El 27 de junio de 1979, cerca de siete mil quinientas personas se trasladaron a pie de Managua a Masaya. Fueron 12 horas de camino. Este hecho es conocido como el repliegue táctico y representó uno de los momentos históricos de la lucha contra la dictadura de la familia Somoza. Este artículo tiene como objetivo principal realizar un análisis político militar de las decisiones coyunturales tomada por el Estado Mayor General del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
La unidad del FSLN como base del éxito
El 7 de marzo de 1979, en La Habana, seis comandantes firmaron la unidad de las tres tendencias en las cuales se había dividido el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) desde octubre de 1975. Para muchos, ese fue el evento político definitivo para emprender la ofensiva final contra la Dictadura Somocista que culminó con su derrocamiento el 19 de julio de 1979[1].
En conversaciones del Comandante Daniel Ortega con el Comandante Fidel Castro, el líder cubano preguntó: “si no logran el objetivo (de la ofensiva final), ¿dónde se van a replegar? La montaña está lejísima, no hay forma”.
El Comandante Daniel Ortega respondió: “No, hemos aprendido a replegarnos en las ciudades”.
El Comandante Daniel Ortega recuerda que ya para entonces:
“se salía a atacar de noche, en ocasiones de día, y luego, las fuerzas se replegaban en las mismas ciudades, en las barriadas; la misma gente servía de cobertura. Cuanta más población teníamos a nuestro favor, ¡más cobertura! y por lo tanto, la Guardia se lanzaba a unas operaciones donde tenía que afectar a toda la gente en los diferentes barrios de las ciudades”.
Análisis de la coyuntura insurreccional desde un punto de vista militar
El Comandante Carlos Núñez Téllez, en su libro “Un Pueblo en Armas” realiza un análisis de la coyuntura desde un punto de vista militar:
Después de 16 días de estar combatiendo en la zona oriental, a nivel interno se experimentaban los síntomas del agotamiento físico, el éxodo masivo, la intensificación del bombardeo, la escasez de las municiones y en algunos lugares, al perderse la defensa visible, el acoso del enemigo. A esta situación se agregaba el convencimiento real de que las fuerzas de los otros Frentes de Guerra no podían avanzar sobre la capital sin antes resolver la situación militar en los distintos departamentos.
A partir de esto, se imponía la necesidad de ser lo suficientemente objetivos y realistas para asegurar la continuidad de la lucha y garantizar la existencia de una fuerza que, precisamente por estar combatiendo en la capital, es decir, en el corazón del enemigo, había acumulado una gran variedad de experiencias, desde los combates defensivos, pasando por los combates casa por casa, hasta los combates ofensivos de carácter táctico.
Después de la llegada del avión cargado de municiones, había que tomar una decisión política, pues de no hacerlo, de todas maneras, poco a poco, iríamos cediendo en las posiciones y seríamos obligados a abandonarlas por la fuerza, exponiendo con esto la posibilidad de darle continuidad a una fuerza tan valiosa como la que comandábamos.
El repliegue: “Una decisión audaz”
Después de contemplar los principales elementos de la coyuntura y discutir la situación militar, la decisión de preparar el repliegue de todas las fuerzas cobró forma. El propósito principal era consolidar la zona sur – oriental, cortar la red de abastecimiento del enemigo y contribuir a un mayor fortalecimiento del Frente Sur, aun cuando tomar esta decisión significara asumir el costo político que tendría el abandono de la Plaza de Managua.
Movidos por esta preocupación, el Estado Mayor General (comandantes Carlos Núñez Téllez, jefe, Joaquín Cuadra Lacayo y William Ramírez Solórzano) se reunieron con la comandante Mónica Baltodano (hoy traidora), Oswaldo Lacayo, Raúl Venerio y los principales jefes para analizar la situación militar y determinar así los siguientes pasos a tomar:
- Llevarse todas las columnas regulares y milicianas sin revelar la operación hasta el momento indicado.
