Escrito por Eric Toussaint
Tras una resonante victoria en las primeras verdaderas elecciones en las que participaron las y los congoleños, Patrice Lumumba se convirtió en Primer Ministro del Congo desde el 24 de junio de 1960 hasta su derrocamiento y encarcelamiento el 14 de septiembre del mismo año por el militar Joseph-Désiré Mobutu y sus partidarios. Este último gobernó el país, primero bajo mano y luego directamente desde 1965 hasta su derrocamiento en 1997.
“Ludo De Witte: Lumumba fue víctima del imperialismo. De hecho, queríamos continuar con el imperialismo en el Congo, reemplazar un sistema colonial por un sistema neocolonial”
El 17 de enero de 1961, Lumumba, el gran luchador por la independencia, la justicia social y el internacionalismo del Congo, fue torturado y luego ejecutado, junto con varios de sus camaradas, por líderes congoleños cómplices de las potencias occidentales, así como por la policía y militares belgas. Lumumba tenía solo 35 años y podría haber seguido desempeñando un papel muy importante, tanto en su país, como en África y a nivel mundial.
Como escribió la periodista Colette Braeckman: «Patrice Lumumba, Primer Ministro congoleño destituido en septiembre, puesto bajo arresto domiciliario y luego detenido en Thysville, fue llevado a Katanga el 17 de enero de 1961. Cinco horas después de su llegada a suelo de Katanga, fue ejecutado junto con sus dos compañeros Maurice M’Polo y Robert Okito [1]».
Entre los líderes congoleños que participaron directamente en el asesinato de Lumumba estaba Moisés Tshombé, proclamado presidente de la provincia congoleña de Katanga, que se escindió el 11 de julio de 1960, solo dos semanas después del comienzo de la independencia que el Congo obtuvo el 30 de junio de 1960. La secesión de Katanga proclamada por Moisés Tshombe fue apoyada por Bélgica y grandes empresas mineras privadas belgas muy presentes en esta parte del Congo (ver más adelante) con el fin de desestabilizar al gobierno del Primer Ministro Patrice Lumumba.
Al menos cinco policías y militares belgas estaban también presentes en el momento del asesinato. Joseph-Désiré Mobutu, uno de los principales responsables congoleños en el asesinato de Lumumba, no estuvo presente en el lugar el día del asesinato que tuvo lugar en el Este mientras estaba en el oeste del país, en la capital.
La responsabilidad de Bélgica en el asesinato de Lumumba en enero de 1961 fue establecida por varios autores, en particular por Ludo De Witte en El asesinato de Lumumba, y fue objeto de los trabajos de un comité del parlamento belga en 2001-2002.
En esta entrevista, Ludo De Witte simplemente resumía las causas del asesinato de Lumumba: «Lumumba fue víctima del imperialismo. De hecho, queríamos continuar con el imperialismo en el Congo, reemplazar un sistema colonial por un sistema neocolonial. Un sistema donde habría negros, congoleños, que serían políticos y ministros pero, entre bastidores, seguirían siendo las potencias occidentales y sus grandes sociedades las que dominarían el país. Este es el neocolonialismo contra el que Lumumba quería luchar y por eso que fue asesinado».
Vale la pena leer el discurso del Primer Ministro de la República del Congo, Patrice Lumumba, ante Balduino, rey de los belgas.
Balduino había declarado en su discurso: «La independencia del Congo es la culminación de la obra concebida por el genio del rey Leopoldo II, llevada a cabo por él con tenaz valentía y continuada con perseverancia por Bélgica».
Durante la proclamación de la independencia del Congo el 30 de junio de 1960, el Primer Ministro del Congo, Patrice Emery Lumumba, dio un memorable discurso (se puede escuchar aquí). Su versión escrita es la siguiente:
Discurso pronunciado en la sede del parlamento después de los del rey Balduino y el presidente Joseph Kasa-vubu, el día de la proclamación de la independencia de la República Democrática del Congo.
“Congoleños y congoleñas,
Combatientes por la independencia hoy victoriosos.
