El 17 de marzo de 2003, estuve en su gabinete como representante del Consejo Nacional de Iglesias de los Estados Unidos, pidiendo su ayuda con los presidentes de las naciones no alineadas para tratar de evitar la guerra de los Estados Unidos contra Irak. Usted me recibió con un caluroso abrazo, porque recordaba mi caso de misionero metodista, colaborador de Dom Hélder Câmara en Recife, secuestrado por el Cuarto Ejército y torturado por el mismo durante 17 días antes de ser expulsado de Brasil en 1974.
Desgraciadamente, el presidente GW Bush declaró la guerra contra Irak esa misma noche a las 21:00 horas (hora brasileña) y usted no tuvo la oportunidad de ayudar a evitar esa guerra.
En 2021, me jubilé después de 68 años como ministro metodista y me trasladé a Nicaragua, donde vivo ahora permanentemente.
Le escribo ahora sobre el caso del obispo Rolando José Álvarez Lagos, porque está circulando mucha desinformación sobre su caso. Los medios de comunicación norteamericanos lo presentan como un preso político del gobierno sandinista. Como ciudadano y residente nicaragüense, puedo decirle que la realidad es bien distinta.
Como estoy seguro de que usted sabe, en abril de 2018, la embajada de EE.UU. aquí en Nicaragua lanzó un intento hacia el cambio de régimen. Durante varios años antes, la embajada, USAID, la Fundación Nacional para la Democracia (NED – una entidad formada y financiada por el Congreso de los EE.UU.), y otras agencias del gobierno de los EE.UU., habían enviado millones de dólares a Nicaragua de una manera semiclandestina para apoyar a una serie de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que trabajaron diligentemente para preparar una Operación de Cambio de Régimen para derrocar al gobierno del presidente Daniel Ortega.
Enviaron a varios cientos de estudiantes nicaragüenses a EE.UU. para «aprender sobre democracia». Este proyecto funcionó de manera similar a la nefasta Escuela de las Américas, ubicada durante muchos años en Panamá, actualmente en Ft. Benning, Georgia, porque fue expulsada de Panamá. Esta Escuela entrenó a cientos de militares latinoamericanos en cómo combatir el «comunismo». El Mayor Maia, que era el jefe de la Cámara de Tortura del Cuarto Ejército en Recife, donde fui torturado, se jactó ante mí de que era graduado de la Escuela de las Américas y que había pasado un año entero en Panamá aprendiendo su oficio de torturador.
El 18 de abril de 2018, en cinco ciudades diferentes de Nicaragua, a las 9:00 a.m. estallaron protestas «espontáneas». Todas estas protestas fueron lideradas por estudiantes que habían participado en los viajes a EE.UU. para recibir «orientación» durante los años anteriores.
Estos grupos levantaron barricadas en las principales calles de las ciudades más importantes de Nicaragua y en los días y semanas posteriores en las carreteras internacionales del país. Estos retenes eran operados por delincuentes comunes que eran reclutados por dinero, drogas y alcohol para aumentar el número de participantes en las protestas y proporcionar músculo para defender los retenes.
Provocaron deliberadamente numerosos incidentes de violencia y enfrentamientos armados contra personal policial y ciudadanos de a pie que resultaron en las muertes de más de 260 personas, según fuentes fidedignas. Las autopsias realizadas revelaron que gran parte de las personas muertas recibieron disparos en la cabeza y el cuello, resultado evidente de disparos de francotiradores (algo muy similar a lo que ocurrió en Venezuela en el intento de golpe de Estado de 2002 contra el presidente Chávez). Entre los muertos hubo 22 policías sandinistas y otros 400 agentes heridos de bala.
También hubo muchos casos de tortura de sandinistas capturados por los «rebeldes». Como confiaban en la victoria, ya que la embajada estadounidense financiaba y apoyaba la insurrección, y como forma de intimidar a la población, muchos de los manifestantes grababan sus acciones en sus teléfonos inteligentes, incluidos los actos de tortura, y los publicaban en las redes sociales para que todo el mundo los viera. Sin embargo, los principales medios de comunicación suprimieron sistemáticamente la cobertura de los numerosos casos notorios de este sádico comportamiento de los activistas de la oposición.
