Introducción de Bitácora
Ricardo Morales Avilés pertenece a esa generación de revolucionario marxistasleninistas nicaragüenses que sin contar con una «organización de vanguardia proletaria» se enrumbaron en la construcción de un «frente popular» antiimperialista antisomocista, el FSLN.
Se le puede distinguir porque siempre imprimió el carácter de «clase» a la lucha revolucionaria hasta su muerte, y de hecho una de sus principales preocupaciones —que entendía como un problema cardinal de la lucha— era la formación político-ideológica que condujera la praxis revolucionaria, hoy desatendida.
Sin lugar a dudas el pensamiento de Ricardo es prácticamente desconocido, ha sido completamente disociado de sus convicciones marxistas-leninistas y entregados a la militancia, y a las masas, completamente desprovisto de ese elemento clave en su desarrollo revolucionario. De ahí que concluyamos que para comprender a Ricardo, para enrumbarse tras sus pasos, es necesario ya no solo conocer su obra, sino comprenderlas como resultado indisoluble de sus convicciones marxistas.
Contenido
1. Ahora estoy aquí. Prisionero porque lucho por una causa justa. ¿Cuál será mi destino? Lo importante es que estamos al lado del pueblo y que estamos haciendo su historia.
2. Parece extraño. Siento como si hace años me hubiera preparado para esto. ¿En qué tiempo estuve moldeándome? Mientras tanto espero confiado, porque la ira cabalga el viento de mi pueblo.
3. ¿Cuál será nuestro legado? Lo que dejemos detrás nuestro será el resultado de las cosas grandes y/o pequeñas que hagamos en nuestra vida. Lo importante es que las cosas, por mínimas que sean, las hagamos como si fueran grandes. El mundo nuevo que surgirá del seno de nuestra lucha será moldeado, en parte, por la contribución distinta y común de cada uno de nosotros. Estamos empeñados y responsabilizados.
4. Bien nos haya a los que nacimos desnudos en la tierra y a los que nos hicimos desnudos como ellos. A nosotros que en el fondo del cuerpo y en la fuerza de la idea estamos juntos. Porque sólo nosotros nos asentamos firmemente en la tierra y conducimos la historia.
5. Quisiera haber ido más allá y no quedarme en la superficie del desamparo de este pueblo. Hay como una sensación agridulce por haberme quedado en la penumbra, a media ventana. Desencanto de quien al despertar muere de golpe. Con todo, ávido ocupé mi lugar en el movimiento que anuncia la cólera.
6. La cuestión no está simplemente en haber nacido en este mundo, sino en la toma de conciencia del significado del ultraje, de la explotación de clase.
7. Un mes. Lo que pesa es este aislamiento y esta inactividad monótona. La lucha ha de tener salida en esta situación.
8. Nada hago. Tal vez ya nada haga. Pero sigo soñando. Siguen creciendo mis sueños y mis ojos se quedan cortos para coger el mundo futuro.
9. Me pregunto si no podré transformar esta monotonía en cosa prodigiosa. La solución está en que el universo está en el cuerpo o el cuerpo en el universo. Nada hay igual. Todo el chiste se halla en descubrir en lo anterior lo nuevo.
10. Un día más que viene por mí. Esta monotonía ya estorba demasiado. Todos los días, en esta estancia, sacuden mi mente y no soporta ese vacío del compañero vecino que duerme.
11. Nada sucede aquí. Más que tranquilos encierros. La paz de este país está engalanada de cárceles y olores de muertos. ¿Alguien quiere hacer algún comentario? ¿Otro más? Lo que se necesita es abrir y romper lo que se tiene que abrir y romper, y dar cauce a la esperanza.
12. Juan Pérez era como zapato viejo y se murió de preso. Éramos habitantes de la misma celda. Íbamos juntos a tomar el sol y juntos enfilábamos para tomar la magra ración. Recibíamos, juntos también, la ración de silencio y opresión. De pronto dejó de ser mi acompañante. Dicen que murió de enfermedad, de hambre, de tristeza, de soledad, de odio, de falta de sol, de coraje, ¿por qué no de política?
