Cuaderno Sandinista
3 de agosto de 2025
En el calendario rebelde de Nuestra América, el 1 de agosto no es un día cualquiera. Es la fecha en que recordamos el tránsito a la inmortalidad de Arlen Siu Bermúdez, joven guerrillera, poeta, cantautora, feminista y revolucionaria sandinista que cayó en combate junto a sus compañeros en las montañas de El Sauce, en 1975. Tenía apenas 20 años.
Pero Arlen no murió: se multiplicó en canciones, en murales, en escuelas, en marchas, en cada acto de amor y de lucha por la Patria Libre. Es la mariposa clandestina que hoy vuela en el corazón de Nicaragua, de la juventud rebelde y de los pueblos que luchan contra el imperio.
Hija del pueblo y del mundo
Arlen nació el 15 de julio de 1955 en Jinotepe, Carazo. Su madre, Rubia Bermúdez, era nicaragüense; su padre, Armando Siu, comunista chino que había combatido en el Ejército Rojo, emigró a Nicaragua huyendo de la guerra imperialista. De ese cruce nació Arlen: mestiza de sangre, clara de palabra, fiel a la justicia desde niña.
Estudiosa, sensible, artística, se destacó como estudiante de Psicología Social en la Universidad Nacional, donde también abrazó el compromiso revolucionario. Tocaba guitarra, componía, recitaba y denunciaba. Con su voz, como con su fusil, sembraba conciencia.
Fue contactada por el Comandante Ricardo Morales Avilés, y a los 18 años se incorporó al Frente Sandinista de Liberación Nacional. Su arte se convirtió en trinchera. En canciones como María Rural cantaba a la madre campesina oprimida por la doble explotación de clase y de género. En poemas como Soy mujer o Mariposa, anunciaba la revolución feminista que estaba en marcha:
«Soy mujer y llevo en mi vientre
las semillas de un mundo distinto.
No me llamen cobarde ni débil:
soy la furia de un siglo de gritos.»
De la ternura a la trinchera
Arlen no era sólo la joven poeta que escribía sobre justicia, ella era una militante orgánica. Participó en campañas de alfabetización, apoyó huelgas estudiantiles, organizó ayuda para los damnificados tras el terremoto de 1972 y entregó incluso sus propias pertenencias por solidaridad.
En marzo de 1975 dejó una carta a sus padres que resume su espíritu:
“Somos más auténticos en la medida en que rompemos barreras y limitaciones… hasta descubrir que somos capaces de dar mucho más de lo que se nos pide.”
Con esa convicción, se internó en las montañas del norte de León, en el campamento de El Guayabo. Ahí cumplió 20 años. Ahí mismo, el 1 de agosto de 1975, la Guardia Nacional somocista ubicó el sitio tras la delación de un traidor. El combate fue feroz, desigual y cruel. Arlen, junto a Julia Herrera de Pomares, Mercedes Reyes, Mario Estrada, Hugo Arévalo y los hermanos Juan y Leónidas Espinoza, cubrió la retirada de sus compañeros.
Murieron con dignidad, con el alma intacta.
Mariposa clandestina, bandera viva
Tras el triunfo de la Revolución en 1979, los restos de Arlen fueron recuperados. Desde entonces, su figura se conviritió en emblema del sandinismo, de la mujer combatiente, del arte militante. Calles, escuelas, brigadas, cooperativas, editoriales, todas llevan su nombre.
Arlen es también ejemplo de que sin la participación de la mujer, no hay Revolución. En ella convergen Blanca Araúz, Claudia Chamorro, Doris Tijerino, y todas las que se jugaron la vida por un país libre de amos y vendepatria. Como dijo el Comandante Daniel Ortega: “Las mujeres, como Arlen, forman el carácter político de la Revolución”.
Hoy su rostro vive en murales y canciones, en cada acto de dignidad, de soberanía y de justicia. Arlen Siu está presente en la sonrisa de las niñas campesinas, en los libros que se abren, en la juventud que canta, en las mujeres que luchan.
Arlen vive donde canta el pueblo
Arlen Siu no pertenece al pasado, sino a la memoria activa del presente, es llama encendida, ejemplo insobornable, flor combatiente. Su vida demuestra que el arte no es neutral, que la ternura puede ser combativa, y que la revolución necesita poetas con fusil.
A 50 años de su siembra, su nombre nos convoca a no claudicar ante el imperio ni ante el olvido. Ella nos recuerda que la verdadera inmortalidad es vivir en el corazón del Pueblo.
¡Arlen Siu, mariposa clandestina, patria hecha canción, estás presente, ahora y siempre!