Escrito por Carlos Fonseca Terán. 21.02.23
1.- El sandinismo y sus tres referentes históricos fundamentales: Sandino, Carlos y Daniel
El antimperialismo, la liberación nacional, el poder popular y el socialismo son parte inalienable del sandinismo como doctrina política. Sandino no solamente es defensor de la soberanía nacional, sino un luchador antimperialista; no sólo es nacionalista, sino también y sobre todo, internacionalista; no es únicamente un patriota, sino antes que todo, Sandino es un revolucionario.
El sandinismo nace como respuesta a la necesidad histórica de una opción política que representara los intereses de las clases populares en Nicaragua y de un proyecto político surgido de nuestra propia realidad nacional, pues ninguno de ambos atributos era propios de las paralelas históricas (liberales y conservadores), que monopolizaron la vida política y económica del país desde 1821 hasta 1979, y que comenzaron a verse cuestionadas desde el surgimiento del sandinismo, que se presenta como una alternativa ante esa realidad histórica excluyente y opresora.
El sandinismo es el proyecto de nación para la transformación revolucionaria de la sociedad nicaragüense, el movimiento político defensor de los intereses de las clases populares en Nicaragua y la doctrina que se constituye en identidad política de los revolucionarios nicaragüenses, en base a la acción y el pensamiento del General Augusto C. Sandino y al contenido revolucionario de su lucha.
El Comandante Carlos Fonseca crea la doctrina política revolucionaria nicaragüense gracias al legado de Sandino, y nosotros somos sandinistas gracias al legado de Carlos Fonseca. La acción y el pensamiento de Sandino hacen posible que Carlos Fonseca articule la doctrina política que se constituye en contenido de nuestra identidad revolucionaria como fuerza de izquierda, defensora de los intereses populares.
Carlos Fonseca aglutina al movimiento revolucionario previamente articulado por Sandino y desintegrado con su asesinato, y logra lo que no pudo lograr Sandino en su circunstancia: que el sandinismo como movimiento político sobreviva e incluso, siga consolidándose aun en ausencia de su líder principal. Después de Sandino y Carlos Fonseca, nuestro líder ha sido el Comandante Daniel Ortega, único que ha estado presente como dirigente revolucionario en todas las etapas de la historia del FSLN, conduciendo al sandinismo de victoria en victoria, algo que lo sitúa entre las tres principales personalidades históricas del sandinismo, que por tanto son: El General Augusto C. Sandino, el Comandante Carlos Fonseca y el Comandante Daniel Ortega.
Sandino es de todos los nicaragüenses (de los nicaragüenses dignos, no de los vendepatria), pero no todos los nicaragüenses (incluso no todos los nicaragüenses dignos) son militantes de la lucha revolucionaria que Sandino impulsó. Es decir, no todos los nicaragüenses son sandinistas, pero parafraseando el viejo refrán de que “todos los caminos conducen a Roma”, valdría decir que en Nicaragua todos los caminos de la dignidad nacional y el compromiso con la justicia social conducen al sandinismo.
Ser sandinista, además de ser una opción política, es la máxima expresión de esa opción ética que es la de ser un nicaragüense digno, porque Sandino es a la vez la máxima expresión de la lucha revolucionaria en Nicaragua y de la dignidad nacional, y no podría ser de otra manera en el país del mundo que ha sido agredido una mayor cantidad de veces por el imperialismo norteamericano.
Sandino es de todos los nicaragüenses dignos como patriota y defensor de la soberanía nacional, pero sólo los nicaragüenses que somos sandinistas nos identificamos con Sandino como revolucionario y antimperialista, o sea con sus ideas políticas y su posición ideológica, que hacen de Sandino la personalidad histórica que es, al ser el factor fundamental que hace históricamente trascendente su acción y pensamiento.
Sandino es el héroe nacional que más orgullo nos hace sentir de ser nicaragüenses, y por eso EL MAYOR ORGULLO DE UN NICARAGÜENSE ES SER SANDINISTA.
