Intervención de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en la XI Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP, desde el Palacio de la Revolución, el 26 de agosto de 2024, “Año 66 de la Revolución”.
(Versiones Taquigráficas – Presidencia de la República)
Querido Presidente y hermano Nicolás Maduro;
Queridos hermanos;
Estimados representantes de las naciones que componen nuestra Alianza;
Estimado Jorge Arreaza, Secretario Ejecutivo del ALBA-TCP;
En fin, hermanos de toda Nuestra América:
Primero, en nombre del General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana, del Partido, del Gobierno y del pueblo de Cuba, reiteramos las felicitaciones ya expresadas al darse los primeros resultados al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, nuestro compañero Nicolás Maduro Moros, por la victoria alcanzada en las elecciones del 28 de julio.
En estos momentos, una vez más nos convocan la conciencia y la solidaridad, porque creo que somos y compartimos esta idea, que somos muy conscientes del grave peligro que corre el proyecto unitario que representa esta Alianza, y también del valor de los pronunciamientos solidarios que toda Nuestra América debe a la hermana Venezuela –líder indiscutible de la independencia regional, desde los tiempos de Bolívar y sus campañas libertarias– y que hoy enfrenta una grosera y concertada campaña de descrédito que busca enmascarar otro intento de golpe de Estado.
Lo han intentado tantas veces que ya no es posible esconder los propósitos detrás del gastado pretexto de transparentar los resultados electorales oficiales, prácticamente antes del tiempo establecido para ello, mientras por otra parte se da por hecho y no se cuestiona la postura incivilizada, violenta, fascista de una parte de la oposición que se niega a aceptar todo lo que no la beneficie.
Las desafiantes posturas asumidas por esos grupos políticos advirtiendo que no reconocerían otros resultados que no fueran los que ellos pronosticaban mostraron muy temprano, prácticamente al cierre de las urnas, que se avecinaba una nueva fase de todos los anteriores y fracasados intentos de derrocar a un gobierno legítimo con una combinación de violencia interna e injerencia extranjera.
Absurda pretensión la de quienes intentan que se consideren válidos resultados armados sobre una plataforma electoral ajena al poder legítimo. Eso, si lo aceptamos, llevaría a los sistemas electorales a la inoperancia. Las partes no se pueden convertir en árbitros de una contienda que los involucra.
Cuba, nuestra patria, nuestro pueblo, reconoce y admira la respuesta serena, el alto sentido democrático institucional y la vocación de paz mostradas por el presidente Nicolás Maduro y su equipo al responder a esas provocaciones, apoyados con movilizaciones populares y presentando un recurso contencioso ante la Sala Electoral del máximo ente judicial de la nación, al amparo de lo que establece la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Hace apenas horas el Tribunal Supremo de Justicia, tras un exhaustivo peritaje de los recaudos presentados por el ente electoral nacional y partidos políticos que participaron en los comicios, emitió un veredicto inapelable que confirma la victoria del presidente Nicolás Maduro en las elecciones del pasado 28 de julio del presente año.
Como era de esperar, los mismos extremistas que desconocieron los resultados oficiales y desacataron la orden del Tribunal Supremo, enseguida desataron su arsenal de engaño contra el fallo definitivo, intentando negar la legitimidad del poder convocante, y por consiguiente también la de la Constitución.
La voluntad de la mayoría debe ser respetada. El pueblo venezolano votó con total conciencia a favor de la dignidad, de su soberanía y por la paz. Y ha respaldado ese voto con masivas manifestaciones populares en las calles de toda Venezuela, aunque esos hechos, como explicaba Maduro, sean silenciados o disminuidos por reportes sesgados, abiertamente pro oposición, de los medios de comunicación occidentales que sirven al imperio.
No es primera vez que el imperialismo estadounidense y las oligarquías regionales e internacionales muestran rechazo y desprecio por la voluntad de nuestros pueblos.
No es primera vez que intentan detener procesos políticos contrarios a sus intereses, porque estos procesos favorecen el bienestar de los pueblos y la defensa de los bienes nacionales.
No es posible permanecer indiferentes ante una calculada articulación de las oligarquías regionales, el imperialismo, los emporios de las comunicaciones y las plataformas digitales contra Venezuela. Hoy contra Venezuela, mañana contra cualquiera de nuestros países y pueblos.
