Por Ana Hurtado
Hace unas semanas tuvo lugar en La Habana un Simposio organizado por el Instituto de Historia de Cuba sobre la Revolución Cubana. Para el mismo, me permití escribir y exponer unas ideas basadas en hechos históricos.
Sé porqué defiendo esta Revolución, a la que me trajo mi ideal socialista e internacionalista. Pero cualquier sentimiento por muy fuerte que se sienta, debe tener unos cimientos teóricos y prácticos que le den sentido. Por ello, acudí a la historia en breves síntesis del porqué se hace imprescindible esta defensa, siendo o no siendo cubano.
La Revolución Cubana es un hecho histórico que continúa vigente, que se convierte en exclusivo al ser la única experiencia en el planeta de socialismo real que aún continúa viva. Mientras que la vivencia soviética no pudo avanzar y la URSS cayó, Cuba, y su pueblo, han avanzado y se han consolidado en el tiempo a pesar de los peligros, amenazas y agresiones internas y externas (que no han sido pocas).
Para hacer una defensa ideológica, hay que tener claro el por qué.
En Cuba
La Revolución, ya hecha realidad desde el 1 de enero de 1959, se ha ido encontrando desafíos y amenazas conforme ha ido consolidándose. Todos ellos han sido enfrentados, a veces de mejor manera y con más madurez, otras con menos experiencia. Pero siempre ha ido venciendo cada peligro que se le ha puesto por delante. Teniendo en cuenta siempre, que estas amenazas se han presentado en todos los ámbitos (militar, económico, político, cultural, ideológico, informativo, científico…) de la vida real de un pueblo y un país.
Hay que partir de la idea de que cuando hablamos de defensa, no es solo de una Revolución por el simple hecho de haber triunfado, sino de la emancipación del ser humano y su dignidad. La defensa a una alternativa propia que por fatalidad o por destino propio, está contrapuesta a los intereses hegemónicos imperiales.
En Cuba, hay establecida una filosofía de defensa de la Revolución.
Como si este proyecto en sí fuese poco, en el caso de la isla, a parte de la supervivencia de su independencia, soberanía y población, existen en ella intereses imperiales desde hace siglos. Y no es ningún secreto que una de las naciones que representa estos intereses, como es los Estados Unidos, es la más poderosa en los últimos 70 años militar y económicamente. Aunque en este último aspecto, ya le ha pasado por delante la República Popular China.
La Revolución fue dando solución a lo largo de la historia a las amenazas que la acechaban, y fue teniendo doctrinas para enfrentarlas, de nuevo en diferentes terrenos: político, económico, ideológico/cultural y militar.
Se puede afirmar con certeza que Cuba es el único país que desde 1959 ha vivido todas las modalidades de agresión:
– Invasión militar
– Terrorismo de estado
– Subversión interna
– Guerra psicológica
– Guerra económica
– Bloqueo permanente e ininterrumpido con fines genocidas
Esta comunión de factores no acontece en muchos pueblos ni proyectos anti hegemónicos. No así, con esta totalidad.
Fortalecer al pueblo
Desde los primeros años hubo que fortalecer a la masa ideológicamente, con la afiliación por ejemplo a la doctrina marxista-leninista.
Fidel Castro ideologizó a un pueblo donde resaltó desde un primer momento, ya en la época del Cuartel Moncada, el ideario de José Martí.
Hubo que despojar a las grandes masas de la religión como opio, con la consecuente puesta fuera de toda influencia de la iglesia católica, que influía e intercedía en la vida de los feligreses.
Actualmente Cuba es un estado laico, y para sanidad de la nación, la libertad religiosa prima, y los cubanos son libres de profesar la religión que elijan. Pero fue imprescindible despojar a la iglesia como institución jerárquica de su poder, ya que en los primeros años del triunfo revolucionario, se hizo uso de ella como instrumento subversivo.
Para fortalecer a la masa como bastión de defensa de este proyecto, hubo que alfabetizarla, crear infraestructuras, industrializar el país, desarrollar la voluntad hidráulica, potenciar la cultura, el deporte y fomentar la ciencia como base del futuro del pueblo.
Todos estos progresos, para que los ciudadanos emancipados pudieran tener la libertad de pensamiento, no desde el adoctrinamiento sino desde una pedagogía que instruye en el análisis y en la capacidad de cuestionar todo. (Nosotros no le decimos al pueblo cree, le decimos lee, diría Fidel).
Un individuo que piense, con las condiciones dignas creadas, es la mejor defensa que cualquier país o proceso social pueden tener.
Por eso Fidel, en cada paso que daba junto a su ejecutivo, no dejó de demostrar que se estaba poniendo en el centro de la acción la máxima martiana de “la plena dignidad del hombre”.
Es importante mencionar las relaciones entre Fidel Castro y el pueblo. Se fueron haciendo cada vez más sólidas, indestructibles y de una confianza total.
Fidel partía de las enseñanzas de José Martí que resaltan la verdad, la sinceridad, la honradez y los principios éticos indispensables para el triunfo y establecimiento de los movimientos populares. Para el máximo líder de la Revolución, el ejercicio de poder es un mandato popular. Habla y escucha siempre. Siendo referente de otros movimientos revolucionarios como baluarte ético y moral, entre otros.