13. Este día como si no existiera para nadie. Me digo que hay que tener amor a los humanos, y este hombre no tiene manos y su boca es una línea y su color es del color helado de la noche. Creo que, cuando un hombre se muere con los pies desnudos y tirados a pleno suelo, hay que ser sinceros y ponerse a meditar un poco. Qué difícil es estar a medias con el odio y el amor.
14. Me estoy acordando del poema de Neruda a Siqueiros en la cárcel. Pablo y David, verbo y color. Combatientes de este tiempo y de esta parte del mundo. Profetas en los que se alumbra el cuerpo de los hombres nuevos. Este día de locuras encendidas, acabó en el rumbo de los colores y los poemas. Al fin, el tiempo es nuestro y todos los hombres del mundo nos asentamos una vez en la locura.
15. ¿Que la guerra revolucionaria es dolorosa? Pero si nuestra revolución es azúcar. Es dulce para endulzar el trago más amargo de la historia.
16. Revolucionarios como somos, eso somos. Arquitectos noveles de la historia, al menos hemos inventado el instrumento para levantar la cerviz del hombre.
17. A la amada distante le digo; no te niego pero moriré primero. Entonces, esa noche tendrás dolor como la primera y la angustia anterior será posterior en el tiempo. Preguntarás sin objeto por mí y hallarás afuera la vida, la realidad perfectamente cósmica. Ninguna palabra podrá contra el sueño del hijo que gime y nace cada día en tus venas. Arrancarás mi edad del universo y agotarás mi vida en el recuerdo. Después de todo, antes de nacer ya estaba limitado en el tiempo. En cada casa verás lo que jamás vimos y serás esa muchacha que busca ávida lo que ha perdido. En la mañana serás lo que fuiste en la vida, el amor que te detuvo en mis ojos, la luz con que me amaste a cada instante, la vida que entregaste para fundirla a mi cuerpo, también, la mirada con sueño por la fatiga del desvelo, y la alegría contenida de tus ojos hechos de pájaros contentos. Al paso del día, sólo el fino silencio de mis ojos tristes guardarás como reliquia y te llenarás con ellos como de una mirada eterna. Al fin pensarás que es enorme mi hazaña al dormirme como si estuviera muerto.
18. A los estudiantes y a los intelectuales, debido a su procedencia de clase que les permite el acceso a la cultura, y a cierto entrenamiento en la formación de hábitos de estudios y de adquisición del conocimiento, se les facilita la comprensión teórica de las ciencias sociales e históricas. Pero, también, en esas ventajas para llegar a la cultura está su debilidad, porque al desligarse de la práctica de la producción económica y de la práctica histórica, la asimilación cultural queda trunca, incompleta, por su alejamiento abstracto del trabajo. Es una de las formas de las relaciones entre la práctica y la teoría. De aquí la necesidad de que se integren al ejército de los trabajadores, quienes por su situación objetiva se hallan mejor preparados que cualquier otra clase social para asimilar la ciencia del desarrollo histórico contemporáneo.
19. El marxismo es la concepción distintiva del proletariado consciente. El destino histórico de los trabajadores es abolir la explotación, y con ella, la división y la lucha de clases. El marxismo se caracteriza por la unión de la teoría y la práctica.
20. Barrer con el régimen de la propiedad privada. Barrer con el sistema de la explotación. Barrer con las ideas tradicionales.
21. A través de la revolución proletaria el hombre queda capacitado para forjar su propio destino como amo de la naturaleza y de la sociedad.
22. Los estudiantes y los intelectuales sufren las consecuencias de la explotación por refracción.
23. Los trabajadores se caracterizan por su capacidad sensitivo-práctica que se traduce en capacidad para aprehender la realidad, por un materialismo espontáneo, por un sentido: instintivo de la dialéctica, todo lo cual es arma, objetivamente, para realizar históricamente la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, poner fin a la lucha de clases, dar fin a la separación de la teoría y la práctica y a las separaciones del trabajo intelectual y el trabajo manual; de la ciudad y el campo.
24. ¿Qué es esa universalidad de los «ideales humanos» de que habla la burguesía, sino la expresión de los intereses de clase de la misma burguesía?
