«Llevaré este estímulo en nombre de la trova cubana de todos los tiempos», señaló el cantautor Silvio Rodríguez Domínguez, al recibir la condición académica especial de Doctor Honoris Causa de la Universidad de La Habana en Ciencias Sociales y Humanidades.
A la ceremonia de entrega, celebrada en la mañana de este viernes en el Aula Magna del centro de alto estudios, asistió el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Entre los fundadores y líderes de la Nueva Trova, el poeta dedicó primeramente el galardón a Violeta Fernández Plaza (Kolontai), histórica activista social española que falleció este viernes y a quien Silvio distinguió como hermana e «inclaudicable amiga de Cuba».
Acreedor del título de Doctor Honoris Causa de universidades de otros países y nuestro Instituto Superior de Arte (ISA), el cantautor calificó de «indescriptible ser reconocido por la institución educacional por la que han pasado y han hecho historia tantas personalidades. Muy especialmente si esto ocurre en el país en que nacimos. Decir gracias es poco para un abrazo tan generoso que abruma».
La rectora de la Universidad de La Habana (UH), la doctora en Ciencias Miriam Nicado García, al dar lectura a la resolución por la que se otorgó el título, subrayó la trascendencia nacional e internacional de la obra de Silvio Rodríguez, a quien distinguió como cantautor, guitarrista, compositor, productor musical, fotógrafo.
Resaltó al homenajeado como hombre político, entregado a la transformación social revolucionaria, y con un pensamiento y acción volcada a las causas justas. Silvio —añadió— es un ejemplo cimero del intelectual revolucionario.
Nicado García habló además sobre la relación entrañable entre el poeta y la Universidad de La Habana y su condición de embajador excepcional de la cultura cubana por el mundo.
En el discurso de elogio por la entrega del Doctorado Honoris Causa, en nombre de la comunidad académica, el profesor emérito de la Universidad de La Habana Manuel Calviño hizo un recuento de compañero y amigo sobre Silvio Rodríguez.
Destacó de él su capacidad de decir «lo que muchos queríamos decir y no sabíamos cómo hacerlo»; él «proveía y promovía ideas, interpretaciones y conceptos para entender y actuar», añadió recordando los años de jóvenes y andanzas junto a otros que formarían la vanguardia artística formada en la Revolución, algunos de los cuales estaban esta jornada en el Aula Magna.
«Silvio —añadió Calviño— también es de la Universidad de La Habana, que ha cantado con Silvio, caminado con Silvio, combatido con Silvio, pensado con Silvio».
En sus palabras de recibimiento del lauro, el poeta resaltó el vínculo histórico que lo une con la Facultad de Artes y Letras de esta institución. «Muchos viejos y queridos amigos pasaron por aquí; algunos fueron profesores. Yo estuve a punto de entrar una vez, en Historia, pero las consecuencias de mi ejercicio de guitárrica –como diría Retamar– no me dejaron».
También evocó cuatro instantes de su vida vinculados entrañablemente con la Universidad de La Habana, que recordaba especialmente.
Rememoró una tarde, allá por los años 50 del pasado siglo, cuando su padre, su tío Angelito y él subían por la calle San Lázaro y tuvieron que desviarse ante el avance de una manifestación de jóvenes desde la escalinata de la Universidad cantando el Himno Nacional y portando la bandera cubana, para luego ser reprimidos por la policía de la tiranía batistiana.
También recordó que el 13 de marzo de 1962, ya adolescente y aun dándole vueltas en la cabeza lo que vio en los años de dictadura, se fue a la escalinata para una concentración convocada para la conmemoración de la fecha, pero cuando se leyó un texto del líder estudiantil José Antonio Echeverría se omitió la parte en que habla de Dios.
Después de aquello —señaló Silvio— «Fidel hizo un discurso esencialmente antidogmático, que dedicó a los jóvenes, y mencionó a los que él llamó “mancos mentales”. Incluso criticó algunas consignas extremistas de entonces, apelando a un verdadero pensamiento marxista, científico; a una seriedad intelectual. Todo esto revelaba contradicciones que después comprendí que, más que nuestras, eran humanas, porque en los 76 años que he vivido he visto obcecación y fanatismo en muchas formas de pensar. Significativo ver cómo tan temprano Fidel, dirigiéndose a la juventud, hacía una crítica profunda a la simplificación de lo ideológico».
Habló también de cómo lo impactó que por allá por el año 1970, José Miyar Barruecos, rector entonces de la Universidad de La Habana, «me invitó a ir con mi guitarra a la televisión universitaria. Aquel gesto tenía un especial significado porque era una etapa en que los trovadores de mi generación estábamos marginados de la televisión y de la radio. Fue otra prueba alentadora, además de las de Haydee Santamaría y Alfredo Guevara, de que, en aquella revolución de mi país, que yo apoyaba, era posible una diversidad de pensamiento».
También recordó que en 2002, el rector Juan Vela, «con sincero entusiasmo nos abrió las puertas de esta casa de estudios para que hiciéramos un seminario sobre la trova cubana(…).
«Ni antes ni después de entonces hubo actividades universitarias de perfil académico dedicadas a la trova. Por eso sé que nadie se va a poner bravo si ahora digo que, en mi corazón, llevaré este estímulo en nombre de la trova cubana de todos los tiempos».
La investidura de Silvio Rodríguez como Doctor Honoris Causa en Ciencias Sociales y Humanidades fue la última actividad del programa profesional de la Convención Científica Internacional de la Universidad de La Habana, Saber UH, inaugurada el pasado lunes.
Asistieron a la ceremonia representantes del Partido, el Estado, el Gobierno, la cultura, la educación y la ciencia, así como alumnos de la institución.
Fuente: Diario Granma