMNLAE, nosotros se lo damos con mucho gusto que lo pongan frente de ese bufete [Aplausos]. A ese bufete tienen que llegar las mujeres a plantear la Ley de Alimentos [Aplausos]. Y vamos a hacer nuevos esfuerzos, pero para lograr estos objetivos hay que involucrar a toda la sociedad y es bueno enfatizar que esta lucha les corresponde ¿a quién más? ¿Fundamentalmente a quién le corresponde esta lucha? [Exclamaciones de: «¡A las mujeres!»].
A las mujeres. A los hombres también, pero los hombres estamos llenos de perjuicios y de resabios del pasado. No se atengan demasiado a nosotros. [Aplausos y exclamaciones de: «A cualquier costo ¡cumpliremos con la patria!»] ¡A cualquier costo también cumpliremos con las mujeres! ]Ovación].
Así como los obreros han adquirido conciencia de la explotación de que fueron objeto y de su papel como la vanguardia dentro de la Revolución, también la mujer debe adquirir conciencia plena de las discriminaciones de que es todavía objeto y de su papel en la lucha revolucionaria. Dijimos que la mujer era triplemente explotada, lo cual indica que la mujer debe ser revolucionaria en tres dimensiones distintas, buscando un sólo objetivo, la liberación total de nuestra sociedad.
Es bueno recordar, sin embargo, que no basta el desarrollo económico por sí sólo para lograr la liberación de la mujer y no es suficiente la sola organización de las mujeres. Hay que luchar contra los hábitos, las costumbres y los prejuicios de hombres y mujeres. Hay que emprender una lucha ideológica, difícil y prolongada. Lucha que corresponda por igual a hombres y mujeres. Los hombres tenemos que superar una multitud de prejuicios. Tenemos conocimiento de compañeros que son revolucionarios en la calle, en el centro de trabajo, en el batallón de milicias, en todas partes, pero que son señores feudales de horca y cuchillo en el hogar. [Aplausos] Esos que están ahí [Borge señala a un grupo de hombres] dicen que es cierto. ¡Ya empezamos por algo! Estos compañeros y todos nosotros dentro del hogar deben – debemos – de convertirnos en compañeros de la mujer, en maestros y en alumnos de la mujer, compartir con ella la educación política, compartir en la medida posible las tareas del hogar [Aplausos], el amor y el cuido de los hijos y el amor y la defensa de la Revolución.
La igualdad del hombre y de la mujer no debe ir en menoscabo del respeto hacia la mujer. La cortesía no es atributo de las clases explotadoras, la caballerosidad no es propiedad privada de la burguesía. Debemos crear una nueva cortesía y una nueva caballerosidad revolucionaria. La cortesía y la caballerosidad sandinista, del hombre hacia la mujer [Aplausos]. La mujer es físicamente más débil que el hombre, pero es tan inteligente como [Aplausos] el hombre y desde el punto de vista moral, en mi opinión personal, es mejor que el hombre [Aplausos]. Así como la mujer nos apoya en las horas difíciles, debemos también brindarle nuestro apoyo y compartir no sólo las alegrías sino los momentos duros, la búsqueda de las respuestas a la hora de las contradicciones íntimas. Tampoco la igualdad significa falta de galantería, hay que crear la galantería sandinista [Aplausos], llena de buen gusto, de ternura y de respeto hacia la mujer y de reconocimiento también hacia sus innegables méritos, hacia su valor a toda prueba, a su tenacidad y al heroísmo que demostró y que sigue demostrando en la defensa de la patria. ¿Cómo no levantar como un símbolo de las nuevas generaciones de mujeres nicaragüenses esa sonrisa hecha mujer que se llama Brenda Rocha? [Aplausos] [4]
La constitución de AMNLAE originada en AMPRONAC [5] es una conquista de la mujer, que sólo pudo haberse producido dentro de una revolución. Hay que recordar que los gérmenes de la Asociación de Mujeres Luisa Amanda Espinoza, se dieron, en el trayecto final de la lucha armada revolucionaria con la formación de AMPRONAC. Antes se habían formado otros grupos, que no lograron, por razones correspondientes al desarrollo del movimiento revolucionario, una mayor participación de la mujer.
Ahora bien, si consideramos el camino recorrido por AMNLAE desde el momento de su constitución, es evidente que la actividad abnegada de las compañeras ha logrado avances cuantitativos y en algunos aspectos avances cualitativos. En lo que respecta a tareas coyunturales, y sobre todo a propósito del Estado de Emergencia, ha sido notable el aumento de la participación femenina; la labor de los Comités de Madres de Héroes y Mártires, denunciando los crímenes del enemigo y sus planes de agresión contra Nicaragua, ha sido destacada.