25. Los revolucionarios debemos abandonar toda ilusión con respecto a la lucha y los caminos por los que ella transita, igual que abandonar todo utopismo acerca de los fines e ideales relacionados con la sociedad a que creemos llegar. Lo que se está desarrollando aquí es una lucha de clases y una lucha antiimperialista; por un lado la burguesía, en primer término la fracción que está en el poder, aliada al imperialismo yanqui principalmente, y por otro lado los obreros, los campesinos, los estudiantes y los intelectuales revolucionarios, unidos en su lucha con los pueblos del resto del mundo, con las fuerzas revolucionarias del mundo. Hacia dónde vamos es hacia el socialismo, modo de producción histórico, concreto y no una sociedad utópica del «reino del hombre» o del «reino de los ángeles». Sólo dejando de lado las concepciones metafísicas, podemos desempeñar a cabalidad la misión histórica en que nos hemos empeñado.
26. Esos ideales de la burguesía que, olvidando su génesis de clase, pretenden convertirse en norma de lo humano. Esas ilusiones que, a pesar de todos los pesares de la burguesía, están cambiando como consecuencia de cambios producidos por las contradicciones internas de las relaciones sociales en que surgen.
27. La historia nos enseña que toda revolución toma su color del régimen social que quiere destruir.
28. En este momento debemos de mirar que a lo largo del camino se nos presentan dos bifurcaciones: abdicación y larga noche de tiranía, o firmeza revolucionaria y decisión para fundar nuestra propia tierra de promisión.
29. ¿Qué es lo que ha de caracterizar al militante de nuestra organización? Básicamente: combatividad, lucidez, firmeza revolucionaria, comprensión de los objetivos parciales y finales de la lucha revolucionaria, comprensión y confianza en el papel histórico del proletariado y de su organización político-militar de vanguardia.
30. He hablado con P. A. [1] sobre la formación revolucionaria. Estoy convencido que para desarrollar el carácter revolucionario, hay que conocer el carácter de nuestro pueblo y de nuestro país, el carácter de nuestra lucha y de nuestra organización, y sobre todo, practicar la lucha revolucionaria.
31. Algunos critican y se quejan de ciertas deficiencias y dificultades de nuestra organización. No ocultarlas pero situadas en su justo lugar y dimensión. Estamos saliendo recién de la etapa de desarrollo organizativo empírico-técnica y nos iniciamos en la científico-técnica. La lucha revolucionaria hay que atenderla como proceso y como situación concreta. Visión, pasión, y actitud de científicos.
32. Auscultar el corazón de nuestro pueblo. Absorber la fuerza de las masas populares y convertirlas en fuerza propia.
33. Somos militantes consientes. ¿Por qué hemos de sentimos tentados a sobrellevar las ocupaciones revolucionarias como rutina o de forma mecánica? ¡Somos un ejército revolucionario formado por combatientes revolucionarios! Nuestra conciencia revolucionaria es nuestra unidad, nuestra disciplina, nuestro vigor, nuestro estímulo e impulso.
34. En el medio en que nos encontramos resulta que no basta ser revolucionario sino que, además, hay que parecerlo.
35. La imagen histórica de Sandino y del Che es la mediación necesaria para la constitución del combatiente revolucionario.
36. El Frente tiene el máximo respeto por la personalidad, la inteligencia y la capacidad de sus militantes, por eso exige el máximo de sus esfuerzos.
37. La comprensión teórico-científica de nuestra realidad, da la comprensión de los medios y métodos para la lucha revolucionaria. Los revolucionarios sabemos que las tácticas eficientes corresponden y se apoyan en una estrategia correcta y que ninguna estrategia correcta es posible trazar sin una teoría científica de la revolución.
38. Donde quede un solo hombre cuyas concepciones sean la expresión del proletariado y correspondan al movimiento real de las relaciones de clase y la lucha de clases existentes, allí estará el movimiento revolucionario del proletariado.
39. Todavía hay compañeros que piensan y sienten, sobre todo la misión revolucionaria, como un ideal místico, como el ideal abstracto de una religión mesiánica. Los revolucionarios somos, como decía Marx, prácticamente, la fracción más decidida del proletariado, su vanguardia y su núcleo dirigente; teóricamente somos la conciencia del movimiento proletario, puesto que tenemos una comprensión teórica clara sobre la lucha de clases, las condiciones, la marcha y los fines del movimiento revolucionario.