Les saludo en nombre del gobierno congoleño. A todos ustedes, queridos amigos, que han luchado sin descanso a nuestro lado, les pido hacer de este 30 de junio de 1960, una fecha ilustre que ustedes tendrán gravada de forma imborrable en sus corazones, una fecha que enseñarán con orgullo a sus hijos para que ellos, a su vez, hagan conocer a sus hijos y nietos la historia gloriosa de nuestra lucha por la libertad.
Pues esta independencia del Congo, si bien es proclamada hoy con el acuerdo de Bélgica, país amigo con el que nos tratamos de igual a igual, ningún congoleño digno de ese nombre podrá olvidar jamás que fue conquistada por la lucha, una lucha de todos los días, una lucha ardiente e idealista, una lucha en la que no ahorramos ni nuestras fuerzas, ni nuestras privaciones ni nuestros sufrimientos, ni nuestra sangre.
De esta lucha, que fue de lágrimas, de fuego y de sangre, estamos orgullosos hasta lo más profundo de nuestro ser, ya que fue una lucha noble y justa, una lucha indispensable para poner fin a la humillante esclavitud que nos habían impuesto por la fuerza. Y ese fue nuestro destino durante 80 años de régimen colonialista, por lo que nuestras heridas son todavía demasiado recientes y demasiado dolorosas para que podamos eliminarlas de nuestra memoria. Hemos conocido el trabajo extenuante, exigido a cambio de salarios que no nos permitían ni comer, ni vestirnos, ni alojarnos decentemente, ni educar a nuestros niños como seres queridos.
Conocimos las burlas, los insultos, los golpes que tuvimos que sufrir mañana, tarde y noche, porque éramos negros. ¿Quién olvidará que a un negro se le trataba de “tú” no porque era un amigo sino porque el honorable «usted» estaba reservado solamente a los blancos?
Hemos visto que nuestras tierras fueron espoliadas en nombre de textos pretendidamente legales que solo reconocían el derecho del más fuerte. Hemos visto que la ley no era jamás la misma según se tratara de un Blanco o de un Negro: acomodaticia para unos, cruel para los otros. Hemos visto los atroces sufrimientos de quienes eran relegados por sus opiniones políticas o sus creencias religiosas; exiliados en su propia patria, con un destino verdaderamente peor que la misma muerte.
Hemos visto que había en las ciudades mansiones magníficas para los blancos y chozas en ruinas para los negros, que un negro no era admitido ni en los cines, ni en los restaurantes, ni en las tiendas dichas europeas; que un negro viajaba incluso en el casco de las gabarras, a los pies de un blanco en su cabina de lujo.
¿Quién olvidará, finalmente, los fusilamientos en los que perecieron tantos de nuestros hermanos, las mazmorras a las que fueron brutalmente arrojados quienes no querían seguir sometidos al régimen de una justicia de opresión y explotación?
Patrice Lumumba: ¿Quién olvidará que a un negro se le trataba de “tú” no porque era un amigo sino porque el honorable «usted» estaba reservado solamente a los blancos? […] Hemos visto que la ley no era jamás la misma según se tratara de un Blanco o de un Negro […] Hemos visto los atroces sufrimientos de quienes eran relegados por sus opiniones políticas o sus creencias religiosas; exiliados en su propia patria, con un destino verdaderamente peor que la misma muerte.
Todo eso, hermanos, lo sufrimos profundamente. Pero todo eso también, nosotros a quienes el voto de sus representantes elegidos nos mandató para dirigir nuestro país, nosotros que sufrimos en nuestros cuerpos y en nuestros corazones la opresión colonialista, les decimos bien alto que todo eso, desde ahora, terminó. La República del Congo fue proclamada y nuestro país está ahora en manos de sus propios hijos. Juntos, hermanos, hermanas, comenzaremos una nueva lucha, una lucha sublime que llevará nuestro país a la paz, a la prosperidad y a la grandeza. Estableceremos juntos la justicia social y aseguraremos que todos y todas reciban la justa remuneración por su trabajo. Vamos a mostrar al mundo lo que puede hacer el hombre negro cuando trabaja en libertad y haremos del Congo el centro que ilumine a toda África. Velaremos para que las tierras de nuestra patria beneficien verdaderamente a sus hijos. Revisaremos todas las antiguas leyes y haremos nuevas que serán justas y nobles.