En la defensa hay una participación destacada de la mujer. Sin embargo, en las milicias – por ejemplo – la presencia de la mujer es diferenciada geográficamente. En Managua está el 14% de las milicianas, pero hay lugares como León donde la participación es muy baja, ocupa el décimo segundo lugar en la incorporación de las mujeres en la Milicia, después que ocupó el primer lugar en la lucha revolucionaria en el combate contra la dictadura. Es una contradicción, a lo mejor después me lo explican.
Ha sido importante la participación de la mujer en las Jornadas Populares de Salud [6]. En cuanto a las tareas de organización, se nota una mayor estabilidad en los cuadros de dirección, una mayor coordinación con las distintas organizaciones de masas y un avance en la consolidación de los Ejecutivos Departamentales, y por tanto, en el control de las tareas en los departamentos.
En el campo de la propaganda se avanzó ya que se ha logrado una mejor definición de la propaganda dirigida a las bases, repercutiendo en una mejor organización.
La planificación de las Jornadas ha sido más efectiva, por Ejemplo, el Encuentro Continental de Mujeres, la Jornada por el III aniversario, entre otras. La publicación de un boletín ha sido un paso decisivo para enriquecer la conciencia sobre la problemática de la mujer.
En el campo de las relaciones internacionales, es preciso destacar la participación de AMNLAE en el Encuentro Continental de Mujeres, así como el avance conseguido en las relaciones con distintas agrupaciones políticas y femeninas del mundo.
Sería erróneo, sin embargo, considerarnos satisfechos con estos logros. La Revolución exige que enfrentemos decididamente las deficiencias que limitan el desarrollo de AMNLAE. Hay una insuficiente relación entre la dirección de la Asociación y las bases. A veces se dan líneas generales de acción, sin llegar a especificarse tareas concretas, y no hay formas y mecanismos adecuados para garantizar la participación activa de la mujer en el quehacer de la Asociación. Todo ello redunda a veces en improvisación y en un método de trabajo de tipo artesanal. Claro que este no es un problema de AMNLAE nada más, este es un problema de todas las organizaciones de masas y forma parte del desarrollo de nuestra Revolución. Pero, bueno, nuestra sociedad revolucionaria debe partir de una premisa fundamental: la participación activa, consciente y permanente de cada hombre y mujer no sólo en los aspectos puramente cotidianos, sino en la definición de los rumbos de nuestra Revolución.
Si las masas participan en sus centros de trabajo, en sus barrios, en sus escuelas, en sus organizaciones, entonces esta Revolución avanzará hacia una sociedad revolucionaria donde la dignidad del hombre sea opuesta a la enajenación del hombre.
AMNLAE, por ejemplo, debe promover la participación masiva de la mujer. Hechos como la discusión en el Consejo de Estado de la legislación sobre la Patria Potestad deben ser motivo de mayor discusión de las mujeres en cada centro de trabajo y barrios. No quiere esto decir que los hombres no discutan también esto, pero aquí recalcamos que AMNLAE debe, mediante campañas masivas, usando los medios de comunicación social, promover una discusión entre las mujeres.
¿Se está discutiendo la Ley de Alimentos? [Respuesta de una dirigente de AMNLAE: «Si»].
¿Ustedes ya discutieron la Ley de Alimentos? [Respuesta de algunas mujeres: «Sí»]
¿Todas? [Respuesta de la mayoría de las mujeres: «¡No!»]
No, no todas. Todas tienen que discutir la Ley de Alimentos y las que se refieren a la mujer.
Tengamos en cuenta que al analizar ese problema concreto no sólo se toma conocimiento de un aspecto particular, como es el de la legislación, sino que se está avanzando en el proceso de la politización de la mujer, politización sin la cual nuestros hombres y mujeres no podrán llevar adelante el proceso de liberación hasta el final.
AMNLAE, más que una organización, por ahora, debe ser un gran movimiento. Un gran movimiento que impulse la participación de la mujer en los distintos organismos de masas, en los CDS, en la Juventud Sandinista, en la ATC, en la CST, y que al mismo tiempo agrupe a las mujeres en torno a ese común denominador que representa su condición de mujer. Tarea central de AMNLAE debe ser la integración de todas las mujeres a la Revolución; sin distinción, debe ser un movimiento amplio y democrático, que movilice a la mujer de los distintos sectores sociales para canalizar sus demandas políticas, sociales, económicas y culturales e integrarlas como fuerza de apoyo a las tareas de la Revolución Popular Sandinista. AMNLAE debe convertirse en un gran movimiento de propaganda, educación y agitación que impulse a la mujer a jugar un papel activo en las transformaciones económicas, políticas y sociales del país.
