Escrito por Alonso
Gloria eterna al Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, descalzos o con frio, armados de coraje y patria, pilares de la paz con justicia que vivimos hoy en día, recordamos hoy la batalla de “La Conchita”, desarrollada el primero de noviembre de 1927, descrita por el General Sandino como uno de los más grandes triunfos ante las fuerzas invasoras yanquis.
Recitaban su matutino canto las aves mientras los vientos surcaban las crestas de los pinares en La Conchita, los primeros rayos del sol abrigaban las pieles cansadas de los libertadores Sandinistas, quienes, observarían un par de horas después, a eso de las 11 de la mañana a las columnas yanquis:
“Iba a empeñarse uno de los combates más sangrientos, donde los autonomistas nicaragüenses tendrían que ofrendar sus vidas en alto sacrificio por la Patria.” A.C. Sandino.
En zafarrancho de combate, escondidos, alineados y a la espera de las órdenes del epopéyico héroe Sandino yacían los miembros del EDSNN, en frente, una avanzada de 50 hombres, seguidos por una vanguardia de 150 marines, a continuación, otros 150 entre los cuales constaba el estado mayor yanqui, con sus mejores tiradores, cerrando la columna 100 hombres, piratas ante los ojos de Sandino.
“Atacamos con descarga cerrada de fusilería ´concón´ y con una lluvia de bombas que causaron en el enemigo terrible estrago, llenándolo de pavor, que aprovechamos para cargar contra el con el mayor arrojo y bravura”. A.C. Sandino.
Relata el héroe el horror sufrido por las fuerzas invasoras, no más que el merecido, ante las atrocidades ya cometidas por estos mismos hombres contra nuestro pueblo, la dinamita se hizo efectiva ante los grupos de yanquis, dejando un rastro de trozos humanos por todo el campo, la huida fue vergonzosa, habían, los marines, mordido el polvo de nuestras agrestes montañas.
Entre la confusión y la desmoralización, los sobrevivientes, sin saber dónde huir, cual gallinas caerían en los machetes de los soldados, que hechos uno con la naturaleza, aparecían entre los matorrales, como si de fantasmas justicieros habláramos, recordando a los visores, afortunados que lograban escapar, que frente a ellos no había simplemente indios o bandoleros, y que dicha guerra, se libraba a muerte.
Una batalla que demuestra la hidalguía creadora de Sandino, era la materialización de la guerra de guerrillas en todo su esplendor, emboscadas relámpago, de entrada y salida, causando gran disturbio, confusión y terror en el enemigo, dando a luz, las montañas del norte de Nicaragua, a una de las mejores tácticas de combate que ha visto nuestro planeta, adaptada y utilizada por tanto ejercito a podido desde aquellos días.
“Las bajas del enemigo ascendieron a 94 hombres. Su Estado Mayor fue totalmente aniquilado. Le avanzamos gran cantidad de parque de varios sistemas, 90 rifles, 70 mulas, cajas de medicina y ropa que habían robado en casa de don Antonio López, a su paso por la hacienda El Jicarito”. A.C. Sandino.
Victoria total, moral, militar y material, reflejo de los ideales de liberación Sandinista, ejemplificada en las recuperaciones de recursos, financiando la libertad con los mismos medios del enemigo, sin mostrar compasión ante quienes nunca la habían mostrado con los nicaragüenses, de esta forma, en una mañana soleada, de agradable ventisca, el suelo nacional, el pendón de la Patria, vio escribirse sobre si otra de las gestas imperecederas del Sandinismo, donde un puñado de hombres se hicieron incontables ante la mayor potencia militar de la historia.
Patria y Libertad…
Sandino Vive, La lucha Sigue…
Referencia:
[1] Sandino, A. Parte de Guerra. 2 de noviembre de 1927.