El obispo Rolando Álvarez apoyó abiertamente los intentos de derrocar al gobierno sandinista, que había sido elegido con más del 70% del voto popular en 2016. Desde su púlpito como obispo de Matagalpa, y en las calles, animó a los fieles de su diócesis a apoyar a las fuerzas violentas de la oposición y a hacer todo lo necesario para eliminar al gobierno sandinista. Monseñor Álvarez fue uno de los tres obispos líderes de la Conferencia Episcopal que exigieron la retirada de la policía a sus comisarías como condición previa a un Diálogo Nacional, exigencia a la que accedió el presidente Ortega para facilitar la Paz.
En julio de 2018, en respuesta a las masivas demandas populares de retorno al orden, el gobierno sandinista dijo «¡Basta!» y comenzó a arrestar a los activistas violentos y criminales que habían intentado derrocar al gobierno. Como ya se ha mencionado, muchos de ellos habían grabado sus acciones en sus teléfonos inteligentes y con estas pruebas fue fácil condenar a muchos de ellos, incluidos los que habían torturado y asesinado a cientos de personas, entre ellas ciudadanos apolíticos y sandinistas. Más de 200 fueron condenados y encarcelados.
Los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea y sus representantes de la industria de derechos humanos protestaron inmediatamente, declarando que todos ellos eran «presos políticos», incluidos los condenados por asesinato. Sin embargo, el gobierno sandinista los liberó a todos mediante una ley de amnistía, condicionando su libertad a que no reincidieran en sus delitos. En caso de reincidencia, tendrían que cumplir sus condenas.
Desgraciadamente, muchos incumplieron el acuerdo y fueron encarcelados de nuevo. En junio de 2021, otro grupo fue detenido y puesto a disposición judicial por diversos delitos, entre ellos abuso fraudulento de la condición de organización sin ánimo de lucro y blanqueo de capitales.
El obispo Álvarez no dejó de criticar al gobierno y animó públicamente a sus seguidores a que continuaran la lucha para derrocar al gobierno. En las elecciones de 2021, los sandinistas obtuvieron el 76% del voto popular, mientras que el candidato que quedó en segundo lugar sólo obtuvo el 12% y el voto combinado de los cinco partidos de la oposición que participaron en las elecciones rondó el 30% del electorado. El obispo Álvarez tenía acceso y control de varias emisoras de radio en dos importantes ciudades nicaragüenses, Matagalpa y Estelí, que formaban parte de su diócesis. Instando al pueblo a levantarse, las utilizó para promover el derrocamiento violento del gobierno.
La Iglesia Católica ha sido la religión oficial de Nicaragua durante siglos. Los sacerdotes han gozado de «inmunidad diplomática» durante todo este periodo. En varias ocasiones, sacerdotes acusados de delitos comunes, como violaciones y robos, escaparon de las consecuencias alegando esta inmunidad. La mayoría de los países del hemisferio son hoy «estados laicos», sin religión oficial. Encuestas recientes han indicado que menos del 40% de la población de Nicaragua se declara católica hoy en día, la gran mayoría son protestantes evangélicos.
En marzo de este año, el gobierno sandinista retiró a su embajador ante el Vaticano y, a continuación, el Vaticano cerró su embajada en Managua. Como consecuencia, monseñor Álvarez no goza de ningún tipo de inmunidad y finalmente el gobierno sandinista lo acusó de insurrección. Con la presentación de las pruebas de cinco años de oposición pública al gobierno desde su púlpito y sus emisoras de radio y en las calles, los tribunales le declararon culpable y lo condenaron a 26 años de cárcel. Respetando su condición de obispo, le dieron «arresto domiciliario» en el Palacio Episcopal de Managua.
