Por Stephen Sefton
Durante el siglo pasado el tema del multilateralismo fue explotado por los poderes Occidentales para prestar la apariencia de legitimidad a la implacable imposición de sus intereses en las relaciones internacionales. Mucho comentario sobre el tema ha notado que solamente 51 naciones fundaron las Naciones Unidas en 1945, la institución idónea para expresar y practicar el multilateralismo. Después, en las siguientes décadas se impulsó con mucho sufrimiento entre los pueblos del mundo mayoritario el arduo y todavía incompleto proceso de la descolonización. En la práctica, desde su fundación, las Naciones Unidas ha demostrado de la manera más categórica ser incapaz de implementar sus supuestas ideales y principios fundamentales.
Así que nunca durante ese período se ha podido hacer prevalecer las relaciones internacionales justas y equitativas basadas en el respeto y la igualdad. Los años inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial dieron muchos ejemplos de esta realidad, desde la fundación ilegítima de Israel, la guerra genocida en Corea, y la falta de reconocimiento de la República Popular China. Durante décadas el mundo mayoritario ha sufrido innumerables agresiones militares y económicas occidentales, siendo entre los más extremos el genocida bloqueo de Cuba, los constantes golpes de Estado en sus diferentes modalidades, y ahora el abierto respaldo al genocidio sionista en Palestina y el Líbano.
Por su parte, las naciones del mundo mayoritario en las décadas después de la fundación de la ONU, han promovido varias iniciativas basadas en el multilateralismo entre los nuevos países independientes de África y Asia. El Movimiento de Países No Alineados se desarrolló en los años 1960s en gran parte como una respuesta solidaria de los países en vías de desarrollo a la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos norteamericanos. En la misma época surgió el Grupo de 77 países en la ONU para unir esfuerzos en el desarrollo de políticas prácticas y coherentes en todos los sectores del desarrollo socio-económico de sus pueblos.
La oposición de los países occidentales a las iniciativas del mundo mayoritario era decidida y a veces feroz. Quizás el ejemplo más emblemático del rechazo occidental de un orden mundial económico más justo fue la controversia alrededor de la Declaración del Derecho al Desarrollo, aprobado en la ONU en 1986. De todas maneras, la disolución de la Unión Soviética en 1991 en efecto eliminó la única fuerza político-económica en el mundo capaz de limitar el alcance del poder, influencia y control del Occidente a nivel internacional.
Este radical cambio permitió a las élites gobernantes norteamericanas y europeas a implementar prácticamente sin limitaciones la versión del multilateralismo que les convenía, junto con la globalización neoliberal del capital occidental. Como corolario de la aceptación en la mayoría del mundo de las normas de esta ideología neoliberal, la nueva hegemonía occidental también dio mayor legitimidad a la relación neocolonial que prevalecía entre Occidente y los países de América Latina, Asia y, especialmente, África. En el ámbito de las relaciones económicas y comerciales, el ejemplo más enfático de esta realidad fue el desarrollo de las negociaciones sobre el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneras y Comercio (GATT por sus siglas en inglés).
La razón de ser del GATT fue la promoción del libre comercio para asegurar mayor actividad económica a nivel mundial basada en normas equitativas entre todos los países. Fundado en 1946, GATT desarrolló el proceso de la liberalización del comercio internacional por medio de una serie de rondas de negociaciones con el declarado objetivo de fortalecer el principio de la no-discriminación en el comercio internacional. La disolución de la Unión Soviética ocurrió en medio de la séptima ronda de estas negociaciones, la llamada Ronda de Uruguay. La Ronda de Uruguay fue la más ambiciosa de las negociaciones del GATT y logró significativas reducciones de aranceles para bienes industriales, la reducción de subsidios agrícolas y la apertura de nuevas áreas de acuerdos, por ejemplo sobre el comercio en servicios.
En efecto, GATT desapareció en 1994 con la fundación de la Organización Mundial de Comercio. Pero la crítica fundamental de parte del mundo mayoritario al modelo del GATT y luego a la OMC, siempre ha sido la insuficiencia y debilidad de su enfoque sobre la liberalización del comercio en términos que priorizan el tema de los aranceles. Para las naciones del Movimiento No Alineado y del Grupo 77, la liberalización del comercio internacional siempre ha sido un tema mucho más amplio y debe de priorizar, aparte de la no-discriminación, el principio fundamental de la equidad, especialmente en relación a las realidades del financiamiento y la deuda externa para los países en vías de desarrollo.
