Por Raúl Capote
Una especie de febril locura parece contagiar a los líderes del Viejo Mundo, en Europa, olvidados ya de la historia y avatares de las dos guerras mundiales, de las cuales fueron escenarios protagónicos.
Mientras los tambores de la guerra baten en Europa, Rusia advirtió, recientemente, a Estados Unidos, sobre los «errores de cálculo que podrían tener consecuencias fatales, no solo para ambos países o para Europa, sino para toda la humanidad».
En tanto, los últimos pasos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) conducen a una grave escalada bélica.
Hace unos días se conoció que la Alianza Atlántica está preparando corredores terrestres para el rápido traslado de tropas estadounidenses a la frontera con Rusia, en caso de un potencial conflicto.
Sumado a esto, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha declarado, en repetidas ocasiones, que no descarta el envío de tropas occidentales a Ucrania, palabras a las que se han unido otros líderes europeos.
En ese orden de cosas, como quien juega con la suerte de millones de personas, se embistió un radar del sistema de alerta temprana antimisiles de Rusia, con vehículos aéreos no tripulados de las Fuerzas Armadas de Ucrania, facilitados por occidente.
Este acto irresponsable constituye un serio peligro, y el viceministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Andréi Riabkov, advirtió que «serán reprimidos esos ataques, y la respuesta puede ser asimétrica».
Por otro lado, Moscú solicitó a Washington que tome las advertencias rusas con la seriedad que requiere la actual situación internacional, pues la Casa Blanca autorizó el uso de las armas de la OTAN contra su territorio, por parte del ejército ucraniano.
Sin embargo, no todos los líderes europeos piensan igual. El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, calificó a la Unión Europea como «un tren proguerra sin frenos, y con un maquinista enloquecido», a lo que agregó que no sacrificará a los jóvenes húngaros «solo para que los especuladores de la guerra ganen dinero a manos llenas».
La nota puso un matiz diferente a la saga de graves acontecimientos que dieron pie a la aparición de carteles, cerca de la Embajada de Francia en Moscú, que llaman a los militares galos a no enfrentarse a las fuerzas rusas.
«Franceses, no repitan los errores de sus antepasados, su destino es conocido», se puede leer en los pósteres.
El vicepresidente del Consejo de Ministros de Italia, Matteo Salvini, expresó su repudio al conflicto en Ucrania y, en un mitin celebrado en la ciudad de Bari, envió un mensaje a Macron, en el cual exponía que, si quería unirse a la guerra, «ponte un casco, ponte un chaleco y vete a Ucrania».
Los demás «dirigentes» europeos deberían escuchar las advertencias sobre la implicación de personal o armamento de la región en este conflicto, pero sobre todo ee. uu. debería prestar especial atención, ya que estar «lejos» no le salvaría de la destrucción y la muerte.
La proyección de que la suerte de la humanidad se encuentra en juego nos pone a pensar sobre el inminente peligro que representan estos conflictos para el planeta. La implicación de otros países solo resultaría en una guerra mayor, en la cual la destrucción será internacional.
Fuente: RT