Pondremos fin a la opresión del pensamiento libre y haremos de modo que todos los ciudadanos gocen plenamente de las libertades fundamentales previstas en la Declaración de los derechos humanos.
Suprimiremos eficazmente cualquier discriminación y daremos a cada uno el justo lugar que le valdrán su dignidad humana, su trabajo y su entrega al país. Haremos reinar no la paz de los fusiles y de las bayonetas sino la paz de nuestros corazones y de las buenas voluntades.
Y para ello, queridos compatriotas, estad seguros de que no solo podremos contar con nuestras enormes fuerzas e inmensas riquezas, sino también con la asistencia de numerosos países extranjeros cuya colaboración aceptaremos cada vez que sea leal y que no busque imponernos una política de cualquier tipo que sea. En ese ámbito, Bélgica que, comprendiendo finalmente el sentido de la historia, no trató de oponerse a nuestra independencia, está preparada para concedernos su ayuda y su amistad, y se acaba de firmar un tratado en ese sentido entre nuestros dos países iguales e independientes. Esta cooperación, estoy seguro, será beneficiosa para los dos países. Por nuestra parte, aún permaneciendo alertas, sabremos respetar los compromisos libremente consentidos.
Así, tanto en el interior como en el exterior, el nuevo Congo, nuestra querida República, que mi gobierno creará, será un país rico, libre y próspero. Pero para que lleguemos sin retraso a ese objetivo, a todos ustedes, legisladores y ciudadanos congoleños, les pido que me ayuden con todas sus fuerzas. Les pido a todos que olviden las querellas tribales que nos agotan y que probablemente puedan hacer que nos menosprecien en el extranjero.
Pido a la minoría parlamentaria que ayude a mi gobierno mediante una oposición constructiva y que permanezca estrictamente en las vías legales y democráticas. Les pido a todos no retroceder ante ningún sacrificio para asegurar el éxito de nuestro grandioso proyecto. Les pido, finalmente, que respeten incondicionalmente la vida y los bienes de sus conciudadanos y de los extranjeros establecidos en nuestro país. Si la conducta de esos extranjeros deja que desear, nuestra justicia rápidamente los expulsará del territorio de la República: si, por el contrario su conducta es buena, hay que dejarlos en paz, ya que ellos también trabajan para la prosperidad de nuestro país. La independencia del Congo marca un paso decisivo hacia la liberación de todo el continente africano.
Esto es, Sire, excelencias, señoras, señores, mis queridos compatriotas, mis hermanos de raza, mis hermanos de lucha, lo que les quise decir en nombre del gobierno en este día magnífico de nuestra independencia completa y soberana. Nuestro gobierno fuerte, nacional, popular, será la salvación de este país.
Invito a todos los ciudadanos congoleños, hombres, mujeres y niños, a ponerse resueltamente a trabajar para poder crear una economía nacional próspera que consagre nuestra independencia económica.
¡Homenaje a los combatientes de la libertad nacional!
¡Viva la independencia y la Unidad africana!
¡Viva el Congo independiente y soberano!
Lumumba, luchador internacionalista
Antes de convertirse en Primer Ministro, Lumumba estableció fuertes vínculos con una serie de movimientos y personalidades antiimperialistas, panafricanistas e internacionalistas. En diciembre de 1958, estuvo presente en la Conferencia de los Pueblos Africanos en Accra. Conoció, entre otros, al antillo-argelino Frantz Fanon, al ghanés Kwame Nkrumah y al camerunés Félix-Roland Moumié [2]. Pronunció un discurso en el que afirmaba: «El objetivo fundamental de nuestro movimiento es la liberación del pueblo congoleño del régimen colonialista y su independencia. Basamos nuestra acción en la Declaración Universal de Derechos Humanos -derechos garantizados a todos los ciudadanos de la humanidad por la Carta de las Naciones Unidas- y creemos que el Congo, como sociedad humana, tiene derecho al rango de los pueblos libres». Lo concluía diciendo: «Por eso gritamos fuerte con todos los delegados: Abajo el colonialismo y el imperialismo. Abajo el racismo y el tribalismo. Y viva la nación congoleña, viva África independiente.»