En febrero de este año, el gobierno nicaragüense ofreció a Estados Unidos la liberación humanitaria de 222 opositores encarcelados por diversos delitos, en su mayoría actos contra el gobierno y abuso fraudulento de la condición de organización sin ánimo de lucro y blanqueo de dinero. Las autoridades estadounidenses respondieron enviando un avión fletado para trasladarlos a todos a Washington DC.
El obispo Ronaldo Álvarez rechazó la invitación. Como resultado, fue enviado de vuelta para cumplir su condena de 26 años, pero fue enviado a prisión, no al Palacio Episcopal donde había estado previamente bajo arresto domiciliario.
El obispo Rolando Álvarez no es un preso político, a menos que promover una insurrección violenta con el resultado de la muerte de cientos de personas deba considerarse un acto puramente político.
El gobierno de Estados Unidos está haciendo todo lo posible para convencer al mundo de que el obispo Álvarez es víctima de una persecución política, en vez de un criminal que intentó derrocar violentamente al gobierno elegido por el pueblo de Nicaragua.
Estimado presidente Lula,
Espero que pueda comprender esta realidad y no le haga el juego al gobierno de los EE.UU. Creo que las personas que intentaron derrocar su gobierno en enero de este año no son presos políticos, sino delincuentes.
Un detalle más: Viví en Brasil durante más de 10 años bajo la dictadura militar instaurada en 1964 con la ayuda de la CIA. Durante esos años, miles de personas fueron secuestradas por las fuerzas de seguridad y torturadas y muchas fueron «desaparecidas». Los militares no hicieron ningún esfuerzo por ocultar el uso que hacían de la tortura. Al contrario, querían que la gente supiera que criticar al gobierno podía fácilmente acabar en tortura o incluso muerte. Todo el mundo sabía de un colega, un primo, una tía o un tío, un periodista o un político que había sido torturado. Y de esta manera se intimidaba al pueblo. Como resultado, nadie decía una palabra contra el gobierno, ni siquiera en una reunión familiar, y menos aún en un restaurante o un bar.
Llevo en Nicaragua un total de ocho años y en todo este tiempo no he sabido de una sola persona desaparecida o torturada. Vivo en un barrio de clase media, donde muchos de mis vecinos no son sandinistas. A quien no le gusta el gobierno expresa libremente su opinión; nadie tiene miedo de hablar. Mi vecino de enfrente trabaja para un canal de televisión que emite todos los días críticas escandalosas contra los sandinistas, y no le pasa nada.
El gobierno de Nicaragua no es una dictadura, es un gobierno del pueblo y para el pueblo.
Con mi mayor respeto,
Reverendo Fred Morris
Traducción al Portugués:
Excelentíssimo Senhor Presidente Luiz Inacio Lula da Silva:
No dia 17 de março de 2003 eu estava no seu Gabinete como representante do Conselho Nacional de Igrejas dos Estados Unidos, solicitando seu apoio com os presidentes dos países não-alinhados para tentar evitar a guerra dos Estados Unidos contra Iraq. Você me recebeu com um abraço bem grande, pois você lembrou meu caso como o missionário Metodista, colaborador de Dom Hélder Câmara no Recife, sequestrado pelo Quarto Exercito e torturado pelo mesmo por 17 dias antes de ser expulso do Brasil em 1974.
Infelizmente o Presidente GW Bush declarou guerra contra Iraq na mesma noite às 21:00 horas (horário de Brasilia) e você não teve tempo de ajudar evitar a mesma.
Em 2021 eu me aposentei depois de 68 anos de ministério Metodista e mudei para Nicaragua, onde moro até agora permanentemente.
Estou lhe escrevendo agora sobre o caso de Bispo Rolando José Álvarez Lagos, pois existe muita mal informação sobre o caso dele. Ele está sendo apresentado pela mídia norteamericana como preso político do governo Sandinista. Como cidadão nicaraguense e residente de Managua eu posso lhe assegurar que a realidade é bem outra.