La mujer campesina, por ejemplo, es campesina y como tal tiene reivindicaciones específicas, pero también es mujer. Igual la obrera, la miliciana, la que es ama de casa, la estudiante, la profesional, etcétera.
Tener clara esta doble pertenencia es fundamental para el desarrollo de AMNLAE.
Creemos que otra tarea inmediata de AMNLAE es profundizar el análisis de la situación de la mujer nicaragüense; luchar para que se incorpore masivamente a la mujer en las tareas de la producción, reclamar su derecho para participar más en la producción, para participar más en las tareas de la conducción del estado, de las organizaciones de masas, y del Frente Sandinista de Liberación Nacional [Aplausos]. Vigilar por que en las asignaciones de becas se incluya significativamente a la mujer, lo cual en gran medida se ha logrado.
Tarea de las mujeres organizadas debe ser, según nuestro criterio, la incorporación masiva a la defensa de la Revolución, la que debe enfocarse en múltiples formas, entre ellas, la defensa cotidiana de la Revolución frente a los provocadores que muchas veces sacan su baba contrarrevolucionaria en autobuses, en supermercados y en las calles, sin encontrar una merecida, digna y enérgica respuesta y nosotros pensamos que las mujeres deben encabezar esta lucha contra los provocadores en autobuses, en supermercados y en todas partes [Aplausos].
Y no puede ser de otro modo, cuando vemos que en defensa de la Patria siguen cayendo humildes hijos de nuestro pueblo. Apenas hace dos días, en la comunidad de Musawas, a 14 kilómetros de Bonanza, hubo un nuevo enfrentamiento en el que se causaron cuatro muertos y varios heridos a la contrarrevolución. Por nuestra parte cayeron el compañero Jaime Sanders, costeño de origen sumu y miembro de la Seguridad del Estado, y los Compañeros Jesús Isidro González, Noel Cruz y Nery Noé García Ruiz, todos ellos del Batallón 80-15 de Masaya y Monimbó.
Pero nosotros debemos defendernos. Entre el mes de mayo y la fecha hemos propinado fuertes golpes al enemigo, aniquilando diversas bandas contrarrevolucionarias cuya única razón de ser es el asesinato.
- En Río Blanco y Bocana de Paiwás se aniquilaron a 100 contrarrevolucionarios.
- En la zona de Seven Benk se aniquilaron a 90 contrarrevolucionarios.
- En Tabaspaine, Bluefields, se aniquilaron a seis.
- En Punta Gorda a otros seis contrarrevolucionarios.
- De los que atacaron a San Francisco del Norte fueron aniquilados un grupo de cuatro de ellos.
- En Moradón, Quilalí, tres contrarrevolucionarios.
- En el valle El Limón, se aniquilaron a cuatro contrarrevolucionarios procedentes de Honduras.
Y mientras estábamos aquí recibimos un mensaje donde nos decían que cerca del lugar donde nos mataron estos cuatro compañeros, fueron aniquilados 20 contrarrevolucionarios más [Ovación y consignas].
En este mismo período, que va de mayo a septiembre, hemos capturado a 76 integrantes de bandas contrarrevolucionarias, lo que sumando a los elementos aniquilados nos da un total de 337 más 20, 357 aniquilados.
También se han recuperado armas de distinto tipo, radioemisores, explosivos plásticos, raciones frías, que seguramente no fueron compradas en un supermercado de Tegucigalpa sino que fueron entregadas por las agencias especiales de la CIA norteamericana e incluso siete libras de marihuana, lo que nos da un índice de que esta gente no sólo trae consigo las armas que les da el imperialismo, sino también sus vicios y taras.
Compañeras:
Nosotros también en el ministerio de interior hemos tenido pérdidas dolorosas por razones accidentales como conocen todas ustedes y hemos determinado traer a un hombre de occidente, pero más que de occidente, es de Nicaragua, porque es uno de los distinguidos Comandantes Guerrilleros, de los combatientes más bravos que tuvimos durante seis o siete años en la montaña: el Comandante Guerrillero David Blanco, como Jefe del Ministerio del Interior para esta región. [Aplausos y exclamaciones de: «¡Un sólo ejército!»]
Compañeras:
Nuestra Dirección Nacional saluda con profundo respeto y cariño a las mujeres nicaragüenses. Podemos asegurarles que no vamos a considerar como revolucionarios sino a aquellos que estén dispuestos a luchar contra la opresión de la mujer [Aplausos]. No seríamos sandinistas si en la nueva sociedad no ponemos a la mujer como un pilar imprescindible de esa nueva sociedad [Aplausos]. Si somos revolucionarios, aunque seamos hombres, debemos de ser AMNLAE [Ovación].
