A los gringos no les gusta que el mundo se vire al revés. Lo han tratado de acomodar de modo tal que, ante el más mínimo atisbo de entropía antipoder, se desatan las furias imperiales en toda su magnitud. Según ellos, las cosas son como les conviene o no son, y repiten hasta la saciedad que el mundo está basado en reglas (las que impone Occidente).
Si hay que invadir a alguien, bombardear, asesinar y saquear, en cualquier rincón del mundo, para eso están sus soldados, y es inaudito que algún otro ejército tenga la osadía de andar haciendo guerras, así como así, sin permiso del Tío Sam.
Si hay que tumbar a un presidente, cambiar un gobierno o hasta decidir otro sistema político para un país, para eso están la CIA, el Pentágono y la diplomacia de las cañoneras.
Es inaceptable alguna revolución de izquierda o elecciones imprevistas, en las que salga victorioso un líder progresista, que para colmo se atreva a desoír al embajador yanqui.
Si hay petróleo, gas, litio, tierras raras o hasta huevos de Jicotea, es cosa de Norteamérica decidir cómo será la apropiación de esos recursos, estén donde estén, y es absurdo que vengan los dueños naturales de la riqueza a disponer de ellas o a negociar su explotación con otra potencia. ¡Cuidado con semejante herejía!, que los portaaviones son veloces y los marines muy diestros en recuperar botines.
Si alguien decide usar la palabra democracia o quiere definir los derechos humanos, para eso está el diccionario político Made in usa, donde aparecen bien claros cada uno de esos términos, y no se tolerarán aberraciones encaminadas a redefinirlos ni mucho menos a pretender que la democracia deba incluir a los pobres, o que los derechos humanos han de ser para todos los humanos.
Si el asunto es de libertad de prensa, el parnaso está ocupado por los megadioses de los grandes medios, que tienen su morada en los cielos del norte, y ¡ay del periodista que pretenda el reto de poner su pluma en la otra trinchera! Solo son creíbles aquellas historias en las cuales comunistas, indios o latinos son los responsables de todos los males del mundo.
Fuente: Diario Granma