Como você bem sabe, em abril de 2018 a Embaixada da EUA aqui em Nicaragua lançou uma tentativa de “regime change.” Durante vários anos antes, a Embaixada, USAID, a National Endowment for Democracy (NED–entidade formada e financiada pelo Congresso norteamericano), e outros agencias do governo dos EUA, havia enviado vários milhões de dólares a Nicaragua em forma semi-clandestina para apoiar entidades não governamentales (ONGs) que trabalhavam duramente para preparar a tentativa de golpe, uma tentativa de derrubar o governo do Presidente Daniel Ortega.
Enviaram várias centenas de estudantes nicaraguenses aos EUA para estágios para “aprender a democracia.” Este projeto funcionou em forma bem semelhante a nefasta Escola das Américas, durante muitos anos situada em Panama, atualmente em Fort Benning, Georgia, EUA, pois foi expulsa de Panama. Esta “Escola” treinou centenas de militares latino-americanos em como combater “comunismo”. O Major Maia quem era o chefe da Sala de Tortura do Quarto Exercito donde eu fui torturado, se vangloriava em dizer-me que era graduado da Escola, havendo passado um ano em Panama apreendendo como era a pratica de tortura.
No dia 18 de abril de 2018, em cinco cidades distintas aqui em Nicaragua, às 9:00 horas saíram protestas “espontáneas”. Todos os protestos eram liderados por estudantes que haviam participado nas viagens aos EUA de “orientação” dos anos anteriores.
Imediatamente os grupos de protesto levantaram barreiras nas ruas principais das cidades maiores do pais e das carreteras internacionais. Logo estas “bloqueos” foram “protegidos” por deliquentes comunes que foram recrutados y pagados para aumentar o número de personas nas protestas e forneces “músculos” para defender tais bloqueos. Logo provocaram conflitos armados contra ciudadões comuns que resultaram na morte de umas 260 personas de acordo com fontes impecables. As autopsias revelaram que a maioria das vítimas morreram com uma bala na cabeça ou no pescoço, resultado do trabalho dum francotirador. (Esto é bem semelhante a que passou em Venezuela com o golpe de 2002 contra o Presidente Chavez.) Entre os mortos eram 22 policías Sandinistas com 400 outros policiais feridas por balas.
Também foram um sem número de casos de tortura de Sandinistas que foram capturados pelos “rebeldes”. Já que eles estavam confidentes duma vitória, desde que a Embaixada financiou e apoiou a insurreição, muitos deles gravaram suas ações nos seus próprios smartphones, inclusive atos de tortura e os colocaram nas mídias sociais para intimidar a população. Mas a mídia ocidental suprimiu notícias de estas ações.
O Bispo Rolando Alvarez apoiava abertamente as tentativas de derrocar o governo Sandinista que foi eleito em 2016 com mais de 70% dos votos. Do seu próprio púlpito como bispo de Matagalpa e na rua ele encorajou os fieis da sua diocese a tomar qualquer medida para eliminar o governo Sandinista. O Bishop Álvarez era um de três bispos dos seis da Conferencia Nacional de Bispos Católicos que exigiram que o governo retirasse os policiais para os quarteis como pre-condição para iniciar um Dialogo Nacional, uma demanda que o Presidente Ortega aceitou imediatamente para facilitar a paz.
Mas os conflitos e tiroteios continuaram e em Julio de 2018 o governo Sandinista disse “Basta!” e começou a arrestar os que tentaram derrubar seu governo. Como mencionei antes, muitos deles haviam gravado suas ações nos seus smartphones e com esta evidencia foi fácil condenar muitos, inclusive alguns que haviam torturado e assassinado centenas. Mais de 200 foram condenados e presos.
Os EUA e o EU e seus suas procuradores nas industrias de direitos humanos protestaram imediatamente, declarando que todos eram “presos políticos”, inclusive os que foram condenados por assassinatos. Então, o governo Sandinista deu liberdade a todos por meio de uma anistia provisional, dizendo apenas que se voltaram a praticar algum crime teria que voltar à carcel e cumprir sua pena.
Infelizmente muitos romperam o trato e foram presos de novo. E em Junio de 2021 outro grupo foi arrestado e levado às tribunais por vários crimes, inclusive uso fraudulento de status de entidade sem-lucros e lavagem de dinheiro.
