Por: Carlos Fonseca Terán
Hombre sencillo, alegre, ejemplar. Hombre del pueblo. El ejemplo vivo de la militancia y la conciencia de clase. Incansable. De las más largas trayectorias revolucionarias en la militancia sandinista. Correo, guerrillero, clandestino, jefe insurrecto, subcomandante, diputado, MILITANTE. Omnipresencia.
No hubo una sola lucha revolucionaria donde él no estuviera, donde no se viera la estampa de aquel hombre flaco y alto, aquel Quijote del sandinismo, soñador, dicharachero, qué hombre para hablar, inventor de fórmulas para resolverlo todo, bromista empedernido, corriente y profundo, sabedor, recopilador de la memoria histórica, atesorador de esperanzas, empecinado portador de la mística revolucionaria que nos hace tan infinitamente fuertes.
Luchador inclaudicable, compañero de lucha, hermano. De pocos podría decirse como de él, que era y que es DE LOS QUE LUCHAN TODA LA VIDA.
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