40. En nuestro país donde imperan las ideas de la oposición, de la libertad y de la lucha política burguesa, sólo habrá un cambio en favor de la instauración de una democracia popular, cuando la idea de hacer la revolución se convierta en un prejuicio popular.
41. ¿De qué libertad nos hablan estos heraldos de la burguesía? ¿Acaso de esa libertad que nos atribuyen idealmente a cada uno de nosotros, y que la experiencia concreta de cada día niega en el hambre de los niños, en el salario de los trabajadores, en la incultura, el desempleo y el analfabetismo, en la opresión de la clase burguesa? La libertad de que hablamos nosotros es esa que tenemos que ganamos en las barricadas, que nos liberará del yugo de la explotación de clase de la burguesía. Libertad socialista es de lo que hablamos.
42. Cuando los social-cristianos hablan de «socialismo» de «sociedad comunitaria», no puedo dejar de acordarme de lo que pensaba Marx de Proudhon. Pretenden reconstruir la sociedad sobre una sombra embellecida de esta misma sociedad. Alejándose de la realidad no encuentran la solución en las relaciones de clases existentes en nuestro país. No se trata sólo de una lucha antisomocista, sino de una lucha antiburguesa y antiimperialista, por una sociedad en que el poder se halle en manos de los obreros y los campesinos pobres.
43. Dije una vez que sólo creo en el trabajo y en la razón del hombre; es decir en su capacidad para comprender y transformar el mundo. Pero no soy ateo, es decir, seguidor de una doctrina teórica llamada ateísmo. Me identifico con el marxismo, y éste no es un ateísmo, porque no es una doctrina religiosa. El marxismo como teoría científica combate teóricamente toda pretensión teórica de la religión; como arma de lucha ideológica y política combate ideológica y políticamente a toda corriente religiosa. Y todo esto en el conjunto y en el proceso de la lucha de clases.
44. Nuestra lucha no puede entenderse como revanchismo. Luchar no significa matar a las personas. Luchar de manera revolucionaria significa «matar» las clases opresoras; «matar», destruir los medios, los instrumentos, los elementos de dominio de la clase dominante.
45. En esta etapa de la lucha se trata del choque de las mayores fuerzas; es la pasión y la firmeza surgida del combate entre el principio y el fin del mundo.
46. Comprendo bien ese afán de preguntarse lo que el hombre es. Porque ahora no es más que fragmento en que lo ha despedazado la burguesía para repartir su explotación.
47. Estos hombres escribieron el amor al tiempo de azotar el hacha. Y digo que huele mal y el asco captura mis sentidos. Me entrego a esa imagen y siento vergüenza de ser hombre igual a estas fieras. Porque el hombre es a través de todos. A veces imagino que sólo ocupan estas formas un rato, pero soy ellos hasta el infinito. ¿Qué significa todo esto? Son los efectos de la estructura social capitalista sobre los individuos, sobre las actitudes y la forma de vida de los hombres. Con decir lo que todos necesitan podemos apoyamos para empezar el derecho a vivir. Porque con la transformación de la base estructural de la existencia, podemos pedirle prodigios a la historia y dejar de sentirnos menos hombres.
48. La única cosa que moverá todo este sistema es hacer saltar sus cimientos: supresión de la propiedad privada de los medios de producción, lo que significa poner fin a la explotación de clase y de una serie de males que le son inherentes.
49. La cuestión, la única cuestión, para nuestra supervivencia como pueblo, es desembarazarnos de la dominación de clase de la burguesía y del imperialismo.
50. Comprendería la actitud de aquéllos que están contra la violencia, si no fuera porque sospechan subversión en todas esas demandas pacíficas.
51. Nosotros que queremos abolir el sistema capitalista, su estructura, su burocracia, sus leyes, su hipocresía, sus predicamentos ¿cómo vamos a luchar a través de los medios viciados del sistema? El medio más efectivo y seguro es situarnos en la liza revolucionaria.
