Por Cuaderno Sandinista
El 2 de septiembre de 1927, en las montañas de Las Segovias, nació el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua (EDSNN). Eran apenas treinta combatientes junto al General de Hombres y Mujeres Libres, Augusto C. Sandino, pero llevaban en sus mochilas más que pólvora: llevaban la decisión irrevocable de no entregar la patria al imperio ni a los traidores locales. Desde entonces, esa semilla se convirtió en árbol de sombra y raíz, con ramas que alcanzan hasta nuestros días.
De la traición al juramento
El EDSNN surge como respuesta directa al Pacto del Espino Negro, firmado el 4 de mayo de 1927 por el liberal José María Moncada y el emisario norteamericano Henry Stimson. Ese acuerdo sellaba la ocupación extranjera, desarmaba a los patriotas y creaba la futura Guardia Nacional. Frente a la claudicación, Sandino proclamó: “No me vendo, ni me rindo. Yo quiero Patria libre o morir”.
En El Chipote, cumbre envuelta en nubes, Sandino juró ante la Patria y la Historia: su espada sería redención para los oprimidos. De esa rebeldía nació un ejército irregular, campesino y popular, que no reconocía ni al gobierno entreguista ni a las órdenes del invasor.
El pequeño ejército loco
Mal armados y mal vestidos, pero con la bandera roja y negra en el pecho, los guerrilleros del EDSNN se multiplicaron de decenas a miles: hasta 6,000 combatientes organizados en columnas que operaron en Nueva Segovia, Jinotega, Estelí, León, Chinandega, Matagalpa, Chontales y el Caribe. Entre sus jefes estaban Pedro Altamirano “Pedrón”, Carlos Salgado, Pedro Antonio Irías, Juan Gregorio Colindres, José León Díaz, Abraham Rivera, Ismael Peralta y Juan Pablo Umanzor.
El ejército de Sandino combinó guerra de guerrillas y guerra de movimientos: emboscadas, hostigamientos, rupturas de cercos, tomas de poblados. Cada río fue trinchera, cada montaña un muro. Con el apoyo campesino, las redes de espionaje y la mística que cantaba el Himno del EDSNN, escrito por Blanca Aráuz, la resistencia se volvió inquebrantable.
La victoria de 1933
Entre 1927 y 1933 el EDSNN libró más de 500 combates contra los marines. En Ocotal, San Fernando, Las Cruces, Bonanza, El Guanacaste, Palacagüina, Somoto y decenas de batallas más, el campesinado armado demostró que la dignidad pesa más que las ametralladoras y los aviones enemigos.
El 1 de enero de 1933, los marines abandonaron Nicaragua, derrotados por una guerra que no pudieron ganar. Fue la primera victoria continental de una guerrilla de liberación nacional sobre el ejército más poderoso de su tiempo.
Pero el imperio dejó sembrada la semilla de la traición: la Guardia Nacional, instrumento de la dictadura somocista. El 21 de febrero de 1934, Sandino fue asesinado a la salida de la Casa Presidencial por órdenes de Somoza García. Creyeron sepultar al hombre; encendieron el mito.
Sandino, guerrillero proletario y continental
Sandino fue obrero y campesino, lector de Quijote en las fogatas de montaña, internacionalista que soñaba con cooperativas de obreros y campesinos explotando las riquezas en beneficio de la nación. Se asumió como hijo del pueblo humilde: “Mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y nervio de la raza”.
Su lucha despertó solidaridad internacional. La Legión Latinoamericana llevó combatientes de varios países. Intelectuales y revolucionarios como Farabundo Martí, Carlos Aponte, Mao Zedong, Che Guevara y Carlos Fonseca reconocieron en Sandino al maestro de la guerra popular prolongada y al pionero del antiimperialismo latinoamericano.
Continuidad histórica: del EDSN al EPS
El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), fundado en 1961, tomó el nombre y la bandera de Sandino para continuar su gesta. En 1979, al triunfar la Revolución, se disolvió la Guardia Nacional y se fundó el Ejército Popular Sandinista (EPS), heredero directo del EDSN.
El Decreto No. 1105 de 1982 declaró oficialmente el 2 de septiembre como Día del Ejército Popular Sandinista, reconociendo la continuidad histórica entre el ejército campesino de Sandino y las fuerzas revolucionarias de la Nicaragua libre.
Hoy, el Ejército de Nicaragua mantiene viva esa herencia: un ejército nacional, profesional y popular, forjado en la defensa de la soberanía frente a agresiones extranjeras y guerras contrarrevolucionarias.
Vigencia del legado
A más de 90 años del asesinato de Sandino y 98 de la fundación del EDSN, su legado no es pasado, es presente:
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Enseñó que la soberanía no se mendiga, se defiende con las armas y la dignidad del pueblo.
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Mostró que un ejército popular puede derrotar a un imperio.
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Demostró que la unidad de obreros y campesinos es columna vertebral de cualquier proyecto emancipador.
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Legó al mundo un método de lucha y un ejemplo de honor que sigue inspirando a quienes enfrentan nuevas formas de dominación.
Sandino vive en la bandera rojinegra, en la Constitución que proclama la independencia y autodeterminación, en el Ejército de Nicaragua y en cada nicaragüense que repite su juramento: “No me vendo ni me rindo, quiero Patria libre o morir”.
¡Patria y Libertad!
¡Que viva el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua!
¡Sandino vive, la lucha sigue!