O Bispo Alvarez não deixou de criticar o governo e até dizer a seus fieis que deveram ir à rua e continuar a luta para derrubar o governo. Nas eleições de 2021, os Sandinistas ganharam 76% dos votos. O candidato em segundo lugar ganhou 12%.
O Bispo Álvarez tinha acesso e controle duma meia dúzia de estações de radio em Matagalpa e Esteli (no diocese dele) e todas elas estavam pregando contra o governo constantemente e empurrando o povo para levantar com violência.
A Igreja Católica tem sido a religião oficial de Nicaragua por séculos. Os sacerdotes tem gozado de “imunidade diplomática” durante todo este período. Em várias ocasiões um padre acusado de crimes comuns como estupro ou robo, tem escapado de consequências reclamando tal imunidade. A maioria dos países do hemisfério são “estados seculares” agora, sem uma religião oficial. Encuestas populares recentes tem indicado que menos de 45% do povo de Nicaragua se indentifica como Católico, a maioria se identificando com vários grupos de “evangélicos.” Em março de este ano, o governo Sandinista retirou seu embaixador do Vaticano e logo depois a Vaticano fechou sua Embaixada em Managua. Como resultado, o Bispo Álvarez não goza de imunidade e finalmente o governo Sandinista acusou de insurreição e por pouco não acusou de traição. Com a apresentação da evidência de mais de cinco anos de opor o governo publicamente do seu púlpito e nas estações de radio e na rua, os tribunais o condenou e decretou prisão de 26 anos. Respeitando sua posição de bispo, deram “casa por carcel” e ele continuou a morar na mansão episcopal em Managua.
Em fevereiro deste ano, o governo de Nicaragua ofereceu a liberdade humanitária para 222 personas que estavam nas prisões por uma variedade de crimes, maiormente atos contra o governo, abuso do status de sem-lucros e lavagem de dinheiro. O Departamento de Estados dos EUA respondeu fretando um avião para levar todos a Washington, DC. O Bispo Ronaldo Álvarez era a única pessoa na lista que recusou o convite e como resultado foi condenado a passar sua pena de 26 anos na carcel e não na Mansão Episcopal.
O Bispo Rolando Álvarez não é um preso político, a não ser que promovendo insurreição foi considerado apenas um ato político.
O governo dos EUA está fazendo todo para convencer o mundo que o Bispo Álvarez é vitima de perseguição político, em vez de um criminal que tentou derrocar o governo eleito pelo povo de Nicaragua.
Estimado Presidente Lula, espero que você possa entender esta realidade e não fazer o jogo do governo dos EUA. Creio que os elementos que tentaram derrubar seu governo em Janeiro deste ano não são presos políticos, pero deliquentes.
Um detalhe mais: eu morava no Brasil durante mais de 10 anos, debaixo da ditadura militar estabelecida em 1964 com apoio da CIA. Durante estes anos, milhas de personas foram sequestradas pelas forças de segurança e torturados e desaparecidas ou mortas. Os militares não fizeram nenhuma esforça para esconder as torturas. Pelo contrario, queriam que o povo soubesse que criticando o governo podia facilmente resultar em tortura, ou até a morte. Todo mundo conheceu um colega, primo ou prima, tio ou tia, jornalista ou político que foi torturado. E assim o povo foi intimidado. Como resultado ninguém falou nada contra o governo, nem em reunião familiar, e muito menos num restaurante ou num bar.
Eu moro em Nicaragua já fazem oito anos ao todo e nunca tenho ouvido falar de uma pessoa que desapareceu ou que foi torturado. Muitos de minhas vizinhas não são Sandinistas. Moro num bairro de classe media. Quem não gosta do governo não deixa de expressar sua opinião. Ninguém tem medo de falar. Minha vizinha de frente trabalha num canal de TV que fala peste dos Sandinistas todos os dias—e nada passa.
O governo de Nicaragua não é uma ditadura. É um governo do povo, para o povo.
Com meu maior respeito,
Reverendo Fred Morris
Fuente: Tortilla con Sal