Muchos días ha llegado mojado a dar clases en su silla de ruedas el maestro Jesús García Cabrera. Sin sombrilla, sin abrigo, sin quejarse. Si un aguacero lo sorprende a medio camino, se empapa entero, pero sus cuadernos siempre van resguardados en una bolsa plástica. Él puede llegar empapado, pero no sus apuntes.
Jesús nunca ha caminado, pero ha dejado huellas imborrables en muchas generaciones. Su historia vive en cada persona que aprendió a leer, a sumar, a pensar gracias a él. Tiene 59 años. La poliomielitis paralizó sus piernas cuando tenía apenas un año y medio de vida, pero jamás logró apagar su vocación por enseñar.
Desde hace más de 38 años imparte clases en la Escuela Rubén Darío, en la comunidad de Las Colinas, municipio de El Castillo, Río San Juan. Allí vive, enseña y deja huella cada día entre los niños y niñas de su comunidad.
Nació en El Rama en 1966, hijo de los campesinos Petrona Cabrera Rivas (q.e.p.d.) y Maximino García, quien hoy tiene 92 años. Fue el quinto de siete hermanos. A los dos años, la familia se trasladó a Las Colinas en busca de mejores oportunidades. Pero no fue fácil: las cuestas, el barro, la pobreza, la guerra… y él, desplazándose en una carretilla de madera. Una silla de ruedas ni siquiera era una posibilidad entonces.
Durante la Cruzada Nacional de Alfabetización, cuando apenas cursaba quinto grado, fue alumno de maestros cubanos. Ellos lo inspiraron. En 1983, con tan solo 17 años, se sumó al Colectivo de Educación de Adultos y logró alfabetizar a 45 personas. Más tarde, el maestro Orlando Pineda lo conoció y lo animó a convertirse en docente de primaria.
Se formó por encuentros a partir de 1988 y, desde entonces, nunca se detuvo. Viajaba en su silla de ruedas hasta la Escuela Normal de Juigalpa, lejos de su casa. Iba y volvía por caminos empedrados o de lodo, sin rendirse. Estudiaba y enseñaba al mismo tiempo. Con hambre, con frío, con cansancio… pero siempre presente en clase, ya fuera como alumno o como maestro.
Hoy sigue al frente de su aula en Las Colinas. Sus exalumnos son ahora abogados, enfermeros, maestros, técnicos. Todos recuerdan que con Jesús no solo aprendieron a leer o a multiplicar: aprendieron que nadie se rinde cuando hay vocación y voluntad.
Aún conserva recortes del diario Barricada, donde en los años 80 le publicaron algunos de sus poemas. También es promotor del deporte y fanático del béisbol: en el Germán Pomares apoya al San Fernando; en la Liga Profesional, a Rivas; y en su municipio, al equipo de Las Colinas.
Y en este mes de junio, cuando Nicaragua celebra el Día del Maestro, educadores como Jesús García Cabrera —quienes vencen las limitaciones con entrega y coraje— representan el verdadero significado de ser un Maestro Popular.
Fuente: La Primerisima