2.- Contenido revolucionario de la acción y el pensamiento de Sandino
Sandino se declara revolucionario, antimperialista e internacionalista, y proclama que su lucha no es solamente contra la intervención norteamericana en Nicaragua, sino contra la explotación y la opresión, contra el imperialismo como sistema y a favor de la unidad de los países de Nuestra América. O sea, Sandino no se enfrenta a las tropas interventoras norteamericanas sólo para defender la soberanía nacional, sino porque se considera un combatiente revolucionario y por tanto, antimperialista, lo cual trasciende las fronteras de nuestro país. Por eso escribió:
“Revolución es sinónimo de purificación…
Estamos (…) con los mejores propósitos de que nuestra lucha contra el imperialismo yankee en Nicaragua tome el carácter de lucha antimperialista en una firme acción revolucionaria de masas a escala continental y mundial.
Este movimiento es nacional y antimperialista (…) En el terreno social (…), es popular y preconizamos un sentido de avance en las aspiraciones sociales.
Mi ideal campea en un amplio horizonte de internacionalismo…”
Sandino combina la defensa de la soberanía nacional con la emancipación social. La lucha dirigida por Sandino fue, junto a la guerrilla liderada por Mao Tsé-Tung al frente del Partido Comunista y el Ejército Rojo (después Ejército Popular de Liberación) en China, uno de los dos hechos históricos que inauguraron la etapa de las luchas de liberación nacional como expresión de la lucha de clases a nivel mundial, en momentos durante los cuales el mundo dejaba de estar dividido solamente entre explotados y explotadores dentro de cada país para pasar a estar dividido entre países explotados y países explotadores, consecuencia del desarrollo capitalista en su fase monopolista de Estado o imperialista. De ahí la frase con la que posiblemente Sandino haya logrado la mayor síntesis sobre el contenido revolucionario y patriótico de lucha: “Mi espada defenderá el decoro nacional y dará la redención a los oprimidos…,” que tanto recuerda aquella otra de José Martí: “Patria es humanidad”.
Sandino se declara partidario de la propiedad social sobre los medios de producción, fundamento principal del socialismo, y aunque prefiere la propiedad estatal sobre la tierra, considera que en las condiciones de Nicaragua lo que corresponde es un régimen basado en el cooperativismo. Por eso plantea:
“Yo soy partidario más bien de que la tierra sea del Estado. En este caso particular de nuestra colonización en el Coco, me inclino por un régimen de cooperativas.
Todo será en cooperativas.”
La lucha revolucionaria de Sandino comienza con el alzamiento de los trabajadores del mineral de San Albino, encabezados por él, que ocupan la mina, la operan por varios meses y confiscan el oro a los antiguos propietarios capitalistas. Durante la Guerra Anti-intervencionista, Sandino confisca las propiedades de los terratenientes y las distribuye entre los campesinos. Declara a los capitalistas como enemigos de su ejército. Así tenemos que en determinado momento proclama lo siguiente:
“…Los capitalistas (…) son los primeros y directamente responsables de cuanto ha venido pasando en Nicaragua, porque ellos trajeron a los mercenarios yankees al territorio nacional. (…) A quienes se ha ordenado capturar es a las personas capitalistas, quienes están identificadas como enemigas de nuestro Ejército…”
Sandino proclama el carácter irreconciliable de las contradicciones entre explotados y explotadores, y afirma que las únicas clases sociales capaces de llegar a las últimas consecuencias son los obreros y campesinos, haciendo énfasis en la necesidad de su organización como fuerza política y social, a la vez que hace ver la doble explotación de la que son víctimas los trabajadores de América Latina: la explotación a manos de las burguesías y sectores oligárquicos nacionales, y la que ejerce el imperialismo norteamericano. Sandino deja esto bien claro cuando dice:
“La clase trabajadora de toda la América Latina sufre hoy una doble explotación: la del Imperialismo, principalmente el yankee, y la de las burguesías nativas o sea los capitalistas nacionales explotadores.