Al final de esta conferencia, Lumumba fue nombrado miembro permanente del comité de coordinación, como recordó Said Bouamama en «Figuras de la Revolución Africana» [3]. Lumumba también estuvo cercano a activistas anticolonialistas y anticapitalistas belgas como Jean Van Lierde, que estaba comprometido con el apoyo a la revolución argelina y que tenía estrechos vínculos [4] con el semanario La Gauche y su principal animador, Ernest Mandel.
“Cabe señalar que durante 1959, la represión organizada por la Bélgica colonialista causó docenas, si no cientos, de muertes”
Pocas semanas después de la conferencia de Accra, Lumumba y su movimiento organizaron una reunión en la capital del Congo belga en ese momento para informar sobre los resultados de esta cumbre anticolonialista. Reclamó en ella la independencia del Congo ante más de 10.000 personas. Describía el objetivo del Movimiento Nacional Congoleño refiriéndose a «la liquidación del régimen colonialista y la explotación del hombre por el hombre» [5].
Según Le Monde diplomatique de febrero de 1959, después de esta conferencia, estalló un motín en Léopoldville el 4 de enero de 1959. Esto es lo que dice el mensual francés: «El punto de partida de los disturbios está directamente relacionado con la conferencia panafricana en Accra. En efecto, cuando los líderes del Movimiento Nacional Congoleño, en primer lugar el Presidente del Movimiento, el Sr. Lumumba, se preparaban para celebrar una reunión pública sobre este tema estallaron los primeros disturbios. Con la autorización del Gobernador General del Congo belga, el Sr. Cornelis, una delegación de nacionalistas congoleños, encabezada por el Sr. Lumumba, había visitado Ghana en diciembre. Y cuando se preparaba a dar un informe de su viaje y su trabajo, el 4 de enero, la policía ordenó que los oradores y aquellos que habían venido a escucharlos se dispersaran» [6].
Cabe señalar que durante 1959, la represión organizada por la Bélgica colonialista mató a docenas, si no cientos, de personas. Un ejemplo de la amplitud de la represión: en octubre de 1959, en el congreso nacional del Movimiento Nacional de Congo (MNC) en Stanleyville, los gendarmes dispararon a la multitud, matando a 30 personas e hiriendo a cientos. Lumumba fue arrestado unos días después, juzgado en enero de 1960 y sentenciado a 6 meses de prisión el 21 de enero de 1960.
Pero las protestas fueron de tal magnitud que en Bruselas el gobierno tuvo miedo y decidió soltar lastre convocando elecciones locales a las que se invitó a las y los congoleños a participar. Lumumba fue liberado el 26 de enero unos días después de su condena. Finalmente, después de las elecciones locales, se celebraron elecciones generales en mayo de 1960, las primeras en la historia del Congo belga. El Movimiento Nacional Congoleño (MNC) salió victorioso y, como resultado, Lumumba fue nombrado Primer Ministro.
La secuencia de acontecimientos que llevaron al golpe contra Lumumba y su asesinato
Tras el discurso de Lumumba el 30 de junio, el gobierno belga, la monarquía y los jefes de las principales empresas belgas presentes en el Congo decidieron derrocar a Lumumba y provocar la secesión de Katanga, la provincia más rica en materias primas. Inmediatamente los cómplices congoleños se presentaron en la persona de Moisés Tshombé, proclamado Presidente de Katanga el 11 de julio de 1960 y luego en la persona del Presidente Joseph Kasa-Vubu, que destituyó a Lumumba en septiembre de 1960 sin tener poder constitucional para ello, y en Joseph-Désiré Mobutu, que dirigió un golpe de Estado unos días después y arrestó a Lumumba cuando sus ministros habían confirmado su confianza en él y su partido era el principal partido en el Parlamento. Mobutu, que hizo una carrera militar durante la colonia y era un ex periodista en la prensa congoleña procolonial, logró obtener un puesto como coronel en el nuevo ejército y rápidamente se volvió contra el gobierno congoleño.