- No dejar ningún tipo de armamento al enemigo.
- Llevarse a la población civil que había quedado con nosotros para acompañarnos hasta el final.
- Trasladar a todos los heridos.
- Realizar la marcha a pie.
- Llegar a Masaya en doce horas.
Con el éxito del repliegue táctico, se cumplieron dos objetivos:
- Darles continuidad a las fuerzas combatientes de la capital.
- Experimentar un salto cualitativo importante dotando al Frente Sur-Oriental de una fuerza arrolladora capaz de vencer al enemigo en sus posiciones con una táctica distinta: “la insureccional”.
Las enseñanzas del Repliegue Táctico
A partir de la experiencia del Repliegue Táctico a Masaya, el Comandante Carlos Núñez Téllez enumera diferentes enseñanzas que dejó esta maniobra audaz que, evidentemente, fue un factor fundamental para obtener la victoria el 19 de Julio de 1979:
- Es posible, si se saben aprovechar las debilidades del enemigo, movilizar en corto tiempo grandes fuerzas hacia determinados puntos, especialmente, si se da un contexto decisivo para el proceso revolucionario[2].
- La audacia revolucionaria, sin caer en el aventurismo, es un factor desmovilizante para el enemigo y generador de victorias grandes o pequeñas, en dependencia de las fuerzas involucradas.
- En una guerra, el mando político – militar es determinante para conseguir la victoria, pues no solamente concentra en sus manos la conducción, sino que es también el centro generador del orden, de la confianza y de la unidad de las fuerzas combatientes. Un mando débil difícilmente puede conseguir pequeños triunfos; un mando energético podría sufrir algunas pequeñas derrotas, pero jamás perderá la batalla final.
- Ningún movimiento militar puede desasirse de la realidad, del análisis de la coyuntura política, hacerlo significaría exponerse a las severas y continuadas derrotas, sin encontrar una explicación lógica de los reveses sufridos por su fuerza.
- Cuando el enemigo está a la defensiva, cuando vacila, cuando no aprovecha su superioridad material y humana, pues el factor moral está endeble, la mejor arma de las fuerzas revolucionarias, dependiendo de la situación específica dada, es la acción ofensiva. Con grandes o pequeños grupos, pueden surgir grandes victorias políticas o militares.
- En materia militar muchas veces es mejor dar un paso táctico que aparentar a los ojos del enemigo como una derrota, para asestarle golpes contundentes con repercusiones estratégicas, es decir, dar un paso atrás para avanzar posteriormente tres hacia adelante.
A partir de esto, el Comandante Carlos Núñez Téllez concluyó:
“La finalización del Repliegue Táctico fue una nueva y gran victoria para el sandinismo y una prueba muy dura. Su éxito se basó en el grado de disciplina, en la moral combativa y la decisión de las fuerzas, en la capacidad de los mandos de las distintas columnas, en el aprovechamiento de todas las debilidades del enemigo, en los logros alcanzados por los otros frentes de guerra, en las complejas contradicciones del aparato militar del somocismo y en la toma de una decisión sumamente audaz, alimentada por una disponibilidad increíble de los combatientes y de una población claramente dispuesta al sacrificio con tal de conseguir los objetivos más importantes. Su finalización venía a confirmar las intenciones de los mandos de transmitir continuidad a una fuerza que por su calidad vendría a convertirse en una fuerza estratégica decisiva para los próximos movimientos militares”.
¡La lucha hacia la Victoria no se detiene!
¡Adelante Compañeros!
Germán Van de Velde
[1] Revista Correo de Nicaragua. Informacíon, análisis y debate. Edición N° 10. Junio – Julio 2010.
[2] Núñez Téllez, Carlos (2013). “Un pueblo en armas / Carlos Núñez Téllez. – 1a ed. – Managua: Asamble Nacional. p. 276.
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