…Por un período (…) fue castrado el movimiento sindical de su base fundamental, que es la irreconciliación de los intereses de los explotadores agentes del Imperialismo y de los explotados, única garantía del triunfo de nuestra causa.
Con la agudización de la lucha, con la creciente presión por parte de los banqueros yankees, los vacilantes, los tímidos, por el carácter que toma la lucha, nos abandonan, porque sólo los obreros y campesinos irán hasta el fin, sólo su fuerza organizada logrará el triunfo.”
Sandino se identifica expresamente con la caracterización del imperialismo como fase superior del capitalismo, hecha por el gran dirigente revolucionario y teórico del marxismo, Vladimir I. Lenin. Así, vemos a Sandino proclamando que “el capitalismo norteamericano ha llegado a la última etapa de su desarrollo, transformándose, como consecuencia, en imperialismo.”
Sandino se pronuncia claramente contra liberales y conservadores, y declara que su liberalismo ha quedado sepultado desde que los liberales pactaron con las tropas interventoras en el Acuerdo de Tipitapa o Pacto del Espino Negro, dejando constancia de ello con las siguientes declaraciones:
“…Los dirigentes políticos conservadores y liberales nicaragüenses, son una bola de canallas, cobardes y traidores (…), pero entre nosotros mismos, los obreros y campesinos, hemos improvisado a nuestros jefes.
Moncada nos traicionó en Tipitapa. Allí también quedó sepultado mi liberalismo.”
Sandino no era un iluso y siempre estuvo claro de que sin el control del poder no sería posible impulsar las transformaciones revolucionarias por las que él expresamente luchaba. En consecuencia, plantea la necesidad de tomar el poder y crear una fuerza política independiente que defienda los intereses de las clases populares, y se propone el establecimiento de alianzas previas cuando considera que las condiciones no están dadas aún para lograr ese objetivo. De modo tal que declara:
“Nuestro ejército se prepara para tomar las riendas de nuestro poder nacional.
…El objeto fundamental de mi segundo viaje a esta capital, fue el de corresponder a las aspiraciones de muchas agrupaciones, deseosas de organizarse en un nuevo partido…”
Sandino, en uno de sus planteamientos más radicales, postula la necesidad de suprimir el sistema tradicional de partidos políticos, cuando dice: “No permitiremos a esos politicastros, sinvergüenzas y corrompidos. Vamos a eliminar los partidos liberal y conservador.”
En su lucha, Sandino se identifica con las ideas revolucionarias más avanzadas, y su apoyo fundamental a nivel mundial es el que le da la Internacional Comunista; de igual manera, Sandino llama a la clase obrera latinoamericana a integrarse en el brazo sindical de esta organización, que es la Confederación Sindical Latinoamericana, y suscribe los acuerdos del Congreso Mundial Antimperialista de Frankfurt, organizado por la Internacional Comunista.
Entre los combatientes internacionalistas que combaten a su lado se destacan los comunistas: Farabundo Martí, José de Paredes, Carlos Aponte y Gregorio Urbano Gilbert.
El dirigente comunista cubano Julio Antonio Mella organiza en México el Comité Manos Fuera de Nicaragua, principal organización internacional de la solidaridad con la lucha de Sandino. Henry Barbusse, uno de los más destacados intelectuales comunistas de Europa y el mundo, es quien lo nombra en sus escritos “General de los hombres libres”. Y el mismo Sandino escribe:
“…Siempre hemos pertenecido a la clase común y (…) antes que solamente liberales, somos más bien comunistas (…) El comunismo está aureolado de libertad. Jesús y todos los profetas siempre fueron comunistas. Nosotros (…) les seguiremos en el camino a la tierra prometida del comunismo mundial.”
