Por su agresiva forma de contagio, el coronavirus es el fenómeno más global que la humanidad ha experimentado, pero, por la forma de afrontarlo, es el hecho que más nos ha aislado, enfrentado y debilitado. Aunque aún sigue creciendo, la pregunta pertinente ahora es: ¿cuánto tiempo durará la economía ‘posCOVID-19’ y cuáles serán las consecuencias?
A semejanza de los grandes conflictos bélicos, el COVID-19 está empujando a los gobiernos a realizar gastos públicos descomunales que no estaban previstos. Valga agregar también que no es cierto que sea un virus democrático, pues quien no tiene agua potable o no tiene la comida diaria garantizada, no tiene opciones. Es un fenómeno empobrecedor.
El coronavirus ha expuesto nuestras vulnerabilidades humanas, institucionales, políticas y peor aún, tecnologías. Es por estas razones que la etapa posterior al virus debe preverse desde ahora. Mientras unos países acuden a sus reservas, otros debieron cambiar sus prioridades de inversión o de gasto corriente; otros no tienen más salida que hipotecar su futuro con más deuda.
La colosal movilización de recursos y la semiparalización de la actividad económica nos dejará mayor desempleo, mayor precariedad y merma de sectores productivos importantes. Esto hace prever que habrá un cambio en el comportamiento de la demanda, por la reducción de los ingresos en las familias y en los Estados. Es esa la situación que debemos enfrentar desde hoy.
El mapa político mundial cambiará y seguramente el intercambio comercial será afectado. Aún no sabemos cuál será la dimensión del cambio de la demanda de distintos productos, pero es muy posible que los países que mantienen intenso intercambio comercial con Europa o EEUU, por ejemplo, se verán afectados tanto por la posible contracción de la demanda como por las restricciones que esos países podrían establecer en aras de recuperar su economía.
Es por esta previsión que la vigilancia en cada país, además, debe abarcar la observación y análisis de las medidas que adopten sus principales países socios comerciales.
Un sector que se verá profundamente afectado a nivel global, por ejemplo, es el turismo y todas sus actividades conexas, desde la venta de pasajes, hotelería, pasando por el restaurante del pueblo, y la venta de artesanías. Este ejemplo sirve para dimensionar lo que será el poscoronavirus. Los Estados deben prever medidas al respecto.
¿Qué cambio nos depara la poscrisis?
El desafío de los gobiernos es poder encontrar soluciones adecuadas de políticas públicas para reactivar la producción y el empleo, especialmente porque muchas cosas no serán como antes. Ante la incertidumbre por el futuro inmediato, la confianza de los ciudadanos se ve profundamente afectada y eso conlleva a una reducción de sus gastos, por desconfianza, pero también por falta de ingresos.
De predominar el alto grado de improvisación actual, puede que se provoque un retroceso de los pocos avances logrados en los países en cuanto a combate de la pobreza. El economista británico John Maynard Keynes hace ya casi diez décadas era partidario de la necesidad de la intervención del Estado mediante políticas públicas orientadas a lograr el pleno empleo y la estabilidad de precios. Esta política tiene asidero en las actuales circunstancias.
Keynes sostenía que los gobiernos debían resolver los problemas a corto plazo en vez de esperar que las fuerzas del mercado corrigieran las cosas en el largo plazo, porque, como escribió, «a largo plazo, todos estaremos muertos».
La guerra avisa, no mata soldados
La directora gerenta del FMI, Kristalina Georgieva, lo ha anunciado de manera clara:
«La perspectiva para el crecimiento mundial para 2020 es negativa, una recesión por lo menos tan mala como la que tuvimos en la crisis financiera mundial o peor; pero esperamos una recuperación en 2021».
EEUU ya se prepara para el peor escenario, con el lanzamiento de un MEGA PLAN para el rescate de su economía. «Acabo de firmar la Ley CARES, el paquete de ayuda económica más grande en la historia de Estados Unidos, el doble de cualquier proyecto de ley de ayuda que se haya promulgado», afirmó el presidente Trump al promulgar una ley que establece un fondo de dos billones de dólares.
De ese modo ese país pretende salvar su economía, priorizando a sus grandes compañías mediante la creación de fondos de préstamos de 500.000 millones de dólares para grandes corporaciones y otorga más de 370.000 millones en subvenciones a pequeñas empresas, entre otros rubros.
Por cuando la crisis global afectará a todos, el presidente Putin destacó la necesidad de elaborar un plan conjunto para «estabilizar la situación, apoyar las economías y recuperar la confianza en el mercado global».
«Se podría pensar en la creación de un fondo especial bajo la égida del FMI que reciba financiación principalmente de los bancos centrales, emisores de monedas que forman parte de la canasta del FMI», propuso.
El líder ruso subrayó que en las condiciones actuales es «de extrema importancia» dar el acceso a la financiación a los países con escasos recursos ante todo a los afectados por la crisis provocada por la pandemia del coronavirus.
El problema de la propuesta rusa es que, si se deja en mano de los burócratas actuales del FMI, será un arma de doble filo, pues sabemos cómo imponen condiciones adicionales a los préstamos. Los países todos debieran ser parte del diseño de esas condiciones y no solo los socios más pudientes, como se acostumbra.
La deuda externa se disparará
Ya sabemos que el mundo no será el mismo después del coronavirus. Muchos países hoy se encaminan hacia una reducción sustancial de sus ahorros y la preocupación es que las arcas quedarán exhaustas y la gente golpeada por la pauperización.
En esta situación, es casi inevitable que los países vayan a contraer deudas, pero eso debe ser discutido no solo en el Gobierno, también en el poder legislativo, pues no se trata de montos menores.
El periodo posterior al COVID-19 se vislumbra por algunos como el colapso de la globalización. Otros consideran que será un punto de inflexión que instalará el control absoluto sobre nuestros cuerpos de parte de corporaciones farmacéuticas. Otros prefieren especular sobre la disputa de liderazgo entre China y EEUU. Lo cierto es que aún queda margen a los gobiernos, a los parlamentos y sociedad civil organizada para planificar la etapa poscoronavirus y no darle chance al empobrecimiento y al desempleo.
También, te puede interesar:
Estados Unidos y la radicalización de la Doctrina Monroe y Destino Manifiesto
La guerra por el petróleo global y la intervención militar de EE.UU. contra Venezuela