La base de la doctrina de la Defensa de la Revolución tiene un pilar militar que extiende su alcance en todas las áreas de la vida del pueblo, e incluso, está refrendada en la Constitución Cubana que se aprobó en 2019.
Hay que destacar que en su alegato de defensa cuando es condenado por el asalto al Cuartel Moncada, más conocido como “La historia me absolverá”, ya Fidel sentencia:
“Ningún arma, ninguna fuerza es capaz de vencer a un pueblo que se decide a luchar por sus derechos (…) Las segundas razones en que se basaban nuestra posibilidades de éxito… era la seguridad de contar con el pueblo”.
Continúa Fidel ya triunfada la Revolución siguiendo el mismo camino ideológico, con las siguientes ideas según Jorge Lezcano Pérez, profesor universitario y miembro del PCC, en el que ha ocupado diversos cargos:
“Nos interesa que el pueblo medite, nos interesa que el pueblo piense.”
“Yo creo en los pueblos como algo vivo, como algo capaz de hacer la historia, porque son los pueblos los que han hecho la historia, no los hombres.”
Es por tanto la capacitación del pueblo en la capacidad de pensar, que hace que la identidad de la Revolución Cubana se diferencie de otros movimientos populares y sociales.
Desde los primeros días del triunfo revolucionario, comenzó a educar a las masas populares, a alfabetizarlas y a hacerlas partícipes de la democracia popular. El mejor ejemplo de ellos fue la creación de los Comités de Defensa de la Revolución.
Añadiría Fidel en 1970 en la Plenaria Provincial de la CTC:
“Si ponemos a millones de personas a pensar, no habrá problemas que nosotros no resolvamos.”
La confianza entre él y el pueblo era recíproca.
La Constitución
El título X de la misma se encarga de la defensa y la seguridad nacional.
Cuba, como cualquier otro país del mundo, está en su derecho soberano de defenderse ante cualquier tipo de ataque o amenaza.
Dice la constitución:
“El Estado cubano fundamenta su política de defensa y seguridad nacional en la salvaguarda de la independencia, la integridad territorial, la soberanía y la paz sobre la base de la prevención y enfrentamiento permanente a los riesgos, amenazas y agresiones que afectan a sus intereses.
Su concepción estratégica de defensa se sustenta en la Guerra de todo el pueblo”.
Para los que no somos cubanos, puede resultarnos poco familiar este último término: La guerra de todo el pueblo.
Concepto que sintetiza el concepto, y valga la redundancia, en que desde el primer momento de vida, la revolución ha triunfado, sobrevivido y subsistido gracias al apoyo popular de la mayor parte de su gente. De ahí la “autenticidad de su carácter popular”.
El Comandante en Jefe de la Revolución, Fidel Castro Ruz, fue el máximo hacedor e ideólogo de la doctrina de la defensa de la misma, partiendo del concepto anteriormente mencionado.
La guerra de todo el pueblo
Cada cubano/a tienen un lugar, una forma y un medio para la defensa del país. Que se entrelaza con la máxima martiana de “haga cada cual su parte del deber y nada podrá vencernos”.
Según la Ley 75 de 1994 de Defensa Nacional, se expone literalmente:
“La Defensa Nacional tiene como fundamento la concepción estratégica de Guerra de Todo el Pueblo, la cuál resume la experiencia histórica acumulada por la nación cubana en lo referente a la defensa de la patria y sintetiza la decisión de dar una solución de masas al problema de la defensa del país, asegurándole a cada ciudadano revolucionario patriota, un lugar, un medio y una forma de combatir al agresor.
La esencia de la Guerra de Todo el Pueblo consiste en que la fuerza de la Revolución Cubana está en la unidad del pueblo y de todas sus fuerzas dirigidas por el PCC sustentado el principio marxista leninista, el ideario martiano y el pensamiento ético revolucionario del líder de la Revolución, el compañero Fidel Castro.”
Esta doctrina progresa desde el inicio de su aplicación llegando a su consolidación total en la década de los años ochenta del siglo XX tras un proceso de madurez como país.
La defensa, se prepara y realiza bajo la dirección del PCC, como fuerza dirigente superior de la sociedad y del estado.
Los enemigos de la Revolución saben y son conscientes de que en el caso de una agresión militar al país, el pueblo en masa saldría a las calles a defenderlo, gracias a la doctrina militar que lleva años desarrollándose y actualizándose.
Y ya en otros aspectos de agresión de diferente violencia, pero no menos hostil, como la informativa y cultural, el pueblo hace uso de la frase de Fidel “la verdad como escudo” para con las herramientas necesarias, defender al país.
No perder de vista
Y es muy importante, aunque a veces no se vea como un enemigo: la lucha contra la burocracia. La misma que desmembró a la URSS, la misma que es el cáncer de todo proyecto social y humano. La misma que ralentiza las situaciones y no permite que el flujo de las cosas avancen, es más, entorpece y degrada: a los procesos y a las personas.
En resumidas cuentas, mencionado todo lo anterior:
La defensa de la Revolución no está en los cuarteles, sino en su pueblo, (cubanos y no), que teniendo clara la historia, debe adaptarse al momento actual para poner en práctica todas las herramientas de defensa y sobre todo, tener el pensamiento bien claro, ese que no se bloquea.
Ese que nos hace invencibles.
Fuente: Cubadebate