Es razonable resumir el desarrollo de la OMC hasta su situación actual como la historia del fracaso de la insistencia norteamericana y europea en imponer sus preferidas medidas contra la voluntad del mundo mayoritario. El motivo inmediato del efectivo parálisis de gran parte del trabajo de la OMC ha sido el rechazo de parte de los Estados Unidos norteamericanos de aprobar nuevos miembros de la Entidad de Apelación de la OMC. Este bloqueo norteamericano hace imposible el proceso de la Resolución de Disputas que es una parte importante del trabajo de la OMC en la promoción de un comercio internacional justo y equitativo.
Pero en un sentido más general, la parálisis de la OMC refleja la tortuosa historia de la llamada Ronda de Doha sobre el Desarrollo que inició en 2001 y sigue activa, luego de avances parciales como el llamado paquete de medidas de Bali de 2013 y el paquete de Nairobi de 2016. Aparte del tema de la resolución de disputas, hay una gran proliferación de otros puntos a negociar entre los países en vías de desarrollo y el Occidente. Entre los principales figuran el papel de las empresas estatales, protecciones ambientales, derechos de la propiedad intelectual, subsidios y muchísimos otros temas pendientes.
La Declaración Ministerial que dio inicio a la Ronda de Doha aseveró que: “Continuaremos realizando esfuerzos positivos destinados a garantizar que los países en desarrollo, y especialmente los menos adelantados entre ellos, obtengan una participación en el crecimiento del comercio mundial acorde con las necesidades de su desarrollo económico. En este contexto, un mayor acceso a los mercados, normas equilibradas y programas de asistencia técnica y creación de capacidad bien orientados y financiados de manera sostenible tienen un papel importante que desempeñar.” En efecto, en la Ronda de Doha, las naciones del mundo mayoritario buscan como reivindicar en la medida posible la visión de la Declaración al Derecho al Desarrollo aprobada en la ONU en 1986.
Por supuesto, las élites gobernantes norteamericanas y europeas y sus aliados rechazan esta visión, de tal manera que hasta allí llega el multilateralismo en su versión occidental porque al no conseguir lo que desean, aplican el veto. Exactamente la misma lógica subyace las prolongadas negociaciones y Conferencias de las Partes en relación al Cambio Climático. Como el mundo se dio cuenta en la última COP-29 en Baku Azerbaiyan, los paises ricos jamás tratarán a los pueblos y las naciones del mundo mayoritario con respeto como iguales y nunca tomarán en cuenta sus intereses y ansiedades de una manera sensata .
Esta realidad ha sido más que evidente a lo largo de la historia contemporánea. En respuesta, desde hace más de veinte años, las dirigencias de los países del mundo mayoritario han adaptado el pensamiento de las figuras que fundaron el Movimiento No Alineado para desarrollar otra versión del multilateralismo que responde a las necesidades y aspiraciones de sus pueblos. Esta es la lógica de la Organización de Cooperación de Shanghai y del grupo de países BRICS+. En América Latina ha sido la lógica de la Alternativa Bolivariana de nuestras Américas y de la fundación de la Comunidad de Estados Latinoamericano y Caribeños. En abril de 2021 en la Conferencia Anual del Foro de Asia en Boao, Hainan en China, el Presidente Xi Jinping de la República Popular China empezó hablar de un multilateralismo genuino, en contraste a las variedades del pseudo-multilateralismo favorecidas por las y los dirigentes occidentales.
El Instituto Chino de Estudios Internacionales, identifica varias características del pseudo-multilateralismo occidental. Entre ellas las más importantes son
• la aplicación selectiva y con doble rasero de las normas del derecho internacional;
• la imposición de sus interpretaciones de la democracia y los derechos humanos;
• el abandono de la indivisibilidad de la seguridad para favorecer sus propios intereses;
• disfrazar las alianzas con sus gobiernos vasallos como una acción colectiva legítima;
• hacer declaraciones de compromisos los cuales nunca cumplen.
