Escrito por Vijay Prashad (*), The Sri Lanka Guardian
Un nuevo estado de ánimo de desafío en el Sur Global ha generado desconcierto en las capitales de la Tríada (Estados Unidos, Europa y Japón), donde los funcionarios se esfuerzan por responder por qué los gobiernos del Sur Global no han aceptado la visión occidental del conflicto en Ucrania o apoyado universalmente a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en sus esfuerzos por “debilitar a Rusia”. Gobiernos que durante mucho tiempo se habían mostrado dóciles a los deseos de la Tríada, como las administraciones de Narendra Modi en India y Recep Tayyip Erdoğan en Türkiye (a pesar de la toxicidad de sus propios regímenes), ya no son tan “fiables”.
India: firme, soberana, independiente
Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, el ministro de Asuntos Exteriores indio, Subrahmanyam Jaishankar, ha defendido a capa y espada la negativa de su Gobierno a ceder a las presiones de Washington. En abril de 2022, en una rueda de prensa conjunta en Washington DC con el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, se le pidió a Jaishankar que explicara la compra continuada de petróleo a Rusia por parte de India.
Su respuesta fue contundente: “Me he dado cuenta de que se refiere a compras de petróleo. Si se refiere a las compras de energía a Rusia, le sugeriría que centrara su atención en Europa… Compramos algo de energía que es necesaria para nuestra seguridad energética. Pero sospecho, mirando las cifras, que probablemente nuestras compras totales del mes serían inferiores a lo que Europa hace en una tarde”.
Sin embargo, estos comentarios no han disuadido los esfuerzos de Washington por ganarse a India para su agenda. El 24 de mayo, el Comité Selecto sobre el Partido Comunista Chino del Congreso de EEUU hizo pública una declaración política sobre Taiwán en la que afirmaba que “EEUU debería reforzar el acuerdo OTAN Plus para incluir a India”. Esta declaración política se hizo pública poco después de la cumbre del G7 celebrada en Hiroshima (Japón), donde el primer ministro indio, Narendra Modi, se reunió con varios líderes del G7, entre ellos el presidente de EEUU, Joe Biden, y el presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky.
La respuesta del gobierno indio a esta formulación “OTAN Plus” se hizo eco de sus anteriores comentarios sobre la compra de petróleo ruso. Jaishankar declaró en una conferencia de prensa el 9 de junio: “Muchos estadounidenses siguen teniendo en la cabeza la idea del tratado de la OTAN. Parece casi como si fuera la única plantilla o punto de vista con el que miran al mundo… No es una plantilla que se aplique a India”. India, dijo, no está interesada en formar parte de la OTAN Plus, ya que desea mantener un mayor grado de flexibilidad geopolítica. Uno de los retos de un mundo cambiante”, dijo Jaishankar, “es cómo conseguir que la gente acepte y se adapte a esos cambios”.
De las declaraciones de Jaishankar se pueden extraer dos conclusiones importantes. En primer lugar, el gobierno indio –que no se opone a EEUU, ni por su programa ni por su temperamento– no está interesado en verse arrastrado a un sistema de bloques liderado por EEUU (la “construcción del tratado de la OTAN”, en palabras de Jaishankar). En segundo lugar, al igual que muchos gobiernos del Sur Global, reconoce que vivimos en un “mundo cambiante” y que las grandes potencias tradicionales –especialmente Estados Unidos– deben “adaptarse a esos cambios”.
El Sur Global se reorganiza
En su informe Perspectivas de Inversión 2023, Credit Suisse señalaba las “fracturas profundas y persistentes” que se han abierto en el orden internacional, otra forma de referirse a lo que Jaishankar denominaba el “mundo cambiante”. Credit Suisse describe estas “fracturas” con precisión: “El Occidente global (países desarrollados occidentales y aliados) se ha alejado del Oriente global (China, Rusia y aliados) en términos de intereses estratégicos básicos, mientras que el Sur global (Brasil, Rusia, India y China y la mayoría de los países en desarrollo) se está reorganizando para perseguir sus propios intereses”. Estas últimas palabras merecen ser repetidas: “el Sur Global… se está reorganizando para perseguir sus propios intereses”.
A mediados de abril, el Ministerio de Asuntos Exteriores japonés publicó su Libro Azul Diplomático 2023, en el que señalaba que nos encontramos en el “final de la era posterior a la Guerra Fría”. Tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, Estados Unidos afirmó su primacía sobre el orden internacional y, junto con sus vasallos de la Tríada, estableció lo que denominó el “orden internacional basado en normas”.
Este proyecto de treinta años liderado por EEUU se tambalea ahora, en parte debido a las debilidades internas de los países de la Tríada (incluida su posición debilitada en la economía mundial) y en parte debido al ascenso de las “locomotoras del Sur” (lideradas por China, pero que incluyen a Brasil, India, Indonesia, México y Nigeria).
Nuestros cálculos, basados en el atlas de datos del FMI, muestran que, por primera vez en siglos, el Producto Interior Bruto de los países del Sur superó este año al de los países del Norte. El ascenso de estos países en desarrollo –a pesar de la gran desigualdad social que existe en ellos– ha producido una nueva actitud entre sus clases medias que se refleja en la mayor confianza de sus gobiernos: ya no aceptan las visiones parroquiales de los países de la Tríada como verdades universales, y tienen un mayor deseo de ejercer sus propios intereses nacionales y regionales.