Hoy se intenta anular los poderes del Estado establecidos en la Constitución venezolana, para ser sustituidos por estructuras paralelas y con documentación de dudoso origen, que son presentadas como legítimas.
Muchos de los que desde el exterior aprovechan la situación creada en Venezuela a favor de sus intereses políticos, que exacerban, promueven y estimulan la desestabilización, son los mismos que, sin elementos probatorios y claramente como excusas para desviar la atención de sus fracasos políticos, tratan de deslegitimar los genuinos movimientos populares en sus países con acusaciones de intromisión extranjera.
Aquí decimos que con absoluta irresponsabilidad se estimula concertadamente el regreso a los planes de desestabilización en Venezuela, y eso en Nuestra América no podemos permitirlo. En Venezuela se dirime el conflicto entre las visiones del mundo claramente en pugna. De un lado, la visión emancipadora, la nuestra, la que defiende el futuro y la justicia social en beneficio de todos. Del otro, prevalece el interés por preservar el sistema de injusticias y hegemonías que la Revolución Bolivariana ha tenido la osadía de confrontar.
Recuerdo que el 28 de enero de 2014, en La Habana, todos los Jefes de Estado y Gobierno de la CELAC adoptaron la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz. Ninguna fuerza imperial o financiada por su hegemonía nos hará retroceder en la responsabilidad de mantener la paz en la región, vital causa en la que nos empeñaremos siempre.
Compañeros, hermanas y hermanos:
El 10 de julio de 2024 nos reunimos en la X Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP para denunciar el intento de golpe de Estado contra el hermano Estado Plurinacional de Bolivia.
Hoy nos reencontramos en estas aciagas circunstancias para condenar el golpismo y la descarada injerencia externa contra la patria de Bolívar, que es la de todos nosotros, y contra la unidad de Nuestra América.
La XXIV Cumbre que realizaremos el próximo 14 de diciembre, de manera presencial, en La Habana, coincidiendo con el aniversario 20 de la fundación del ALBA-TCP –y aprovecho la ocasión para invitarlos a todos– será una nueva oportunidad para ratificar el compromiso con la defensa de la paz y la soberanía, frente a los renovados intentos monroístas del imperio de interferir en los asuntos internos de nuestros países.
Son tiempos de unión y de firmeza frente al imperialismo y las oligarquías, que aprovechan la más mínima oportunidad para atentar contra el triunfo y la estabilidad de cada fuerza de orientación popular, así como de entorpecer las políticas de desarrollo social y destruir los sueños alcanzados en caso de que conquisten el poder.
Denunciamos la continuidad del acoso imperialista, la intromisión externa, la arremetida de las oligarquías, y la manipulación mediática y política para generar desestabilización y propiciar un golpe e intentar derrocar al legítimo Gobierno bolivariano y chavista.
Cuba reitera la más firme condena a la sistemática agresión contra Venezuela, y repudia cualquier intento de aupar violencia y de enturbiar la paz que demanda y precisa su noble y bravo pueblo para enfrentar y restañar el profundo daño causado a su economía por la criminal política de sanciones y bloqueos que Estados Unidos utiliza como principal arma contra las naciones que no se someten a sus designios.
Corresponde a todos actuar con honestidad y justicia, en apego a los principios del Derecho Internacional y a las normas más elementales de convivencia. Corresponde a los venezolanos dirimir y esclarecer lo que les atañe.
Pero no permaneceremos al margen ni en silencio frente a los ultrajes y la injerencia desembozada del imperio, sus corifeos o aquellos que prefieren no desafiar la línea de acción imperial.
Nos solidarizamos, sin una sola duda, con el hermano pueblo venezolano y con nuestro compañero, Nicolás Maduro.
Defenderemos siempre y sin ambigüedades lo que defiende y respalda con su voto el pacífico, honorable y querido pueblo de Venezuela que, castigado por injustas medidas coercitivas unilaterales y en medio de circunstancias muy adversas, ha logrado, con mucho trabajo y empeño, el renacer económico y social de la nación.
La unidad es base y esencia de la invencible fuerza de los pueblos en revolución. Cuba, que conoce, respeta y admira la unidad cívico-militar, bolivariana y chavista del pueblo venezolano, confía en que con esa fuerza, la patria de Bolívar, Chávez y Maduro seguirá demostrando que está a prueba de todas las amenazas y acosos.
¡Hasta la Victoria Siempre!
Muchas gracias.
Fuente: Cuba Minrex