Escrito por Germán Van de Velde || 30.05.2023
La iglesia católica llegó a Nicaragua con los colonizadores españoles. En nuestro país, los pueblos originarios fueron masacrados pasando de una población de 2 millones a 8 mil en 35 años de dominio español. Durante la época de Sandino, el clero bendecía las armas de los invasores yanquis y pedía al Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua que entregara sus armas.
En el siglo XX, la jerarquía católica apoyó la sangrienta dictadura de Somoza durante más de 4 décadas. Solo al final, algunos miembros apoyaron la liberación del Pueblo. Cuando triunfa la Revolución Popular Sandinista muchos obispos se opusieron al desarrollo del proyecto revolucionario y decidieron respaldar las acciones desestabilizadoras de la CIA, quienes utilizaban a la contra como brazo armado que dejó un saldo de más de 150 mil víctimas, incluyendo muertos/as, discapacitados/as, viudos/as y huérfanos/as.
El triunfo neoliberal de los años 90 tuvo mucho significado para gran parte de la cúpula eclesiástica. Durante 16 años defendieron el gran capital y fortalecieron alianzas con ong´s y la empresa privada, lo que significó regalías, terrenos y propiedades del estado que habían sido nacionalizados mediante la Reforma Agraria en los años 80.
En el 2007, el Sandinismo llegó al gobierno y desde sus inicios tuvo que lidiar con la alianza entre ong´s – empresa privada – jerarquía de la iglesia católica respaldada por el gobierno yanqui.
En el año 2018, el gobierno revolucionario sufrió un intento fallido de golpe de estado. Este fue planificado y financiado por el gobierno de Estados Unidos y ejecutado por esta triple alianza. La jerarquía eclesiástica fue cómplice de secuestros, torturas y masacres de 199 nicaragüenses, así como también de los graves daños provocados a la economía del país. Después de la intentona golpista, a partir de evidencias contundentes en su contra, algunos jerarcas fueron retirados del país por órdenes del Vaticano. Otros se quedaron en el país engañando y manipulando a unos pocos feligreses; pensando que la sotana les daría inmunidad, continuaron sus andanzas delictivas, ¡nunca se detuvieron!
En el año 2022, Rolando Álvarez fue la cara mediática de un nuevo intento desestabilizador en la diócesis de Matagalpa. Este, prevaliéndose de su condición de “líder religioso”, utilizó el púlpito, medios de comunicación (tv, radios) y redes sociales para organizar grupos violentos y cometer actos de odio en contra de la población, provocando un ambiente de zozobra y desorden, alterando la Paz y la armonía de Nicaragua. Como resultado de esto, el cura golpista fue condenado a 26 años y 4 meses de prisión por cometer actos que menoscaban la Independencia, la Soberanía y la Autodeterminación del Pueblo, por incitar a la violencia, al terrorismo y a la desestabilización económica.
Finalmente, el 27 de mayo de 2023, la Policía Nacional informó sobre la detección de actividad ilícita en el manejo de fondos y cuentas bancarias restringidas por la Ley en Nicaragua y vinculadas a algunas diócesis del país. Se encontraron centenares de miles de dólares escondidos en bolsas ubicadas en instalaciones de la iglesia católica provenientes de cuentas bancarias pertenecientes a personas enjuiciadas y condenadas que se habían ordenado congelar. La Fiscalía General de la República, la Superintendencia de Bancos y la Unidad de Análisis Financiero de Nicaragua confirmaron estos movimientos delictivos con fondos que ingresaron de forma irregular al país.
La jerarquía de la iglesia católica no solo fue cómplice del exterminio de nuestros ancestros durante la colonización, sino que aprobó y respaldó la invasión extranjera en nuestro territorio, apoyó una de las dictaduras más sangrientas de América Latina, respaldó la guerra de agresión contra el Pueblo de Nicaragua, recibió grandes cantidades de terrenos y propiedades en tiempos neoliberales de forma ilegal, participó activamente en el intento fallido de golpe de estado, comete abusos sexuales a sus feligreses y ahora es también un organismo que sirve para filtrar fondos desde el exterior con objetivos desestabilizadores en el país.
No hace falta una profecía para ratificar este comportamiento histórico de jerarcas sumisos e inmorales que violentan el orden jurídico y reducen su fe al servilismo de los antivalores estadounidenses y sus intereses globales. Todavía existen algunas excepciones en el clero que no comparten estos diabólicos planes y se colocan a la par del Pueblo en la lucha por la Paz.
Esto no se trata de persecución religiosa, se trata de desmontar una red criminal que violenta la Ley y manipula la fe. El cardenal Leopoldo Brenes dice: “Mantengamos la calma. No se dejen llevar por noticias y redes que exageran”. Sin embargo, todas las evidencias anteriores solo demuestran el grueso historial delictivo que tiene la jerarquía de la iglesia católica en Nicaragua y la ratifica a esta como una ¡Organización terrorista!
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