52. La opresión es la última técnica, el mejor invento para derribar gobiernos.
53. Es imposible para los capitalistas entendernos cuando hablamos de opresión. Pero la opresión es algo que al pueblo le está sucediendo, de manera que es totalmente imposible que nos entienda la clase capitalista, dado el lugar que ambas ocupan.
54. La violencia nunca puede justificarse por sí misma. Lo que ahora sucede es que se ha convertido en el símbolo de los que estamos cansados de recibir mansamente toda la opresión y la violencia ejercidas por los capitalistas sobre nuestras espaldas.
55. Ahora disponemos de todos los instrumentos para transformar el mundo y abrir una constelación de posibilidades para todos.
56. El hecho es que más y más gente del pueblo está encontrando menos y menos fácil vivir en estas condiciones, y el gobierno y la burguesía más y más difícil sostener su situación.
57. Estamos en el camino. Después del primer paso, no pararemos de andar jamás.
58. El coraje nos da inspiración.
59. Cuando decimos revolucionarios, nos referimos al combatiente que ha ahondado en el corazón del pueblo, en sus tradiciones y en su historia, se ha hecho cargo de sus sufrimientos, aprendido a moverse fluentemente en su realidad, y se ha dispuesto a luchar hasta el martirio por su causa. Luchar y revolucionar el mundo para ponerlo en manos del pueblo.
60. Cuando miramos nuevamente y de manera más profunda a nuestro país, encontramos que es todo eso que hemos mirado y todavía mucho más.
61. La Nicaragua que hemos descubierto es más que la tierra de lagos y volcanes.
62. He leído fragmentos de la poesía de Quintana. Aquellos versos contra la conquista española en América y aquellos otros a la lucha de los comuneros. ¡Pasión de fuerza nueva! ¡Hace siglos que cantaba para que ahora le entendiéramos!
63. El intelectual, de una u otra forma, no puede sustraerse a la acción política. Aquéllos que se dicen independientes o apolíticos, no lo son. ¿Acaso no piensan y trabajan con categorías y conceptos de un mundo dominado por la acción política de una clase dominante? De nada sirve retraerse a uno mismo, aislarse o angustiarse; esto no es más que la falta de claridad en cuanto a la posición de clase y a la ausencia definida de un camino de lucha. Un nuevo movimiento intelectual para perfilarse ha de buscar en nuestro país, en nuestra historia, en nuestras luchas, en nuestra herencia cultural, la savia fuerte que lo acerque al pueblo, que lo identifique con el pueblo. El intelectual ha de buscar su propia identidad en el pueblo, en las masas populares que son las que hacen la historia. Es ésta la forma de contribuir a la formación nuestra como pueblo idéntico a sí mismo, fuerte, independiente, vecino fraterno de los demás pueblos de América y del mundo.
64. Algunos compañeros no comprenden que la preocupación por la teoría de la revolución en nuestro país, se halla ineluctablemente ligada al desarrollo de la organización revolucionaria y al incremento consecuente de su capacidad combativa.
65. Lo más urgente es organizarnos, establecer la unidad y sentirnos responsables ante el colectivo. El personalismo que en algunos compañeros se manifiesta hay que erradicarlo. Sentirnos como una extensión del cuerpo revolucionario que actúa afuera.
66. Lo que hay que entender es que conciencia revolucionaria es capacidad revolucionaria.
67. Hay que estudiar nuestra historia y nuestra realidad como marxistas y estudiar el marxismo como nicaragüenses.
68. La relación entre la práctica política diferenciada de los combatientes y su unidad en nuestra organización revolucionaria, se halla en la conciencia revolucionaria que los reúne y los mantiene cohesionados, y que no es más que la expresión de los intereses de clase del proletariado y proyección teórica de la lucha de clases existente.
69. Lo que no acepto es sustituir la crítica objetiva, cerebral y apasionada por la facilidad del insulto moralizante y del adjetivo despreciativo. Señalar y denunciar realidades efectivas y sacar las conclusiones y consecuencias que es necesario extraer. La crítica objetiva no está reñida con la pasión revolucionaria, lo que sucede es que una actitud racional acerca de los hechos es la que ha de presidir el debate.