Es esta reafirmación de los intereses nacionales y regionales en el seno del Sur Global lo que ha reactivado un conjunto de procesos regionales, entre ellos la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y el proceso BRICS (Brasil-Rusia-India-China-Sudáfrica).
Contra los bloqueos y las sanciones
El 1 de junio, los ministros de Asuntos Exteriores de los BRICS se reunieron en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) en vísperas de la cumbre entre sus jefes de Estado que se celebrará el próximo mes de agosto en Johannesburgo. La declaración conjunta que emitieron es instructiva: en dos ocasiones, advirtieron sobre el impacto negativo de las “medidas económicas coercitivas unilaterales, como sanciones, boicots, embargos y bloqueos” que han “producido efectos negativos, especialmente en el mundo en desarrollo”.
El lenguaje de esta declaración representa un sentimiento compartido por todo el Sur Global. Desde Bolivia hasta Sri Lanka, estos países, que constituyen la mayor parte del mundo, están hartos del ciclo de deuda-austeridad impulsado por el FMI y del acoso de la Tríada. Están empezando a hacer valer sus propias agendas soberanas.
Curiosamente, este renacimiento de la política soberana no está impulsado por un nacionalismo encerrado en sí mismo, sino por un internacionalismo no alineado. La declaración de los ministros de los BRICS se centra en “fortalecer el multilateralismo y defender el derecho internacional, incluidos los propósitos y principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas como su piedra angular indispensable” (por cierto, tanto China como Rusia forman parte del Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de las Naciones Unidas, compuesto por veinte miembros).
El argumento implícito que se esgrime aquí es que los Estados de la Tríada liderados por EEUU han impuesto unilateralmente su estrecha visión del mundo, basada en los intereses de sus élites, a los países del Sur bajo la apariencia del “orden internacional basado en normas”. Ahora, según los Estados del Sur Global, es hora de volver a la fuente –la Carta de la ONU– y construir un orden internacional genuinamente democrático.
La palabra “no alineados” se utiliza cada vez más para referirse a esta nueva tendencia de la política internacional. El término tiene su origen en la Conferencia de No Alineados celebrada en Belgrado (Yugoslavia) en 1961, que se construyó sobre los cimientos establecidos en la Conferencia Asiático-Africana celebrada en Bandung (Indonesia) en 1955. En aquella época, la no alineación se refería a los países liderados por movimientos enraizados en el proyecto profundamente anticolonial del Tercer Mundo, que pretendían establecer la soberanía de los nuevos Estados y la dignidad de sus pueblos.
La crisis de la deuda de los años ochenta, que comenzó con el impago de México en 1982, acabó con ese momento de no alineamiento. Lo que tenemos ahora no es un retorno del viejo No-Alineamiento, sino el surgimiento de una nueva atmósfera política y una nueva constelación política que requiere un estudio cuidadoso. Por ahora, podemos decir que este nuevo No-Alineamiento está siendo demandado por los Estados más grandes del Sur Global que no están interesados en ser subordinados por la agenda de la Tríada, pero que todavía no han establecido un proyecto propio –un Proyecto Sur Global, por ejemplo.
Como parte de nuestros esfuerzos por comprender esta dinámica emergente, Tricontinental: Instituto de Investigación Social se unirá a la campaña No a la Guerra Fría, ALBA Movimientos, Panafricanismo Hoy, el Centro de Estrategia Internacional (Corea del Sur) y la Asamblea Internacional de los Pueblos para celebrar el seminario web “El nuevo no alineamiento y la nueva guerra fría” el 17 de junio. Intervendrán Ronnie Kasrils (ex ministro de Inteligencia, Sudáfrica), Sevim Dağdelen (jefe adjunto del partido Die Linke en el Bundestag alemán), Stephanie Weatherbee (Asamblea Internacional de los Pueblos) y Srujana Bodapati (Tricontinental: Instituto de Investigación Social).
En 1931, la poetisa y periodista jamaicana Una Marson (1905-1965) escribió “There Will Come a Time” (Llegará el momento), un poema esperanzado en un futuro “en el que el amor y la fraternidad dominen por completo”. Los pueblos del mundo colonizado, escribió, tendrían que librar una batalla sostenida para alcanzar su libertad. No estamos ni mucho menos al final de esa lucha, pero tampoco en la posición de subordinación casi total en la que nos encontrábamos durante el apogeo de la primacía de la Tríada, desde 1991 hasta ahora.
La cosecha de las lágrimas vertidas en siglos
Merece la pena volver a Marson, que sabía con certeza que llegaría un mundo más justo, aunque no estuviera viva para presenciarlo:
Qué importa que seamos como pájaros enjaulados
que se golpean el pecho contra los barrotes de hierro
hasta que caigan gotas de sangre, y en cantos desgarradores
nuestras almas pasan a Dios? Estas mismas palabras,
cantadas con angustia, prevalecerán poderosamente.
No estaremos entre los felices herederos
de esta gran herencia, pero a nosotros
vendrá su gratitud y alabanza,
y los niños aún no nacidos cosecharán con alegría…
lo que hemos sembrado en lágrimas.
(Imagen de portada dibujada por Katsura Yuki, de Japón, titulada «Un asno en la piel de un león», 1956).
Fuente: Radio La Primerísima