Oscar Arnulfo Romero nació el 15 de agosto de 1917, fue el segundo de ocho hermanos de una familia humilde y modesta.
A la edad de 13 años ingresó al seminario menor de Ciudad Barrios, y tiempo después continuó estudios de Teología en el Seminario San José de la Montaña, de San Salvador, uno de los principales centros del país.
Gracias a sus resultados logró ingresar en la Pontificia Universidad Gregoriana, de Roma. Con apenas 24 años, fue ordenado sacerdote en El Vaticano.
Tras retornar a su país natal fue nombrado párroco de Anamoró, una ciudad situada a 200 kilómetros al oriente de San Salvador, y tiempo después fue destinado a la iglesia de San Miguel, lugar donde ejerció el sacerdocio por dos décadas.
En 1970 el Papa Pablo VI lo nombró Obispo Auxiliar de San Salvador, y cuatro años después obispo de la Diócesis de Santiago de María, en el departamento de Usulután, hasta que en 1977 le encomendó una nueva responsabilidad pastoral como Arzobispo de San Salvador.
En el año 1980 estalló la guerra civil en El Salvador, un conflicto que se extendió 12 años en la nación centroamericana y dejó una estela de 70 000 muertos, 8 000 desaparecidos y un millón de refugiados.
Durante los primeros años de guerra Monseñor Romero condenó las agresiones del gobierno derechista a los rebeldes. Se caracterizó por su lucha en favor de los derechos humanos y por abrir las puertas de la iglesia a los campesinos desplazados por el conflicto militar; por ello se ganó el sobrenombre de «la voz de los sin voz».
Un día antes de su asesinato, en lo que se convertiría en su última homilía, Monseñor Romero hizo una fuerte denuncia al régimen de su país, y pidió en nombre de Dios al ejército que cesara las represiones.
El 24 de marzo de 1980, mientras oficiaba una misa, un francotirador acabó con la vida de Monseñor Romero con un disparo certero al corazón. Su funeral fue una manifestación popular de apoyo a quien, poco antes de su muerte, afirmara «si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño».
Llegado el siglo XXI, y después de un largo proceso que sorteó muchas dificultades tanto por las oposiciones respecto al pensamiento y a la acción pastoral del arzobispo, como por la situación conflictual que se había creado en torno a su figura, el 23 de mayo del 2015 Monseñor Romero fue proclamado beato durante una ceremonia en la Plaza del Divino Salvador del Mundo, en la capital de la nación centroamericana.
El 24 de marzo, en recordación de la memoria de Monseñor Romero, fue proclamado por la ONU como Día Internacional por el Derecho a la Verdad en relación con las Graves Violaciones de los Derechos Humanos Fundamentales y la Dignidad de las Víctimas.
Fuente: Diario Granma