70. Si tan sólo se comprendiera que se toma partido tanto en la inacción como en la acción
71. La respuesta a la opresión es la liberación de la propiedad privada.
72. Resulta que nos mostramos sensibles a la miseria, a la opresión, a la explotación, en fin, de los obreros y de los campesinos, pero nos preocupamos poco de su actitud para la lucha. Porque no basta denunciar la miseria y mostrarnos solidarios con el proletariado arruinado, sino que hay que recoger su indignación, encauzarle, unirle de manera organizada y disciplinada, entrenarlos en los mecanismos de la lucha y contribuir al desarrollo general de su capacidad revolucionaria.
73. Tengamos presente la existencia mayoritaria de los trabajadores campesinos y de la mayor extensión geográfica del campo, pero no olvidemos la mayor actividad económica comercial de las ciudades.
74. Desarrollar la más estricta lealtad a los principios revolucionarios combinada con la capacidad práctica para la lucha en todas sus formas y entodos los niveles.
75. La tarea del militante revolucionario no puede limitarse a la aceptación de directivas y al cumplimiento de los trabajos; se requiere un cierto talento para la improvisación, disposición para el compromiso en los ensayos, imaginación, adaptabilidad, receptividad, espíritu crítico, para lograr establecer una práctica política eficazmente productiva.
76. Descartar pretensiones de independencia personal, de individualismo, de arrogancia, de liberalismo, de manifestaciones de la perspectiva burguesa, y actuar determinados por la perspectiva del pueblo, por los principios revolucionarios, los principios y directivas de nuestra organización.
77. La verdadera conciencia revolucionaria ejerce su influencia en cada momento de nuestra conducta. Es como la savia vivificante que lo penetra todo.
78. Como individuos tenemos más de un esfuerzo que aportar a la revolución si tenemos suficiente decisión y coraje.
79. La estructura tipo de la vida del combatiente revolucionario es: luchar para vivir; vivir para luchar. Aunque se invierta, permanece invariable.
80. ¿Qué pretenden que hagamos con este mundo que nos ha empujado a morirnos sin apelación y ha cortado todo tránsito a la esperanza?
81. ¿Qué guardan los muros de esta cárcel sino frustración de hombre, tu tristeza encubierta por tus borracheras y tus vicios, y el oculto temor de acordarte que una vez tus manos pudieron llenarse de flores? ¿Qué hay, pues, en definitiva, dentro de este cerco de piedra, sino tu rebelión dislocada contra este mundo que te puso nombre antes que nacieras?
82. Esta noche me despertó el grito de una niña que decía hambre y ese otro de la anciana que obligaba a oír desahucio, y más gritos que venían quién sabe de qué confusión. ¿A qué plazo de la historia nos hallamos consumidos? ¿De qué muerte se quejan los muertos?… ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo?
83. ¿Que venga una vez más la muerte? ¡Que venga, una vez más que venga! Pero nosotros sigamos luchando. Sigamos hermanos, sigamos luchando.
84. Ahora sabemos por qué morimos. Entonces pienso en los millares de niños que mueren sin necesidad. Y en todos esos otros millares de adultos razonables que viven inconscientemente, que no sospechan que lo que ellos llaman vida no es más que la apariencia que los ciega, y mueren inconscientemente.
85. ¡Cuántos de estos dolores tendrá que sufrir el mundo todavía!
86. Alguien dijo que la muerte había llegado. Nadie supo decirme de dónde vino esta noche de julio. Pero supe que eso no era todo, que se habían roto los corazones de los hombres y que habían muerto también otras tantas cosas.
87. Torpes los que nos matan. ¿Y qué es lo que nos matan? Nuestra muerte será el advenimiento de lo que hemos perdido.
88. ¿Y qué son las tumbas de tantos camaradas sino túmulos levantados con actos de esperanza?
89. Revolucionario como ellos desterraré para siempre el dolor de la muerte. Y cómo no hacerlo si la muerte es un fantasma apegado a nuestros cuerpos. Aquél que anda nuestro camino tendrá que mirar la vida y la muerte con ojos nuevos.
90. Y no hay que llorar, ni inclinarse, ni suplicar y no flaquear. El tiempo no importa. Ya llegará el tiempo definitivo y habrá luz y podremos reír y no caminaremos en el lodo y nos levantaremos sin dolor y aliviados de cadenas.
