En una nueva muestra de su alianza incondicional con el régimen de apartheid israelí, Estados Unidos ha perpetrado un cobarde bombardeo contra Irán, atacando tres instalaciones nucleares estratégicas: Fordow, Natanz e Isfahán. Esta acción, confirmada por el propio expresidente Donald Trump, representa una violación flagrante de la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional, y evidencia el carácter imperialista del sionismo estadounidense, que actúa como brazo armado de los intereses hegemónicos globales.
El bombardeo, ejecutado en apoyo al gobierno israelí que perpetra un genocidio en Gaza, ha sido condenado enérgicamente por gobiernos de América Latina, el mundo islámico y numerosos países del Sur Global. La agresión no solo intenta desviar la atención del holocausto contemporáneo que sufre el pueblo palestino, sino también desestabilizar a una nación clave en el eje de resistencia regional.
Desde octubre de 2023, el ejército israelí ha intensificado su campaña de exterminio contra la población civil palestina, destruyendo hospitales, escuelas, viviendas y campos de refugiados, todo con el respaldo militar, financiero y diplomático de Washington. Mientras los crímenes de guerra en Gaza se acumulan, la Casa Blanca no busca frenar la violencia, sino expandir el teatro de guerra con nuevos ataques en países vecinos.
Frente a esta escalada, gobiernos de América Latina han expresado una condena unánime. Cuba denunció el bombardeo como una agresión que «arrastra a la humanidad a una crisis de irreversibles consecuencias». El canciller Bruno Rodríguez lo calificó como un «acto criminal e irresponsable» que vulnera el régimen internacional de seguridad nuclear.
Venezuela rechazó categóricamente el ataque como un «acto de agresión ilegal, injustificable y extremadamente peligroso», mientras que el presidente de Chile, Gabriel Boric, recordó que “atacar centrales nucleares está prohibido por el derecho internacional” y denunció que “tener poder no autoriza a usarlo para violar las normas que como humanidad nos hemos dado”.
México, a través de su Cancillería, hizo un llamado urgente al diálogo diplomático, subrayando que «la restauración de la convivencia pacífica entre los Estados de la región es la mayor prioridad». Colombia expresó su profunda preocupación y exigió a las partes volver al camino de la negociación, recordando que el uso unilateral de la fuerza contradice los principios fundamentales de la ONU. El presidente Gustavo Petro fue enfático: ni guerra con Irán ni genocidio en Gaza —se deben impedir, no facilitar.
En paralelo, la Organización de Cooperación Islámica (OCI) celebró una reunión extraordinaria en Estambul, donde la mayoría de países miembros condenaron con firmeza la agresión sionista contra Irán. El canciller iraní Abbas Araghchi, presente en la cita tras consultas con la Troika europea en Ginebra, reiteró que el cese de la agresión es condición fundamental para reanudar el diálogo político. Irán, pese a la ofensiva militar, mantiene abiertas las vías diplomáticas, evidenciando su voluntad de alcanzar una solución política al conflicto.
Países como Turquía expresaron su alarma ante la posibilidad de convertirse en un objetivo futuro, dada su estrecha relación política y comercial con Irán. El presidente Erdogan y el Ministerio de Exteriores turco han denunciado con firmeza los ataques sionistas, subrayando que esta ofensiva amenaza la estabilidad de toda la región.
Mientras las potencias occidentales siguen sin actuar con seriedad para frenar las violaciones cometidas por Israel, el clamor global crece. Gobiernos como los de Nicaragua, Bolivia, Sudáfrica y muchos otros han exigido el cese inmediato del genocidio en Gaza. Las calles del mundo se llenan de voces que gritan justicia desde Kuala Lumpur hasta Buenos Aires, desde Estambul hasta Ciudad de México: No en nuestro nombre, no con nuestros recursos, no con nuestro silencio.
La agresión estadounidense vulnera también las salvaguardas del régimen internacional de no proliferación nuclear, supervisado por la OIEA. El debilitamiento de este marco pone en peligro a toda la humanidad.
Este ataque contra Irán es un recordatorio brutal: el sionismo estadounidense no busca la paz, sino la sumisión total de los pueblos. En respuesta, la solidaridad internacional crece, se organiza, se rebela y se convierte en un grito global: ¡El mundo contra el sionismo estadounidense!