Son múltiples los ejemplos e instancias de este cínico comportamiento hipócrita de los gobiernos norteamericanos y europeos. En cambio los dirigentes de las naciones del mundo mayoritario promueven una visión del multilateralismo genuino basado en la igualdad y el respeto para los intereses y la seguridad de los demás. En enero de este año, al recibir la presidencia pro tempore de BRICS con el lema de “Reforzando el Multilateralismo para el Desarrollo y Seguridad Global Justa”, el Presidente Vladimir Putin afirmó:
“Los BRICS atraen a un número cada vez mayor de partidarios y países de ideas afines que comparten sus principios subyacentes, a saber, igualdad soberana, respeto por el camino elegido de desarrollo, consideración mutua de intereses, apertura, consenso, la aspiración de formar un orden internacional multipolar y un sistema financiero y comercial global justo, y la búsqueda de soluciones colectivas a los principales desafíos de nuestro tiempo.”
Por su parte, el Presidente Xi Jinping había hecho varios comentarios sobre el multilateralismo genuino. En noviembre 2021 comentó sobre el tema de la OMC, “China salvaguardará firmemente el multilateralismo genuino. El sistema comercial multilateral centrado en la OMC es la piedra angular del comercio internacional… China aboga por la reforma de la OMC en la dirección correcta, apoya el desarrollo inclusivo del sistema comercial multilateral y defiende los derechos e intereses legítimos de los países en desarrollo miembros de la organización”.
En febrero 2022, el Presidente Xi Jinping afirmó también que “China promueve los valores comunes a toda la humanidad, practica el multilateralismo genuino, toma parte activa en la reforma y la construcción del sistema de gobernanza global, incluido el de los derechos humanos, e impulsa la construcción de una comunidad de destino de la humanidad.” Y de la manera más clara, el President Xi Jinping notó en la reunión de jefes de Estado de la OCS en septiembre 2021, “Hay que llevar a la práctica un multilateralismo genuino y rechazar las acciones que, en nombre de supuestas “reglas” desbaratan el orden internacional y crean confrontación y división.”
Estas declaraciones de los dirigentes de la Federación Rusa y la República Popular China ofrecen una perspectiva más allá de las importantes consideraciones políticas y socio-económicas. Porque sugieren la importancia del aspecto político-afectivo que influye mucho en la percepción de las posiciones geopolíticas y geoeconómicas de parte de los pueblos y gobiernos contrapartes de las relaciones multilaterales. Es evidente en las palabras del Presidente Vladimir Putin y del Presidente Xi Jinping que abogan por relaciones honestas y sinceras basadas en el compromiso de decir la verdad, alcanzar una apreciación mutua de la realidad y actuar de buena fe para concretar los acuerdos.
En cambio, los dirigentes occidentales actúan con su acostumbrada soberbia para disfrazar, con razonamientos insinceros y discursos falsos, su odioso sadismo, su despreciable cinismo y su maligna hipocresía. Para las relaciones humanas internacionales de los gobiernos del mundo mayoritario es obvio el comportamiento que va a tener mayor aceptación. Las relaciones sinceras y respetuosas ofrecidas por China y Rusia hacen parecer torpes e retardadas las relaciones de falta de respeto e insinceridad practicadas por los Estados Unidos norteamericanos y sus gobiernos satélites.
El ejemplo más claro de esta realidad ha sido el apoyo del Occidente al genocidio sionista en Palestina con la aplicación serial de su veto de los ceses al fuego acordados en el Consejo de Seguridad de la ONU. Lo han aplicado a pesar de la imposición en Gaza de una deliberada hambruna y la sistemática destrucción del sistema de salud, del servicio de agua y otros servicios básicos en perjuicio de toda la población de dos millones de personas. El genocidio en Palestina es quizás el tema que más ha unido el mundo mayoritario de manera multilateral mientras quienes se oponen a actuar son los mismos países occidentales que sabotean las instancias de progreso multilateral en el mundo con sus vetos, medidas coercitivas unilaterales y sus bloqueos.
Nicaragua refiere a este consenso multilateral sobre Palestina en el pronuciamiento “Idoblegable Palestina!” donde nuestra Co-Presidencia del Comandante Daniel y la Compañera Rosario dicen, “Tenemos la Autoridad Moral, como Pueblos de este otro Mundo, de seguir exigiendo a todos los Organismos Internacionales acciones urgentes que hagan valer todas las Declaraciones, Decisiones y Acuerdos que a lo largo de estos años de masacre ininterrumpida, se han tomado y se continúan tomando, frente a tanta ceguera y sordera de quienes esgrimen el odio y la barbarie como armas incalificables… Que cese ya el asedio a la Vida…!”
Fuente: 19 Digital