Mientras tanto, Bélgica había enviado 11.000 soldados al Congo en julio de 1960 (una cifra enorme), incluidos 9.000 a Katanga. Estos 11.000 soldados belgas fueron transportados al Congo en diez días, precedidos por tropas especiales de paracaidistas. Esta intervención militar constituye una verdadera agresión contra un Estado ya independiente. Cabe destacar que Bélgica, miembro de la OTAN, tenía hasta la década de 1980, en Alemania Occidental, una zona militar sobreequipada que se extendía desde la frontera belga hasta el Telón de Acero. El Estado Mayor belga tenía a su disposición un considerable arsenal militar, en parte de origen estadounidense, y la OTAN le permitió desplegar aviones, transportes de tropas e incluso barcos de la marina que bombardeaban posiciones congoleñas en el estuario del río Congo. El gobierno de Estados Unidos y la CIA también maniobraron junto a Bélgica, con quien decidieron asesinar a Lumumba [7]. Lo mismo hizo Francia. En un telegrama fechado el 26 de agosto de 1960, el director de la CIA, Allen Dulles, dijo a sus agentes en Leopoldville sobre Lumumba: «Hemos decidido que su alejamiento es nuestro objetivo más importante y que, en las circunstancias actuales, merece una alta prioridad en nuestra acción secreta» [8].
Cabe subrayar que el 12 de agosto de 1960, Bélgica firmó un acuerdo con Tshombé, reconociendo de facto la independencia de Katanga. Los intentos del gobierno de Lumumba de hacer frente a esta secesión fueron totalmente legítimos, pero eran combatidos por las grandes potencias occidentales.
A pesar de su arresto por Mobutu, Lumumba no capituló y se mantuvo en contacto con los ministros que permanecieron fieles a su compromiso y con sus camaradas. Un gobierno clandestino liderado por Antoine Gizenga se estableció en Stanleyville. Lumumba logró escapar de sus carceleros el 27 de noviembre de 1960 y trató de unirse al gobierno clandestino en Stanleyville, pero fue arrestado unos días más tarde en el camino. En enero de 1961, dado que Lumumba seguía siendo muy popular, Mobutu y las potencias occidentales temían que una revuelta popular llevara a la liberación del líder y decidieron ejecutarle. La operación que conduce a la ejecución de Lumumba está directamente acompañada y dirigida por belgas bajo las órdenes de Bruselas. Desde sus lugares de detención, el 17 de enero de 1961, Lumumba, Mpolo y Okito fueron llevados en avión, pilotado por una tripulación belga, a Élisabethville, la capital de Katanga, y entregados a las autoridades locales. Luego fueron torturados por funcionarios de Katanga, incluido Moïse Tshombé, y por belgas para ser finalmente fusilados esa misma noche por soldados bajo el mando de un oficial belga.
Según el testimonio del belga Gerard Soete, comisionado de policía a cargo entonces de establecer una «policía nacional katangesa», los tres cuerpos fueron transportados a 220 kilómetros del lugar de ejecución y enterrados en el suelo detrás de un montículo de termitas, en medio de la sabana arbolada.
La Agencia France Presse, que tomó el testimonio de este comisionado de policía belga, informa que 3 tres días después, los cuerpos fueron desplazados de nuevo para hacerlos desaparecer permanentemente. Gerard Soete afirmó haber estado acompañado por «otro hombre blanco» y algunos congoleños, cuando aserraron los cuerpos de los tres mártires antes de disolverlos en ácido [9].
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El apoyo de Bélgica a la dictadura de Mobutu
El ejército belga intervino dos veces en el Congo para ayudar a Mobutu y su régimen dictatorial a poner fin a las acciones de resistencia de las organizaciones lumumbistas, la primera vez en noviembre de 1964 con la Operación Dragón Rojo y Dragón Negro, respectivamente, en Stanleyville y Paulis. En esta ocasión, la operación fue llevada a cabo conjuntamente por el ejército belga, el ejército de Mobutu, el Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos y mercenarios, incluidos los anticastristas cubanos.