Desde Conchita Alday y Blanca Aráuz [7] hasta Luisa Amanda Espinoza, la mujer ha recorrido un sendero de fuego y de ternura que le ha dado vida y color a esta Revolución. Las mujeres nicaragüenses no sólo le entregaron a la patria el fruto de sus entrañas sino que le han dado su abnegación sin límites, su entusiasmo y su coraje.
Una Revolución con estas mujeres es una Revolución que no la podrá detener nadie, que marchará indeteniblemente hacia nuevas auroras [Aplausos].
Es bueno que los imperialistas sepan, que los asesinos guardias nacionales sepan, que los traidores a la patria sepan, que en Nicaragua se enfrentarán no sólo con los hombres, sino que también con las mujeres [Aplausos]. ¡Y qué mujeres! Mujeres que despiden fragancia a pólvora y a flores; con mujeres tan fecundas de vientre como de conciencia revolucionaria.
Imperialistas y burgueses, tendrán que enfrentarse con esta dulce muralla de granito [Aplausos]
Burgueses y traidores: aquí están nuestras mujeres, las hermanas de Arlen y de Claudia y de Luisa Amanda [Aplausos y consignas], aquí están las hermanas de Luisa Amanda al pie de la ternura y el heroísmo, con las manos acariciando la piel delicada de sus hijos, con los ojos abiertos y vigilantes, con el dedo puesto en el disparador de los fusiles y en sus labios el grito de guerra de los hombres y las mujeres de esta tierra, ese grito que deben oír los imperialistas yanquis en toda su dimensión, ese grito que deben escuchar los burgueses, el grito de:
¡Patria Libre! [El pueblo responde: «¡O morir!»]
[Ovación y consignas]
[1] Dora María Téllez fue la «Comandante Dos» en la ocupación por fuerzas sandinistas del Palacio Nacional en Managua en 1978 que forzó la excarcelación de más de 50 presos políticos. Es comandante guerrillera y fue secretaria política el comité de dirección del FSLN en Managua.
Leticia (Vicky) Herrera fue integrante de un comando del FSLN que tomó la casa del somocista José «Chema» Castillo en diciembre de 1974, logrando así la excarcelación de varios presos políticos. Es comandante guerrillera y fue secretaria nacional de los Comités de Defensa Sandinista.
Tanto María Lourdes Jirón como Ana Isabel Morales eran miembros de la comandancia general del FSLN en el frente occidental durante la guerra contra Somoza. Trabajó en el Departamento de Relaciones Internacionales del FSLN y Morales en el Ministerio del Interior.
[2] Mónica Baltodano dirigió las fuerzas del FSLN que tomaron la ciudad de Granada durante la insurrección en 1979. Fue comandante guerrillera y coordinadora general de los comités regionales del FSLN.
Doris Tijerino, una veterana dirigente del FSLN, fue presidente de AMNLAE y trabajó en el Ministerio del Interior.
Gladys Báez era campesina cuando se integró al FSLN en los años sesenta. Combatió en el frente occidental durante la guerra contra Somoza y fue integrante de la junta de gobierno regional en el área de León.
Olga Avilés y Eleonora Rocha participaron en la toma en la casa del somocista «Chema» Castillo en 1974; trabajó en el Ministerio del Interior.
[3] Luisa Amanda Espinosa fue la primera mujer militante del FSLN que cayó en combate. Fue muerta por la Guardia Nacional en León en 1970.
Arlen Siu, una activista estudiantil en León cuando se integró al FSLN, fue muerta por la Guardia Nacional en 1975.
[4] Brenda Rocha, una miliciana de 15 años de edad, fue la única sobreviviente de un ataque contrarrevolucionario el 25 de julio en la provincia de Zelaya. Fue seriamente herida. Una foto de ella sonriendo mientras se recuperaba en el hospital se ha convertido en símbolo del compromiso del pueblo nicaragüense con la defensa de la Revolución.
[5] AMPRONAC – Asociación de Mujeres ante la Problemática Nacional. Todos entendían que la «Problemática Nacional» era Somoza.
[6] Jornadas Populares de Salud con campañas destinadas a prevenir las enfermedades y son dirigidas y llevadas a cabo por las organizaciones de masas (la vacunación contra la poliomielitis, por ejemplo).
[7] Conchita Alday combatió junto a Sandino contra los Marines yanquis. Blanca Aráuz era la esposa de Sandino. Su habilidad como operadora de telégrafo facilitó la comunicación entre las fuerzas de Sandino y sus partidarios en el exterior.
Referencia: Revista Perspectiva Mundial. Una revista socialista destinada a defender los intereses del Pueblo trabajador. Vol. 6, N° 23, 20 de diciembre de 1982. pp. 9 – 14