Algo que se ha querido manipular en este tema es la separación entre Sandino y quien fuera su Secretario con grado de Coronel, el comunista salvadoreño Farabundo Martí, quien formaba parte con su partido, de la Internacional Comunista que era controlada en América Latina por los dirigentes comunistas mexicanos, quienes exhibían en esa época un alto grado de sectarismo y al no estar de acuerdo Sandino con ellos en algunos asuntos de carácter táctico, le ordenaron a Farabundo la separación de las filas sandinistas. Después de cumplir disciplinadamente lo indicado, Farabundo se fue a El Salvador a ponerse al frente de la rebelión armada campesina, lo que le costó la vida, y hasta su último suspiro manifestó su respeto y admiración por Sandino, pero la valiente y consecuente actitud revolucionaria de Farabundo al encabezar la insurrección salvadoreña fue repudiada también por los mismos dirigentes sectarios que le habían ordenado separarse de Sandino. Igual comportamiento asumirían otros comunistas sectarios y dogmáticos al entrar en confrontación con el Che en Bolivia, y a quienes Fidel Castro se refirió como dirigentes incapaces, charlatanes y maniobreros , seudorrevolucionarios, oportunistas y charlatanes de toda laya, que autoconceptuándose marxistas, comunistas y otros títulos por el estilo, no han vacilado en calificar al Che de equivocado, aventurero, y cuando más benignamente, idealista. A esos mismos sectarios y dogmáticos en la Nicaragua de los años sesenta y setenta los llamó Carlos Fonseca “politiqueros disfrazados de marxistas”, y el propio Sandino los llamó en su momento “pseudocomunistas”, refiriéndose a los mexicanos que dieron la orden a Farabundo de separarse de él, mientras que con respecto a a Farabundo, Sandino expresó en una entrevista, algo que disipa cualquier duda: “Estaba de acuerdo con todas sus ideas (…) Nunca tuve ninguna disputa ideológica con él.”
3.- La estrategia de paz de Sandino
A raíz del triunfo de Sandino al frente de su Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua frente a la intervención imperialista se presenta una situación política compleja que fue correctamente interpretada por Sandino, demostrando su gran talento y visión política, y que no sólo era un genial estratega militar.
Las fuerzas libero-conservadoras en contubernio con Estados Unidos y bajo sus órdenes querían aislar políticamente a Sandino, provocándolo para que siguiera con su lucha armada y poder presentarlo así ante la opinión pública como un bandolero fraticida que sólo buscaba poder personal. Adicionalmente a esto, en una hábil maniobra las tropas interventoras habían puesto en la Presidencia a Juan Bautista Sacasa, el líder liberal reivindicado años atrás para asumir la Presidencia usurpada por el golpe de Estado conservador, lo cual iba dirigido directamente a atraer a la base social de Sandino, tradicionalmente liberal. Por otra parte, al retirarse las tropas norteamericanas, Estados Unidos dejan instalada la inconstitucional Guardia Nacional como una prolongación militar de la intervención, y al frente de ella a su hombre en Nicaragua, Anastasio Somoza García, con lo que se establecía una dualidad de poder, tanto en lo político como en lo militar: por una parte Sandino con su Ejército intacto y una amplia base social, sobre todo en el Norte y Noroccidente del país, y por otra parte las autoridades institucionales deslegitimadas por haber sido impuestas al amparo de los fusiles extranjeros y bajo un organismo electoral dirigido por militares norteamericanos.
A nivel internacional, en Honduras tomaba el poder un gobierno hostil a la lucha de Sandino y en Alemania llegaban al poder los nazis, encabezados por Hitler, luego de que años antes lo hicieran los fascistas en Italia liderados por Mussolini, lo que cambiaría la correlación de fuerzas a nivel mundial, convirtiéndose la lucha contra el nazifascismo en la prioridad para las fuerzas revolucionarias, y al cabo de los años incluso, en esa lucha encabezada por el movimiento comunista con la Unión Soviética al frente, país que libró al mundo del nazifascismo, Estados Unidos terminaría entrando como aliado de los soviéticos para evitar que éstos se apoderaran de toda Europa, aunque un famoso y fanfarrón General norteamericano, George Patton, hizo célebre su frase de que estaban combatiendo del lado equivocado, y razón no le faltaba.
