Por: Ana Hurtado
Se lleva escuchando muchos años y se ha asimilado.
Los que lo viven lo padecen. Fuera no se lo imaginan. Es el peligro que conlleva la normalización de crímenes. El bloqueo a Cuba lo es. Y callan.
Callan, aún sabiendo que en sus países no sobrevivirían ni tres meses en las mismas condiciones económicas, humanas y sociales.
Estamos en el momento histórico adecuado para seguir denunciándolo.
El planeta entero está viviendo un genocidio televisado. Se decía que la revolución no sería televisada, pero el genocidio lo está siendo.
En el tiempo del holocausto, se supo todo después. La propaganda de la época confundía y mentía. Nadie imaginaba lo que la Alemania nazi estaba haciendo en sus campos de trabajo y exterminio. Se supo luego. Cuando las tropas invasoras entraron en sus territorios. Luego vinieron los llantos y lamentos de muchos:
– “No, yo no era consciente. No, yo no sabía. No, yo solo cumplía órdenes.”
Ahora todos sabemos todo. Fueron seis millones de judíos aniquilados. Y no solo judíos, porque dentro del grupo también había gitanos, españoles republicanos, homosexuales, personas con incapacidades, comunistas, anarquistas y más. Fue por ello que en compensación, si es que una masacre así lleva alguna, se le dio al grupo más masacrado un país inventado en un territorio en el que ya había gente. Se crea por tanto el estado de Israel.
¿Hay alguna referencia histórica que no sean los textos bíblicos de Israel como país? La tierra siempre fue Palestina. Y lo demuestra todo aquel que se sumerja en las ciencias históricas, antropológicas y sociales. Los palestinos son semitas. Y es el sionismo (no el judaísmo) quién está cometiendo el mismo holocausto atroz y despiadado que en la II Guerra Mundial las tropas de Hitler cometieron contra el pueblo judío. Sí, el estado sionista de Israel es antisemita, y se ha propuesto borrar de la faz de la tierra a una población milenaria. Y no es de ahora. Esto no comenzó el pasado 7 de octubre. Pobres los iletrados que lo crean. La retórica imperialista se aprovecha de la ignorancia y desinformación para avanzar en sus guerras, las cuales son su mayor negocio.
Estamos viéndolas por las redes sociales, medios de comunicación y cualquier plataforma informativa desde diferentes ópticas. Y somos dos cosas: o cómplices o encolerizados. Porque la guerra está en nuestras casas y en nuestros teléfonos móviles. Y no posicionarse en contra es formar parte de ella. La historia es sabia y pasará factura. Es el bien contra el mal. La paz frente al dolor que no se acaba.
No hace falta que nos toque de cerca si no nos conmovemos ante cualquier gesto atroz que suceda en cualquier lugar del planeta.
Ya son algunos los países que han decidido romper relaciones diplomáticas con el estado de Israel. Bolivia encabezó la iniciativa.
La “RealPolitik” está en oferta. El pragmatismo, la indecencia.
Las naciones carecen de valores morales, éticos e ideológicos frente a un conflicto de esta envergadura. Esperemos que la iniciativa de Bolivia atraiga a más países a llevar la dignidad por bandera. Esperemos también que España entienda que es necesario romper urgentemente relaciones con Israel mientras siga inmerso en una limpieza étnica. Pero priman los intereses, no las vidas humanas. Cosas del capitalismo. Ustedes lo saben bien.
Sin ir más lejos, y comparándolo a conciencia, lo mismo que le sucede al pueblo palestino, aunque de otro modo y forma, le llevan haciendo al pueblo cubano hace ya más de seis décadas. Una guerra silenciosa y lenta. Extenuante y agotadora.
Mismo objetivo, misma intención. El imperialismo colonialista no distingue.
Que a nadie le quepa la menor duda que si con el pueblo cubano no han cometido la misma masacre que están cometiendo en Gaza es porque no han podido. Porque la Revolución Cubana, con su máximo líder Fidel Castro, se lo impidió desde el primer momento. Son casos, contextos y situaciones diferentes que no pueden compararse. Si algo une al pueblo palestino y al cubano es la resistencia y valentía. Como también ser el objetivo número uno de los gobiernos asesinos y criminales de esta historia contemporánea en la que vivimos.
Si no fuera por la Revolución, hace mucho tiempo que en Cuba ya habrían entrado. Si no fuera por este pueblo, su chaleco moral y los logros construidos durante todos estos años, quizás habrían borrado a la isla del mapa. De ahí la frustración constante en ahogarla sin éxito. Pero ellos ya saben bien lo que pasaría si intentan apoderarse de Cuba. Todos lo sabemos. Lo que recogerán si no perecen en la lucha.
Estos días se celebra de nuevo en la ONU, como cada año, la votación contra el bloqueo estadounidense a la isla. De nuevo el mundo vota No al bloqueo.
Pero seguirá manteniéndose, porque no se hace nada a nivel internacional para impedirlo.
Pero no creemos en organismos internacionales cuando no dan respuestas reales a los pueblos del mundo que viven oprimidos.
Al principio de la Operación Barbarroja en Europa del Este, escribe el historiador italiano Domenico Losurdo que el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels relataba en sus diarios los primeros días de la invasión en 1941:
“Tenemos delante una marcha triunfal sin precedentes”.
Incluso anotaba que Hitler se había referido de esta manera al ejército soviético:
– “Es solo un chiste.”
Avanzaban los meses y el tono de los diarios del infame propagandista iba cambiando:
“El Führer está en privado muy irritado consigo mismo por el hecho de haberse dejado engañar hasta tal punto sobre el potencial de los bolcheviques (…) Hemos calculado el potencial de los bolcheviques de modo completamente erróneo.”
Valga la comparación y la expedición a la historia – que es sabia-, para ver la confianza que tienen los verdugos en sus fantasiosas victorias.
No me cabe la menor duda de que los norteamericanos que ejecutan la política exterior contra Cuba y demás pueblos soberanos también tienen un diario.
Y aunque no sea el caso igual en el espacio temporal de meses del de Goebbels, me atrevo a decir que este diario ha ido cambiando y cada vez cambiará más.
Hasta finalmente decir que se equivocaron. Que no hay nada más que hacer. Que la victoria de sus enemigos (nosotros) es inevitable.
Y quizás sean ellos, no se sabe cuando los que tengan la misma derrota que los nazis. Puede sonar distópico. Hay muchas fuerzas, pueblos, naciones y vidas por unir en este empeño.
Torres más altas han caído. Ahí tenemos a Goebbels, su familia y sus colegas
Fuente: Cubadebate