Escrito de Francisco Bilbao
Un debate recorre a las izquierdas de Chile, un debate recorre a las izquierdas de Nuestra América.
Es un debate sobre cómo se defiende un proceso revolucionario, cómo defender la soberanía de nuestros países y pueblos ante la intromisión imperial.
Es un debate donde tiene mucha importancia la propaganda y acción de todo el aparato mediático e intelectual del imperio y de sus aliados en la Europa de la OTAN.
Hay un enemigo del imperio que es la unidad de nuestros países, unidad que en las últimas décadas ha tomado el nombre de ALBA y los gobiernos y pueblos que están en ese proyecto soberano tras el sueño de Bolívar Martí, y nuestro Francisco Bilbao.
El foco del ataque imperial ha sido Cuba, luego Venezuela, Bolivia, ahora nuevamente se centra en la Nicaragua de Rubén Darío y Sandino.
El año 2018 se intentó derrocar al legítimo gobierno encabezado por el comandante Daniel Ortega. Una asonada con muertes horribles, donde se llegó a quemar vivos a sandinistas. En esas movilizaciones participaron no solo mercenarios y antirrevolucionarios, también gente y dirigentes que fueron parte del sandinismo en la guerra de liberación nacional.
Ese intento de golpe, fue derrotado por la mayoría que apoyaba el gobierno sandinista. Es obvio que ante tan graves hechos los impulsores tuvieran que responder frente a la ley y los tribunales por los delitos cometidos,
porque no solo desestabilizaba la paz social lograda con mucho sacrificio, sino que también obedecían a los dictámenes de Washington, es decir traicionaban a la patria.
En un gesto por la paz social, el Estado Sandinista implementó una amnistía general, con el compromiso de no volver a cometer los delitos referidos y sobre todo no vincularse al imperio yanqui, enemigo de la patria.
¿Qué sucedió entonces? Que siguieron en una conducta y acción pro imperial.
Pues bien, esos son los 220 detenidos, enviados a EE. UU, entre ellos ex sandinistas que desde hace muchos años empezaron a trabajar en función de los gringos.
Esos son a los que se les quitó la nacionalidad, porque ya no merecen llamarse nicaragüenses.
En nuestro país, no solo la derecha, la ex Concertación, las fuerzas que apoyan al actual gobierno de Gabriel Boric, también varios izquierdistas con tradición antimperialista definen al legítimo gobierno sandinista de dictatorial, horroroso, etcétera. Lo comparan con Pinochet, muchos feministas lanzan dardos envenenados contra la sobrina nieta de Sandino, la vicepresidenta Rosario Murillo, por el papel que juega en la revolución.
Estos izquierdistas se sienten democráticos, con moralidad intachable, puros y cristalinos. Pero hay un detalle que no dicen: cómo se debería defender una revolución de la intromisión gringa. Una revolución que, con sus aciertos y errores, tiene un modelo de economía popular exitoso, donde el 90 por ciento de los alimentos que consume la población son producidos en el país, donde el grueso del presupuesto nacional es dedicado a la salud y la educación; un modelo que tiene como motor económico pequeñas y medianas cooperativas, y que además está desarrollando proyectos de la envergadura de un canal interoceánico que transformará toda Centro América.
¿No se será que este modelo de economía popular y sus logros es lo que molesta al imperio y a los demócratas de distinto pelaje?
La verdad es que el Estado de Nicaragua, tiene todo un mecanismo de hacer respetar las leyes que el propio pueblo se ha dado, y no solo tiene el derecho de usarlas, sino el deber de hacerlo.
Viva Nicaragua Sandinista.
Viva su pueblo, que junto a su gobierno camina en la senda de Rubén Darío y Sandino.
Fuente: 19 Digital