En esas circunstancias, las prioridades de Sandino eran: Lograr la paz con los mayores espacios posibles de poder, incluyendo el control político-militar de su zona de operaciones y la presencia sandinista en las fuerzas armadas; organizar la base social de su movimiento en el ámbito político y sindical; y hacer una alianza política con el sector de los liberales que adversaba a Somoza, y que era representado por el Presidente Juan Bautista Sacasa. Todo esto sin descartar volver a la lucha armada, pero en una circunstancia distinta de aquella. Sandino tenía claro que el fin de la intervención militar no significaba el fin de la intervención política y económica, pero también sabía que no en toda circunstancia podían ser enfrentados estos tres tipos de intervención de la misma forma y con los mismos métodos de lucha. Al respecto, Sandino escribió:
“…La paz se firmó para evitar el regreso de la intervención armada, que estaba detrás de la puerta, esperando regresar antes de un año, porque se imaginaron que continuaríamos la guerra (…) No salgo del norte, para estar pendiente de todos los momentos en que se presente la oportunidad de restaurar también nuestra independencia política y económica (…) Los componentes de la parte militar del país, que operaron aliados con los invasores, continúan siendo nuestros enemigos (…) La Guardia Nacional es enemiga del gobierno y de nosotros (…), porque es una institución contraria a las leyes y Constitución de la República; ha sido creada (…) por indicaciones de la intervención norteamericana.
…Desaparecida, aunque en apariencia, la intervención armada en Nicaragua, los ánimos se enfriaban, porque la intervención política y económica el pueblo la sufre, no la mira y lo peor, no la cree, y esa situación nos colocaba en situaciones difíciles; mientras tanto el gobierno se preparaba para recibir un empréstito de varios millones de dólares y reventarnos la madre a balazos y afianzar más fuerte la intervención política, económica y militar del país (…) Estábamos agotados en recursos económicos y bélicos y por todo lo dicho habríamos tenido un fracaso en momentos que nuestras tropas no habrían podido refugiarse en Honduras, porque la guerra en aquel país era fuerte y asesinaban a la emigración nicaragüense que en otros días llegó en busca de refugio (…) (En) El Salvador el gobierno reparte balas de metralla a los campesinos.”
Sandino sabía los riesgos que corría, lo que dejó plasmado al decir: “Nosotros iremos hacia el sol de la libertad o hacia la muerte; y si morimos, nuestra causa seguirá viviendo. Otros nos seguirán.”
Y aquí estamos los seguidores de Sandino: los sandinistas, cumpliendo con su profecía y haciendo realidad cada vez más, sus sueños y los de quienes como él, ofrendaron su vida por una Nicaragua Libre como la que tenemos desde 1979, por una Nueva Nicaragua como la que estamos construyendo desde entonces con un proyecto revolucionario que se ha enfrentado a dificultades y circunstancias nunca antes vividas por movimiento revolucionario alguno, hasta salir airoso de semejantes pruebas, como fue la interrupción de nuestro proceso revolucionario por casi dos décadas en las que sin embargo, los gobiernos de derecha que se instauraron no lograron apagar la llama encendida por Sandino, casi apagada por el somocismo y reavivada por el Frente Sandinista mediante una lucha revolucionaria triunfante que convirtió al sandinismo en uno de los movimientos revolucionarios más victoriosos de todos los tiempos, en este pequeño país de Centroamérica que ha logrado conmover al mundo con su heroísmo y virtudes extraordinarias, puestos ahora en función de la restitución de los derechos del pueblo, la lucha contra la pobreza y las transformaciones sociales orientadas al control popular del poder y de la economía, de acuerdo a nuestro modelo transformador, a nuestro proyecto revolucionario y a nuestra realidad histórica. Por eso decimos, hoy más que nunca:
¡SANDINO VIVE, LA LUCHA SIGUE!
Como Sandino, nosotros queremos #PatriaLibreOMOrir. Por eso #SomosPLOMO