En un discurso pronunciado en la Asamblea General de las Naciones Unidas en noviembre de 1964, Ernesto Che Guevara denunció esta intervención. También lo denunció en un discurso pronunciado en Santiago de Cuba diciendo: «Hoy, la memoria más presente, más conmovedora que cualquier otra es sin duda la del Congo y Lumumba. Hoy, en este Congo tan lejos de nosotros y sin embargo tan presente, hay una historia que debemos conocer y una experiencia que debe ser útil para nosotros. El otro día, los paracaidistas belgas irrumpieron en la ciudad de Stanleyville» (extracto del discurso del Che Guevara en Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1964, con motivo del octavo aniversario del levantamiento de la ciudad dirigido por Frank País.
La segunda intervención del ejército belga tuvo lugar en Kolwezi, en el corazón de la región minera de Shaba (Katanga) en mayo de 1978, en colaboración con los ejércitos francés y el de Mobutu.
Los procedimientos judiciales con respecto al asesinato de Lumumba aún están en curso en Bélgica
La justicia belga aún no ha emitido una sentencia sobre el asesinato de Lumumba. El caso no se cerró gracias a la acción de todos aquellos que quieren que se haga justicia. La familia de Lumumba continúa su acción para exigir la verdad. Un juez de instrucción belga sigue a cargo del caso porque el asesinato ha sido descrito como un crimen de guerra para el que no hay prescripción. Y como señala el abogado de familia, Christophe Marchand, citado por la RTBF el 23 de junio de 2011, «los principales patrocinadores hoy están muertos (…) pero los ex asesores y agregados del gabinete del Ministerio de Relaciones Exteriores siguen vivos».
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Lumumba: una figura emblemática
La figura de Lumumba ha pasado a la historia y sigue siendo un ejemplo para todos aquellos y aquellas que luchan por la emancipación de los pueblos. Lumumba nunca capituló.
Su popularidad era tan enorme bajo el régimen del dictador Mobutu que éste decretó en 1966 que Patrice Lumumba era un héroe nacional. No contento con derrocarlo en septiembre de 1960 y luego ser uno de los principales organizadores de su asesinato, trató de apropiarse de parte de su aura. El día de su ejecución, el 17 de enero, es un día festivo en Congo-Kinshasa.
En Bruselas, después de años de acción de activistas anticolonialistas, el Ayuntamiento de Bruselas aprobó el 23 de abril de 2018 crear una Plaza Patrice-Lumumba, que se inauguró oficialmente el 30 de junio del mismo año, el 58 aniversario de la independencia de la República Democrática del Congo.
Esto es muy poco.
Más allá de decir la verdad sobre la lucha de Lumumba y exigir justicia, lo importante es prolongar su lucha y la de todos los congoleños y congoleñas que han luchado y están luchando por el fin de todas las formas de expolio, opresión y explotación.
Por esta razón, las autoridades belgas deberían:
Reconocer públicamente y nombrar todas las fechorías y crímenes cometidos por Leopoldo II y el Reino de Bélgica contra el pueblo congoleño, y dirigirle una disculpa oficial en consecuencia;
Profundizar en un trabajo de memoria, implicando a los actores involucrados, tanto en la enseñanza como en las actividades de educación popular, pasando por los espacios institucionales;
Proceder a la restitución de todos los bienes culturales congoleños;
Apoyar activamente el cuestionamiento de todos los símbolos colonialistas en el espacio público belga;
Realizar una auditoría histórica de la deuda para llevar a cabo reparaciones financieras incondicionales y retrocesiones por las cantidades recaudadas como resultado de la colonización del Congo;
Actuar en el seno de los organismos multilaterales (Banco Mundial, FMI, Club de París, etc.) para garantizar que sus miembros procedan a una cancelación total e incondicional de las atroces deudas de la República Democrática del Congo;
Apoyar públicamente toda moratoria en el pago de la deuda que decrete el gobierno congoleño para mejorar el sistema de salud pública y abordar la epidemia de Covid-19 y otras enfermedades que causan muertes que se pueden prevenir completamente si el gasto en salud pública aumentara significativamente.
Fuente: cadtm.org