91. Donde los enterraron estarán ahora odiando y soñando
92. Ellos han intensificado la lucha y la han llevado a un nivel de desarrollo más alto.
93. Indudablemente existe un arte revolucionario que se integra a la lucha y a la construcción revolucionaria, que une y educa al pueblo, que combina el realismo revolucionario con el romanticismo revolucionario.
94. La revolución socialista es la única fuerza capaz de poner fin al mundo capitalista, mundo absurdo que impide con sus estructuras opresoras el libre movimiento de la creatividad humana.
95. Para el artista revolucionario, si no se halla en el lado de la acción revolucionaria y en el movimiento de las masas, el arte que produce por «bello» que sea no tiene verdadero sentido, ni relevancia histórica y social. Lo que haga en el plano artístico tiene que ser parte del todo revolucionario.
96. El problema teórico de nuestra revolución es un problema de ciencia y de conciencia.
97. A los revolucionarios les ha de caracterizar, en cuanto a los principios y a los intereses de la revolución, la inflexibilidad y la intransigencia del combatiente que está dispuesto a andar hasta el fin el camino que se ha trazado, por saber que es el único posible que conduce hacia la victoria.
98. Me pregunto qué haría el mundo sin revolucionarios.
99. Desde los calabozos a la propaganda, los recursos represivos del gobierno, del imperialismo y de la burguesía para detener la revolución, parecieran inacabables. Pero la historia nos enseña lo inútil y lo estéril de todos esos esfuerzos.
100. Hay una enorme distancia entre la posición de pedir participación en el poder y la posición de tomar el poder para el pueblo.
101. Ya no hay otra solución para el pueblo nicaragüense que la lucha armada para terminar con este régimen que se desliza cada vez más hacia el fascismo.
102. No creo que la violencia sea una forma personal de auto-liberación. La violencia revolucionaria es una necesidad histórica para destruir el dominio de clase de la burguesía, y oponerla a la violencia, abierta y encubierta, del sistema capitalista. La violencia no puede calibrarse en una perspectiva individual. Se halla determinada por el desarrollo histórico de relaciones de clase y la lucha de clases. La única forma que abre posibilidades a la auto-liberación es la que se halla enmarcada en la liberación de la explotación de clases.
103. La actividad revolucionaria es el arte de dar a la propia vida el valor de una misión histórica.
104. La línea de acción histórica de la juventud revolucionaria tiene sus bases principales en su sentido de relación con las masas populares; con los trabajadores que son la fuerza liberadora universal; en su conciencia del mundo futuro, expresión de los cambios sociales e históricos, de la dialéctica histórica, que conducen al socialismo ineludiblemente; en su deseo de acción práctica, derivada de la conciencia del cambio y de la necesidad de luchar por el cambio, de la conciencia teórica de las leyes que rigen la historia y de la disposición de contribuir activamente a su desarrollo y a la construcción del mundo nuevo.
105. La vocación revolucionaria del campesinado de nuestro país estriba en que, por su condición de trabajadores, los campesinos mantienen un sentido de lo concreto, disposición para la acción práctica, sensibilidad para asir la realidad; en que constituye la fuerza humana más explotada de nuestra realidad social y, por esto, la fuerza productiva humana objetivamente oprimida; en su condición mayoritaria de fuerza humana desposeída; en su tradición y en su experiencia de lucha.
106. Los objetivos generales de nuestra lucha revolucionaria son la liberación, la democracia y el socialismo. Liberación del dominio de clase burgués, del dominio explotador del imperialismo y de la oligarquía criolla. Instauración de la democracia del pueblo, del poder de los trabajadores, obreros y campesinos; democracia para los trabajadores. Construcción del socialismo, sociedad de hombres libres, cuya organización racional de la existencia colectiva e individual garantiza condiciones de vida y de desarrollo que nunca antes los hombres habían conocido, en la que los hombres trabajen con medios de producción comunes y en cuyo proceso los individuos conscientemente ponen en juego sus capacidades como una sola y misma fuerza de producción social.
Notas
[1] Comandante Pedro Aráuz Palacios, conocido como «Federico».
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